Le Pen: ya no podréis decir que no lo sabíais
‘La Présidente’, cómic en blanco y negro de François Durpaire y Farid Boudjellal, adelanta, con un estilo próximo al fotorrealismo, hipótesis coherentes con el tablero político actual para alertar frente al posible acceso al poder de Marine Le Pen
Isabelle Touton 17/02/2016
Marine Le Pen
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En diciembre de 2015, el Frente Nacional (Front National) fue el partido más votado en las elecciones regionales francesas. En la primera vuelta, las listas de la extrema derecha resultaron vencedoras en seis de las trece regiones metropolitanas, pero no ganaron ninguna. Durante décadas Jean-Marie Le Pen, acusado de haber torturado en la guerra de Argelia, autor de declaraciones negacionistas (las cámaras de gas serían un “detalle” de la historia), encabezó el partido fundado en 1972 a partir de grupos petainistas y neofascistas. Desde mediados de los 80, los resultados electorales del FN perturban la vida política francesa. El frente republicano y la movilización ciudadana contra la presencia de Jean-Marie Le Pen en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de 2002, que otorgaron a Jacques Chirac un 82% digno de una república bananera, solo lo debilitaron momentáneamente. Desde la sustitución de Le Pen por su hija Marine en enero de 2011, se ha emprendido una tarea de supuesta “desdiabolización” del partido. El cambio de discurso mediático de la cúpula del FN (Marine, su pareja Louis Aliot y Florian Philippot), que excluye las declaraciones racistas o antisemitas, la distancia tomada ya anteriormente con el ala más tradicionalista, en un contexto de extensión del abstencionismo, favorecieron la popularidad del FN, en particular entre los jóvenes, los obreros y empleados, con un voto masculino sensiblemente superior al voto femenino: Marine Le Pen alcanzó el 17,90% de los votos en las presidenciales de 2012, el FN casi un 28% en las últimas regionales. En agosto de 2015, para renovar su imagen, el Frente Nacional llegó a excluir al progenitor de su actual líder por unas declaraciones favorables al Mariscal Pétain y por defender una concepción esencialista de la identidad francesa (¿se siente francés Manuel Valls?). En la familia, únicamente la muy católica Marion Maréchal-Le Pen, elegida diputada en 2012 con veintitrés años, sigue defendiendo una línea cercana a la de su abuelo. Si nos atenemos a las últimas encuestas, es concebible que en 2017, al igual que su padre quince años antes, Marine Le Pen alcance la segunda vuelta de las elecciones presidenciales.
La novela gráfica La Présidente (La Presidenta), subtitulada “Ahora ya no podréis decir que no lo sabíais” (Editions des Arènes y Demopolis) con guión de François Durpaire, catedrático de Historia Contemporánea y dibujos de Farid Boudjellal, es un relato de política-ficción publicado en noviembre de 2015: los autores imaginan las circunstancias que podrían llevar a Marine Le Pen a ser la próxima (y, paradójicamente, primera) presidenta de la República Francesa y sus cien primeros días en el Palacio del Elíseo. El relato empieza el día de las elecciones presidenciales de mayo de 2017 y acaba en febrero de 2018, con la proclamación del estado de emergencia tras el secuestro de Florian Philippot. El mismo estado de emergencia que, por una de las negras ironías de la historia, el Parlamento francés aprobó en noviembre a raíz de los atentados terroristas reivindicados por ISIS en París, y sigue vigente. El cómic no ahonda en las causas de la popularidad del Frente Nacional: tasa de paro y abandono de ciertas regiones asoladas por la desindustrialización y las deslocalizaciones auspiciadas por políticas neoliberales de derecha e izquierda, falta de perspectivas laborales para jóvenes en los suburbios-guetos…. Pero sí cita algunas: la “liberación” de un discurso antiimigrante “desacomplejado” por Nicolas Sarkozy, la apatía socialista, la altivez de las élites políticas. Tampoco investiga acerca de los orígenes del dinero de la millonaria dinastía Le Pen, que ya fue objeto del cómic La vie secrète de Marine Le Pen (Caroline Fourest, y Jean-Christophe Chauzy, Grasset y Drugstore, 2012).
La Présidente, cómic en blanco y negro, con un estilo próximo al fotorrealismo, adelanta hipótesis coherentes con el tablero político actual para alertar frente al posible acceso al poder de Marine Le Pen, prevé el inmediato control de la televisión pública, la evolución de las relaciones exteriores —con Pablo Iglesias, Angela Merkel, Hillary Clinton o Vladimir Putin— y proyecta hacia este futuro cercano la aplicación del programa del FN: fomento de la natalidad, enseñanza nacionalista de la historia, prioridad nacional para el acceso a ciertos empleos o al alojamiento subvencionado, fichero de alumnos con nombres magrebíes, inmigración legal limitada e indocumentados expulsados, fronteras controladas, supresión del derecho del suelo (“la nacionalidad debe merecerse”). Entre las medidas más significativas figuran también la salida de la zona euro y de la OTAN y la alianza con la Rusia de Putin, la creación de una nueva guardia nacional con 50.000 reservistas y la extensión del control, espionaje y fichaje digitales…
Como consecuencia del triunfo del FN, el cómic describe la multiplicación de las huelgas y manifestaciones (no aborda la posibilidad del exilio político de una parte de la población francesa), un estado de preguerra civil en Nueva Caledonia al cancelarse el referéndum sobre la autodeterminación previsto para 2018, e insiste en el derrumbamiento financiero y económico que podría implicar el abandono del euro, sin reparar en las complicidades que existen entre el FN y parte de las finanzas francesas. Es sobrecogedor el realismo de la ucronía política retratada a través de su posible tratamiento mediático, la complicidad del ala más derechista de Los Republicanos y de parte del mundo de la cultura (Brigitte Bardot, Eric Zemmour…). Aunque está claro que el relato no es apologético, muestra a una presidenta inteligente, manipuladora y casi moderada, con respecto a los que, desde la ultraderecha, se van a oponer a ella y a los suyos.
En cambio, la fábula que el cómic construye en torno a una familia parisina multicultural que sufre íntimamente el seísmo de las elecciones del FN y entra en resistencia digital, resulta artificial: la abuela de 94 años, Antoinette, heroína de la resistencia francesa contra los nazis, y sus dos nietos, Stéphane y Tarik, comparten piso con Fati, una joven jurista de origen senegalés expulsada al ser rechazada la renovación de su permiso de residencia. Los tres han heredado el espíritu de resistencia de la anciana. La mayor denuncia se refiere a un totalitarismo digital permitido, según el guionista, por las leyes de vigilancia aprobadas tras los atentados de enero de 2015 contra el semanario satírico Charlie Hebdo. ¿Quién iba entonces a sospechar que una reforma constitucional sobre la reglamentación del estado de excepción sería aprobada en febrero de 2016?
En el prólogo, François Durpaire declara su intención de dirigirse al mayor número posible de lectores; sin embargo, a los pasajes insistentemente didácticos suceden formulaciones extrañamente elípticas. Por ejemplo, en algún momento, se subraya la paradoja de un Gobierno integrado por homófobos y la “guardia rosa” (sin explicar) de Marine. En efecto, hace unos años un periódico reveló la homosexualidad de Florian Philippot. Desde entonces, Marine Le Pen y sus amigos más próximos no solo abandonaron cualquier posicionamiento homófobo sino que no desfilaron en las manifestaciones contra el matrimonio igualitario. Consecuencia o no de este silencio, una encuesta reciente del CEVIFOP (Centro de investigaciones políticas de Sciences-Po) señala que el 32,45% de los matrimonios homosexuales votaron al FN en la primera vuelta de las regionales.
El otro ejemplo hace alusión a las primeras medidas de represión del nuevo Gobierno FN: los policías detienen a un rapero como Médine Zaouiche, autor de Don’t laïk, cuya letra reivindica la aplicación de la sharia y apela a la crucifixión de los laicos. Detienen a Tariq Ramadan, predicador suizo islamista, del que solo se subraya el “doble discurso”. ¿Podría ser Tariq Ramadan una víctima de este partido, cuando publica en la página web de Thierry Meyssan [Réseau Voltaire], amigo de Dieudonné que eligió como padrino para su hija a Jean-Marie Le Pen? ¿No resulta arriesgado presentar como los principales opositores al FN, en una publicación con fines didácticos, a teóricos o artistas islamistas que ejercen ya un control férreo en las publicaciones de Internet —pruebe y busque la traducción al francés de los discursos en árabe de Tariq Ramadan que desaparecen conforme se van publicando, como la mayor parte de los artículos que los analizan críticamente— y colocan la creencia muy por encima de la libertad? ¿Dónde están los activistas sociales, artistas, feministas, en particular cuando son inmigrantes ateos o creyentes laicos procedentes de países del Magreb y de Oriente Medio, que sufren tanto la hostilidad de la extrema derecha (aún en gran medida racista) como la de los islamistas (y en ciertos casos de los terroristas yihadistas)?
En diciembre de 2015, el Frente Nacional (Front National) fue el partido más votado en las elecciones regionales francesas. En la primera vuelta, las listas de la extrema derecha resultaron vencedoras en seis de las trece regiones metropolitanas, pero no ganaron ninguna. Durante décadas Jean-Marie Le...
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Isabelle Touton
Es hispanista, profesora titular en la Universidad Bordeaux Montaigne. Autora con Roberto Valencia de Todos somos autores y público. Conversaciones sobre creación contemporánea (Institución Fernando el Católico). Especialista en estudios culturales de la España actual (narrativa, cómic, humor gráfico).
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