La cara B de la música en Barcelona
Colau saca de la clandestinidad a decenas de locales culturales que ofrecen actuaciones en directo. Lo hace a través de una circular, que también afecta a las asociaciones. Algunas han cerrado sus puertas tras años de trabajo
Clara Gil Barcelona , 6/07/2016
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Barcelona ha conseguido situarse, año tras año, como una de las principales ciudades de Europa para albergar macrofestivales de música. Tan solo en esta edición, el Primavera Sound atrajo el pasado mes de junio a más de 200.000 personas. Apenas un mes después, el Sónar consiguió congregar a más de 120.000. Sin embargo, la ciudad catalana lleva ofreciendo desde hace años una alternativa a los grandes festivales, destinada a un público local, accesible a todos los bolsillos y con el objetivo de potenciar a los músicos emergentes. Este tejido cultural se ha ido labrando poco a poco, desde iniciativas y asociaciones culturales distribuidas en los barrios de Gràcia, el Raval y Poble Sec.
De lunes a domingo, la música en directo, los recitales de poesía y las jam session copan los programas de decenas de locales y asociaciones culturales dispuestos a convertir la cultura en un término tangible, social y accesible a los vecinos de la ciudad. Los bares con música en directo Heliogàl, El Arco de la Virgen, Robadors 23, Freedonia o Gipsy Lou son tan solo un pequeño aperitivo de la extensa actividad que ofrece Barcelona, una actividad que hasta el pasado mes de abril debía hacer frente a frecuentes precintos, cierres temporales de los locales y elevadas multas por parte del Ayuntamiento.
El motivo: una normativa “desproporcionada”, según la califican asociaciones culturales, músicos e incluso fuentes municipales. Recogida dentro de la Ley de Espectáculos, la ordenanza obligaba a los pequeños locales, de apenas 40 metros cuadrados, a cumplir las mismas condiciones acústicas que clubes nocturnos, con permiso de discoteca, como la sala Apolo o Razzmatazz. Dos modelos culturales completamente distintos que deben acogerse a una estricta normativa.
En abril, el Gobierno de Ada Colau, junto a la comisionada de Cultura del Ayuntamiento de Barcelona, Berta Sureda, y con el apoyo del ICUB (Instituto de Cultural de Barcelona), consiguió acercar la normativa a la realidad de la ciudad catalana. El Ayuntamiento de Barcelona hacía llegar a los locales afectados una circular en la que se permitían las actuaciones de música en vivo no amplificada, es decir, que no incluyeran micrófono o instrumentos eléctricos, siempre que no fueran más allá de las once de la noche y que en las viviendas aledañas no se detectasen sonidos de más de 30 decibelios. El Ayuntamiento anunció también un aumento de las ayudas del ICUB, que este año pasarían de 170.000 a 400.000 euros, para contribuir a insonorizar los locales.
Hemos visto cómo ha venido la urbana en varias ocasiones a multar y a cerrar el local
Este “parche” —como algunas asociaciones han denominado a la modificación de la ley— ha permitido a locales como Robadors 23, Gipsy Lou o Freedonia retomar su actividad sin miedo a ser multados. Cualquiera que camine por el barrio del Raval podrá disfrutar de la música en vivo que ofrecen. De blues, rock, pop, folk hasta rap. En su interior, la entrada no supera los tres euros y el público es muy variado, pero leal. “Llevamos viniendo a Robadors 23 desde que abrió sus puertas. Hemos visto cómo ha venido la (guàrdia) urbana en varias ocasiones a multar y a cerrar el local. Estos bares no son solo una alternativa al negocio de la cultura, son un trampolín de oportunidades para músicos”, explica Roger, en la barra de Robadors 23, mientras un grupo de hip hop actúa al fondo.
En múltiples ocasiones han sido los propios vecinos quienes han salido en defensa de la música en directo en sus barrios, a través de la recogida de firmas o evitando el precinto de locales como el Arco de la Virgen. Este último es una asociación cultural con un largo trayecto a sus espaldas y que, después de ser un local referente de la música en vivo durante más de siete años, ha visto cerrar sus puertas.
Sergio Marcovich es uno de los integrantes más veteranos del Arco de la Virgen. “Hemos intentado retomar con la comunicación con el Ayuntamiento, pero no nos devuelven las llamadas. La modificación de la normativa es un pequeño avance, sí, pero un parche que deja a muchas asociaciones como la nuestra en el limbo de la legalidad”, explica Marcovich a las puertas de la asociación, hoy completamente cerradas. La ley ya no pide a los pequeños bares que cuenten con la licencia de una gran discoteca, pero sí pide a las asociaciones, que antes se encontraban en el limbo de la legalidad, que ejerzan como bares. Entre otras medidas, deberían colocar un agente de seguridad en la entrada del local.
Tendríamos que modificar el local e insonorizarlo, una enorme inversión de tiempo y dinero que no nos podemos permitir
“Nos están pidiendo que consigamos una licencia de bar y nosotros no somos un bar, somos una asociación cultural. Además tendríamos que modificar el local e insonorizarlo. Hablamos de una enorme inversión de tiempo y dinero que una asociación como esta no puede permitirse”, relata Marcovich mientras decenas de vecinos paran a saludarlo y preguntan cuándo volverá a abrir sus puertas. Un caso similar sucede en el barrio de Gràcia, donde el Heliogàbal, uno de los bares más prolíficos de la música en directo de la ciudad, ha visto precintar su local por multas a las que no podía hacer frente. “Las visitas de la Guàrdia Urbana eran continuas, ya no aguantaban más así que tuvieron que cesar su actividad hasta septiembre”, explica Anna, una asídua de Heliogàbal y el Arco de la Virgen.
Frente al Arco de la Virgen hay una pequeña galería de arte con permiso de bar. Desde sus puertas puede escucharse música en directo. Es un grupo de post-punk, cuyo estilo se asemeja al de Emir Kusturica and The no Smoking Orchestra. “Ahora todos los músicos que venían a tocar aquí, a la Virgen, se van a la galería de arte. Por lo menos, la música sigue”, lamenta Marcovich.
Barcelona ha conseguido situarse, año tras año, como una de las principales ciudades de Europa para albergar macrofestivales de música. Tan solo en esta edición, el Primavera Sound atrajo el pasado mes de junio a más de 200.000 personas. Apenas un mes después, el Sónar consiguió congregar a más de...
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