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Ciencia

Una nueva ventana al universo

Tras el descubrimiento de las ondas gravitacionales, fenómenos previamente invisibles como las colisiones de agujeros negros o sistemas binarios de estrellas de neutrones pueden ahora ser escuchados

Tomás Rojo 17/02/2016

<p>Pixabay</p>

Pixabay

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El pasado 11 de febrero, miembros del Observatorio de Ondas Gravitacionales por Interferometría Láser (LIGO por sus siglas en inglés) –uno de los mayores esfuerzos científicos de las últimas décadas– confirmaban los rumores: los dos detectores que forman parte del proyecto localizaban por primera vez ondas gravitacionales. Einstein volvía a dar en el clavo, tras haber sentado en 1915 las bases de la física moderna con su teoría de la relatividad general, en la que la gravedad no es sino la curvatura del espacio y el tiempo por masa o energía. Un año más tarde llegó a predecir que violentas deformaciones del espacio/tiempo –ese maleable lienzo que forma el universo– mandarían a través del cosmos una perturbación del espacio-tiempo: las ondas gravitacionales. Son las que barrieron el Sistema Solar y el planeta Tierra el 14 de septiembre de 2015, pasando primero por Livingston, Luisiana, en el sudeste americano, y siete milisegundos más tarde dejando el país por la otra punta, Hanford, en el Estado de Washington. Ambas ciudades albergan desde hace más de diez años dos detectores del LIGO en forma de L, y esperaban con los brazos abiertos este tipo de señal, que procede de la colisión de dos agujeros negros que, hace unos mil millones de años, iniciaron una caída en espiral uno sobre otro, acelerando cada vez más hasta alcanzar velocidades comparables a la de la luz y terminar chocando y fusionándose en una sola unidad.

El espacio y el tiempo, dos conceptos que considerábamos hasta hace cien años como absolutos (al menos desde un punto de vista físico), forman la lona sobre la que se mueven incontables galaxias, estrellas y planetas como piezas por un infinito tablero de ajedrez. Hasta la llegada del siglo XX el juego discurría en un tablero rígido y los movimientos estaban marcados por la gravedad newtoniana. Pero Einstein cambió completamente las reglas al dotar a la malla del espacio-tiempo de una maleabilidad que permite que objetos masivos deformen el espacio a su alrededor, doblando líneas rectas y eliminando de la partida magnitudes absolutas como el metro --que sirve para medir el espacio-- y el segundo --que lo hace con el tiempo--. Acontecimientos del universo tan violentos y extremos como el que se detectó en Luisiana y Washington pueden generar una onda en el espacio-tiempo que se propaga por el universo a la velocidad de la luz deformando además tiempo y espacio a su paso.

Einstein cambió completamente las reglas al dotar a la malla del espacio-tiempo de maleabilidad

A diferencia de otro de los grandes hitos de la física de este decenio, el descubrimiento del bosón de Higgs en el Gran Colisionador de Hadrones (LHC) de Ginebra, no es tanto el propio hallazgo lo que emociona a la comunidad científica sino la confirmación de que efectivamente esos fenómenos son detectables desde la Tierra con nuestra tecnología. La existencia de estas ondas de gravedad ya había sido verificada indirectamente en los años setenta por dos físicos de la Universidad de Amherst, Massachusetts, descubrimiento que les valió un Premio Nobel años más tarde. Y es que la perturbación espacial que se lanzaron a medir los dos detectores estadounidenses del LIGO –junto con su primo europeo VIRGO– en Pisa, es del orden de una milésima parte del tamaño de un protón, teniendo este el tamaño, en relación al átomo, de un guisante en un campo de fútbol.

Para poder medir una diferencia tan minúscula entre dos distancias los científicos que están detrás del proyecto combinaron un experimento concebido hace más de 120 años, el interferómetro de Michelson-Morley, con la tecnología más puntera del siglo XXI. El potentísimo y puro haz de luz de un láser es partido en dos y enviado por los brazos perpendiculares de 4 km de longitud de la estructura, al final de los cuales dos espejos perfectos mandan las ondas luminosas de vuelta hacia el lugar de donde han venido. Los espejos se ajustan cuidadosamente para que al recombinarse la cresta de una de las olas coincida con el valle de la otra, cancelando así una a la otra por completo y generando oscuridad de la suma de dos rayos de luz. Una pequeña perturbación en la distancia que recorren estos haces de fotones permitiría que, al recombinarse, el uno ya no coincidiera en el otro con su opuesto exacto, provocando así una señal en el detector. En concreto lo que se percibió fue una señal ondulatoria, oscilando a una velocidad de 35 ciclos por segundo y acelerando más y más hasta alcanzar los 250 ciclos por segundo hasta volver al silencio, la oscuridad. Todo en menos de un cuarto de segundo. Transmitidas al dominio sonoro, estas vibraciones suenan como un glissando del do más grave de un piano hasta el do medio, cuatro octavas más arriba.

La sensibilidad de los interferómetros del LIGO es tal que cosas tan banales como el tráfico cercano o incluso las olas rompiendo en la orilla pueden perturbar y ensuciar la señal. Por este motivo los detectores operan en vacío, ya que el mero aire en los túneles puede tener efectos en la señal. Cuentan además con un sistema de amortiguación hidráulica para resguardarse de cualquier movimiento sísmico. Además, durante la operación de los detectores, LIGO introduce datos “precocinados”, preparados para parecerse lo más posible al resultado esperado, y así poder estar seguros de que el equipo será capaz de detectar la verdadera señal. Afortunadamente, el sistema que inyecta estas falsas señales estaba inactivo el día del descubrimiento, con lo que sin duda cabe desechar que se trate de una falsa alarma. Aun así, miembros del proyecto han pasado los últimos cinco meses contrastando datos de los dos detectores y haciendo todas las verificaciones posibles antes de hacer el histórico comunicado.

De la misma manera que, durante el siglo pasado, el estudio del universo a través de otras longitudes de onda distintas de las de la luz visible fue como levantar un velo de nuestros ojos, revelando los restos del Big Bang en las largas microondas y mostrándonos un violento universo de pulsars y estrellas de neutrones, de super e hipernovas en los energéticos rayos gama, ahora ganamos un nuevo sentido y podemos escuchar las ondas gravitacionales. Se abre así una ventana a una nueva astronomía. Fenómenos previamente invisibles como las colisiones de agujeros negros o sistemas binarios de estrellas de neutrones, hasta ahora sólo teorizados y simulados en superordenadores, pueden ahora por fin ser escuchados.

El pasado 11 de febrero, miembros del Observatorio de Ondas Gravitacionales por Interferometría Láser (LIGO por sus siglas en inglés) –uno de los mayores esfuerzos científicos de las últimas décadas– confirmaban los rumores: los dos detectores que forman parte del proyecto localizaban por primera vez...

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9 comentario(s)

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  1. Molloy

    @Tomas: Dices "En cuanto al tema del tiempo, no notaríamos ninguna diferencia por nosotros mismos. [...] La dilatación del tiempo siempre se mide entre dos observadores." Comentándolo con un amigo me ha contestado: "no tiene en cuenta los sucesos fuera del cono temporal que si pudiera notar el sujeto, como el movimiento inusualmente rápido (o lento) de las estrellas". ¿Qué piensas?

    Hace 8 años 8 meses

  2. Retogenes Numantikon

    @JRLara Exactamente. Si las unidades se dilatasen o encogiesen a la par que las cosas que queremos medir, no se notaría nada... Cambian las distancias temporales y espaciales entre eventos, medidas en unas unidades que no cambian. Es un tanto lioso, porque normalmente identificamos el metro con la distancia marcada en una regla, o el kilómetro con la distancia entre dos mojones. Esa distancia sí que cambiaría y sería más larga o más corta que un kilómetro que, evidentemente, está definido de otra forma.

    Hace 8 años 8 meses

  3. Antonio

    Las Ondas Gravitacionales llegaron a España y se transmutaron https://youtu.be/8NvpBE_TecI

    Hace 8 años 9 meses

  4. JRLara

    Ojo, que las carga el diablo... Igual es un mero problema de lenguaje, pero el metro y el segundo sí siguen siendo unidades universales y perfectamente definidas. Cambian de valor las medidas de sus magnitudes (como la longitud: cuánto mide tal barra mirada desde este sistema de referencia o ese otro), pero no las unidades; si no, malas serían. Gracias por el artículo.

    Hace 8 años 9 meses

  5. Tomas

    @Retogenes: Muchas gracias por tu importante y acertada observación. Efectivamente los sistemas binarios de estrellas de neutrones nos son conocidos desde hace décadas y, como bien indicas, uno de ellos fue el sujeto de las observaciones de Taylor y Huse . A lo que me quería referir es que ahora podemos recoger muchísima más información de estos sistemas, una vez mejorada la sensibilidad de nuestros instrumentos. En cuanto a mi, quizás pobre, metáfora del metro y el segundo, era simplemente una manera de explicar que el metro y el segundo ya no son cantidades universales, de nuevo tomándome un poco de libertades ya que desde la teoría de la relatividad especial de 1905, sabemos que estas magnitudes dependen del marco de referencia. Muchas gracias de nuevo por sus comentarios.

    Hace 8 años 9 meses

  6. Tomas

    Hola Molloy, muy interesante pregunta. Intentaré contestarla lo mejor que pueda y espero me perdone si a lo mejor la tuerzo un poco para explicarlo. Imaginemos que fuera posible que los planetas de nuestro sistema solar orbitaran el famoso sistema binario de agujeros negros que ha sido observado por LIGO. Sabemos que esto sería imposible por múltiples razones, entre ellas que las terribles fuerzas de marea (la diferencia entre la gravedad en la cara de la Tierra cerca de los agujeros negros y la cara alejada) serían tan fuertes que reducirían nuestro planeta a trizas. Pero imaginemos que fuera posible. Para empezar la situación sería muy interesante ya que el tiempo pasaría de manera muy distinta en los distintos planetas según como se encuentren de cerca o lejos de nuestros nuevos soles. Cuando los agujeros negros empiezan a caer uno sobre otro empiezan a radiar energía en forma de onda gravitacional, primero a una baja frecuencia (ondulaciones por segundo) y amplitud (la altura de las olas), cantidades que irían aumentando rápidamente según los dos agujeros negros aceleran y se acercan más y más. Finalmente, tras la colisión y la formación y estabilización del nuevo agujero negro resultante dejaríamos de ser bombardeados por ondas gravitacionales. Sin embargo la situación sería muy diferente ya que la masa de nuestro nuevo agujero negro es menor que la suma de las masas de los antiguos, la diferencia de masa habiendo sido irradiada como energía en las ondas gravitacionales. Esta diferencia de varias veces la masa de nuestro Sol (el de verdad) alteraría dramáticamente las orbitas de nuestro sistema solar. En cuanto al tema del tiempo, no notaríamos ninguna diferencia por nosotros mismos. Es decir que si estuviéramos mirando nuestro reloj mientras somos atravesados por las olas no notaríamos ninguna diferencia. La dilatación del tiempo siempre se mide entre dos observadores. En la película Interstellar ninguno de los dos observadores es consciente de como de rápido o lento pasa el tiempo para ellos, y es únicamente al encontrarse que pueden medir la diferencia. Te recomiendo dar una vuelta por la página web de LIGO de Caltech. Tienen vídeos de simulaciones de un escenario más o menos parecido (un efecto exagerado de las ondas gravitacionales sobre la Tierra), así como otra multitud de videos explicativos muy interesantes. Espero haber contestado, aunque sea parcialmente a su pregunta, e invito al resto de lectores a participar en estos siempre interesantes experimentos mentales.

    Hace 8 años 9 meses

  7. Retogenes Numantikon

    "sistemas binarios de estrellas de neutrones, hasta ahora sólo teorizados y simulados en superordenadores, pueden ahora por fin ser escuchados" Sistemas binarios de estrellas de neutrones ya han sido detectados y sus propiedades medidas hasta el punto de que se ha podido demostrar la existencia de las ondas gravitatorias en uno de ellos (el premio Nobel de Taylor y Hulse, que el propio autor menciona en el artículo). Esta ondas gravitatorias son, sin embargo, demasiado débiles para poder ser detectadas por LIGO. Creo que aquí el autor no ha acertado. Tampoco acierta cuando dice eso de "eliminando de la partida magnitudes absolutas como el metro --que sirve para medir el espacio-- y el segundo --que lo hace con el tiempo--". Si no se pudieran utilizar esas unidades, no podríamos medir nada. Lo que la Relatividad General dice es que las distancias y los tiempos pueden cambiar, pero no se cambian las unidades con las que se miden.

    Hace 8 años 9 meses

  8. Gemma Hernández

    Magnífico artículo. Experto e inteligible. Gracias.

    Hace 8 años 9 meses

  9. Molloy

    Pregunta para el autor: Si la fusión de agujeros negros se hubiera producido cerca del Sistema Solar entiendo que las ondas gravitacionales que hubieran llegado a la Tierra habrían sido mucho más intensas... En ese hipotético caso, ¿como nos podría afectar esa distorsión del espacio-tiempo? ¿Pasaría el tiempo de forma diferente tal y como les sucede a los que están próximos a un agujero negro en la película 'Interstellar'? ¿Seríamos conscientes de esa anomalía temporal? ¿Podría modificar las órbitas de planetas o satélites? Le agradecería, si tiene tiempo y ganas, que me describiera todo lo que cree que sucedería en el caso de darse esa circunstancia... Muchas gracias.

    Hace 8 años 9 meses

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