Gonzalo Higuaín, el corazón renacido de Nápoles
Nápoles recibió como un héroe al delantero argentino y él ha devuelto el cariño con una avalancha de goles: 36 tantos en 35 partidos en la pasada liga. El Pipa es el centro futbolístico y sentimental de la ciudad más apasionada de Italia
Mónica Fernández 8/06/2016
En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí
Era la sexta vez que el Madrid quedaba eliminado en octavos de Champions League y el Bernabéu mostró significativamente su opinión. El hastío de ser la afición del equipo con más Copas de Europa que, sin embargo, no hacía más que estrellarse en el siglo XXI contra la aparentemente fácil barrera de los octavos. De entre todos los protagonistas que quedaron marcados aquel mes de marzo cuando el Real Madrid era eliminado en casa por un global de 1-2 ante el Olympique de Lyon había un joven delantero argentino al cual se señaló sin pudor. El muchacho se llamaba Gonzalo Higuaín. Todo parecía indicar que remontar la ventaja conseguida por los franceses en Gerland sería fácil. El ariete argentino tuvo una enorme ocasión a puerta vacía que, no obstante, y de manera increíble, falló ante el estupor general y el enfado madridista. Se acrecentó una vez más su leyenda de jugador fallón. Seis años después, Higuaín acaba de conseguir 36 goles en el Calcio, quedándose sólo a cuatro goles de la bota de oro, Luis Suárez. Y eso con una sanción de tres partidos tras una polémica expulsión contra el Udinese.
Higuaín llegó a Madrid en las Navidades de 2006, acompañado de Fernando Gago, un mediocentro que se perfilaba como el sucesor de Redondo y que contaba ya con cierto prestigio. Higuaín, en cambio, no era tan famoso y los 12 millones de euros que pagó el Madrid por él se antojaban excesivos. Tampoco ayudó que desde River Plate, el club de origen, señalaran que sólo pedían 5 millones por él y que les había sorprendido su venta por tanto dinero. En los siete años que defendió la elástica blanca marcó 107 goles. Su media goleadora se situó en 0,56 por partido, lejos de lo que actualmente ha alcanzado con el Napoli pero cifras más que aceptables. Pero el argentino nunca se sintió respaldado ni por público ni por el club. La competencia con Benzema, un jugador espectacular y más bonito visualmente en estilo que el argentino, infravaloraba el buen rendimiento semanal de un jugador con gol, que se dejaba la piel en cada partido y cuya movilidad era clave para generar ocasiones propias y ajenas. Su espíritu de lucha no se dejó vencer ni siquiera por los problemas de espalda que le acompañaron en su andadura. Pero lejos de la plasticidad de Benzema o la rotundidad de Cristiano, Higuaín parecía peor futbolista de lo que realmente era.
A pesar de los buenos números en competiciones de Liga y su más que aceptable rendimiento, Higuaín no conseguía destaparse en Europa como un jugador decisivo. Nueve goles en 2.586 minutos en Champions no era suficiente para el Madrid. Su carácter y ambición parecían endebles. En 2013, tras la marcha de Cavani al PSG, Aurelio Di Laurentiis, el cineasta que había conseguido resucitar al Napoli y colocarle entre los aspirantes al Scudetto, andaba buscando un delantero estrella. El club partenopeo se centró en Higuaín. Cuarenta millones de euros fueron suficientes para que el Madrid aceptara y el Pipita pudiera hacer tabula rasa en un lugar más cálido que la exigente grada madridista.
Sedientos de gloria desde Maradona, Nápoles recibió como un héroe al argentino, cuya primera temporada no decepcionó con 24 goles, 11 de los cuales sirvieron para darle la victoria a los napolitanos. Pero a pesar de las cifras, el Napoli cayó en la primera fase de la Liga de Campeones y tampoco pasó de cuartos en Europa League ante el Porto. Luego vino el Mundial de Brasil. En la final, Higuaín vivió el que, quizá, sea el momento más triste de su carrera: marcar un gol que podía haber valido el título pero que finalmente fue anulado por un fuera de juego de escasos centímetros.
Por si esto fuera poco, la temporada siguiente, a pesar de muy notables números individuales, su leyenda de jugador desafortunado en grandes citas adquirió tintes casi de parodia. En la Liga falló un penalti contra la Lazio en el último partido de la temporada donde se jugaban clasificarse para la Champions. El conjunto laziale ganó ese importante encuentro e Higuaín fue centro una vez más de duras críticas que retomaron con más fuerza cuando en la Copa América que tuvo lugar en verano Argentina y Chile llegaron a los penaltis en el encuentro final. Como una pesadilla en bucle, Higuaín volvió a fallar estrepitosamente y mandó su penalti a las nubes, en un lanzamiento casi calcado al que le había costado al Napoli su clasificación a la Champions. En el club, nadie podía decir que el Pipa estuviera decepcionando pero la no clasificación en la Champions y la eliminación ante el Dnipro en semifinales de Europa League cuando el equipo partenopeo tenía cartel de favorito dejaron un regusto amargo en las gradas de San Paolo. Como tantas veces, la carrera de Gonzalo Higuaín parecía quedarse a un paso de la gloria.
Después de esos complicados meses, llegó la temporada 2015-2016 donde el argentino ha marcado 38 goles en 40 partidos con una espectacular media de 0,95 goles por partido. 36 de ellos en 35 partidos de Liga, rompiendo el récord de Gunnar Nordahl, uno de los miembros de la mítica delantera GRE-NO-LI (triplete sueca formada por Gunnar Gren, Nils Liedholm y el propio Nordahl) del Milan, que marcó 35 en la temporada 1949-50, Más de 60 años ha costado romper esa cifra en una Liga de tácticas cerradas. Toni e Immobile, los dos últimos capocannonieri, lograron 22 tantos e ilustres como Del Piero, Totti, Ibrahimovic o Cavani no pasaron nunca de los 30.
Resulta increíble que Higuaín haya conseguido estas cifras más por cabeza que por cuestiones de juego. Y lo ha hecho justo cuando parecía que iba entrar en un bloqueo mental. El Pipa es el centro futbolístico y sentimental de la ciudad más apasionada de Italia. Todo el equipo le busca y él no sólo responde con movilidad, rentabilidad goleadora y creación de oportunidades, sino con genuino liderazgo. Fue sancionado cuatro partidos (rebajados a tres posteriormente) por protestar airadamente y faltar al respeto a un árbitro. Un gesto antideportivo que, sin embargo, refleja lo que es Higuaín. El auténtico capo del equipo. Sarri ha conseguido inculcar en la cabeza del argentino que el líder del equipo es él y que la mecánica de un conjunto alegre y ofensivo está pensada para su lucimiento. Todo en el Napoli tiene sentido siempre y cuando Gonzalo marque.
Una resurrección deportiva difícil de imaginar fuera de contexto de una afición entregada a unos colores y ansiosa por reverdecer viejos logros. El estadio no silba a la mínima, la ciudad fabrica pizzas con nombres de futbolistas, todo napolitano venera a Maradona como santo laico. Pocos lugares son mejores para encontrar el amor eterno con un público. Se oyen voces de mercado ya en la ciudad: el PSG le pone ojitos. En el mejor momento de su carrera deberá elegir entre seguir siendo el príncipe de Nápoles y coronar su historia con un título histórico, quizá un Scudetto, quizá una Europa League, o volver a intentar conquistar el corazón de otra ciudad fría, en este caso, la altiva y sugerente París. Amor o ambición, la disyuntiva que dibujan las botas de Higuaín para este verano.
Era la sexta vez que el Madrid quedaba eliminado en octavos de Champions League y el Bernabéu mostró significativamente su opinión. El hastío de ser la afición del equipo con más Copas de Europa que, sin embargo, no hacía más que estrellarse en el siglo XXI contra la aparentemente fácil barrera de los...
Autor >
Mónica Fernández
Suscríbete a CTXT
Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias
Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí