El Hacha
El mejor central del mundo
Póliza de seguros del Cholo, emblema del vestuario e ídolo para la grada, Godín es el más completo de la extensa nómina de grandes centrales del fútbol mundial
Rubén Uría 27/01/2016
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Año 1950, Maracaná. Final de la Copa del Mundo entre el anfitrión y favorito, Brasil, y Uruguay. En el vestuario charrúa una voz grave se quiebra. Es Obdulio Varela. Sus compañeros le conocen como El jefe. Mira a los ojos de sus compañeros y lanza una arenga definitiva: “Los de afuera son de palo y en el campo seremos once para once. El partido se gana con los huevos en la punta de los botines". Uruguay se los puso donde dijo Varela y derrotó a los brasileños por 2-1, en una gesta épica. Aquello pasó a la historia como El Maracanazo. Más de medio siglo después, hay mucho del carisma legendario de Obdulio Varela en Diego Roberto Godín Leal (Rosario, Uruguay, febrero de 1986), el guardián del muro de Simeone. En su tarjeta de presentación, un repertorio de cualidades que le adornan como el mejor central de mundo: experiencia, anticipación, potencia, oficio, atrevimiento, garra, poderío aéreo y un gen distintivo que sólo tienen los más grandes, la jerarquía. El Jefe del Atlético ejerce su autoridad moral dentro y fuera del campo. Dentro es un cacique del área, un zaguero intratable, expeditivo y contundente. Un defensa que cumple esa teoría no escrita sobre la naturaleza del central: las tres efes. Feo, fuerte y formal. Como la canción de Loquillo. No vine aquí para hacer amigos / pero sabes que siempre puedes contar conmigo / dicen de mí que soy un tanto animal / pero en el fondo, soy un sentimental. Godín no es un central más. Es el central. El de toda la vida. El que el enemigo sufre y su hinchada disfruta. El que impone un respeto reverencial.
Piqué, Ramos, Mascherano, Thiago Silva, David Luiz, Terry, Cahill, Varane o Pepe. Todos colosales, todos con características opuestas o similares, pero ninguno tan rocoso, ni tan ideal como el charrúa en el ecosistema del Atlético. Godín, póliza de seguros del Cholo, emblema del vestuario e ídolo para la grada, es el más completo de la extensa nómina de grandes centrales del fútbol mundial. No es un 10 en nada, pero es un 9 en todo. Su gran virtud, su poder de intimidación. Omnipresente, apasionado y bien colocado, Diego es el socio perfecto de todos sus compañeros en defensa. Si él se queda, el equipo se queda. Si él sale, todos salen. Bombero de guardia si se desata un incendio, guardia de tráfico si el partido lo demanda y caso azul de la ONU cuando la cosa se pone dura, Godín es la suma de mil intangibles que, además de realzar su figura, potencian al Atlético. Si hay que reventar una pelota con violencia, allí está él. Si hay que auxiliar al lateral, allí está él. Si hay que parar una contra en un mano a mano, aparece él. Si hay que hacer una falta porque el grupo está desordenado, la cobertura es cosa suya. Si hay que abrir la lata en una pelota parada, la respuesta es él. Si hay que gritar como un general acorralado cuando el equipo lo pasa mal, el liderazgo lo pone él. Y si hay que demostrar humildad en la derrota, incluso cuando el dolor es reciente, allí, en la primera fila, aparece él.
Godín, tímido fuera del verde y decidido dentro, tuvo piel de elefante cuando parte del público del Calderón le cuestionaba, transformó pitos en aplausos y, de propina, en los días de vino y rosas, con sus goles en Barcelona y en Lisboa, desoyó una oferta mareante del City, que le triplicaba el mejor sueldo que podía pagarle el Atlético, porque el escudo siempre se lleva por dentro. Figura de un Atlético contracultural que amenaza el duopolio, Godín, un Obdulio Varela moderno, lleva veneno atlético en la sangre. Tiene el ascendiente de Pereira, la dureza de Panadero, la honestidad de Arteche, la cabeza de Ruiz, el arrojo de López, la salida de Solozábal, la sangre de Griffa, y la fidelidad de Calleja. Duro, pero noble. Fiero, pero honesto. Honor a quien honor merece. FIFA, UEFA y LFP le han negado el reconocimiento individual que merecía. Es igual, ni falta que le hace. A día de hoy, le voten o no, le nominen o no, todo el mundo, sea del equipo que sea, sabe apreciar la estatura futbolística y la dimensión real del uruguayo. Godín es el núcleo del telón de acero que ha construido el Cholo, el gran guerrero de ese barrio de Esparta en el que se ha convertido el Manzanares. Suele decirse que las instituciones siempre están por encima de las personas. Quizá sea así. Lo que se comenta poco es que sólo las grandes personas son las que escriben la historia y leyenda de las instituciones. Godín está escribiendo, a golpe de sudor y con letras de oro, la historia de este Atlético. Juega siempre “con los huevos en la punta de los botines”. Es El jefe del Atleti y, aunque no alcance reconocimientos y premios en los próximos años, no los necesita. A día de hoy, lo suyo es un secreto a voces: es el mejor central del mundo.
Año 1950, Maracaná. Final de la Copa del Mundo entre el anfitrión y favorito, Brasil, y Uruguay. En el vestuario charrúa una voz grave se quiebra. Es Obdulio Varela. Sus compañeros le conocen como El jefe. Mira a los ojos de sus compañeros y lanza una arenga definitiva: “Los de afuera son de palo y en el...
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Rubén Uría
Periodista. Articulista de CTXT y Eurosport, colaborador en BeIN Sports y contertulio en TVE, Teledeporte y Canal 24 Horas. Autor de los libros 'Hombres que pudieron reinar' y 'Atlético: de muerto a campeón'. Su perfil en Twitter alcanza los 100.000 seguidores.
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