El 19 de noviembre, en un contexto de enorme conmoción nacional, apenas unos días después de los atentados yihadistas en París, el Parlamento francés votó que se prorrogara el estado de emergencia durante tres meses a petición de François Hollande. Este estado de emergencia, que algunos comparan con la Patriot Act de George Bush, permite arrestos sin procedimiento judicial o el control de la prensa. Con motivo de la cumbre mundial sobre el Clima COP21, ha sido por ejemplo utilizado para impedir manifestaciones ecologistas y justificar registros en domicilios de activistas verdes. Es la primera vez desde la guerra de Argelia que se toman este tipo de medidas a escala nacional. Después de 1961, sólo se había utilizado en 1984 en el territorio de Nueva Caledonia y en 2005 tras los terribles disturbios en la periferia de París. A pesar de la inmensa presión mediática y política, seis diputados (frente a 551 a favor) no han aceptado la invitación del Gobierno de hacer de esta votación "en caliente", con un recorte de libertades de fondo. Entre ellos, el ecologista Sergio Coronado, que afirma que “las garantías del Estado de derecho no son un obstáculo para la lucha contra el terrorismo”. Estos diputados nos recuerdan otros episodios de la vida política de Francia, como cuando una minoría de parlamentarios votó en contra de otorgarle los plenos poderes al mariscal Pétain al comienzo del Gobierno de Vichy. La diputada de Normandía Isabelle Attard, ecologista independiente, forma parte de los que votaron en contra.

Solo seis diputados franceses han votado en contra de la prolongación del estado de emergencia en Francia, tal y como solicitó el Gobierno de François Hollande, que lo consideraba indispensable para poder llevar a cabo operaciones policiales y arrestar a sospechosos. ¿Por qué usted ha votado en contra?

Porque en tres años ya se han adoptado en Francia cuatro leyes para reforzar la lucha antiterrorista y los servicios de inteligencia. Tanto las fuerzas policiales como la Administración disponen ya de las herramientas necesarias para la lucha antiterrorista. Incluso los registros se pueden llevar a cabo de noche, sin necesidad de estado de emergencia. Lo único que cambia es la presencia o no de magistrados en dichos registros. Que a los franceses se les haga creer que podemos prescindir de la justicia porque frena demasiado las investigaciones es falso y peligroso.

El Gobierno francés dispone de un amplio apoyo por parte de la opinión publica en un contexto muy emocional. Haber votado en contra seguramente no habrá sido fácil en estas circunstancias.

Antes de votar me lo he pensado mucho. Pero no me he preguntado a mí misma "debo votar a favor o en contra”. Me he cuestionado cómo iba a explicar mi voto a los ciudadanos de mi circunscripción. No sé si están en estado de shock o demasiado emocionados, pero como diputada debo mantener la sangre fría, pensar en el interés de todos y en las consecuencias de mi voto en el futuro, y creo que muchos solo lo entenderán en unas cuantas semanas, o meses, y eso es normal.

Hay que cortar la financiación de Daesh y que lo hagan TODOS los países, no solo Francia. Poner fin a las relaciones con Catar y Arabia Saudí

En un libro publicado recientemente,  Delincuencia: el culpable está en el interior,  François Delapierre critica las derivas en el tema de la seguridad y las actuaciones de la policía bajo los gobiernos de Sarkozy y Valls con la obsesión por las estadísticas, menospreciando los recursos reales y el trabajo de investigación, de fondo. ¿De qué manera hay que luchar contra la amenaza terrorista y yihadista en Francia, según usted?

La prioridad para luchar eficazmente contra el terrorismo es una buena cooperación internacional, que permita vigilar y neutralizar a potenciales terroristas que ya se han identificado. Hay que cortarle los fondos a Daesh. Dejar de ser hipócritas aceptando las inversiones de Catar y de Arabia Saudí, sin hacer la más mínima pregunta cuando se sabe que las grandes familias de ambos países financian a Daesh. Suecia, por ejemplo, dejó en 2015 de cooperar militarmente con Arabia Saudí. ¿A qué se espera? Para eso hay que tener el valor político de decir las cosas claramente: "Mientras se siga pagando a aquellos que matan a nuestros niños, cesaremos toda cooperación".  Lo siento, pero basta con quererlo. También pienso que la seguridad a toda costa no es lo que impedirá que Daesh seduzca a nuestros jóvenes. Debemos ofrecerles un futuro menos desesperante, trayendo vida a sus barrios sin estigmatizarlos.

En España, la izquierda parece tener mas serenidad frente a este tema y duda públicamente del interés de una intervención militar solo aérea o de una reforma constitucional (… ?)  ¿Cómo evitar que Daesh se extienda en otros lugares del mundo como lo ha hecho en Siria?

Pienso que los bombardeos de nada sirven y que Daesh estaría encantado con el envío de tropas. Ya he contestado: hay que cortar la financiación de Daesh y que lo hagan TODOS los países, no solo Francia. Poner fin a las relaciones con Catar y Arabia Saudí. Disponer de servicios de inteligencia y judiciales eficaces, con suficientes recursos.

La izquierda francesa debe unirse, es su única oportunidad, la única solución para que exista otra opción que elegir entre el Partido Socialista, los Republicanos y el FN

Al sur de los Pirineos hay también mucha preocupación frente a la radicalización de la derecha y el auge del Frente Nacional. ¿Van a reforzar esta tendencia los atentados? ¿Cómo puede reaccionar la izquierda no gubernamental y reinventarse como lo ha hecho la izquierda española con las plataformas municipales y Podemos?

Entiendo la preocupación al respecto. Y las recientes encuestas demuestran que el Frente Nacional ya ni siquiera necesita estar en campaña porque sus ideas las está retomando el propio gobierno. La izquierda francesa debe unirse, es su única oportunidad, la única solución para que exista otra opción que elegir entre el Partido Socialista, los Republicanos y el FN. Pero debemos cambiar nuestra manera de actuar. Prohibir que se acumulen varios mandatos y renovar el personal. Hay que escuchar a los jóvenes y no hablar en su lugar. Hay que proteger lo que es de todos: el agua, la tierra, la cultura, la creación. Vivir en la era digital en lugar de tener miedo. Pensar en la política como en algo colectivo sin sonar como un líder carismático y supremo. Solo así podremos tener credibilidad y presentar un proyecto entusiasmante para nuestro país.