Si tuviese que participar en un concurso de popularidad, Javier Tebas no se presentaría. El presidente de la LFP, que echa de menos un Le Pen a la española, se ha convertido en el particular saco de boxeo de unos aficionados hartos de un modelo de fútbol que recauda dinero mientras margina al aficionado, que para esta LFP es la última rebanada del pan Bimbo. Tebas, que soluciona problemas al mismo tiempo que los crea, que igual abandera una furibunda lucha contra los amaños que contra la piratería y que sostiene que Madrid y Barça son muy generosos con el abusivo reparto de los dineros de la televisión, dirige el destino del fútbol como un casino: la casa siempre gana. Raro es el día que a Tebas, que tiene más salidas que la M-30, no le llueven palos a mansalva por los horarios. Con razón y sin ella.

En este punto, conviene matizar que fueron los clubes los que pusieron ahí a Tebas, un mal relaciones públicas de sí mismo, que se limita a cumplir la hoja de ruta trazada por las superpotencias. Bien me quieres, bien te quiero, pero no me toques el dinero. Clubes que se quejan  de Tebas, pero que delegan en Tebas, su testaferro. Convendría que la opinión pública, antes de convertir a Tebas en piñata humana, recordase que el actual presidente de la LFP no llegó al cargo caído del cielo, sino que fue elegido por expreso deseo de los clubes. Fundamentalmente, de los grandes.

El asunto es denso y se protege con excusas de quita y pon. Que si el fútbol de los lunes, que si la jornada de los viernes, que vean el producto en China

No quedan equipos de Primera que no se hayan quejado de la política de horarios de la LFP. El asunto es denso y se protege con una espesa cota de malla, repleta de términos y excusas de quita y pon. Que si el fútbol de los lunes, que si la jornada de los viernes, que si importa mucho que vean el producto en China, que si el horario Premium, que si en el futuro habrá partidos a mediodía y que si la abuela fuma. Un sistema manifiestamente mejorable, donde crece el número de agraviados. No hay equipo de Primera que no se haya sentido perjudicado, pero el caso del Atlético es de récord del mundo del absurdo.

Hace un par de semanas, la LFP decidió que el Atlético disputase cuatro partidos en nueve días (Villarreal, PSV, Real Madrid –con apenas 58 horas de descanso después de aterrizar a las 06 de la madrugada– y de propina, Real Sociedad). Ni la LFP modificó su esperpento, ni hubo queja formal del Atlético. En el Manzanares el protocolo de actuación fue más triste que un funeral: entre los aficionados, indignación; entre los directivos, inacción. Simeone, única autoridad moral que la grada reconoce, fue lapidario “En la vida hay excusas y realidades; yo vivo en la realidad". Su Atlético apretó los dientes, salió ileso del trance y sumó dos empates y dos victorias. Acabó exhausto, pero orgulloso.

Los todavía dirigentes del Atlético callan. Un silencio que contrasta con una situación surrealista: el Atlético ostenta la vicepresidencia de la LFP

Como recompensa al incalculable mérito de los jugadores como premio al inexplicable silencio cómplice del club tras ese agravio, la LFP ha respondido con otro disparate. Otro all-in del casino de la LFP. Harán jugar a los del Cholo el domingo 10 de abril para medirse al Espanyol en Barcelona, a las 20:30 horas –bingo, el último horario de la jornada–, sabiendo que la UEFA ha fijado la vuelta de los cuartos de Champions los días 12 y 13 de ese mes. ¿No querías café? Pues toma, dos tazas. “Horario Premium”, nos dicen. Ya saben, ese horario que incide cuando se juega un derbi pero no un clásico, que responde a una franja horaria en enero, a otra en febrero, a otra en marzo y a otra en abril. Traducción: o la LFP de Tebas no considera que el Atlético deba descansar para preparar la siguiente eliminatoria o cree que el PSV estará en la siguiente ronda. Rojo, impar y pasa. La casa siempre gana.

Mientras se escriben estas líneas, la respuesta del Atlético es el ruido más intenso, el silencio sepulcral. Indignación de puertas para dentro, chitón y mano al botón de puertas hacia afuera. Ni una queja oficial. Ni una sola palabra de Gil o Cerezo. El “marrón”, para el Cholo. Los jugadores, desamparados. Y los hinchas, indefensos. Los todavía dirigentes del Atlético, lejos de exigir respeto, callan como meretrices en misa de doce. Un silencio que contrasta con una situación surrealista: el Atlético ostenta la vicepresidencia actual de la LFP. Un cargo que, visto lo visto, es tan inútil como un puesto de granizados en Groenlandia. Será que tener una vicepresidencia implica hacer la ola a Tebas.

O consistirá en saber que vales más por lo que callas que por lo que cuentas. O quién sabe, quizá en permitir estos atropellos para que te sigan dando pan –el dinerito de las televisiones– y te sigan llamando tonto. Cualquier día, Tebas se levanta inspirado y decide, con el silencio cómplice de los gestores del Atlético, ponerle cuatro partidos seguidos en un mismo día, uno detrás de otro, a Simeone y sus chicos. O mejor, diez. Así, hasta que el Profe Ortega presente la dimisión. O hasta que Simeone se harte y un día se ponga a contar todas las verdades del barquero. Que se anime Tebas y calle Cerezo. Con el Atleti hay barra libre. Larga vida al horario Premium. La casa siempre gana.