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THOMAS FRANK / ESCRITOR

“Los demócratas son un partido de clase, pero no de la clase trabajadora, sino de la clase profesional”

Álvaro Guzmán Bastida / Traducción Adriana M. Andrade 25/05/2016

<p>Thomas Frank</p>

Thomas Frank

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Thomas Frank (1975, Kansas City) tiene la costumbre de buscar cerca de casa las respuestas a las grandes preguntas de nuestro tiempo. El proceso no es siempre cómodo para él, pero sus resultados suelen ser muy reveladores. En 2004 puso bajo el microscopio a Kansas, para analizar cómo el que en su momento fue un hervidero de progresismo y contracultura se había convertido en el estado más Republicano del país. La disección de su estado natal obligó a Frank a enfrentarse a los miedos, ansiedades y aspiraciones de los habitantes de Kansas, con los que confiesa estar en desacuerdo sobre casi todo. El resultado, ¿Que pasa con Kansas? Cómo los ultraconservadores conquistaron el corazón de Estados Unidos (2004) fue uno de los libros más celebrados sobre política estadounidense en décadas. Sus enseñanzas resultan extraordinariamente universales. El libro presenta, con nitidez, las claves de cómo la gente de clase trabajadora puede votar en contra de sus intereses económicos. El mensaje de Frank estaba claro: los republicanos habían logrado la hegemonía en Kansas al hacer de los ‘asuntos culturales’ como el aborto, la posesión de armas, el rezo en los colegios o la enseñanza de la evolución biológica el lenguaje común de la política en el estado. En su nuevo libro, Listen, Liberal: Or, Whatever Happened to the Party of the People? Frank se fija en el Partido Demócrata, al que pasa factura por su complicidad en la destrucción de la clase media estadounidense. Brillante y divertido, polémico y extravagante, Frank recibió a CTXT en su casa de Bethesda, un barrio opulento de la periferia de Washington, para departir sobre cómo gente como sus vecinos -y los banqueros de inversión de Manhattan- han tomado el control del que fuera el partido de la clase trabajadora en Estados Unidos, y por qué ceñirse a acusar a los seguidores de Donald Trump de racismo supone obviar una realidad fundamental sobre el origen de su apoyo.

Cuando accedió a hacer esta entrevista dijo “hablemos de política estadounidense y lo horrible que es” ¿Por qué es tan pesimista?  

En realidad últimamente estoy de buen humor, por Sanders. Aunque pierda, cosa que creo que hará, después vendrá otro, otro Sanders. La gente por fin está empezando a entender esto. 

¿Cree que Sanders representa un desafío al Partido Demócrata? 

Sí, creo que sí. Mire cómo está reaccionando hacia él. Los líderes del partido están en su contra de forma unánime. No lo consideran como uno de ellos. No forma parte de su grupo. Lo gracioso es que él está más cerca de lo que ellos han sido tradicionalmente. Él es un demócrata al estilo de Franklin Roosevelt, o de Harry Truman, y le odian. ¿No es increíble?

Porque se han convertido en… usted cree que han abandonado a la clase trabajadora. 

Sí, totalmente.  

¿Qué tipo de políticas encarnan esto?

Para empezar, lo dijeron claramente: escribían en libros y artículos de revista en los que decían que estaban haciendo eso. Se mostraron muy abiertos al respecto. Pero otras muchas maneras de demostrarlo: NAFTA – el acuerdo de libre comercio con Canadá y México con Clinton–, es el ejemplo más clásico. Ha alterado para siempre el equilibrio del poder entre el empresariado y los trabajadores en este país, como han hecho todos los demás acuerdos. Cada uno de los últimos tres presidentes Demócratas, Obama, Clinton y Carter, fueron elegidos con el apoyo de los sindicatos. Estos trabajaron sin descanso y cada uno de los presidentes, una vez elegidos, decidieron inmediatamente que no se cumplirían las demandas básicas de los trabajadores. No recuerdo qué ocurrió con Carter. Con Clinton NAFTA, obviamente, fue directamente contra ellos, y con Obama quisieron algo llamado “card check”, que les habría facilitado organizarse y crear sindicatos. Obama dijo que estaba a favor, pero no movió un dedo para que se aprobase, y la idea simplemente murió. 

¿Eso fue una decisión estratégica? ¿Por qué abandonarían esa base?

Es una buena pregunta, ¿verdad? Durante la gira de presentación de mi último libro,  he hablado con mucha gente, mucha gente de los medios, la mayoría Demócratas o liberales… No les cae bien la gente de clase trabajadora. Simplemente no les gusta. No les gusta nada. Sobre todo la gente de clase trabajadora blanca. Cuando hablas de esto ellos siempre dicen: “sí, esa gente es racista”. Este es el estereotipo en EEUU. Es como decir “qué alivio que ya no nos votan. No queremos sus votos”.

¿Eso es elitismo?

Si, un cierto esnobismo. Pero va más allá de eso. Claro que quieren sus votos. Y sobre todo quieren su dinero. Simplemente no están dispuestos a hacer nada de verdad para ayudar a esta gente. Mira lo que hacen ahora los demócratas por otros grupos. Mira lo que hicieron por Wall Street, por ejemplo, o los favores a las grandes farmacéuticas o Sillicon Valley. Es increíble lo que hicieron por esos tipos. 

Cuando empezó la presidencia de Obama mucha gente que deseaba cambios progresistas tenía esperanzas. Usted opina que habría podido ir tras Wall Street, pero decidió no hacerlo.  

‘Decidir’ es la palabra más importante que acabas de usar. Es el camino que él decidió seguir. Porque si hablas con la gente en Washington te dirán que Obama no puede hacer nada: “los Republicanos en el Congreso no le dejan, nunca tiene una oportunidad”. Pero en 2009, cuando fue elegido, había un gran entusiasmo por él. Podría haber hecho lo que hubiese querido, sobre todo con Wall Street. Estaba en una posición de ventaja debido a  los rescates. 

¿Qué hubiera podido hacer?

Con imaginación, coraje y audacia habría podido hacer todo tipo de cosas. Cuando Roosevelt rescató a los bancos en los años treinta, el tipo al que puso al mando, un empresario de Texas, odiaba Wall Street. Fue por todo el país dejando fuera del negocio a los bancos que hubiesen cometido cualquier tipo de fraude. Obama no ha hecho nada de esto. Puso a Tim Geithner al mando. Geithner ha trabajado en la oficina de la reserva federal en Nueva York. Era muy, muy amistoso con los bancos de Wall Street. Obama simplemente aceptó eso, de la misma manera que había hecho George Bush. Los bancos no han tenido que rendir cuentas de ninguna manera. Podría haber procesado a algunos. Eso habría sido tremendamente importante para demostrar que la ley es igual para todos, y no solo para los de abajo, pero no. Nada de eso pasó. 

¿Es una cuestión de afinidad, de ideología, o es todo una gran conspiración?

Lo veo como simple solidaridad de clase. Los Demócratas son un partido de clase, pero no de la clase trabajadora, sino de la clase profesional. Este es el gran malentendido de nuestra política. Son un partido de clase. Están dedicados exclusivamente a los intereses de una clase social. Solo que esta es la clase profesional. 

¿Podría explicar quienes son los miembros de esta clase profesional?

Incluye prácticamente a todos aquellos con una título de educación superior. Estamos hablando del 20% de arriba de la población americana. Por cierto, yo que escribo libros, también soy uno de ellos. Los sociólogos dicen que hay dos jerarquías de poder en América. Una es la jerarquía de los negocios, del dinero – los hermanos Koch, la familia Walton, la gente de negocios–, y la otra jerarquía es de experiencia o de status, aquellos cuya carrera está basada en sus logros en la universidad. Todas las profesiones se basan en la educación. 

¿Las grandes empresas de tecnología juegan un papel importante?

La tecnología, la industria farmacéutica y Wall Street están llenos de estos profesionales. En Wall Street uno pensaría “Bueno, eso es solo dinero”, pero en realidad ya no es así. Son un montón de personas que han ido a universidades prestigiosas, tienen estudios superiores en matemáticas y están trabajando, supuestamente, en cosas muy creativas. 

Volviendo a Obama y a las decisiones que ha tomado. Un argumento que se defiende todo el tiempo en los medios mainstream es que los Republicanos son muy de derechas, y podrían haberse hecho muy poderosos si Obama hubiese sido enérgicamente progresista. ¿Hay algo verdad en todo esto?

Son de derechas. Son muy conservadores. Dan miedo. En realidad, ese argumento se usa sobre todo contra gente como yo para decirnos que deberíamos dejar de criticar a los Demócratas. Los científicos políticos –otro grupo profesional- tienen un término para hablar de ciertos grupos del electorado, a los que se refieren como ´votantes cautivos’. Eso quiere decir que no pueden dejar el partido. Los sindicatos son un buen ejemplo. Los liberales como yo somos otro buen ejemplo. La gente de Clinton solía decir “no tienen otro sitio a donde ir”. Nuestro miedo hacia los Republicanos es mayor que cualquier tipo de dudas que podamos tener sobre los líderes Demócratas. Los Demócratas lo saben y por eso reaccionan contra la gente de izquierda con desdén. ¿Esto impidió a Obama hacer ciertas cosas? No. La derecha no le obligó nombrar a Larry Summers. No le obligaron a nombrar a Tim Geithner. Con Clinton sucede lo mismo. Se movía hacia la derecha todo el tiempo. Podría haber decidido moverse hacia el otro lado. Esta gente tiene voluntad propia. 

Gran parte del libro se centra en la economía. Escribe que los jóvenes saben que “ninguna cantidad de trabajo que produzcan les va a catapultar a los niveles de los ganadores”. Pero Obama parece estar muy orgulloso de la recuperación, como se ve en una reciente entrevista en el New York Times. 

Mire, la palabra que hay que recordar es desigualdad, que es un eufemismo. Para algunos en algunas clases y ciertas ciudades ha habido una magnífica recuperación. Aquí donde estamos sentados ahora mismo, en las afueras de Washington, en el condado de Montgomery, Maryland, que es un barrio residencial próspero, todo va bien. El mundo parece estar bien. Los precios de las casas están subiendo. La gente tiene trabajo. Generalmente tienen buenos sueldos. Pero sales de estos sitios con éxito y América se está cayendo a trozos. EEUU parece Virginia Occidental. El modelo de vida de la clase media para la clase trabajadora está fuera del debate, ya no existe. Para ellos no ha habido recuperación. Se hacen encuestas y se pregunta a la gente “¿Se ha acabado la recesión?”. Y la recesión, técnicamente, se acabó hace siete años, pero la gente sigue diciendo “No, la recesión no ha acabado”. Porque es solo para ellos.

¿Hay algo en concreto que le motive para escribir sobre la juventud de esta forma?

Su situación es especialmente mala por dos cosas –el problema de la deuda de los estudiantes y la “gig economy” –la idea de que todos los trabajos van a ser como conducir para Uber. El trabajo se reduce a algo pequeño e informal. Todo es trabajo a destajo. Todo empleo pasa a ser empleo causal y esa es la economía en la que están entrando los jóvenes. 

¿Qué responsabilidad tienen los Demócratas en la creciente desigualdad en entre ricos y pobre en el país?

Tienen una responsabilidad enorme. Barack Obama no hizo uso de la oportunidad que la historia le dio en 2009 para atacar a la industria financiera, que es de verdad el corazón de la desigualdad. Otra cosa que habría podido hacer era imponer la ley antimonopolio. Cuando hay monopolios el gobierno tiene que ir detrás de ellos. Ya no hacemos eso en este país. Mira, los Republicanos sin duda tienen la parte más grande de la culpa de la desigualdad. Son los que se hicieron cargo de los sindicatos y construyeron la industria del lobby en Washington. Pero el neoliberalismo no funciona a no ser que haya un consenso, a no ser que los de arriba estén de acuerdo. No puede haber nada de eso sin que el Partido Demócrata lo secunde. No hay neoliberalismo hasta que tienes a Bill Clinton. Tienes esta especie de disparatada filosofía de mercado de derechas con Ronald Reagan, Margaret Thatcher, pero no hay una sociedad neoliberal hasta que el otro lado no lo acepta. Eso es Clinton y eso es Obama. 

¿Qué tipo de políticas implementó Clinton para que diga eso?

NAFTA es la principal. También hizo algo llamado Reforma del Estado de Bienestar, que básicamente dejó a los pobres en la miseria. Los pobres ahora pueden hundirse. Al mismo tiempo, hizo una serie de desregulaciones de los bancos. Esto es el neoliberalismo. Muchas de estas cosas no pueden hacerlas los Republicanos solos. Los Republicanos no hubieran podido aprobar NAFTA. Lo negociaron con México y Canadá pero no consiguieron que el Congreso lo aprobara. Fue Clinton, ya que necesitaban un Demócrata para aprobar eso. Los Republicanos nunca habrían podido desregular los bancos porque los Demócratas se hubieran opuesto hasta el final. Lo mismo con la reforma del bienestar. Ninguna de estas cosas se habrían podido hacer si Bill Clinton no hubiese sido presidente. En cierto modo, consiguió llegar más allá que Reagan. 

Durante el mismo periodo se propuso la nueva ley de enjuiciamiento criminal, que muchos observadores ven como el origen de la encarcelación masiva de afroamericanos. Lo que más me asombra es que los votantes más devotos de Hillary Clinton son justamente a los que...

Más dañaron esas políticas.

Exacto. ¿Cómo explica eso?

No lo sé muy bien. Para mí es un misterio por qué a alguien le pueden gustar los Clinton. Supongo que la gente mira hacia atrás y se acuerda de dos cosas sobre él. Primero, a finales de los noventa hubo un boom en la economía. Fueron los últimos buenos tiempos para mucha gente. Desde entonces la situación de la economía ha sido desastrosa y puedes decir, “bueno, eso se construyó en una burbuja que no podía durar mucho” pero en cualquier caso fueron buenos tiempos. Y también se acuerdan de la persecución Republicana a Clinton. Le sometieron a una moción de censura, ya sabes. Los Republicanos fueron tras de él por unas razones dementes. Fue tan injusto que la gente acabó identificándose con los Clinton. Yo también lo hice en su momento. 

Usted sostiene que los Demócratas achacan la desigualdad al cambio tecnológico y la globalización y dicen que no se puede hacer nada sobre estos cambios. ¿Qué falla en ese análisis?

La globalización no es solo algo que pasa. Es algo que nosotros hacemos. NAFTA no bajó del cielo de la mano de Dios como los diez mandamientos. No se encontraron en una caverna. Las escribieron humanos, lobistas. Pasa lo mismo con la tecnología. Toda relación económica es una relación política. Si miras algo como Uber, es muy conveniente. Es un pequeño aparato increíble, una pequeña aplicación, pero también tiene efectos terribles para los taxistas y para los sueldos en general, sobre todo si Uber se extiende por toda la economía, cosa que hará. Va a tener un previsible efecto descendiente en los sueldos y en la seguridad laboral, así como en las ayudas. 

Un modelo de empleo casual. 

Si, exactamente. Es una máquina de desigualdad. Si Uber llega a una ciudad y quiere expulsar del negocio a la industria de taxis esto depende de los políticos. Existen leyes. Tenemos leyes sobre seguridad, sueldos y horas. Pueden encontrar maneras de aplicar la ley a Uber pero hacen lo contrario. Esto es malo. Muchos de los avances tecnológicos de nuestros tiempos son aparatos para eludir la ley. Los credit default swaps –la gran innovación financiera de la última década–, estaban completamente desregulados. Puedes decir “oh, la tecnología. Es Dios. No hay nada que podamos hacer” o también “vamos a aplicar la ley”. Para mi es increíble que los Demócratas prefieran decir “nada que hacer”. 

También señala que los Demócratas se centran casi exclusivamente en la educación. ¿Por qué?

Para el Partido Demócrata cada problema económico es un problema de educación. Hay todo tipo de problemas en tu ciudad: todos están en paro, todos son pobres, todos consumen metanfetaminas, todos disparan. El problema es que no han ido a la universidad. Hay muchas razones por las cuales dicen esto. Primero, porque así evitan un verdadero desafío al sistema, y más importante, porque de verdad creen en la educación. La educación es la primera directriz de la clase profesional. Su profesionalidad deriva de la educación. Miran el mundo y piensan “solo tienes que hacer lo que hicimos nosotros”. Los Republicanos miran el mundo y dicen exactamente lo mismo –pero aquí tiene que ver con dinero–. ¿Por qué no montas un negocio? ¿Por qué no trabajas y metes dinero en el banco? Es exactamente la misma lógica pero unos son intelectuales, escuchan la radio pública, leen el New Yorker… El otro es esa burda filosofía Republicana de Cámara de Comercio, pero son muy parecidas. 

Recientemente escribió en The Guardian que mucha de la cobertura de Trump que resalta el racismo de sus simpatizantes es corto de miras. ¿Por qué?

Trump es una fanático. Las cosas que dice son intolerantes y racistas, sin duda. Pero decir que eso es lo que motiva a sus simpatizantes es una falacia. Siempre ha habido gente así. ¿Por qué Trump tiene tanto éxito? He visto un montón de sus discursos. Me he dado cuenta de que habla de muchas más cosas que de tratar mal a los inmigrantes. De lo que habla, sobre todo, es de comercio. Siempre habla de lo malos que son los acuerdos comerciales. Esto le toca la fibra sensible a la gente de clase trabajadora porque saben como NAFTA, PNTR con China y todos estos acuerdos les perjudican. Hace poco se rodó un video en una planta de Carrier en Indianápolis donde el jefe les decía a los empleados que iban a mover la fábrica a México. Trump habla de esto, y fantasea sobre cómo cuando sea presidente llamará al director ejecutivo de una empresa y le amenazará con impuestos exclusivos para sus productos y cómo de rápido se rendirá. A la gente le encanta esto. Les encanta escuchar esto. El New York Times fue a Indianápolis para entrevistar a los trabajadores de la planta. Esta gente no es racista. Había un chico que dijo “mira, algunos miembros de mi familia son mexicanos y me molesta mucho que Trump diga esas cosas sobre ellos. Pero si de verdad va a amenazar al director ejecutivo de mi empresa, si, le votaré”. Esto es fácil de entender. 

¿Los Demócratas han allanado el terreno para esto?

Claro. Los Demócratas se lo han buscado, porque echaron a esta gente del Partido.

Thomas Frank (1975, Kansas City) tiene la costumbre de buscar cerca de casa las respuestas a las grandes preguntas de nuestro tiempo. El proceso no es siempre cómodo para él, pero sus resultados suelen ser muy reveladores. En 2004 puso bajo el microscopio a Kansas, para analizar cómo el que en su...

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Autor >

Álvaro Guzmán Bastida

Nacido en Pamplona en plenos Sanfermines, ha vivido en Barcelona, Londres, Misuri, Carolina del Norte, Macondo, Buenos Aires y, ahora, Nueva York. Dicen que estudió dos másteres, de Periodismo y Política, en Columbia, que trabajó en Al Jazeera, y que tiene los pies planos. Escribe sobre política, economía, cultura y movimientos sociales, pero en realidad, solo le importa el resultado de Osasuna el domingo.

Autor >

/ Traducción Adriana M. Andrade

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2 comentario(s)

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  1. jose

    ¿Y la clase profesional esa es la que necesita y planifica las guerras de Truman, Kennedy, Obama, Clinton? ¿Y eso del complejo industrial militar farmacológico? ¿Necesitaban esos supuestos profesionales 7 u 8 guerras en el periodo de Obama? Suena a enfoque doméstico mandilón.

    Hace 5 años 10 meses

  2. Manny Gonzalez

    Pesimo Tom Frank, deberia de escribir novelas negras en lugar de politica.

    Hace 8 años 5 meses

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