El Hacha
Atlético a lo Lombardi
Hay muchos equipos que juegan mejor que el Atlético, pero se cuentan con los dedos de la mano los que compiten mejor que él. Si juega bien, gana. Y si juega mal, también suele ganar
Rubén Uría 6/01/2016
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“El único lugar donde el éxito está antes que el trabajo, es en el diccionario”. El aforismo pertenece a Vince Lombardi, célebre entrenador de fútbol americano que alcanzó el estatus de leyenda en Estados Unidos y que, por desgracia, sigue siendo un desconocido en la cultura deportiva europea. La filosofía Lombardi se incrustó como herramienta competitiva en la industria norteamericana, mientras que aquí, el eco de su impacto apenas ha tenido un recorrido anecdótico. Paradojas de la vida, si el legado de Lombardi suele ser desconocido para la mayor parte de los aficionados españoles, su frase, sin embargo, sí ha rebasado todas las fronteras imaginables, al punto de que su filosofía se recuerda, de tanto en tanto, cuando los equipos, sean de la disciplina que sea, se definen con su axioma sobre la victoria y el modo más consistente de conquistarla. Sin ir más lejos, Nelson Vivas, jugador argentino, solía recurrir a esa frase con frecuencia. Y de boca de Vivas, compañero de fatigas, fue de donde la escuchó Simeone, que quedó fascinado con su potencia, su verdad y su carga emocional, hasta el punto de aplicarla, a rajatabla, en su Atlético de Madrid. En la teoría y en la práctica. Cuanto más se trabaja, más suerte se tiene. Y ya saben, en el fondo, si se trabaja y se cree, se puede.
El Atlético de Simeone, alternativa de poder a las dos grandes superpotencias mundiales del planeta fútbol, Barça y Madrid, sigue manteniendo firme el pulso en la carrera por el título. Lombardi construyó una dinastía ganadora en base de un carácter firme, una ética del trabajo indestructible y un carisma arrollador. Sus equipos no tenían una estética deslumbrante, ni un carácter ofensivo que les hiciese reconocibles y aplaudidos por el gran público. En cambio, estaban dotados de una defensa impenetrable, revestidos de una épica forjada en el esfuerzo y sobresalían por su capacidad para sufrir. El Atlético de Simeone, como los equipos de Lombardi, no tiene los mejores jugadores que el dinero puede comprar, ni posee las mejores individualidades, ni levanta de las sillas a los espectadores con un fútbol vistoso, donde los violinistas fusionan ballet, arte y gol. En cambio, la coreografía diseñada por Simeone consiste en el ardor guerrero, intensidad y trabajo a destajo. Valores poco estéticos, pero incuestionablemente éticos. Hay muchos equipos que juegan mejor que el Atlético, pero se cuentan con los dedos de la mano los que compiten mejor que él. Si juega bien, gana. Y si juega mal, también suele ganar.
El truco de Simeone es fácil de decir y difícil de hacer: convencer a un grupo de señores que no parecen campeones de que realmente lo son
El truco de Simeone es fácil de decir y difícil de hacer: convencer a un grupo de señores que no parecen campeones de que realmente lo son. Imbuidos en esa creencia y rebozados en una preparación física paramilitar, que ha convertido el Calderón en un barrio de Esparta, el Atlético se está consolidando como una fuerza que ha dejado de ser emergente y ahora ambiciona ser dominante. Con quince goles a favor menos que el Barcelona de Messi y diecisiete menos que el Madrid de Cristiano, el Atlético no sólo resiste el empuje de los dos grandes, sino que logra combatirlos y hasta superarlos con otra estadística que vende menos periódicos y tiene menos fuste, pero que es mucho más devastadora para sus adversarios: sólo 8 goles en contra en 18 partidos. La media de tantos encajados por Oblak es de 0,44%. Un auténtico escándalo en una Liga tan competitiva como la española. Otro dato: los rojiblancos han conseguido dejar su meta a cero en 11 de los 18 encuentros del campeonato. Y una estadística, todavía más brutal, logra ensamblar el auténtico potencial del Atlético: en más del 50% de los partidos que Simeone ha dirigido, los colchoneros no han encajado ni un solo gol. Moraleja: si no tienes el talento ofensivo que tienen otros, ni lo puedes comprar, supérales allí donde sabes que eres mucho más fuerte: en defensa.
A años luz del potencial ofensivo del espectacular tridente del Barça o de la delantera del Madrid, el Atlético se ha vertebrado como una falange romana que, en formación de tortuga, puede defenderse y resistir los golpes, como Rocky, pero sin dejar de avanzar. En este Atleti los primeros defensas son sus delanteros: pueden jugar bien o mal, brillar más o menos, pero tienen una primera obligación en cada partido, presionar a la zaga rival y hostigarla para recuperar cuanto antes la pelota. Otro dato: el Atlético es el equipo que más balones roba en campo contrario, por delante del Barcelona y del Celta. Los medios, la bisagra que debe hacer funcionar al equipo, pueden estar brillantes o defectuosos con la pelota, pero todos están condenados a encimar y robar con precisión de cirujano, para montar la contra. Ahí va otro dato: nadie roba más balones que Gabi en Primera. Los defensas, que conocen su oficio a la perfección, están para defender, obvio, pero dentro del esquema de Simeone, su gran misión consiste en intimidar al rival. Pueden pegar más o menos, sacarla jugada bien o mal, pero están obligados a sellar todos los caminos que llevan al último guardián del muro, Oblak.
A lo mosqueteros: todos para uno y uno para todos. No importa si el otro equipo tiene más talento, si está más ordenado, si tiene más la pelota o si es muy rápido con espacios. El Atlético siempre sale ileso de casi todos los desafíos porque concentra todas sus fuerzas en preservar su meta. El arte de defender es el único apartado en el que este Atlético es superior a los grandes cocos europeos. El Atleti no enamora con la pelota, pero tampoco lo pretende. Lo suyo pasa por frustrar al contrario, por resistir con el escudo y sacar a paseo la maza. Y lejos de ser más ofensivo, como pretenden algunos, el Atlético ha querido seguir explorando sus límites en este apartado, convencido de que, cuanto más se blinde, más lejos llegará. Este es el gran secreto del Atlético del Cholo. Un equipo que ha hecho carne el teorema de Lombardi y aspira a demostrar una ley no escrita, pero muy popular: los ataques ganan partidos, pero las defensas ganan campeonatos.
“El único lugar donde el éxito está antes que el trabajo, es en el diccionario”. El aforismo pertenece a Vince Lombardi, célebre entrenador de fútbol americano que alcanzó el estatus de leyenda en Estados Unidos y que, por desgracia, sigue siendo un desconocido en la cultura deportiva europea. La filosofía...
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Rubén Uría
Periodista. Articulista de CTXT y Eurosport, colaborador en BeIN Sports y contertulio en TVE, Teledeporte y Canal 24 Horas. Autor de los libros 'Hombres que pudieron reinar' y 'Atlético: de muerto a campeón'. Su perfil en Twitter alcanza los 100.000 seguidores.
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