‘Una economía al servicio del 1%’ / informe Oxfam
La desigualdad no es inevitable
Los nuevos datos de pobreza son un recordatorio para los líderes políticos y presidentes de grandes empresas que se han reunido en Davos. Un registro financiero mundial mejoraría las estadísticas y permitiría abrir un debate sobre las reformas fiscales
Gabriel Zucman 24/01/2016
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La desigualdad es el desafío más decisivo de nuestro tiempo. Todo el mundo habla de la desigualdad de ingresos en el planeta: desde el presidente de los Estados Unidos hasta el Papa, pasando por el Fondo Monetario Internacional. No obstante, el problema sigue agravándose.
El nuevo informe de Oxfam, llamado Una economía al servicio del 1%, señala que, actualmente, 62 personas poseen la misma riqueza que la mitad más pobre de la población mundial, cuando eran 388 personas las que amasaban tal fortuna hace cinco años. Estas estadísticas son un recordatorio dirigido a los líderes políticos y presidentes de grandes empresas que se han reunido en el Foro Económico Mundial en Suiza de que el modelo económico que han elegido no funciona para la mayoría.
La riqueza, en vez de filtrarse hacia todos los sectores de la sociedad, queda retenida en las capas más altas. Según los cálculos de Oxfam, la riqueza de la mitad más pobre del planeta (es decir, 3.600 millones de personas) se ha reducido en un trillón de dólares desde 2010, mientras que la riqueza de las 62 personas más ricas del planeta ha aumentado en más de 500.000 millones de dólares, hasta alcanzar la cifra de 1,76 trillones de dólares. En realidad, estos datos están subestimados porque no contamos con información lo suficientemente precisa sobre la riqueza mundial. Pero son coherentes con los datos que se están levantando en Estados Unidos, por ejemplo, donde hay información que aporta mayor precisión y que están recogidos en la base de datos World Wealth and Income Database.
Los paraísos fiscales son uno de los principales responsables de la extrema desigualdad en la concentración de la riqueza, ya que permiten que las grandes multinacionales y las grandes fortunas no paguen la parte justa de los impuestos que les corresponden. De esta manera, los Gobiernos se ven desprovistos de recursos vitales para garantizar el acceso a los servicios públicos a toda su población y abordar así la creciente desigualdad.
Nunca ha habido tanto dinero en paraísos fiscales como ahora: hay cerca de 7,6 trillones de dólares procedentes de fortunas personales ocultos en lugares como Suiza, Luxemburgo y Singapur. No es un problema que afecte solo a las economías ricas; cerca de la mitad de la riqueza que se encuentra en estos paraísos fiscales pertenece a países en desarrollo, una cifra que va en aumento. Si se tributara lo que corresponde por los beneficios que genera esta riqueza, los Gobiernos recaudarían 190.000 millones de dólares más al año. Más que todo el dinero que se destina a ayuda al desarrollo en el mundo.
Una gran parte de la riqueza oculta en paraísos fiscales pertenece a personas que tienen al menos 50 millones de dólares y que evaden el pago de los impuestos correspondientes. Esto tiene, sobre todo, dos repercusiones: la primera es que las estadísticas sobre desigualdad subestiman de manera considerable el verdadero grado de concentración de la riqueza, ya que no incluyen el dinero oculto en paraísos fiscales. La segunda es que aplicar unos tipos impositivos bajos a las rentas más altas exacerba el ciclo de desigualdad que el mundo está tratando de erradicar.
Las multinacionales también recurren cada vez más a los paraísos fiscales: los beneficios que las multinacionales estadounidenses desvían a estas jurisdicciones de baja o nula tributación se ha multiplicado por seis entre 2000 y 2014. Nueve de cada diez socios estratégicos del Foro Económico Mundial de este año están presentes en al menos un paraíso fiscal.
Se han logrado algunas mejoras sobre las que construir mayores avances. La mayoría de paraísos fiscales ha acordado intercambiar información bancaria de manera automática con una serie de terceros países a partir de 2017. Esta medida, muy relevante, es un motivo para el optimismo.
No obstante, este progreso es insuficiente. Si no se toman medidas para abordar la proliferación de complejas redes de empresas, fondos fiduciarios y sociedades holding fantasma, algunos bancos tendrán la tentación de intercambiar tan sólo información relativa a una minoría de contribuyentes que no pueden, en cambio, recurrir a estas sociedades pantalla a través de las que ocultar sus activos, mientras se sigue protegiendo a los principales defraudadores. Hay grandes bancos que, a pesar de que su implicación en prácticas de evasión fiscal ha salido a la luz en numerosas ocasiones, han salido airosos con multas que apenas han tenido impacto en sus ganancias. Mientras los bancos sigan teniendo demasiado poder como para poder ser encausados, la evasión fiscal seguirá existiendo.
No basta con “invitar amablemente” a las personas y países que se benefician del secretismo fiscal a que terminen con él. Deberíamos plantear cómo crear un registro financiero mundial de los titulares de acciones, bonos, participaciones en fondos de inversión y derivados financieros. Esta medida lograría para los activos financieros lo mismo que los catastros han conseguido con éxito para el mercado inmobiliario o la propiedad de la tierra durante siglos. Los depositarios centrales del mercado de valores cuentan ya con los datos necesarios para estos registros financieros, pero los datos son manejados por instituciones privadas y no se utilizan para garantizar el pago de impuestos. El objetivo sería transferir la información a entidades públicas y utilizarla para el bien común.
Un registro financiero de estas características permitiría identificar quién es titular de qué tipo de activo, lo que mejoraría las estadísticas sobre desigualdad, y permitiría abrir un debate más consistente sobre las reformas fiscales. A su vez, este registro ayudaría a mejorar la lucha contra la evasión fiscal y el blanqueo de capitales, que son dos desafíos clave para este siglo XXI.
Si bien la desigualdad suscita cada vez más atención, el informe de Oxfam indica que la brecha entre los ricos y los pobres ha aumentado a lo largo de los últimos 12 meses. Pero la desigualdad no es inevitable. Ahora que las élites económicas han estado en Davos, es importante recordar que se necesita una amplia reforma política y económica para configurar un sistema mundial mucho más justo. La creación de un registro financiero mundial sería un paso decisivo para lograrlo.
Este artículo es un encargo de Oxfam Intermón, que acaba de publicar su informe sobre la desigualdad
La desigualdad es el desafío más decisivo de nuestro tiempo. Todo el mundo habla de la desigualdad de ingresos en el planeta: desde el presidente de los Estados Unidos hasta el Papa, pasando por el Fondo Monetario Internacional. No obstante, el problema sigue agravándose.
El nuevo informe...
Autor >
Gabriel Zucman
Es profesor asistente en Economía en la Universidad de Berkeley y autor del reciente libro La riqueza oculta de las naciones – Investigación de los paraísos fiscales http://gabriel-zucman.eu/hidden-wealth/
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