El buen Pepino que necesitaba la Segunda
Toni Cruz 23/03/2016
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Intentaremos no abusar del pepino, porque se repite. En los 50 y 60 dicha cucurbitácea abundaba en las huertas de la carretera de Villaverde a su paso por Leganés. Y cuentan que era de calidad. Donde había vergeles ahora hay viviendas, pero en recuerdo a aquella planta a los habitantes de Leganés se les llama pepineros. Y los seguidores del Club Deportivo Leganés lo llevan a gala. Y están de moda. Su equipo deslumbra en Segunda. Es el pepino eléctrico. Uno que marcha líder --en la jornada 29, a pesar de perder por primera vez como local en 364 días, lleva 42 puntos por 39 del Alavés, segundo y 36 de Oviedo, Osasuna y Córdoba, tercero, cuarto y quinto-- cuando apenas queda un tercio de competición. Su juego es vistoso unas veces y eficaz otras.
La historia de los últimos años de historia del Lega –así lo llaman sus amigos-- está escrita desde la resiliencia. Subieron el 22 de junio de 2014 en Hospitalet después de una década en Segunda B. Diez años y tres play-off que terminaron en chascos de manera muy cruel. En 2009 el Real Jaén de Carlos Terrazas les metió cinco; en la 2010-11 el Badalona les eliminó en el minuto 84 del partido de vuelta y el colmo llegó en la 2012-13, porque fue un excapitán suyo, Mario Fuentes, quien marcó en Butarque en la última jugada del partido el gol que les eliminaba del play-off y clasificaba para la segunda ronda al Lleida.
Dani Abanda es el director de Comunicación del Leganés. Su voz suena de fondo en los vídeos que muestran esas dolorosas eliminaciones. En la de Badalona, se le escucha claramente decir antes del chasco final: “no lo quiero ni ver”. Es el alma de un puñado de campañas publicitarias ingeniosas que han colocado al Leganés en el mapa futbolístico español. Cuando regresaron a Segunda, a él y a su equipo se les ocurrió el eslogan “A esta Liga le falta un buen pepino”. Fue una de las mejores, aunque si el equipo finalmente logra la machada, promete alguna gorda. Dani Abanda es imparable en lo suyo porque, aunque lo hace por dinero, no lo hace por dinero: “Soy del Leganés por culpa de mi abuelo, porque cuando apenas tenía cinco añitos me llevaba al antiguo campo y este sentimiento me caló bastante hondo. Yo tenía con él una promesa. Él nos dejó y yo tenía esa espinita de ayudar a devolver al Leganés al lugar en el que me lo descubrió mi abuelo. Y eso es un motor más fuerte que cualquier otro incentivo”. La directiva, presidida por María Victoria Pavón --la única máxima directiva del fútbol profesional español junto con Isabel Tarragó, la del Llagostera-- le da manga ancha a Abanda, “aunque me piden que no abuse ya de lo del pepino”. Ella y su esposo, el empresario Felipe Moreno, se hicieron cargo del club en 2009 cuando estaba en una situación agónica en lo financiero. Entonces entró Dani Abanda de manera casi altruista. Tenía 21 años.
Su trabajo –junto con la mejoría en lo deportivo-- ha hecho que de los 800-1.000 espectadores que asistían a veces a Butarque en Segunda B se haya pasado a los 8.138 (lleno) en la última jornada ante el Tenerife. No fue la primera vez, “hicimos una campaña que era “El Lega te llama” cuando entrenaba al equipo Pablo Alfaro y llenamos el campo en el play-off ante el Lleida”. La clave es “canalizar todos esos sentimientos. Es difícil ser del Leganés porque hay muchas alternativas de ocio en Madrid”.
De las muchas historias que forman la memoria del club, hay una especialmente singular, la del argentino Hernán Montoro, que se hizo aficionado del Leganés en 1995 por el mítico juego PCFútbol. Él tomaba las riendas de los madrileños y un amigo suyo las del Éibar. Y se enganchó. Cuatro veces ha tomado un avión desde Buenos Aires hasta Madrid para ver un partido del que considera su equipo. En la segunda el Lega descendió --2004--, en la tercera le invitaron a hacer el saque de honor en el partido ante el Badalona, pero poco días más tarde lloró a domicilio. Por fin en la tercera, el 22 de junio de 2014, pudo hacer el quilombo prometido con su compatriota Mantovani en Hospitalet. Pura constancia y fe. Su perro, por cierto, se llama Pepino.
De otra quinta es Jesús Flores, periodista que cubre al Leganés, y sus sentimientos y sensaciones aún son más extremas: “los que ya hemos pasado los cuarenta y vivimos en su momento el Luis Rodríguez de Miguel –nombre de su antiguo campo-- de tierra, el momento en el que se le ponen vallas al estadio, la instalación del césped… aquel ascenso ante el Elche en un partido antológico (se refiere Flores al encuentro del 27 de junio del 93 en el que dos goles de Antonio y otro de Peces significaron el primer ascenso a Segunda del club)…”. Pues bien, toda esa generación “jamás pensamos en optar a subir a Primera. Es algo así como lo que vivíamos cuando a España la eliminaban siempre en cuartos en los torneos internacionales”. De hecho, aún le duele recordar: “uno de los días más tristes fue cuando bajamos en 2004 ante el Córdoba y el Getafe subió ese mismo día con cuatro goles de Pachón, que es pepinero”. Así que para él “esto es un sueño al margen de lo que pase al final. Se nota que hemos pasado de pensar en nosotros mismos como el equipo del pelotazo a ser el equipo de moda porque ahora juega muy bien al fútbol”.
Si el fútbol, tras lo expuesto, le debía algo al Leganés, también con Mantovani, su capitán, estaba en deuda. Es un central argentino que hace tres años recaló en el conjunto de Butarque de rebote. Salió del Oviedo por una oferta falsa (del Nancy francés) transmitida por un malintencionado y supuesto representante: “he tenido algunos contratiempos en el fútbol, pero son cosas que te terminan dejando algo positivo. En su momento lo pasé muy mal, pero ahora soy feliz”. Se nota que en Leganés ha encontrado su lugar en el mundo: “desde el primer momento me quiso mucho la gente, el entrenador puso su granito de arena y me siento muy cómodo en la plantilla”. Mantovani apunta dos titulares sobre el gran momento de su equipo: “Confianza y regularidad”. No puede comparar en pasión futbolera España con Argentina, aunque “ya se percibe el calor de Leganés. Butarque lo está dando todo y se siente ambiente de fútbol”. Por cierto, a Mantovani le gusta vivir en el centro de Leganés, que le reconozcan y le paren por la calle y opina que “es muy bueno que aunque estemos en Madrid, Leganés siga conservando cosas de pueblo y que se vuelquen con su equipo. Ojalá en todas partes fuera así”.
El mago que ha sacado este conejo de la chistera se llama Asier y se apellida Garitano. Nada que ver con Gaizka Garitano –quien subiera al Eibar en 2014--. Ya no les confunden, bueno, “me imagino que sí. Que habrá gente que seguirá confundiéndonos, pero no somos ni familia ni nada”. Asier parece serio en rueda de prensa, pero resulta mucho más cercano lejos de los focos. Tiene una visión realista del asunto: “Lo más importante tiene que ser saber cuál es el sitio de cada equipo. El sitio natural Leganés es la Segunda, pero hay que aprovechar que lo tenemos todo para dar el salto. Cada año que el equipo mantenga la categoría hay que celebrarlo. Es preciso mantener la ambición y la humildad, porque el perfil que hemos traído es de jugadores con hambre y no nos vamos a acostumbrar ni a acomodar”.
Garitano ejerció como técnico por primera vez en su vida en el equipo de los parados de la AFE. Una experiencia que le curtió: “fue mi primer grupo como responsable y me fue todo bien. Mi forma de entrenar es exactamente la misma desde entonces, he cogido algo de cada equipo en el que he trabajado, pero allí aprendí que en el fútbol puede pasar todo y por eso hay que tener humildad”.
¿Cómo explicarle el juego del Leganés a alguien que no lo haya podido ver nunca? “Defendemos todos, tratamos de apretar arriba, intentamos mantener un ritmo de juego alto y, para eso, elijo yo a los jugadores. Buscamos la velocidad en banda, rápidas transiciones, adaptar el juego al máximo rendimiento a los futbolistas… Y lo estamos haciendo bien”. Sorprende lo repartido que está el gol en su equipo (hasta doce jugadores ya han marcado esta temporada): “Llevamos así tres temporadas. Para el grupo es necesario que todo el mundo tenga que acertar”. Un grupo, por cierto, muy vasco, muy vizcaíno: “ha coincidido así este año. Nos fue bien con Javi Eraso, Fran Moreno, Mikel Santamaría… pero no es sencillo juntar a tantos cedidos porque el Athletic les da facilidades para elegir y tienen muchas opciones. Yo hablé con ellos y ya conocían la idea de juego y lo que nos podían dar, así que todo cuadraba. Salir de Lezama no es sencillo, pero al venir juntos y ya conocerse de antes, les viene bien”.
Independientemente de lo que suceda, Garitano se siente “tranquilo, muy tranquilo, porque el rendimiento del equipo es muy bueno y a mí me importa el día a día y veo a gente a la que dejo fuera de las convocatorias que tienen una calidad de entrenamiento increíble. Luego… el fútbol no deja de ser un juego y puede pasar cualquier cosa”.
Por cierto, ¿le gusta el pepino a Garitano? “Bueno, no mucho. Antes lo quitaba de las ensaladas, pero ahora ya no”.
Intentaremos no abusar del pepino, porque se repite. En los 50 y 60 dicha cucurbitácea abundaba en las huertas de la carretera de Villaverde a su paso por Leganés. Y cuentan que era de calidad. Donde había vergeles ahora hay viviendas, pero en recuerdo a aquella planta a los habitantes de Leganés se les llama...
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Toni Cruz
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