1. Número 1 · Enero 2015

  2. Número 2 · Enero 2015

  3. Número 3 · Enero 2015

  4. Número 4 · Febrero 2015

  5. Número 5 · Febrero 2015

  6. Número 6 · Febrero 2015

  7. Número 7 · Febrero 2015

  8. Número 8 · Marzo 2015

  9. Número 9 · Marzo 2015

  10. Número 10 · Marzo 2015

  11. Número 11 · Marzo 2015

  12. Número 12 · Abril 2015

  13. Número 13 · Abril 2015

  14. Número 14 · Abril 2015

  15. Número 15 · Abril 2015

  16. Número 16 · Mayo 2015

  17. Número 17 · Mayo 2015

  18. Número 18 · Mayo 2015

  19. Número 19 · Mayo 2015

  20. Número 20 · Junio 2015

  21. Número 21 · Junio 2015

  22. Número 22 · Junio 2015

  23. Número 23 · Junio 2015

  24. Número 24 · Julio 2015

  25. Número 25 · Julio 2015

  26. Número 26 · Julio 2015

  27. Número 27 · Julio 2015

  28. Número 28 · Septiembre 2015

  29. Número 29 · Septiembre 2015

  30. Número 30 · Septiembre 2015

  31. Número 31 · Septiembre 2015

  32. Número 32 · Septiembre 2015

  33. Número 33 · Octubre 2015

  34. Número 34 · Octubre 2015

  35. Número 35 · Octubre 2015

  36. Número 36 · Octubre 2015

  37. Número 37 · Noviembre 2015

  38. Número 38 · Noviembre 2015

  39. Número 39 · Noviembre 2015

  40. Número 40 · Noviembre 2015

  41. Número 41 · Diciembre 2015

  42. Número 42 · Diciembre 2015

  43. Número 43 · Diciembre 2015

  44. Número 44 · Diciembre 2015

  45. Número 45 · Diciembre 2015

  46. Número 46 · Enero 2016

  47. Número 47 · Enero 2016

  48. Número 48 · Enero 2016

  49. Número 49 · Enero 2016

  50. Número 50 · Febrero 2016

  51. Número 51 · Febrero 2016

  52. Número 52 · Febrero 2016

  53. Número 53 · Febrero 2016

  54. Número 54 · Marzo 2016

  55. Número 55 · Marzo 2016

  56. Número 56 · Marzo 2016

  57. Número 57 · Marzo 2016

  58. Número 58 · Marzo 2016

  59. Número 59 · Abril 2016

  60. Número 60 · Abril 2016

  61. Número 61 · Abril 2016

  62. Número 62 · Abril 2016

  63. Número 63 · Mayo 2016

  64. Número 64 · Mayo 2016

  65. Número 65 · Mayo 2016

  66. Número 66 · Mayo 2016

  67. Número 67 · Junio 2016

  68. Número 68 · Junio 2016

  69. Número 69 · Junio 2016

  70. Número 70 · Junio 2016

  71. Número 71 · Junio 2016

  72. Número 72 · Julio 2016

  73. Número 73 · Julio 2016

  74. Número 74 · Julio 2016

  75. Número 75 · Julio 2016

  76. Número 76 · Agosto 2016

  77. Número 77 · Agosto 2016

  78. Número 78 · Agosto 2016

  79. Número 79 · Agosto 2016

  80. Número 80 · Agosto 2016

  81. Número 81 · Septiembre 2016

  82. Número 82 · Septiembre 2016

  83. Número 83 · Septiembre 2016

  84. Número 84 · Septiembre 2016

  85. Número 85 · Octubre 2016

  86. Número 86 · Octubre 2016

  87. Número 87 · Octubre 2016

  88. Número 88 · Octubre 2016

  89. Número 89 · Noviembre 2016

  90. Número 90 · Noviembre 2016

  91. Número 91 · Noviembre 2016

  92. Número 92 · Noviembre 2016

  93. Número 93 · Noviembre 2016

  94. Número 94 · Diciembre 2016

  95. Número 95 · Diciembre 2016

  96. Número 96 · Diciembre 2016

  97. Número 97 · Diciembre 2016

  98. Número 98 · Enero 2017

  99. Número 99 · Enero 2017

  100. Número 100 · Enero 2017

  101. Número 101 · Enero 2017

  102. Número 102 · Febrero 2017

  103. Número 103 · Febrero 2017

  104. Número 104 · Febrero 2017

  105. Número 105 · Febrero 2017

  106. Número 106 · Marzo 2017

  107. Número 107 · Marzo 2017

  108. Número 108 · Marzo 2017

  109. Número 109 · Marzo 2017

  110. Número 110 · Marzo 2017

  111. Número 111 · Abril 2017

  112. Número 112 · Abril 2017

  113. Número 113 · Abril 2017

  114. Número 114 · Abril 2017

  115. Número 115 · Mayo 2017

  116. Número 116 · Mayo 2017

  117. Número 117 · Mayo 2017

  118. Número 118 · Mayo 2017

  119. Número 119 · Mayo 2017

  120. Número 120 · Junio 2017

  121. Número 121 · Junio 2017

  122. Número 122 · Junio 2017

  123. Número 123 · Junio 2017

  124. Número 124 · Julio 2017

  125. Número 125 · Julio 2017

  126. Número 126 · Julio 2017

  127. Número 127 · Julio 2017

  128. Número 128 · Agosto 2017

  129. Número 129 · Agosto 2017

  130. Número 130 · Agosto 2017

  131. Número 131 · Agosto 2017

  132. Número 132 · Agosto 2017

  133. Número 133 · Septiembre 2017

  134. Número 134 · Septiembre 2017

  135. Número 135 · Septiembre 2017

  136. Número 136 · Septiembre 2017

  137. Número 137 · Octubre 2017

  138. Número 138 · Octubre 2017

  139. Número 139 · Octubre 2017

  140. Número 140 · Octubre 2017

  141. Número 141 · Noviembre 2017

  142. Número 142 · Noviembre 2017

  143. Número 143 · Noviembre 2017

  144. Número 144 · Noviembre 2017

  145. Número 145 · Noviembre 2017

  146. Número 146 · Diciembre 2017

  147. Número 147 · Diciembre 2017

  148. Número 148 · Diciembre 2017

  149. Número 149 · Diciembre 2017

  150. Número 150 · Enero 2018

  151. Número 151 · Enero 2018

  152. Número 152 · Enero 2018

  153. Número 153 · Enero 2018

  154. Número 154 · Enero 2018

  155. Número 155 · Febrero 2018

  156. Número 156 · Febrero 2018

  157. Número 157 · Febrero 2018

  158. Número 158 · Febrero 2018

  159. Número 159 · Marzo 2018

  160. Número 160 · Marzo 2018

  161. Número 161 · Marzo 2018

  162. Número 162 · Marzo 2018

  163. Número 163 · Abril 2018

  164. Número 164 · Abril 2018

  165. Número 165 · Abril 2018

  166. Número 166 · Abril 2018

  167. Número 167 · Mayo 2018

  168. Número 168 · Mayo 2018

  169. Número 169 · Mayo 2018

  170. Número 170 · Mayo 2018

  171. Número 171 · Mayo 2018

  172. Número 172 · Junio 2018

  173. Número 173 · Junio 2018

  174. Número 174 · Junio 2018

  175. Número 175 · Junio 2018

  176. Número 176 · Julio 2018

  177. Número 177 · Julio 2018

  178. Número 178 · Julio 2018

  179. Número 179 · Julio 2018

  180. Número 180 · Agosto 2018

  181. Número 181 · Agosto 2018

  182. Número 182 · Agosto 2018

  183. Número 183 · Agosto 2018

  184. Número 184 · Agosto 2018

  185. Número 185 · Septiembre 2018

  186. Número 186 · Septiembre 2018

  187. Número 187 · Septiembre 2018

  188. Número 188 · Septiembre 2018

  189. Número 189 · Octubre 2018

  190. Número 190 · Octubre 2018

  191. Número 191 · Octubre 2018

  192. Número 192 · Octubre 2018

  193. Número 193 · Octubre 2018

  194. Número 194 · Noviembre 2018

  195. Número 195 · Noviembre 2018

  196. Número 196 · Noviembre 2018

  197. Número 197 · Noviembre 2018

  198. Número 198 · Diciembre 2018

  199. Número 199 · Diciembre 2018

  200. Número 200 · Diciembre 2018

  201. Número 201 · Diciembre 2018

  202. Número 202 · Enero 2019

  203. Número 203 · Enero 2019

  204. Número 204 · Enero 2019

  205. Número 205 · Enero 2019

  206. Número 206 · Enero 2019

  207. Número 207 · Febrero 2019

  208. Número 208 · Febrero 2019

  209. Número 209 · Febrero 2019

  210. Número 210 · Febrero 2019

  211. Número 211 · Marzo 2019

  212. Número 212 · Marzo 2019

  213. Número 213 · Marzo 2019

  214. Número 214 · Marzo 2019

  215. Número 215 · Abril 2019

  216. Número 216 · Abril 2019

  217. Número 217 · Abril 2019

  218. Número 218 · Abril 2019

  219. Número 219 · Mayo 2019

  220. Número 220 · Mayo 2019

  221. Número 221 · Mayo 2019

  222. Número 222 · Mayo 2019

  223. Número 223 · Mayo 2019

  224. Número 224 · Junio 2019

  225. Número 225 · Junio 2019

  226. Número 226 · Junio 2019

  227. Número 227 · Junio 2019

  228. Número 228 · Julio 2019

  229. Número 229 · Julio 2019

  230. Número 230 · Julio 2019

  231. Número 231 · Julio 2019

  232. Número 232 · Julio 2019

  233. Número 233 · Agosto 2019

  234. Número 234 · Agosto 2019

  235. Número 235 · Agosto 2019

  236. Número 236 · Agosto 2019

  237. Número 237 · Septiembre 2019

  238. Número 238 · Septiembre 2019

  239. Número 239 · Septiembre 2019

  240. Número 240 · Septiembre 2019

  241. Número 241 · Octubre 2019

  242. Número 242 · Octubre 2019

  243. Número 243 · Octubre 2019

  244. Número 244 · Octubre 2019

  245. Número 245 · Octubre 2019

  246. Número 246 · Noviembre 2019

  247. Número 247 · Noviembre 2019

  248. Número 248 · Noviembre 2019

  249. Número 249 · Noviembre 2019

  250. Número 250 · Diciembre 2019

  251. Número 251 · Diciembre 2019

  252. Número 252 · Diciembre 2019

  253. Número 253 · Diciembre 2019

  254. Número 254 · Enero 2020

  255. Número 255 · Enero 2020

  256. Número 256 · Enero 2020

  257. Número 257 · Febrero 2020

  258. Número 258 · Marzo 2020

  259. Número 259 · Abril 2020

  260. Número 260 · Mayo 2020

  261. Número 261 · Junio 2020

  262. Número 262 · Julio 2020

  263. Número 263 · Agosto 2020

  264. Número 264 · Septiembre 2020

  265. Número 265 · Octubre 2020

  266. Número 266 · Noviembre 2020

  267. Número 267 · Diciembre 2020

  268. Número 268 · Enero 2021

  269. Número 269 · Febrero 2021

  270. Número 270 · Marzo 2021

  271. Número 271 · Abril 2021

  272. Número 272 · Mayo 2021

  273. Número 273 · Junio 2021

  274. Número 274 · Julio 2021

  275. Número 275 · Agosto 2021

  276. Número 276 · Septiembre 2021

  277. Número 277 · Octubre 2021

  278. Número 278 · Noviembre 2021

  279. Número 279 · Diciembre 2021

  280. Número 280 · Enero 2022

  281. Número 281 · Febrero 2022

  282. Número 282 · Marzo 2022

  283. Número 283 · Abril 2022

  284. Número 284 · Mayo 2022

  285. Número 285 · Junio 2022

  286. Número 286 · Julio 2022

  287. Número 287 · Agosto 2022

  288. Número 288 · Septiembre 2022

  289. Número 289 · Octubre 2022

  290. Número 290 · Noviembre 2022

  291. Número 291 · Diciembre 2022

  292. Número 292 · Enero 2023

  293. Número 293 · Febrero 2023

  294. Número 294 · Marzo 2023

  295. Número 295 · Abril 2023

  296. Número 296 · Mayo 2023

  297. Número 297 · Junio 2023

  298. Número 298 · Julio 2023

  299. Número 299 · Agosto 2023

  300. Número 300 · Septiembre 2023

  301. Número 301 · Octubre 2023

  302. Número 302 · Noviembre 2023

  303. Número 303 · Diciembre 2023

  304. Número 304 · Enero 2024

  305. Número 305 · Febrero 2024

  306. Número 306 · Marzo 2024

CTXT necesita 15.000 socias/os para seguir creciendo. Suscríbete a CTXT

GENTES DE MAL VIVIR

Marilyn Monroe: la rubia era más lista que usted, caballero

El icono sexual más famoso del mundo, nacida hace ahora 90 años, era lectora voraz, escribía poemas que no enseñaba a casi nadie y apenas se permitió revelar las complejidades de un alma en llamas

Miguel Ángel Ortega Lucas 1/06/2016

<p>Norma Jean, durante una su última sesión fotográfica, en julio de 1962.</p>

Norma Jean, durante una su última sesión fotográfica, en julio de 1962.

GEORGE BARRIS

En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí

Sólo partes de nosotros llegarán
a tocar partes de los demás
la verdad de cada uno es eso
solamente – la verdad de cada uno…
(Los caballeros las prefieren rubias. Las rubias los prefieren ricos. Los ricos no tienen miedo, sueñan en tecnicolor, siempre son felices)

 …Sólo podemos compartir
la parte que dentro del conocimiento de otro es aceptable
por consiguiente
estamos más bien solos…
(Las rubias son, por supuesto, idiotas. Las rubias ricas y famosas son imperativamente felices –muy idiotas–. Y una rubia esculpida en morbo con el perfil de la Piedad de Miguel Ángel debe de ser idiota profunda. ¿Verdad usted, caballero?)

… –en el mejor de los supuestos quizá
[…] que nuestro entendimiento buscara
la soledad de otro.

Sólo rara vez llega a tocar nuestra verdad la verdad de los demás, llegamos a vislumbrar la luz detrás de las mil máscaras de eso que llamamos tú, que llamamos yo. Sólo las partes de nosotros temblando en una misma tonalidad llegarán a rimar alguna vez. “En el mejor de los supuestos”, nuestra soledad llegará a verse reflejada en la soledad del otro. (Y la más aterradora soledad será que todo el mundo te mire pero nadie te vea.) 

El susurro en cursivas, intermitente, de ahí arriba es uno de los poemas no fechados [y recogidos en el volumen Fragmentos (Seix Barral, 2010)] de los diarios de Norma Jeane Mortenson: una chica de Los Ángeles con una infancia gélida, a pesar de ese clima, con un alma en llamas, y con un físico que en un principio pudo calificarse de privilegiado, pero que andando el tiempo se convirtió en algo tan difícil de definir como de llegar a la verdad oculta tras él (el calificativo aterrador también se le podría aproximar).

Cierta belleza, sí, es terrorífica: porque se parece al abismo. Es algo que nos mira en silencio desde más allá de la belleza misma, de los ojos y el contorno en que flamea. ¿Qué es eso que nos llama, que nos tienta en una fascinación atónita? Algo que no puede poseerse –como no puede poseerse nada, en realidad– pero con lo que anhelamos fundirnos de manera furiosa; de ahí esa tensión, esa desesperación, tras la que late una pulsión de muerte: el duelo con un animal sagrado que destruiremos o que nos destruirá. “Su belleza –decía Darley en Justine era de las que hacían presentir terriblemente que había nacido para ser blanco de las fuerzas más destructoras”.

Adiós, Norma Jean –escribió Bernie Taupin para que lo cantara Elton John en Candle in the wind–. Tenías la gracia de abrazarte a ti misma / mientras reptaban a tu alrededor.

Todas las chicas bonitas

“Era la más pura desolación”, escribió, también hace décadas, José Luis Sampedro. “Sus brazos eran los de una suplicante; sus labios pronunciaban un mudo grito de auxilio; su voluptuoso mirar no lograba ocultar los ojos de la triste niña que llevaba dentro”.

Nació el 1 de junio de 1926. “Sí, es verdad, fui hija ilegítima”, empezó contando a bocajarro al fotógrafo George Barris en otro libro (M. Monroe. Cuando crezcas serás rica, hermosa y famosa) fraguado meses antes de su muerte en 1962, pero sólo editado este mismo año. “¿Sabes?, mi madre [Gladys Pearl Monroe, cortadora de negativos de películas] fue una mujer muy atractiva en su juventud; pero solía decir que la belleza de la familia había sido su madre. Todos los chicos del barrio habían ido detrás de ella. Era de Dublín, ya sabes, donde todas las chicas son bonitas”.

La mayoría de los días mamá me parecía triste. Estaba segura de que era porque no había un hombre en nuestra vida

Lo que sucedió, al parecer [algunos detalles se contradicen; hasta la e final de Jeane acabó cayéndose de la canción de Elton John], fue que su madre, divorciada y con dos hijos de su primer marido (Jack Baker), tuvo relaciones con un hombre llamado Stanley Gifford… estando ya con su segundo marido, Martin Edward Mortensen. La mujer quería estar con Gifford, pero éste “dejó a mi madre cuando se enteró de que yo venía de camino”. Así que la niña acabó recibiendo el apellido de Mortensen (del que también se acabaría divorciando su madre) en el registro civil, pero el de Baker en la iglesia. Del que no recibió nada fue del padre real: “Ni siquiera cuando me convertí en una actriz famosa quiso conocerme. Todo lo que yo quería era llamarle papá, pero no me dejó”.

 

 

 

 

“Mis mejores recuerdos giran alrededor de mi madre y sus amigas. Me hacían sentir como si fuéramos una gran familia feliz. Lo que me entristecía era ver a otros niños con sus madres y sus padres cogidos de la mano. La mayoría de los días mamá me parecía triste. Estaba segura de que era porque no había un hombre en nuestra vida”. La madre, Gladys, pasaba interminables jornadas de trabajo y sufría continuas depresiones, hasta que “fue ingresada definitivamente cuando yo tenía sólo cinco años”.

A los 9, Norma vivía “en casa de la mejor amiga” de su madre, Grace. Pero ésta se volvió a casar y, “de repente”, no había espacio para la niña. “Un día cogió todas mis cosas, las metió en mi maleta y las cargó en su coche. Estuvo conduciendo mucho rato sin decirme adónde me llevaba. […] Sentí cómo me invadía un vacío; no podía respirar. El letrero decía: Orfanato de Los Ángeles. ¡Por favor, no me dejes aquí!, no soy una huérfana; mi madre está viva. Por favor, no me dejes aquí.

 ¡¡¡Sola!!!
Estoy sola –siempre estoy
sola
sea como sea
–escribía a principios de los años 50. Y sin embargo–:
No hay nada que temer
salvo el propio miedo

“En vez de odiar a tía Grace durante el resto de mi vida, comprendí que lo que me hizo le dolió a ella tanto como a mí”. “Cuando me sacó del orfanato [a los 11 años], me llevó a vivir con su tía Edith Ana Atchison Lower. Fue la más importante influencia de mi existencia. Dios la bendiga. [Una vez] en el instituto, una de las chicas se burló de mi vestido. No sé por qué las muchachas hacen cosas de ese estilo. Mi querida tía Ana me consoló. Me cogió entre sus brazos y me dijo: no hagas caso; lo que importa es lo que tú hagas. Sé tú misma, cariño”.

Quizás siguiendo ese consejo, al elegir nombre artístico barrió de un golpe todos los apellidos, todos los nombres (los hombres) del pasado de su madre. Tomó el apellido original de ésta, Monroe, y le antepuso Marilyn por –dice una leyenda– las M “claramente formadas por las líneas de sus manos”. También seguiría, ya por su cuenta, el turbulento camino sentimental de su madre. Pero nada impidió el ascenso; tan fatal como su mala suerte con los hombres, como esa belleza inverosímil.

Quería ser ella misma, pero lo cierto es que si uno es muchos, o al menos otro, como decía Rimbaud, esa criatura mitológica llamada Marilyn Monroe no abolió jamás a la criatura real llamada Norma Jeane (o Jean): asomaba continuamente, como advertía Sampedro, por entre las grietas de la estatua perfecta. Por más que dicha estatua estuviera condenada desde el mismísimo origen a eso que llaman rubia tonta. En Eva al desnudo -1950-, una de sus primeras películas, repone: Es porque no nos hemos visto nunca, cuando alguien dice no conocerla. Que es un Perogrullo, pero también la constatación de un hecho palmario: cualquiera que la hubiera visto antes tendría que recordarla.

Y sin embargo resulta irritante constatar cómo se repite ese papel en su filmografía, una y otra vez. Incluso con los más grandes. Willy Wilder la dirigió en La tentación vive arriba -1955-, consiguiendo en algunas escenas devastar las cumbres de la imaginería erótica, pero haciéndola contonearse, ingenua, ante un cretino que en la vida hubiera podido verse en una semejante. Y así: esa mujer arcangélica pero frágil, de ojos implorantes ante el primer hombre (cretino a poder ser) que pueda rescatarla. También en Vidas rebeldes –1961–, con dirección de John Huston y guión de su por entonces marido, señor dramaturgo Arthur Miller. Donde al menos termina vociferando a los tres vaqueros, ahíta de desesperación y de cólera: ¡Os odio! ¡Sólo sois felices si veis algo morir! (Se refería a los caballos. La mujer Norma Jeane tampoco soportaba ver sufrir a criatura alguna).

Claro que algo de eso había. Claro que también debía de ser fatal, hasta cierto punto, que Monroe reprodujese en la pantalla su vida de niña entre las bestias, la sed interminable de amor que Norma seguía implorando desde sus noches de cárcel (de orfanato). Pero: ¿no desaprovecharon su talento?

No sé por qué, me parece que no llegará a vieja. Siento que morirá joven. Ruego que viva lo suficiente para liberar ese talento extraño y encantador 

“Oh, sí. Tiene algo. No lo digo por lo obvio, tal vez demasiado obvio. No es una actriz, en absoluto, en el sentido tradicional. Lo que ella tiene, esa luminosidad, esa inteligencia deslumbrante, nunca podría brillar en el escenario. Es algo tan sutil […] como un colibrí en vuelo: sólo la cámara puede congelar su poesía. Pero quien piense que la chica es otra [Jean] Harlow, o una puta, está loco. No sé por qué, pero me parece que no llegará a vieja. Es absurdo, pero siento que morirá joven. Espero, ruego, que viva lo suficiente para liberar ese talento tan extraño y encantador que es en ella como un espíritu prisionero”.

Todo ese entrecomillado pertenece a Constance Collier (1878-1955), la prestigiosísima actriz y profesora de teatro cuyo funeral da pie a la memorable semblanza de Truman Capote sobre Marilyn, Una hermosa criatura. En un momento del encuentro, confía Monroe al escritor: “Todos dicen que no sé actuar. Decían lo mismo de Elizabeth Taylor. Y se equivocaron. A mí nunca me darán el papel apropiado, algo que realmente quiera hacer. No me ayuda el aspecto físico. Demasiado específico”.

Demasiado específico; demasiado obvio. Un retablo de oro y mármol demasiado deslumbrante como para dejar ver más allá (Miedo a darme las réplicas nuevas / quizá no sea capaz de aprendérmelas / entonces pensarán que no valgo: de una de sus agendas). Un físico espectral (Supongo que soy una fantasía) que no invitaba nada a imaginársela como realmente era; también porque ella no quería: Estoy descubriendo que la sinceridad y ser sencilla y directa como (posiblemente) me gustaría se suele tomar por mera estupidez, pero como éste no es un mundo sincero es muy probable que ser sincero sea estúpido.

En respuesta a un cuestionario, casi al final de su vida, decía admirar al poeta Carl Sandburg (“sus poemas son canciones del pueblo, por el pueblo y para el pueblo”), a los hermanos Kennedy (“por su brillantez y solidaridad”), a Greta Garbo (“por su creatividad artística y su valentía e integridad”). “Amo la poesía y los poetas”, decía. Decía: “Me identifico mucho con todos los perseguidos de este mundo”. Como “no había podido completar su formación”, asistió a clases nocturnas en la UCLA. En su biblioteca había unos cuatrocientos volúmenes: de Milton a Jack Kerouac. Sobre Goya dijo una vez: “Conozco muy bien a ese hombre; tenemos los mismos sueños, llevo desde pequeña teniendo esos sueños [negros]”.

George Barris concluía en el prólogo de su libro que, hacia el verano en que murió –de una sobredosis de Nembutal, según la versión oficial–, con 36 años y muy poco después de cantar el Happy birthday, Mr. President, “esperaba comenzar una nueva fase en su carrera. Mi convicción es que fue asesinada. Pero no importa cómo murió. La perdimos demasiado pronto”. Según Arthur Miller, “para sobrevivir habría tenido que ser más cínica, o por lo menos estar más cerca de la realidad. En vez de eso era una poeta callejera intentando recitar sus versos a una multitud que, mientras tanto, le hacía jirones la ropa”.

Vi un montón de marineros jóvenes
que parecían demasiado jóvenes
como para estar tristes.
Me hicieron pensar
en árboles jóvenes y esbeltos
todavía en crecimiento
y sufriendo.
(Y la belleza dolorosa, dolorosa; como de un ángel atrapado por las alas al intentar escapar de este mundo.)

Adiós, Norma Jean
–sigue cantando Elton John–.
Tu vela se apagó mucho antes
de lo que lo hará nunca tu leyenda.

Sólo partes de nosotros llegarán
a tocar partes de los demás
la verdad de cada uno es eso
solamente – la verdad de cada uno…
(Los caballeros las prefieren rubias. Las rubias los prefieren ricos. Los ricos no tienen miedo, sueñan...

Este artículo es exclusivo para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí

Autor >

Miguel Ángel Ortega Lucas

Escriba. Nómada. Experto aprendiz. Si no le gustan mis prejuicios, tengo otros en La vela y el vendaval (diario impúdico) y Pocavergüenza.

Suscríbete a CTXT

Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias

Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí

Artículos relacionados >

3 comentario(s)

¿Quieres decir algo? + Déjanos un comentario

  1. lucia

    Muy buen artículo, Para mí que se metió en el mundo de la mafia a lo mejor sin saberlo, que alguien no le interesaba que estuviese con presidentes porque al presidente lo dirigía como ahora la gran mafia financiera , de drogas y de armas. o eso, o la mandó asesinar la mujer de Kénnedy porque esta si que era tonta de verdad. En el mundo este del poder y dinero siempre se ha asesinado al contrincante , bien para ocupar su lugar, bien por celos, bien porque sea un peligro. A saber tu. En fín aunque no me gustan las pelis americanas, nada mas saber la muerte de esta mujer y leer un poco del asunto, es a la conclusión que he llegado, estos americanos lo hacen todo a su forma asesinan y preparan todo para que la gente no sepan nada de como suceden las cosas realmente en ese pozo de psicópatas.

    Hace 7 años 9 meses

  2. Juan del Sur

    Conmovedora la nota. Como la protagonista. Como su búsqueda de algo que nunca había tenido, y que por lo tanto no podía reconocer si se le cruzaba. O sea, buscaba a tientas. Y mal. Se metía en cada baile. "Cursum Perfectio", decía en el umbral de su primera y única casa, en Brentwood. "Aquí acaba todo." Como había empezado. Como tenía que ser.

    Hace 7 años 9 meses

  3. Alejandro Ruiz

    Por primera vez, y sin que sirva de precedente, compro el relato de la relación traumática interior / exterior. Especialmente, por el acto periodístico que supone haberlo enfocado así. Gracias, señor.

    Hace 7 años 9 meses

Deja un comentario


Los comentarios solo están habilitados para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí