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¡Qué escándalo, qué escándalo! ¡He descubierto que en este local se juega!, gritaba indignado el prefecto de policía Louis Renault mientras ordenaba el cierre inmediato del café de Rick.
En claro homenaje al genial personaje de Casablanca, los diputados presentes en la sesión del Congreso vociferaban y se llevaban sus democráticas manos a la cabeza. Haciendo el típico gesto cinematográfico previo al desmayo de colocar la mano girada en la frente con giro de cuello, no podían creerse que Sabino Cuadra estuviera mancillando en la tribuna del Parlamento la santísima y habitualmente pisoteada Constitución Española, arrancándole un par de páginas.
Algunos, a los que nunca les ha llamado demasiado la atención eso del fondo, tienen la costumbre, muy respetable por supuesto, de desquitarse de esa carencia erigiéndose en guardianes de las formas. Más que una voluntad es un instinto. Un instinto que les hace saltar al unísono de la silla de la que no se moverían lloviese o tronara fuera, cuando consideran que una forma falla. Un ejército de señoras británicas a la hora del té que se echan encima inmovilizando aquellas actitudes que atentan contra la formalidad y los símbolos. Si la representante de los desahuciados por los bancos llama criminal al representante de la banca sentado ante ella, el grupo de señoras del té allí presentes se ajustará con nerviosismo sus corbatas intentando poner un poco de civismo, que una cosa es desahuciar y otra mucho más grave faltar, y le afearán el exabrupto, con una indignación mayor que la que traía de casa la propia indignada. Si durante una manifestación contra el saqueo del país, a alguien le da por sacar su lado pirómano, la foto de un contenedor echando humo ocupará portadas de medios de comunicación repentinamente amantes del pacifismo radical, a tamaño que ya quisieran para sí las fotos de la miseria que las políticas de saqueo provocan.
Si unos tuits antiguos escritos por un concejal salen a la luz, aquellos que nunca se habían planteado ni de lejos acercarse a la crítica hacia actitudes fascistas tendrán su primera experiencia en ello, exigiendo con vehemencia la inmediata dimisión, imputación y por qué no ajusticiamiento por esos tuits intolerables, que si a las víctimas no les han molestado, a España sí. Si un director de cine se independiza del nacionalismo, un ejército de ciudadanos habitualmente permisivos en lo que respecta al saqueo de sus bolsillos tomará repentina conciencia de lo público y exigirá la inmediata devolución de cualquier ayuda recibida por el independizado a no ser que el acusado bese la bandera con garbo. Si el diputado rompepapeles --en muy española actitud, a propósito-- monta el numerito en la tribuna, quienes se pasan la Constitución por el forro de la democracia como parte de su trabajo morirán de súbito disgusto.
Mientras los gendarmes desalojaban el local de Rick, el croupier se acercó al prefecto Renault.
--Sus ganancias, señor.
--Muchas gracias, agradeció con exquisita finura, amabilidad y elegancia.
¡Qué escándalo, qué escándalo! ¡He descubierto que en este local se juega!, gritaba indignado el prefecto de policía Louis Renault mientras ordenaba el cierre inmediato del café de Rick.
En claro homenaje al genial personaje de Casablanca, los diputados presentes en la sesión...
Autor >
Gerardo Tecé
Soy Gerardo Tecé. Modelo y actriz. Escribo cosas en sitios desde que tengo uso de Internet. Ahora en CTXT, observando eso que llaman actualidad e intentando dibujarle un contexto. Es autor de 'España, óleo sobre lienzo'(Escritos Contextatarios).
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