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A contracorriente. Euskadi sacó a relucir en los comicios de ayer su atávica facultad para llevarle la contraria a España. Ya lo dijo en una ocasión el inimitable presidente de Cantabria, Miguel Ángel Revilla, tras presenciar una emocionante regata de traineras: “Los vascos actúan como si fuesen los inventores de esto y fuéramos a arrebatarles el Árbol de Gernika. Dan ganas de decirles que remen ellos”. Algo similar se vivió en la amarga victoria electoral lograda ayer por Unidos Podemos-Ahal Dugu. Mientras en el resto del Estado sufrían el mayor descalabro de su corta y fulgurante historia, los ciudadanos vascos rescataban su espíritu de la contradicción para votarles en masa. La coalición de izquierda ganó en los tres territorios y en dos de las tres capitales. Sólo Bilbao resistió el asedio morado y lo hizo como sólo hacen los náufragos, al límite de la supervivencia que supusieron las 650 papeletas que inclinaron la balanza a favor del PNV. Por este motivo, no es de extrañar que los aplausos y celebraciones que acompañaron las primeras horas de su inapelable triunfo en Euskadi fueran tornándose en un silencio mortuorio a medida que las noticias confirmaban el aguacero helado que caía sobre sus compas en Madrid.
De poco sirvió confirmar que habían usurpado al PNV su reino exclusivo de Bizkaia, el que nadie había logrado expoliar hasta la noche de ayer. Además, Unidos Podemos birló a los nacionalistas un escaño en esta provincia, lo que incrementa aún más la zozobra de los nacionalistas ante el peligro real de quedarse excluido como grupo parlamentario. Pero si hay un consuelo para la formación morada tras la jornada de ayer es el de haber encontrado en un lugar tan inesperado como Euskadi su sitio bajo el sol para lamerse las heridas de estas elecciones. Si su victoria el 20D fue recibida casi como una broma pesada por un PNV invencible, la de ayer ya provocó irritabilidad en los jeltzales tras confirmar que su desventaja superaba con creces los cuatro puntos, 29,05% frente al 24,9%. Pero a quien de verdad sometió otra vez a un enorme castigo fue a EH Bildu, cuyo nivel de confusión ha llegado a un límite insufrible que ni siquiera alcanzó bajo la presión policial de los años del plomo.
Con la mirada puesta en el horizonte electoral de octubre, la fuerza morada solidificó ayer una megaestructura política nueva que ha resultado arrolladora en las dos últimas contiendas electorales celebradas en Euskadi. Lo que contradice a nacionalistas, y a los que no lo son, sobre la ausencia de un espacio neutro sobre la cuestión de la frontera pero implacable con el debate social. Es lo que ahora mismo hace palidecer al PNV y amenaza con recluir a Arnaldo Otegi a un convento de clausura como la opción desesperada para taponar las vías de agua cada vez más grandes que muestra su formación elección tras elección.
El PSE se salvó in extremis de la debacle anunciada al lograr 3 escaños, el último en Álava, el que no tuvo dueño hasta el último suspiro de la noche y que poco le faltó para no sumarse a los 6 de Unidos Podemos, lo que para los nacionalistas ya hubiera sido lo más parecido a una tragedia griega en su propia trinchera. Poco importará al PP y Ciudadanos no despegar en Euskadi. A ambos les falta gasolina con menos plomo para arrancar, especialmente a la formación naranja que con algo más de 40.000 votos, el 3,5% del total, ni siquiera se aproximan a lo que una vez llegó a ser la UPyD de Rosa Díez. Los populares, en cambio, suben unas pequeñas décimas y logran dos escaños, uno de ellos en Bizkaia y otro en Álava, donde Unidos Podemos le pasó por encima como hacen las apisonadoras.
Pero regresemos al PNV. Los jeltzales se habían ofrecido durante la campaña como “la alternativa sensata frente al extremismo de la derecha y el radicalismo de izquierda que triunfa en España”.
Pero su mensaje no caló lo suficiente como para impedir que ese radicalismo de Unidos Podemos lograse arrebatarle la supremacía política en Euskadi al perder uno de los seis escaños que obtuvo el 20/D y de paso golpearle emocionalmente al pertenecer ese escaño a Bizkaia, su feudo histórico.
Por eso, cuando Andoni Ortuzar, presidente del PNV compareció ante los medios de comunicación pasadas las 11.30 horas, arropado por el lehendakari, los candidatos y principales cargos del partido, su habitual sonrisa mostraba un halo de decepción que los aplausos de sus correligionarios puestos en pie no lograron disimular.
Es cierto que los 285.197 votos depositados con el nombre del PNV en las papeletas (24,92%) les permiten su principal objetivo: el mantenimiento del grupo parlamentario. Pero, esa diferencia de 40.000 votos con la coalición morada, en unas elecciones que se consideran la antesala de las autonómicas que se celebrarán en Euskadi en octubre, coloca al PNV en una situación delicada y la batalla con Unidos Podemos en un duelo al sol.
Pero, a todo esto no se refirió Ortuzar, que ya habrá tiempo. Prefirió hacer un llamamiento a “las fuerzas políticas españolas para que superen el bloqueo y se pueda dar una nueva etapa de reformas profundas que hagan frente a los múltiples problemas que amenazan a su sociedad”. Entre ellas, el encaje de naciones como Euskadi y Cataluña que reclaman un acuerdo democrático, de respeto y reconocimiento a sus propias realidades.
Cauto ante el mapa político que se dibuja tras estas segundas elecciones, pidió un cambio radical de actitudes. “Hoy, como ayer, en el Estado español se impone una nueva cultura de diálogo, de negociación, de acuerdo, una cultura que la mayoría de los responsables políticos ha sido incapaz de asumir primando más el egoísmo partidario, que el interés de los ciudadanos”.
Quizá no le falten razones al presidente del PNV tras observar el bajísimo porcentaje de participación registrado en la Comunidad vasca. Votar fue ayer, sin duda, una decisión agónica para miles de ciudadanos. El 32,6 % optó por dar la espalda a las urnas, lo que supuso una caída de 1,6 puntos, y sitúa a estas elecciones generales entre las más devaluadas de la historia. Por delante se atisba la batalla autonómica de octubre. Y los expertos coinciden en que entonces se verá en acción al nuevo Arnaldo Otegi tras pasar 6 años en prisión y al más aguerrido PNV que se recuerda desde los tiempos de Juan José Ibarretxe. Unidos Podemos parece preparado. Su músculo político, dicen, ha adquirido ya la elasticidad necesaria tras dos comicios triunfantes.
A contracorriente. Euskadi sacó a relucir en los comicios de ayer su atávica facultad para llevarle la contraria a España. Ya lo dijo en una ocasión el inimitable presidente de Cantabria, Miguel Ángel Revilla, tras presenciar una emocionante regata de traineras: “Los vascos actúan como si fuesen los inventores de...
Autor >
Isabel Camacho
Autor >
Gorka Castillo
Es reportero todoterreno.
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