París, 13 de noviembre
Señor presidente, sus emergencias no son las mías. Carta abierta a François Hollande
Éric Fassin (Mediapart) 2/12/2015
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Señor presidente, le escribo llevado por la urgencia. Dentro de una hora intentaré acercarme a la plaza de la República, en París. Sé que la manifestación sobre el clima está prohibida. Pero pienso protestar contra la prohibición de manifestarme.
Es innegable que los atentados obligan a tomar medidas de precaución. Sin embargo, el 13 de noviembre, los objetivos de los terroristas fueron el Estadio de Francia, el Bataclan, así como los cafés. Pues bien, no se han prohibido los partidos de fútbol, ni los conciertos; incluso se nos invita a celebrar nuestros valores en las terrazas tomando una copa. ¿Cómo creer que son razones de seguridad las que llevan a autorizar los mercadillos de Navidad y a prohibir las manifestaciones políticas?
No hay duda de que debemos respetar la ley. Pero es importante recordar que la democracia no se reduce al voto parlamentario. ¿Se trata también de un problema de terrorismo cuando se castiga con arresto domiciliario a unos simples opositores políticos? ¿Se está respetando el Estado de derecho? El primer ministro ha reconocido ante los senadores que “algunas medidas aprobadas por la Asamblea Nacional son frágiles desde el punto de vista constitucional”; pero también dijo que no contemplaba la posibilidad de acudir al Consejo Constitucional que podía tumbar 786 registros y 150 arrestos domiciliarios ya realizados.
No son los manifestantes los que amenazan hoy la República, sino el estado de emergencia, cuando puede prolongarse sin límite
Francia ha hecho saber al Consejo de Europa que, en nombre de la seguridad, se autoriza a “derogar la convención europea de derechos humanos”. Yo, en nombre de la libertad, me autorizo a derogar una ley de excepción. Pues no son los manifestantes los que amenazan hoy la República, sino la prohibición de manifestarse. Lo que la amenaza es el estado de emergencia, cuando puede prolongarse sin límite. Es esa práctica unanimidad de los diputados votando ciegamente una ley liberticida. Es un Gobierno en el que la ministra de Justicia se anula frente al ministro del Interior. Y es el propio presidente de la República, si deja de ser el garante de la Constitución.
Se nos explica que usted abusará moderadamente de los poderes que le confiere el estado de emergencia; a mí solo me deja moderadamente tranquilo. Corremos el riesgo, señor Hollande, de que si en algo ha sido normal su presidencia (1) es por haber servido para normalizar lo anormal. Pues la banalización del estado de excepción es aún más inquietante cuando se piensa que, antes o después, la derecha, por no decir la extrema derecha, le sucederá en el poder.
Ustedes ya han adoptado su lenguaje. El primer ministro se aprovecha del miedo provocado por los atentados para declarar a los alemanes que “Europa debe decir que no puede acoger a tantos migrantes, que es imposible”. Y usted, señor presidente, cuando blande la amenaza de la suspensión de nacionalidad, que no ayudará evidentemente a luchar contra los atentados suicidas, asimila como su predecesor inmigración a terrorismo. Significa legitimar los discursos racistas y xenófobos.
A los que advertimos contra los peligros del estado de excepción nos acusan de hacer el juego al Frente Nacional, por no decir a Daesh
Sus sucesores recogerán, a su vez, los instrumentos que usted ha utilizado. Una vez en el poder, la derecha y la extrema derecha no tendrán sino que aprovechar el marco jurídico y político que usted les dejará en herencia. Ampliar la definición de legítima defensa para las fuerzas del orden ¿no es, acaso, dar fuerza a los desórdenes futuros? Más adelante, cuando el estado de emergencia se perpetúe, cuando el estado de excepción sea la regla, ¿cómo vamos a movilizarnos si no lo hacemos ahora? La historia juzgará su papel, señor presidente, en el advenimiento de un régimen autoritario, que traerá la derecha junto con la extrema derecha.
A los que advertimos contra los peligros del estado de excepción nos acusan de hacer el juego al Frente Nacional, por no decir a los terroristas de Daesh. Me imagino que me habrán fichado —si no lo estaba ya— por haber firmado el llamamiento a no respetar el estado de emergencia. Me da igual. Considero una responsabilidad negarme al arresto domiciliario —ya sea por el terrorismo o por la lucha contra el terrorismo—. La emergencia no es “el estado de sitio”, lapsus (2) revelador del Ministerio del Interior. La emergencia es hoy manifestarnos para defender nuestras libertades. Señor presidente, sus emergencias no son las mías.
Éric Fassin es profesor de sociología en la Escuela Superior de París e investigador en políticas sociales, materia sobre la que ha publicado cinco volúmenes. Firmó este artículo el 29 de noviembre en Mediapart.
Notas de la traductora, María Cordón:
(1) Uno de los eslóganes de la campaña de Hollande era “una presidencia normal”.
(2) El pasado 20 de noviembre, en la web del Ministerio del Interior se hablaba por error de la “prolongación del estado de sitio”.
Señor presidente, le escribo llevado por la urgencia. Dentro de una hora intentaré acercarme a la plaza de la República, en París. Sé que la manifestación sobre el clima está prohibida. Pero pienso protestar contra la prohibición de manifestarme.
Es innegable que los atentados obligan...
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Éric Fassin (Mediapart)
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