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Muy pocos periodistas como él han salido airosos de un despido laboral que le obligó a hacer una transición digital para buscar nuevos caminos profesionales. Ramón Lobo (Lagunillas, Venezuela, 1955) trabajó durante veinte años en El País como corresponsal de guerra y enviado especial a zonas de conflicto. En 2012 el periódico le incluyó en un ERE, junto a otros 131 compañeros. La empresa le dijo que no tenía un perfil digital adecuado, a pesar de que su cuenta de Twitter tenía por aquel entonces muchos más seguidores que las de los subdirectores del rotativo.
Cuatro años más tarde, Lobo está presente en las principales cabeceras digitales de España, como eldiario.es e infoLibre, participa en el programa A vivir, que son dos días, de la Cadena SER, publica artículos en El Periódico y tiene tiempo de colaborar en la revista Mongolia.
El veterano periodista sigue disfrutando de la profesión y aprovecha para cultivar otra de sus pasiones, la novela. Recientemente ha publicado Todos náufragos (Ediciones B), un libro que mezcla la historia trágica de su familia con la de España. Ahora está metido de lleno en un nuevo trabajo –del que no quiere dar pistas-- que empezó a escribir hace cinco años en Roma.
En esta entrevista, Lobo habla de periodismo, recuerda sus vivencias personales, y analiza los resultados de las últimas elecciones generales. “El principal problema de Podemos”, asegura, “es que Pablo Iglesias produce rechazo en un amplio sector, digamos moderado, y en un sector de la izquierda. El tope de Podemos está por ver, pero yo creo que el tope de Pablo Iglesias es éste”.
En una reciente entrada de su blog, en la que hablaba de los comicios del 26-J, decía: “El éxito del PP es el fracaso de España como país y de nosotros como sociedad civil”. “… no rechazamos la corrupción política porque somos un país corrupto y tenemos una izquierda cainita”. ¿Tan mal concepto tiene de España y de sus ciudadanos?
Sí, por lo menos de una mayoría. El nuestro es un país que tuvo un siglo XIX lamentable, con pequeños periodos de libertad. El siglo XX nació con una enorme energía, pero quedó interrumpido por la Guerra Civil. Creo que nosotros no hemos salido todavía de la estructura mental de la dictadura. Un escritor checo me dijo una vez que cuando un país vive cuarenta años bajo una dictadura hay una pérdida colectiva del sentido de la honestidad y eso es lo que nos ha pasado a nosotros.
Nosotros consideramos que el Estado es un enemigo, al igual que ocurre en Italia y Grecia. Un enemigo del que hay que aprovecharse. La democracia, desgraciadamente, no ha hecho nada por revertir esta situación. Los dos grandes fracasos de la democracia han sido la educación y la economía. Tenemos una economía de amigos, que depende de la cercanía al poder o de si tienes dinero o no. Como sociedad civil deberíamos evitar que la corrupción quede impune.
¿Qué ha sido lo que más le ha sorprendido de los resultados del 26-J?
Que se equivocaran tan gravemente todas las encuestas, sobre todo las realizadas a pie de urna. En el caso de España hay dos partidos nuevos, Ciudadanos y Podemos, que no tienen historia demoscópica ni electoral, por lo cual es muy difícil predecir las cosas. En este caso, las encuestas relativas a Podemos han estado muy hinchadas. Ha funcionado también el voto del miedo y ha habido una campaña feroz contra la formación liderada por Pablo Iglesias.
Unidos Podemos también ha cometido errores importantes, no tanto en la campaña, donde son muy buenos, sino en el tiempo transcurrido desde las elecciones de diciembre hasta estas últimas. El problema de Podemos es que cuando acaba la campaña siguen de campaña y tienen que aprender a hacer política.
Tenemos una economía de amigos, que depende de la cercanía al poder o de si tienes dinero o no
Creo que el principal problema de Podemos es que Pablo Iglesias produce rechazo en un amplio sector, digamos moderado, y en un sector de la izquierda. Si no, es inexplicable que 1.200.000 votos hayan dejado de ir a Podemos cuando teóricamente Izquierda Unida sumaba 800.000. El tope de Podemos está por ver, pero yo creo que el tope de Pablo Iglesias es éste.
Si Podemos se presentara con un candidato más empático, como Ada Colau, Mónica Oltra o Alberto Garzón, estaría con posibilidades de ganar las elecciones, pero con Pablo Iglesias no las va a ganar nunca.
¿Qué escenario político vislumbra para las próximas semanas? ¿Cree que pueden repetirse de nuevo los comicios?
Eso sería un fracaso absoluto. Entre los muchos fallos culturales que tiene España está la falta de cultura de pacto. Veo muy difícil que las principales formaciones políticas puedan generar un espacio de diálogo.
El PP dice que como ha ganado las elecciones tiene el derecho a gobernar, pero una democracia parlamentaria funciona con mayorías parlamentarias, y para conseguir esas mayorías hay que ceder. Nadie te va a dar el voto porque tú hayas ganado las elecciones, por lo tanto tendrás que ofrecer algo para que voten a favor o se abstengan. Y todo este proceso tiene que ser transparente.
Rajoy es mucho menos tonto de lo que la gente dice. Como cuenta Antón Losada en su libro Código Mariano, que tú pienses que es tonto a él no le preocupa porque le da una ventaja. Otra cosa es que Rajoy sea muy torpe en la comunicación, pero eso no le convierte en un imbécil, como ha demostrado.
Hace ya siete meses que publicó su último libro, Todos náufragos, donde se desnuda emocionalmente al hablar de su familia, sobre todo de su padre. ¿Se siente liberado de algún modo, en paz espiritual consigo mismo?
Sobre todo me siento liberado. Yo he mantenido una guerra permanente con mi padre durante toda mi vida. Él murió en 1983 y yo he seguido esa guerra contra él y contra todo lo que representaba: la autoridad desmedida y todas esas cosas. Esa guerra ha terminado y la paz es más complicada. Yo he explicado en el libro que mi bisabuelo fue un brillante republicano, que escribía sainetes y zarzuelas, y que participaba activamente en el Ateneo. He hablado de su hijo, que era algo menos brillante, pero también de izquierdas y republicano. Y me he preguntado por qué sus tres hijos fueron falangistas y formaron parte de la División Azul.
He mantenido una guerra permanente con mi padre durante toda mi vida
Yo soy de una generación averiada que se enfrenta a lo que representa su padre. Este libro habla en realidad de lo que necesita este país, una segunda Transición en la que es fundamental ser mucho menos dogmático. Todos náufragos me ha permitido entender que algunos republicanos no merecen estar en el bando de los buenos y algunos franquistas no merecen estar en el bando de los malos.
¿Cómo ha sido su transición al mundo digital después de llevar trabajando 20 años en El País?
Yo siempre he tenido muy claro, respecto a las nuevas tecnologías, que, o estabas a la última o te convertías en un analfabeto en poco tiempo. En El País mi primera experiencia fue cuando me ofrecieron hacer un blog sobre información internacional y así nació Aguas Internacionales, un espacio personal en el que me permitía bromas e ironías, e incluso utilizaba enlaces muy originales a fragmentos de películas. Por ejemplo, cuando mataron a Bin Laden, incluí un enlace a una escena de la película Sin Perdón, cuando Clint Eastwood entra en el salón y empieza a disparar contra los allí presentes. Ese día el blog recibió 80.000 visitas. Por aquel entonces yo tenía más seguidores en Twitter que algunos subdirectores del periódico. Eso que nos dijeron entonces de que no teníamos perfil digital era una fórmula ideada por los abogados para defender el ERE.
¿Es ahora más feliz trabajando que cuando estaba en El País? ¿Se encuentra más relajado?
Mis veinte años en El País han sido fantásticos, con momentos mejores y peores, y con jefes mejores y peores. La oportunidad de viajar a un montón de sitios, aunque fuera en guerras, me ha mejorado como persona, ha mejorado mi escritura y mi forma de mirar y de entender. Estas nuevas circunstancias profesionales me permiten una mayor libertad de horarios, me organizo mucho mejor y tengo la posibilidad de irme a cualquier sitio cinco o seis días, porque con mi ordenador yo puedo seguir trabajando. No tengo tampoco la presión del cierre. Además, el despido de El País me ha dado credibilidad. Es como si me hubiera convertido en un poeta maldito, pero con credibilidad.
¿Tiene Internet capacidad para absorber a tantos y tan buenos profesionales que han perdido sus empleos en los últimos años?
No, la prueba es la situación que tenemos. Yo soy un privilegiado. Sé que mi caso no es lo normal. Conozco a compañeros muy buenos que no tienen ningún sitio donde trabajar. Cuando pierdes tu trabajo el problema es la pérdida de confianza en ti mismo, la pérdida de autoestima. Esa sensación de que has perdido valor hay que combatirla.
Al periodismo no le va a matar ni Internet ni las nuevas tecnologías
Siempre ha dicho que el periodista tiene que tocar las narices al poder. ¿Qué periodistas y qué medios tocan hoy las narices al poder?
Desgraciadamente para el periodismo, los pocos que lo hacen están en Internet: el diario.es, infoLibre, La Marea, Público… Probablemente seré injusto, pero creo que no hay muchos más.
En este contexto de precariedad laboral, ¿hacia dónde cree que camina el periodismo en España?
Tenemos un futuro brillante, no sé si cobraremos mucho o no. La muerte del periodismo ha sido anunciada muchas veces. Al periodismo no le va a matar ni Internet ni las nuevas tecnologías. Al periodismo, en todo caso, le pueden matar los periodistas si dejan de hacer bien su trabajo, si hacen un periodismo de obediencia, de corta y pega.
Muy pocos periodistas como él han salido airosos de un despido laboral que le obligó a hacer una transición digital para buscar nuevos caminos profesionales. Ramón Lobo (Lagunillas, Venezuela, 1955) trabajó durante veinte años en El País como corresponsal de guerra y enviado especial a zonas...
Autor >
Manuel Tapia Zamorano
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