Entre las cosas que está dejando Simeone en el Atleti es el repertorio de lemas que han calado en el equipo y en la afición. Lemas que se pueden emplear como factor de motivación de igual manera para el fútbol y para la vida. Uno de los que mejor refleja la realidad actual del conjunto rojiblanco es el de ‘Nunca dejes de creer’, promovido por el club el día del PSV con aquella pancarta en la grada lateral del Calderón y que en la eliminatoria ante el Barcelona se convirtió en todo un fenómeno social gracias a los aficionados rojiblancos. Estos no dudaron en extenderlo en letreros de farmacias, tickets de panaderías, pancartas en distintos lugares de España y del mundo…

Gracias a tener muy presente esa filosofía --en la misma línea del famoso  ‘si se cree y se trabaja, se puede’-- el Atleti está en las semifinales de la Champions por segunda vez en los últimos tres años. Y como nunca hay que dejar de creer, los colchoneros se han vuelto a meter de lleno en la lucha por una Liga que la mayoría daba ya por sentenciada. Muchos equipos con compromisos europeos se habrían desactivado de la competición doméstica, pero desde que Simeone se sienta en el banquillo del Manzanares (es un decir, porque se pasa los partidos de pie), aquí no se ‘tira’ nada mientras haya opciones. “A mí me enseñaron que hay que insistir y creer en lo que uno hace”, aseveró hace unos días el técnico.

Activar en la plantilla ese gen competitivo, ganador, de ser ambiciosos pero sin desviar la atención del compromiso más cercano, es el gran éxito del que un gran número de aficionados, periodistas y gente del fútbol consideran el mejor entrenador del mundo actualmente. Sobre todo en una entidad que, antes de su llegada, se refugiaba a menudo en un victimismo y un conformismo que suponía una rémora. Comparen el nivel de exigencia que había en el Atleti antes de la llegada de Simeone y el que hay ahora. El argentino ha “encolumnado” (palabra que dijo él mismo) a todos los miembros del club, desde la directiva hasta el último de los aficionados en la creencia de que, efectivamente, nunca hay que dejar de creer en que puedes alcanzar grandes metas aunque no tengas los mismos mimbres que los demás.

En realidad, el éxito de este lema demuestra cómo ha cambiado la mentalidad, no sólo de los jugadores, sino también de la afición. Los seguidores ven que su equipo es capaz de plantar cara a cualquier rival, por muy duro y difícil que parezca. De ahí ese estado de excitación y optimismo que rodea en los últimos días al mundo rojiblanco. Hace algunos años que tocara en un sorteo un hueso del nivel del Barcelona o del Bayern, como es el caso, daba paso al pesimismo. Ahora, nadie duda de que el Atleti tiene serias opciones de salir victorioso ante los alemanes. Hasta el propio Beckenbauer da el papel de favorito a los rojiblancos, aunque puede que sea una táctica para hacer que los colchoneros se confíen.  Claro que, si es así, pincha en hueso.

A nadie le es ajeno que la eliminatoria ante el cuadro muniqués tiene unas connotaciones que le dan un morbo especial. Han tenido que pasar 42 años, pero por fin al Atleti se le presenta la oportunidad de devolver a los germanos el mal trago de la final de la Copa de Europa de Bruselas, con aquel gol en el último minuto de Schwarzenberg que cambió el destino de dos equipos. Además, en el vestuario tienen muy presente las críticas que ha dedicado el director general del Bayern, Karl-Heinz Rummenigge, al equipo rojiblanco en los últimos tiempos. La pasada campaña ya declaró tras el sorteo de cuartos de la Champions: “Lo que menos me hubiera gustado habría sido tener que jugar contra el Atlético; el fútbol tiene que ver con la alegría y el espectáculo y eso es algo que ese club no defiende”. Y este año ha vuelto a insistir en esa línea cuando después de la eliminatoria ante el PSV dijo: “Si uno repasa partidos como el Atleti-PSV, se ve la diferencia de calidad frente a la Juventus, que ahora está eliminada”.

En el vestuario escuchan y callan. No responden públicamente. Ni a Rummenigge ni a Lorenzo Sanz, otro que ha cometido el error de dar la munición más peligrosa, la de la motivación, a un posible rival al afirmar que si juegan la final de Milán con los de Simeone ganan seguro ‘La Undécima’. De hecho, entre tanto tuit y mensaje cruzado en los últimos tiempos de Piqué, Arbeloa, Guti, Sanz, Rummenigge…, reconforta ver cómo en el Atleti nadie saca los pies del tiesto. Pero es inevitable pensar que será una baza que juegue el cuerpo técnico con los jugadores cuando llegue el momento del partido.

Aferrado a su idea futbolística, tan distinta de la que propone Guardiola en el Bayern, el Atleti se agarra también a la fuerza que le da saber que, después de lo demostrado en los últimos años, no hay muros imposibles de derribar por muy duros que parezcan a primera vista. Si fue capaz de ganar una final de Copa del Rey en el Bernabéu ante el Real Madrid, llevarse una Liga saliendo vivo del Nou Camp y alcanzar una final de Champions teniendo que remontar en Londres al Chelsea de Mourinho, también puede superar este reto a pesar de su dificultad.

Férrea defensa, fuerte presión en el centro del campo, vigilancia máxima en las bandas para frenar la velocidad y la calidad de los Douglas Costa, Ribery, Coman y compañía, y rapidez en ataque con Torres, Griezmann y Carrasco para sorprender a la defensa bávara que, especialmente por el centro y si no se recupera Boateng, ofrece dudas. Estos son los pilares tácticos que debe tener el Atleti para salir victorioso de la eliminatoria. Pero por encima de ellos, estará incluso el convencimiento de que lo pueden conseguir. Ya saben, la fe mueve montañas. Nunca dejen de creer.