Ficciones y simulacros de la Generación 2016
La exposición ‘Sobre objetos, catalogaciones y algunas objeciones’ reúne en La Casa encendida de Madrid la obra de diez jóvenes artistas premiados por la Fundación Montemadrid
Sara Zambrana 17/02/2016
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Núria Güell (Girona, 1981) desearía no ser catalana. Del mismo modo, preferiría no ser española. La radical vindicación no podría ser más conflictiva en los tiempos que corren, y aunque muchos reflexionen sobre la ausencia de identificación que sienten con el Estado español, muy pocos serían capaces de iniciar procesos legales para renunciar a la nacionalidad española. Güell sí lo hizo, con el asesoramiento de la abogada Montserrat Fernández, el de un filósofo y el de un politólogo –cuyos nombres no se han hecho públicos–, para desarrollar su último trabajo artístico: Apátrida por voluntad propia. Sobre el desafío de lo posible (2015).
En efecto, Núria no quiere cambiar de nacionalidad, lo que ansía es no pertenecer a la concepción y organización del Estado-nación debido a que lo considera un constructo político impuesto, que rechaza porque quebranta el derecho de autodeterminación del individuo. Esto es arte; pero la Embajada de España en Irlanda, la Subdelegación del Gobierno en Girona y el Ministerio de Justicia, entre otros, tenían el deber de contestar a su petición. En esa sucesión ha ido derivándose su caso recibiendo negativas y todavía esperando la respuesta del ministerio, aunque la artista, consciente de la imposibilidad de éxito de su proyecto, cuenta que tan sólo conoce un caso similar de un norteamericano el cual, renunciando de forma voluntaria a su nacionalidad, logró el estatuto de apátrida. Siempre combativa y polémica, señala en uno de sus escritos formales que los orígenes de los nacionalismos europeos son violentos, afirma que “son incontables los horrores cometidos en su nombre, además de ser la base en la que se sustenta la xenofobia y el racismo”, a lo que añade que en la actualidad hay casos en los que “son las propias instituciones estatales las autoras de los delitos y que se hacen en nombre de la seguridad de la nación, en la que sin decidirlo se ve incluida”, y que por ello prefiere formar parte de una comunidad elegida libremente.
¿Causa fallida que acabará perdida en algún archivo? Si es así puede que la rescate Enric Farrés (Barcelona, 1980), quien ha formado un curioso archivo compuesto por 2.212 papeles de toda clase que ha ido encontrado en libros y que pueden ser estudiados en su pulcra sala de consulta: son “Los papeles del Siglo, que se sirven de los métodos de historiografía y conservación para subvertirlos, para hacernos ver la memoria histórica como acto narrativo y el archivo como ‘lugar a dudas”, apunta Joana Hurtado Matheu. Cartas, dibujos, notas, recetas, entradas, demandas judiciales…de los que sólo se sabe su procedencia, aunque su creador dude sobre la misma. ¿Ficción o realidad? Es la importancia del contexto.
Estas dos obras han sido algunas de las premiadas por la Fundación Montemadrid dentro de su programa anual Generaciones, y hasta el 10 de abril se pueden ver en la Casa Encendida, de Madrid, junto con los otros trabajos de los ganadores. En total, diez jóvenes artistas reunidos en la muestra Sobre objetos, catalogaciones y algunas objeciones, comisariada por Ignacio Cabrero.
Cabrero ha ideado un discurso que va hilando las obras por tener como punto en común el interés en la cultura objetual, tradición duchampiana que se rescata y recicla con insistencia en el arte contemporáneo. La apropiación, descontextualización y redefinición son estrategias bien conocidas, ahora bien, los modos en que se hagan y los fines que se persigan pueden seguir sorprendiéndonos.
“Con el tiempo, el ecosistema del salón se había ido modelando, dando lugar a ciertas relaciones y dinámicas entre sus habitantes. Billy56 solía tener discusiones a menudo con Achille&Castiglioni7, una lámpara de diseño concebida en los setenta:
-¿Te crees más especial que el resto por tener una base de mármol o un diseño singular? Más bien me parece que se te haya torcido el cuello…
-Nada más lejos, querida Billy. La cuestión es que, si yo no diera luz, a ver cómo leían esos libros tan interesantes que albergas en tus estantes –contestaba Achille&Castiglioni7.”
Este animada conversación entre piezas de mobiliario forma parte del relato de Juan Canela que acompaña a la obra de Eva Fàbregas (Barcelona, 1988), The Role of Unintended Consequences (Sofa Compact) (2015). Inspirada en el diseño industrial y fascinada por un anuncio del célebre matrimonio Eames, presenta un vídeo de animación en el que se hace un acelerado y colorido recorrido por distintos interiores. Muy diferente es el interior que protagoniza el vídeo de Tamara Kuselman (Buenos Aires, 1980), formado por escenas en 3D y el testimonio grabado de la performance que realizó Evelyn Donnelly para esta ocasión: una reinterpretación del fantástico relato Casa tomada (1946), de Julio Cortázar, donde, según Mathieu Copeland, “a medida que el filme avanza –mientras observamos los movimientos y oímos las voces–, el sonido se distorsiona más y más. Las voces deconstruidas llevan a la desaparición total del significado y aluden a una nueva cosa abstracta” que ha invadido la casa.
En cambio, mucho más corriente es encontrar una gran televisión de plasma en nuestras casas, la gran máquina generadora y productora de imágenes simbólicas y la protagonista de la instalación X/5.000 (2016), de Julia Varela (Madrid, 1986). En esta obra, las pantallas son “como un acto de resistencia concebido como un verdadero secuestro que se desarrolla en el tiempo”: la imponente fisicidad de un conjunto de pantallas dobladas y destruidas frente a una sociedad desmaterializada. La idea nació cuando la artista vio un vídeo grabado en la ciudad iraquí de Mosul en el que unos terroristas desplegaban enormes pantallas de cine desde donde difundir sus victorias militares.
De Idolatría (2016) habla explícitamente Ignacio Bautista (Madrid, 1982), de idolatría y de las violentas campañas coloniales españolas en América del Sur. Se trata de una vitrina en la que ha colocado fetiches con envoltorios dorados, creados por él tras encontrar en la Red imágenes de objetos de culto de las culturas precolombinas, expoliados pero que se salvaron del refundido y de la consiguiente pérdida del carácter divino originario y de identidad. Asimismo, hay una fuerte crítica poscolonial en el trabajo de Juan Zamora (Madrid, 1982) que, como apunta Blanca de la Torre, sería más apropiado situar dentro de la ecocrítica ya que Zamora ha realizado una investigación in situ –que se torna poética en el conjunto de piezas expuesto– sobre el ritual de una comunidad colombiana indígena: el tradicional mito de las aguas sagradas que tenían la propiedad de otorgar vida a los objetos de oro, lo que después derivó en la leyenda del Dorado.
Daniel Martín Corona (Madrid, 1980) tiene unos billetes únicos, son sus “coronas”. No están presentes en esta muestra, pero sí se exhibe una selección de una serie de dibujos creados con la misma intención, sirviéndose de las técnicas propias de documentos oficiales, como las de los billetes y los diplomas –con marcas de agua, tintas invisibles u hologramas– y así “jugar [de forma interactiva] con la idea de la técnica enfrentada a sí misma: por un lado, la técnica es la que permite un mundo hiperreproducible y, por otro, evoluciona buscando la manera de contener esa reproducibilidad”.
También la voz humana ha sido industrializada con fines reproductivos, fue con la creación del primer sintetizador electrónico de voz, The Voder. Proyecciones sonoras y una página web sólo activa hasta la clausura de la exposición conforman el trabajo de Jaume Ferrete (Mollet de Vallés, 1980), el más conceptual de todos: una reflexión acerca de las ideologías de la voz y que, por ejemplo, recuerda casos como el de Margaret Thatcher, quien reeducó su voz para masculinizarla y crear un discurso de autoridad más vigoroso y convincente. Por último, el proyecto más encriptado, el desarrollado por David Mutiloa (Pamplona, 1979). La referencia principal es el trabajo del radical diseñador Ettore Sottsass; no obstante, son muchas más las latentes en este montaje de acero con grandes fotografías, desde el llanto decepcionante por el fracaso de las vanguardias y la modernidad industrial más revolucionaria, la apropiación de los lenguajes de la sociedad de consumo y las normas del marketing actual hasta la crítica institucional. Manuel Segade explica sus piezas como “una secuencia de détournements tácticos que le permiten decir cada vez lo contrario de lo que dice en una afirmación que incluye perversamente su negación sin aparente contradicción por la seducción de su marco formal”.
Este programa expositivo ha ido alcanzado una creciente y determinante posición dentro del panorama artístico español, es esta una exposición sobre políticas y engaños, acerca de ficciones y simulacros; así son los trabajos de los diez creadores que fueron elegidos de entre los más de 500 que se presentaron: Generación 2016.
Núria Güell (Girona, 1981) desearía no ser catalana. Del mismo modo, preferiría no ser española. La radical vindicación no podría ser más conflictiva en los tiempos que corren, y aunque muchos reflexionen sobre la...
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Sara Zambrana
Es historiadora del arte.
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