Dícese del deporte de moda entre los políticos que no fueron capaces siquiera de sentarse a negociar para formar gobierno y que ahora dependen del miedo de los jubilados y clientes para perpetuarse en el poder. Es también tendencia irrefrenable, de portada diaria, entre nuestros medios concertados y públicos, tan agresivos con la disidencia tuitera y titiritera en casa, y tiernos hasta las interjecciones y las lágrimas cuando se trata de defender los derechos humanos de los corruptos y otros opositores exgolpistas en Caracas.

El Venezueling es a la campaña electoral española lo que las vuvuzelas al Mundial de Suráfrica: ruido, estruendo, horrísona maniobra de despiste y distracción.

Después de pasar tres años disparatando sobre la inminente independencia catalana, nuestros partidos, medios y élites, probablemente los más corruptos de Europa, han elegido a Venezuela como la gran cortina de humo, como el asunto fundamental de la primera repetición electoral de nuestra joven y quebrada bancocracia. Teniendo a Idomeni al lado, a Panamá un poco más allá, y a un tercio de la población española en riesgo de pobreza, lo suyo es que dediquemos páginas y horas de radio y televisión a los inaplazables problemas que aquejan al régimen madurista-chandalista. 

No está mal como jodedera, siempre es bueno viajar. Pero más chévere será acordarse del Venezueling cuando el 26J palmen las elecciones y sean enviados a la verga (u obligados a formar el Frente Ibex Venezueling) por los votantes de España, al grito de “váyanse al carajo, huevones”.

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Amigo Marco es una serie colectiva que intenta reunir y repasar los términos y conceptos que marcarán la campaña electoral.