Tribuna
Miserables II (y tontos útiles)
Susana iba a perder la votación. Todos los grupos, menos el suyo, se habían comprometido con una plataforma ciudadana de madres y padres con niños con trastornos del desarrollo. ¿Cómo podría Susana salvar la situación? Pues embaucando a Ciudadanos
Francisco Jurado Gilabert 25/02/2016
Susana Díaz
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Hace dos semanas relataba en estas mismas páginas lo sucedido en un vergonzoso Pleno del Parlamento de Andalucía, donde el Partido Susanista frenó la toma en consideración de la “Ley de no más gente sin casa y casas sin gente”. Y, cuando uno cree que ya lo ha visto todo en política, llega otro pleno, y otra proposición de ley, y los miserables vuelven a subir el listón, pero esta vez con unos cooperadores muy necesarios.
El concepto de “idiota útil” se remonta a tiempos de la Guerra Fría. Era la manera en que se llamaba a los simpatizantes de la URSS en sus países satélite. Y es que, mientras ellos se daban aires de ser aliados de la gran potencia, simplemente estaban siendo cínicamente manipulados. Este parece ser el papel de Ciudadanos, de momento en Andalucía, aunque el cortejo ya se ha extendido al ámbito estatal.
Retomemos los hechos.
Se discutía el miércoles la toma en consideración, esto es admitir una propuesta para trabajarla en comisión, de la Ley de Atención Temprana, destinada a mejorar, sobre todo en la fase preventiva, la atención y la integración de niños menores de seis años con trastornos en el desarrollo (autismo, Asperger, Down…). La proposición la registró Podemos pero, una vez más, suponía trasladar una propuesta de un colectivo, la Plataforma Andaluza de Atención Temprana, y de profesionales del sector al Parlamento. Además, cinco meses atrás, esta misma Plataforma consiguió unir a todos los partidos de la Cámara –menos el PSOE- en la aprobación de una Proposición No de Ley donde se marcaban los objetivos de una futura Ley en la materia.
Teníamos, por tanto, nuevas esperanzas de que, esta vez sí, los grupos cumplieran su palabra y votaran favorablemente a la toma en consideración. Aunque el PSOE votase en contra, siguiendo su regla de tumbar todo lo que venga de Podemos, el resto de partidos podríamos sacarlo adelante. Pero esa esperanza se fue diluyendo el mismo miércoles por la tarde, cuando nos llegaron rumores de que Ciudadanos se estaba replanteando su voto, justo el día en el que Rivera y Sánchez celebraban sus nupcias en Madrid.
A partir de aquí permítanme que guarde eso que llaman “cortesía parlamentaria” en un cajón y llame a las cosas por su nombre porque, cuando la portavoz de Ciudadanos, Marta Bosquet, subió al estrado y empezó a hablar, la nausea y la rabia se iban apoderando de mí, al mismo ritmo con el que las lágrimas iban brotando y cubriendo las mejillas de las madres y padres de la Plataforma de Atención Temprana, que copaban los asientos de invitados al Pleno.
La señora Bosquet tenía un papelón, decirle a la cara a estos padres y madres que su grupo se iba a pasar por el Arco del Triunfo la palabra dada e iba a votar en contra. Pero no os penséis que se arrugó. Se colocó el gorro de Napoleón en la cabeza y, con la mano en el pecho, interpelando directamente a la plataforma, les dijo que confiasen en ella, que esa mañana había estado en el mismísimo Palacio de San Telmo, reunida con la mismísima Susana Díaz, y que, aunque iba a tumbar la Ley, le había sacado un aumento de la dotación presupuestaria para atención temprana –algo que, por otra parte, ya estaba aprobado en la Proposición No de Ley de hace 5 meses, y que aún no se había cumplido-.
Esa fue la escena que vimos en el Parlamento, pero ahora os la traduzco.
Susana iba a perder la votación. Todos los grupos, menos su rebaño, se habían comprometido con una plataforma ciudadana de madres y padres con niños con trastornos del desarrollo. Mucha tela. ¿Cómo podría Susana salvar la situación? Pues embaucando al idiota útil, a Ciudadanos. Porque esta tropa de “regeneradores” está demostrando que pierde el culo por pasar a la Historia, es decir, por hacerse fotos con famosos y salir en la tele. Nada mejor para embelesar a un tonto útil que sentarlo en un gran despacho de palacio, colmarlo de atenciones y hacerlo sentir importante. Así, Susana le plantó a Bosquet la salida perfecta: “mira, mi arma, tu me votas que no a la ley, y a cambio te dejo que digas que has conseguido que aumentemos el presupuesto para este año ¡y ganamos todos!”.
La señora Bosquet dijo en su napoleónico discurso que, por desgracia, todo en la vida lo puede el dinero y que, aunque Ciudadanos no es un partido al que le guste colgarse medallas, ELLA había conseguido que la Soberana Susana abriese el puño y dejase caer unas cuantas monedas más para los pobres niños. Se le pasó a Bosquet pensar en que un derecho no existe si no está recogido en una ley, que las leyes se hacen en el Parlamento, no en el palacio de una señora feudal y que ese paseo triunfal en el que ella salía de San Telmo no era más que la imagen de Judas con su bolsa llena de monedas. Después de su intervención, fue a espiar su culpa frente a las madres y padres de la plataforma, que la recibieron entre lágrimas de ira y decepción.
Pero la recompensa del idiota útil nunca fue solucionar los problemas de la gente, sino sentirse importante, y algo así debería estar sintiendo el líder de Ciudadanos en Andalucía mientras fotografiaba, cual turista japonés, todo lo que sucedía en el bodorrio de Madrid. Porque el señor Juan Marín, alma regeneradora que ha pasado ya por cuatro partidos políticos, no estaba en su escaño dando la cara. Había pedido la delegación de voto “por enfermedad”, aunque luego retiró la petición, quizás porque había salido en todos los telediarios haciéndose selfies, disfrutando de la gloria.
Idiota, sí, pero feliz.
Hace dos semanas relataba en estas mismas páginas lo sucedido en un vergonzoso Pleno del Parlamento de Andalucía, donde el Partido Susanista frenó la toma en consideración de la “Ley de no más gente...
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Francisco Jurado Gilabert
Fue asesor del grupo parlamentario de Podemos en Andalucía. Es Jurista e investigador en el Instituto de Gobierno y Políticas Públicas (IGOP) de la Universidad Autónoma de Barcelona. Especializado en campos como la tecnopolítica, el proceso legislativo y la representación. Activista en Democracia Real Ya, #OpEuribor y Democracia 4.0. Autor del libro Nueva Gramática Política (Icaria, 2014).
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