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Este artículo es para explicarles mi voto en las elecciones del 27-S. Voto poco. Y cuando lo hago intento explicarlo. Para explicarles mi voto en estas elecciones, tendría que explicar, a su vez, lo que ha hecho CiU con el Procés. Como ya lo he hecho decenas de veces, en esta ocasión lo voy a hacer traduciéndolo directamente del catalán al castellano. Ahí va. No se lo pierdan. La cosa consiste en que Rajoy acepta una demanda ciudadana para proclamar la III República. Fin de la traducción.
Explicado así, en su brutalidad surrealista, el Procés gubernamental es, por tanto, a) un milagro de las élites catalanas, similar al de las conversiones de San Pablo o de Figo. O b) nada. Desde 2012 lo estoy describiendo, y a mí me sale b). Ha servido para cohesionar una sociedad duramente castigada por la austeridad --la pobreza ha crecido hasta el 20%--, y para refundar un partido, el artista anteriormente conocido como CiU, a través de la única herramienta de la que dispone: la gestión del Procés. Podría extenderme en explicar el carácter inocuo que ha tenido el Procés, un tramo especializado en tocar las únicas teclas que no sonaban y no podían modular ninguna melodía efectiva.
A modo de metáfora, o traca final de la descripción, les cito esta anécdota. Hace un año, el Conseller de Justicia recibió a los juristas Francisco Jurado y Juan Moreno Yagüe, andaluces y demócratas radicales --tal y como está el patio, no hay otra forma de acceso a la democracia; la democracia ya es radicalismo--, con una propuesta para ejercer un referéndum, democrático y vinculante para el derecho a decidir, evitando legalmente la cerrazón del Gobierno Central. Los asistentes a la reunión se quedaron atónitos por la propuesta y por su carácter factible e ingenioso. Pero se desestimó --como, por cierto, otros accesos posibles y legales a la consulta-- vía silencio administrativo. Un indicio de que el Procés gubernamental tenía verdadero terror a ceder la palabra a la ciudadanía y que era, de hecho, un intento de evitarla, en este y en el resto de temas. El Procés, en ese sentido, ha consistido en quitar la palabra a la sociedad y en ofrecerle, a cambio, miles de palabras diarias --es decir, propaganda--, y una bandera muy grande, capaz de envolverlo todo. En ese sentido, la gestión del Procés, no sólo no ha ampliado derechos, sino que los ha reducido --en esta segunda edición del Procés, que debería de iniciarse el 28S, ya ni está contemplado el referéndum consultivo no vinculante, paródico, que se ofrecía oralmente en la primera--.
Es perceptible, a su vez, la descomposición del Estado desde el inicio de la crisis, en 2007. La crisis, y sus respuestas ciudadanas --han sido dos, el 15M y el derecho a decidir, dos conceptos que en ocasiones se mezclan y, en otras, se separan en Catalunya, pero que suponen una meditación sobre la democracia y sobre el Régimen del 78-- han permitido visualizar un Estado con una democracia endeble, con escaso control, y no ejercida en las instituciones locales, sino en otros ámbitos --la UE, el BCE, la RFA, el IBEX'35--. El resultado ha sido la socialización de la deuda --único objeto socializado por aquí abajo desde el invento del botijo--, la austeridad, el recorte del bienestar --es decir, de la forma de democracia en Europa--, y algo que ya podemos denominar post-democracia --un sistema que conserva el voto, pero que carece de la soberanía y la voluntad para establecer políticas--, a través de leyes que ya se ubican, peligrosamente, lejos de la tradición democrática, como la contra-reforma laboral, la ley mordaza, la ley de estabilidad, la ley Wert, la reforma del anteriormente ya parcial Tribunal Constitucional, o la reforma constitucional exprés, que separa, definitivamente, la Constitución del Estado del resto de Constituciones europeas post-45.
CiU participó de todo ese proceso, por cierto, votándolo en parte en el Congreso o, vía presupuestos, en el Parlament. Pese a ello, CiU puede ganar las elecciones, y Mas volver a ser President. Gracias a la gestion del Procés --a la gestión del tiempo y la nada--, CiU, uno de los tres grandes partidos de la II Restauración, podrá restaurarse a sí mismo. O, lo que es lo mismo, un Régimen que en la Catalunya de 2012, como en el resto del Estado, estaba en seria crisis, se está volviendo a recomponer, asumiendo con ello los criterios de devaluación democrática adoptados a lo largo de estos años de crisis.
En estos años de crisis, paralelamente, y sin aparecer en los medios, se ha ido dibujando una idea de ruptura, de agenda democrática. Pasa por un proceso constituyente, la adopción y la ampliación de derechos, la ampliación del bienestar vía renta básica, la protección legal de lo común, nuevas formas de democracia, la intensificación de la democracia directa, y la asunción del derecho a decidir, prometido y aplazado en los años 70's. Esta es la agenda democrática para Catalunya, pero también para el Estado. No difieren. El derecho a decidir --el derecho a ejercer la autodeterminación, a optar democráticamente por la independencia, la federación, o la continuidad en un Estado que, cuando lo paralizaron, en 1874, iba en esa dirección; el derecho, en fin, a elegir la forma del Estado-- ha demostrado ser un elemento que somete a contradicción, a perplejidad y a intolerancia al Régimen --como el resto de puntos de la agenda, por otra parte--. No entra, empero, en contradicción con las nuevas culturas democráticas. Es un sello democrático. Y, por todo ello precisa ser defendido, como cualquier otro punto de la agenda. Ni más, ni menos.
Para defender ese derecho, para evitar que se reduzca o se canalice hacia la nada, o hacia accesos identitarios, para defender criterios efectivos de democracia, es preciso que la lista de la antes CIU y de ERC, su socio en los presupuestos, no ganen. Algo, me temo, difícil, si bien eso es lo que orientará, finalmente, mi voto. No ha sido fácil tampoco decidir mi voto, por otra parte. En estas elecciones no hay ninguna lista sexy, ninguna lista de confluencia que haya asumido el difícil momento que se está pasando en el Sur de Europa, y la necesidad de abandonar diferencias para centrarse en una agenda radical de derechos democráticos. Me quedan la CUP y Catalunya Si Que Es Pot. Y, por lo que sé, la CUP parece que no impedirá con sus votos la presidencia de Mas.
Votar es votar. Ni más ni menos. Por aquí abajo es tradicionalmente difícil calcular lo que se hará con tu papeleta. Espero, no obstante, que CSQEP no pierda el tiempo en polémicas con la CUP / otros grupos que se autodefinen como rupturistas, y que defienda la democracia, es decir, la ruptura y, con ello, su broche: el derecho a decidir, ese derecho apoyado por el 80% de la sociedad catalana. Es decir, que vele por su efectividad, que impida su rapto, su depuración y aislamiento frente a otros derechos, entre ellos el derecho a decidirlo todo. Y que, llegado el caso, recuerde que un Estado no es una identidad. España no tiene nada que ver con el Estado Español --incluso, es más grande e implica más personas--, y un Estado Catalán no tiene por qué tener nada que ver necesariamente con Catalunya. El Estado, por otra parte, nos lo fabrican cada día, sin necesidad de referéndums, en Catalunya, España o Lima. La austeridad de los últimos años es un ejemplo de construcción efectiva de un Estado. En Catalunya, curiosamente, se ha realizado mientras se creía construir otra cosa. Es preciso detener tanta propaganda que camufla políticas antisociales y antidemocráticas. Porque eso es lo que está pasando.
Este artículo es para explicarles mi voto en las elecciones del 27-S. Voto poco. Y cuando lo hago intento explicarlo. Para explicarles mi voto en estas elecciones, tendría que explicar, a su vez, lo que ha hecho CiU con el Procés. Como ya lo he hecho decenas de veces, en esta ocasión lo voy a hacer traduciéndolo...
Autor >
Guillem Martínez
Es autor de 'CT o la cultura de la Transición. Crítica a 35 años de cultura española' (Debolsillo), de '57 días en Piolín' de la colección Contextos (CTXT/Lengua de Trapo), de 'Caja de brujas', de la misma colección y de 'Los Domingos', una selección de sus artículos dominicales (Anagrama). Su último libro es 'Como los griegos' (Escritos contextatarios).
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