1. Número 1 · Enero 2015

  2. Número 2 · Enero 2015

  3. Número 3 · Enero 2015

  4. Número 4 · Febrero 2015

  5. Número 5 · Febrero 2015

  6. Número 6 · Febrero 2015

  7. Número 7 · Febrero 2015

  8. Número 8 · Marzo 2015

  9. Número 9 · Marzo 2015

  10. Número 10 · Marzo 2015

  11. Número 11 · Marzo 2015

  12. Número 12 · Abril 2015

  13. Número 13 · Abril 2015

  14. Número 14 · Abril 2015

  15. Número 15 · Abril 2015

  16. Número 16 · Mayo 2015

  17. Número 17 · Mayo 2015

  18. Número 18 · Mayo 2015

  19. Número 19 · Mayo 2015

  20. Número 20 · Junio 2015

  21. Número 21 · Junio 2015

  22. Número 22 · Junio 2015

  23. Número 23 · Junio 2015

  24. Número 24 · Julio 2015

  25. Número 25 · Julio 2015

  26. Número 26 · Julio 2015

  27. Número 27 · Julio 2015

  28. Número 28 · Septiembre 2015

  29. Número 29 · Septiembre 2015

  30. Número 30 · Septiembre 2015

  31. Número 31 · Septiembre 2015

  32. Número 32 · Septiembre 2015

  33. Número 33 · Octubre 2015

  34. Número 34 · Octubre 2015

  35. Número 35 · Octubre 2015

  36. Número 36 · Octubre 2015

  37. Número 37 · Noviembre 2015

  38. Número 38 · Noviembre 2015

  39. Número 39 · Noviembre 2015

  40. Número 40 · Noviembre 2015

  41. Número 41 · Diciembre 2015

  42. Número 42 · Diciembre 2015

  43. Número 43 · Diciembre 2015

  44. Número 44 · Diciembre 2015

  45. Número 45 · Diciembre 2015

  46. Número 46 · Enero 2016

  47. Número 47 · Enero 2016

  48. Número 48 · Enero 2016

  49. Número 49 · Enero 2016

  50. Número 50 · Febrero 2016

  51. Número 51 · Febrero 2016

  52. Número 52 · Febrero 2016

  53. Número 53 · Febrero 2016

  54. Número 54 · Marzo 2016

  55. Número 55 · Marzo 2016

  56. Número 56 · Marzo 2016

  57. Número 57 · Marzo 2016

  58. Número 58 · Marzo 2016

  59. Número 59 · Abril 2016

  60. Número 60 · Abril 2016

  61. Número 61 · Abril 2016

  62. Número 62 · Abril 2016

  63. Número 63 · Mayo 2016

  64. Número 64 · Mayo 2016

  65. Número 65 · Mayo 2016

  66. Número 66 · Mayo 2016

  67. Número 67 · Junio 2016

  68. Número 68 · Junio 2016

  69. Número 69 · Junio 2016

  70. Número 70 · Junio 2016

  71. Número 71 · Junio 2016

  72. Número 72 · Julio 2016

  73. Número 73 · Julio 2016

  74. Número 74 · Julio 2016

  75. Número 75 · Julio 2016

  76. Número 76 · Agosto 2016

  77. Número 77 · Agosto 2016

  78. Número 78 · Agosto 2016

  79. Número 79 · Agosto 2016

  80. Número 80 · Agosto 2016

  81. Número 81 · Septiembre 2016

  82. Número 82 · Septiembre 2016

  83. Número 83 · Septiembre 2016

  84. Número 84 · Septiembre 2016

  85. Número 85 · Octubre 2016

  86. Número 86 · Octubre 2016

  87. Número 87 · Octubre 2016

  88. Número 88 · Octubre 2016

  89. Número 89 · Noviembre 2016

  90. Número 90 · Noviembre 2016

  91. Número 91 · Noviembre 2016

  92. Número 92 · Noviembre 2016

  93. Número 93 · Noviembre 2016

  94. Número 94 · Diciembre 2016

  95. Número 95 · Diciembre 2016

  96. Número 96 · Diciembre 2016

  97. Número 97 · Diciembre 2016

  98. Número 98 · Enero 2017

  99. Número 99 · Enero 2017

  100. Número 100 · Enero 2017

  101. Número 101 · Enero 2017

  102. Número 102 · Febrero 2017

  103. Número 103 · Febrero 2017

  104. Número 104 · Febrero 2017

  105. Número 105 · Febrero 2017

  106. Número 106 · Marzo 2017

  107. Número 107 · Marzo 2017

  108. Número 108 · Marzo 2017

  109. Número 109 · Marzo 2017

  110. Número 110 · Marzo 2017

  111. Número 111 · Abril 2017

  112. Número 112 · Abril 2017

  113. Número 113 · Abril 2017

  114. Número 114 · Abril 2017

  115. Número 115 · Mayo 2017

  116. Número 116 · Mayo 2017

  117. Número 117 · Mayo 2017

  118. Número 118 · Mayo 2017

  119. Número 119 · Mayo 2017

  120. Número 120 · Junio 2017

  121. Número 121 · Junio 2017

  122. Número 122 · Junio 2017

  123. Número 123 · Junio 2017

  124. Número 124 · Julio 2017

  125. Número 125 · Julio 2017

  126. Número 126 · Julio 2017

  127. Número 127 · Julio 2017

  128. Número 128 · Agosto 2017

  129. Número 129 · Agosto 2017

  130. Número 130 · Agosto 2017

  131. Número 131 · Agosto 2017

  132. Número 132 · Agosto 2017

  133. Número 133 · Septiembre 2017

  134. Número 134 · Septiembre 2017

  135. Número 135 · Septiembre 2017

  136. Número 136 · Septiembre 2017

  137. Número 137 · Octubre 2017

  138. Número 138 · Octubre 2017

  139. Número 139 · Octubre 2017

  140. Número 140 · Octubre 2017

  141. Número 141 · Noviembre 2017

  142. Número 142 · Noviembre 2017

  143. Número 143 · Noviembre 2017

  144. Número 144 · Noviembre 2017

  145. Número 145 · Noviembre 2017

  146. Número 146 · Diciembre 2017

  147. Número 147 · Diciembre 2017

  148. Número 148 · Diciembre 2017

  149. Número 149 · Diciembre 2017

  150. Número 150 · Enero 2018

  151. Número 151 · Enero 2018

  152. Número 152 · Enero 2018

  153. Número 153 · Enero 2018

  154. Número 154 · Enero 2018

  155. Número 155 · Febrero 2018

  156. Número 156 · Febrero 2018

  157. Número 157 · Febrero 2018

  158. Número 158 · Febrero 2018

  159. Número 159 · Marzo 2018

  160. Número 160 · Marzo 2018

  161. Número 161 · Marzo 2018

  162. Número 162 · Marzo 2018

  163. Número 163 · Abril 2018

  164. Número 164 · Abril 2018

  165. Número 165 · Abril 2018

  166. Número 166 · Abril 2018

  167. Número 167 · Mayo 2018

  168. Número 168 · Mayo 2018

  169. Número 169 · Mayo 2018

  170. Número 170 · Mayo 2018

  171. Número 171 · Mayo 2018

  172. Número 172 · Junio 2018

  173. Número 173 · Junio 2018

  174. Número 174 · Junio 2018

  175. Número 175 · Junio 2018

  176. Número 176 · Julio 2018

  177. Número 177 · Julio 2018

  178. Número 178 · Julio 2018

  179. Número 179 · Julio 2018

  180. Número 180 · Agosto 2018

  181. Número 181 · Agosto 2018

  182. Número 182 · Agosto 2018

  183. Número 183 · Agosto 2018

  184. Número 184 · Agosto 2018

  185. Número 185 · Septiembre 2018

  186. Número 186 · Septiembre 2018

  187. Número 187 · Septiembre 2018

  188. Número 188 · Septiembre 2018

  189. Número 189 · Octubre 2018

  190. Número 190 · Octubre 2018

  191. Número 191 · Octubre 2018

  192. Número 192 · Octubre 2018

  193. Número 193 · Octubre 2018

  194. Número 194 · Noviembre 2018

  195. Número 195 · Noviembre 2018

  196. Número 196 · Noviembre 2018

  197. Número 197 · Noviembre 2018

  198. Número 198 · Diciembre 2018

  199. Número 199 · Diciembre 2018

  200. Número 200 · Diciembre 2018

  201. Número 201 · Diciembre 2018

  202. Número 202 · Enero 2019

  203. Número 203 · Enero 2019

  204. Número 204 · Enero 2019

  205. Número 205 · Enero 2019

  206. Número 206 · Enero 2019

  207. Número 207 · Febrero 2019

  208. Número 208 · Febrero 2019

  209. Número 209 · Febrero 2019

  210. Número 210 · Febrero 2019

  211. Número 211 · Marzo 2019

  212. Número 212 · Marzo 2019

  213. Número 213 · Marzo 2019

  214. Número 214 · Marzo 2019

  215. Número 215 · Abril 2019

  216. Número 216 · Abril 2019

  217. Número 217 · Abril 2019

  218. Número 218 · Abril 2019

  219. Número 219 · Mayo 2019

  220. Número 220 · Mayo 2019

  221. Número 221 · Mayo 2019

  222. Número 222 · Mayo 2019

  223. Número 223 · Mayo 2019

  224. Número 224 · Junio 2019

  225. Número 225 · Junio 2019

  226. Número 226 · Junio 2019

  227. Número 227 · Junio 2019

  228. Número 228 · Julio 2019

  229. Número 229 · Julio 2019

  230. Número 230 · Julio 2019

  231. Número 231 · Julio 2019

  232. Número 232 · Julio 2019

  233. Número 233 · Agosto 2019

  234. Número 234 · Agosto 2019

  235. Número 235 · Agosto 2019

  236. Número 236 · Agosto 2019

  237. Número 237 · Septiembre 2019

  238. Número 238 · Septiembre 2019

  239. Número 239 · Septiembre 2019

  240. Número 240 · Septiembre 2019

  241. Número 241 · Octubre 2019

  242. Número 242 · Octubre 2019

  243. Número 243 · Octubre 2019

  244. Número 244 · Octubre 2019

  245. Número 245 · Octubre 2019

  246. Número 246 · Noviembre 2019

  247. Número 247 · Noviembre 2019

  248. Número 248 · Noviembre 2019

  249. Número 249 · Noviembre 2019

  250. Número 250 · Diciembre 2019

  251. Número 251 · Diciembre 2019

  252. Número 252 · Diciembre 2019

  253. Número 253 · Diciembre 2019

  254. Número 254 · Enero 2020

  255. Número 255 · Enero 2020

  256. Número 256 · Enero 2020

  257. Número 257 · Febrero 2020

  258. Número 258 · Marzo 2020

  259. Número 259 · Abril 2020

  260. Número 260 · Mayo 2020

  261. Número 261 · Junio 2020

  262. Número 262 · Julio 2020

  263. Número 263 · Agosto 2020

  264. Número 264 · Septiembre 2020

  265. Número 265 · Octubre 2020

  266. Número 266 · Noviembre 2020

  267. Número 267 · Diciembre 2020

  268. Número 268 · Enero 2021

  269. Número 269 · Febrero 2021

  270. Número 270 · Marzo 2021

  271. Número 271 · Abril 2021

  272. Número 272 · Mayo 2021

  273. Número 273 · Junio 2021

  274. Número 274 · Julio 2021

  275. Número 275 · Agosto 2021

  276. Número 276 · Septiembre 2021

  277. Número 277 · Octubre 2021

  278. Número 278 · Noviembre 2021

  279. Número 279 · Diciembre 2021

  280. Número 280 · Enero 2022

  281. Número 281 · Febrero 2022

  282. Número 282 · Marzo 2022

  283. Número 283 · Abril 2022

  284. Número 284 · Mayo 2022

  285. Número 285 · Junio 2022

  286. Número 286 · Julio 2022

  287. Número 287 · Agosto 2022

  288. Número 288 · Septiembre 2022

  289. Número 289 · Octubre 2022

  290. Número 290 · Noviembre 2022

  291. Número 291 · Diciembre 2022

  292. Número 292 · Enero 2023

  293. Número 293 · Febrero 2023

  294. Número 294 · Marzo 2023

  295. Número 295 · Abril 2023

  296. Número 296 · Mayo 2023

  297. Número 297 · Junio 2023

  298. Número 298 · Julio 2023

  299. Número 299 · Agosto 2023

  300. Número 300 · Septiembre 2023

  301. Número 301 · Octubre 2023

  302. Número 302 · Noviembre 2023

  303. Número 303 · Diciembre 2023

  304. Número 304 · Enero 2024

  305. Número 305 · Febrero 2024

  306. Número 306 · Marzo 2024

  307. Número 307 · Abril 2024

CTXT necesita 15.000 socias/os para seguir creciendo. Suscríbete a CTXT

Land of Lincoln

Tres actos hacia un noviembre imprevisible

Si quieren hacerse una idea de los Estados Unidos pintados por Donald Trump, siéntense frente al televisor, pongan un capítulo cualquiera de ‘The Walking Dead’ y aten cabos

Diego E. Barros 30/07/2016

Malagón

En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí

Primer acto:

Los americanos tienen un dicho: si parece un pato, nada como un pato y canta como un pato, entonces es…

No creo que el ya oficialmente coronado candidato del Partido Republicano a la presidencia de EEUU sea un fascista. Sí que lo que se vio durante la Convención Nacional Republicana se pareció bastante a una enfurecida bandada de patos volando hacia un futuro más que preocupante. 

Todo estaba pensado para ofrecer en Cleveland, Ohio, una pretendida imagen de unidad aunque para ello hubiera que sofocar la pequeña rebelión de los antitrump el primer día, y los daños causados por el discurso del senador Ted Cruz llamando a “votar en conciencia” sin nombrar al candidato. Fueron los momentos de mayor tensión en un recinto entregado de forma cuasi religiosa a un candidato, Donald Trump, que llegando desde fuera del partido ha conseguido hacerse con las riendas del mismo por la vía rápida, ante la sorpresa de todos y la desesperación de unos pocos. 

Porque ya no es el Partido Republicano, el Grand Old Party guardián de las esencias de Estados Unidos, el partido de Abraham Lincoln y Ronald Reagan. Si algo ha conseguido el showmanreconvertido en salvapatrias demagogo (esto es casi una redundancia) es fagocitar al GOP hasta convertirlo en el Partido de Trump. 

Y es el Partido de Trump no solo porque la convención resultó anárquica desde el punto de vista organizativo (solo así se explican la pifia del discurso plagiado de Melania Trump o que el del senador Cruz pasara el corte), sino porque el candidato se ha saltado todas las líneas que hasta ahora constituían la agenda tradicional republicana como el rechazo a reformar el (pírrico) sistema de protección social cambiándola por trazas de proteccionismo económico, retórica antiglobalizadora (en ciertos momentos con tintes anticapitalistas), críticas a la Guerra de Irak (ha llegado incluso a piropear a Sadam Husein diciendo que “al menos era bueno matando terroristas”, afirmación que directamente es una estupidez), cuestionamiento de la política de alianzas y del compromiso de EEUU con la OTAN y, finalmente, aislacionismo disfrazado de “americanismo”. 

Es principalmente este último punto, concentrado en el lema America First (América Primero) el que nos retrotrae a los oscuros años treinta del pasado siglo cuando Charles Lindbergh, héroe nacional y temprano simpatizante nazi, hizo bandera de la política de la no intervención de EEUU en la Segunda Guerra Mundial llegando a coquetear con la presidencia frente a Franklin D. Roosevelt. Eso fue hasta que llegó Pearl Harbor y puso las cosas en su sitio, dejando lo que podría haber sido para la mente de Philip Roth y su ucrónica La conjura contra América (2004). 

El magnate se paseó por la convención como un pato, nadó como un pato y finalmente, el jueves, pronunció un discurso más propio de un neofascista que de un aspirante a presidir la primera democracia del planeta que fue calificado por la prensa estadounidense como “oscuro” aunque  las palabras de Trump volvieron a tirar de su conocida retórica: 

  1. Hillary Clinton, a la que hay que meter en la cárcel (“Lock her up!” se convirtió en el lema de la convención).
  2. Inmigrantes; malos no, lo siguiente.
  3. Ley y Orden (AKA Vamos a morir todos, si yo no lo remedio)
  4. Yo, Yo, Yo, Yo, y solo yo puedo arreglar el país.

No ayudó la puesta en escena y el histrionismo del candidato al que solo le faltó una cohorte de fornidos paramilitares en camisas pardas para flanquearlo. 

En palabras de David Brooks, columnista conservador de The New York Times, Donald Trump salió de Cleveland convertido en un Caballero Oscuro que nada se parece a Batman, aunque la América dibujada por el multimillonario bien podría ser Gotham en sus horas más bajas. 

Si quieren hacerse una idea del Estados Unidos pintado por Donald Trump siéntese frente al televisor, pongan un capítulo cualquiera de The Walking Dead y aten cabos: 

Hillary es, por orden de aparición: The Governor y, ahora, Negan. En este mundo postapocalíptico, los buenos americanos bastante tienen con escapar de las hordas de inmigrantes-zombis que han arrasado con todo y se quieren comer a nuestros hijos. 

Dejemos a un lado el rol de Hillary Clinton exonerada del asunto de los e-mails por el FBI (¿traidor?) y culpada por la muerte de cuatro estadounidenses, entre ellos el embajador Christopher Stevens, en el ataque al consulado estadounidense de Bengasi el 11 de septiembre de 2012 pese a que el informe del Congreso no halló responsabilidad alguna en la actuación de la entonces secretaria de Estado Clinton. Pero si algo odia un republicano es a Hillary por lo que toda munición es buena. Aun así imaginen que los demócratas hubieran tratado de la misma forma a Ronald Reagan tras, por ejemplo, el atentado contra la Embajada en Beirut el 18 de abril de 1983 en el que murieron 63 personas entre estadounidenses y personal local.

Para desmentir el argumento-The Walking Deadestán los números.

Está la ley y el orden, el caos en el que, a ojos del candidato, está sumido un país. Esto es simplemente mentira o, como mínimo, muy cuestionable. En cualquier caso, ahí va un resumen: el índice de criminalidad está en su nivel más bajo de los últimos 25 años. Es cierto que los asesinatos han crecido en algunas grandes ciudades (vivo en Chicago, conocida como Chiraq) pero, en general, el país es mucho más seguro que hace una década, como prueba el hecho de que en ciudades como NY o Washington, el número de tiroteos se encuentra en mínimos históricos (repito, no es el caso de Chicago pero tampoco es cierto que esto haya crecido especialmente durante el mandato de Barack Obama). 

Si durante la campaña Trump se tiró en manos del populismo más reaccionario, en su discurso ante la convención republicana siguió al pie de la letra el manual del fascismo: repita una mentira una y otra vez hasta que parezca verdad. 

El pato insiste en esa relación enfermiza entre los zombis (esa legión de inmigrantes indocumentados) y el crimen. Sobre el escenario de Cleveland sacó a familiares de víctimas de asesinatos cometidos por indocumentados para probar esta supuesta amenaza. Da igual que los datos lo desmientan. Esos que señalan que los inmigrantes cometen precisamente menos crímenes que los nacionales. Esos que señalan que entre 2010 y 2014 solo 121 personas puestas en libertad por las autoridades de inmigración cometieron un asesinato. 

El miedo es hermano gemelo de la paranoia. Y esta tampoco faltó a la cita de Trump con la historia. Una paranoia rehogada con las últimas muertes de policías en acto de servicio. La urgencia de señalar un culpable (Black Lives Matter y, por extensión el presidente Barack Obama) y acentuar una división racial que existe en el país y que algunos pretenden colocar en un binomio de ellos, los salvajes, contra nosotros, los civilizados: el sueño húmedo de cualquier supremacista blanco. 

El asesinato ―“a sangre fría” y “sin justificación alguna” en palabras del propio presidente― de agentes de policía en Batton Rouge y Dallas fue la guinda que faltaba en este macabro pastel preelectoral. Una vez más, da igual que se trate de una guinda si no falsa (la policía es también víctima de un problema mucho más amplio) sí sacada del contexto que dan las frías estadísticas. Las que indican que las muertes de agentes hayan descendido un 24% en los últimos diez años y se encuentren lejos de las registradas en los convulsos años setenta y ochenta y estables en torno al medio centenar de oficiales asesinados al año en un país con 320 millones de habitantes y casi las mismas armas de fuego. 

Segundo acto:

Pese al escenario apocalíptico que quieren pintar los republicanos, las preocupaciones del país son económicas y sociales. Y eso que la tasa de desempleo se encuentra también en mínimos históricos. Como en otras latitudes, el gran desafío sigue siendo la creciente desigualdad, que finalmente ha acabado por hacerse un hueco en la agenda demócrata que parece haberse dado cuenta de que es la economía.  

Puede que sí, pero cuidado; porque he ahí la gran victoria de Trump ―en la que, desde una perspectiva completamente opuesta, coincide con el demócrata Bernie Sanders. Por muy contradictorio que parezca, el magnate ha conseguido conectar con un segmento de población que ha sido el gran olvidado de las políticas bipartidistas llevadas a cabo en las últimas décadas en el plano económico: la clase blanca trabajadora, lo que en EEUU se conoce como los blue collar, obreros de las grandes factorías y cadenas de montaje que gracias en buena parte a la globalización han visto cómo sus trabajos, duros pero bien remunerados, se han ido al traste; y con ellos sus vidas. Gente del Medio Oeste, el denominado Rust Belt (cinturón del óxido), y el Sureste del país, fornidos mineros de la zona de los Apalaches, carentes de estudios pero sobrados de orgullo. Blancos, obreros y de bajo nivel cultural.

Este es un aspecto clave en el desplazamiento del voto y que no parece estar ceñido a EEUU. Solo así se explica el advenimiento de partidos denominados de ultraderecha en zonas obreras, caladero tradicional de los partidos de centro izquierda, mientras que los ciudadanos con mayor nivel de estudios (generalmente ligados a un mejor nivel socioeconómico) se decantan hacia posiciones más progresistas. 

Me lo comentaba hace unos días un amigo de Michigan, corazón de la otrora todopoderosa industria de la automoción. 

―La gran mentira de Trump es la que encierra la frase “I will bring the jobs back” (traeré de nuevo los puestos de trabajo). Y es mentira porque esos trabajos, la globalización, el libre mercado, se los ha llevado para siempre, sin que los partidos políticos tradicionales hayan sabido dar una alternativa a esta realidad más allá del propagandístico “mayor formación e inversión en conocimiento”. El problema es que el de Trump es un discurso muy jugoso para el extrabajador de una planta de Troy, Flint o Pontiac.

Un dato: por si no lo han adivinado, los vencedores de las primarias de Michigan fueron Sanders y Trump. 

Cualquiera en el lugar de los trabajadores que han perdido sus empleos en las grandes factorías confiaría en los cantos de sirena porque, aun siendo consciente de lo que son, al menos Trump (y en su momento el propio Sanders) es el primero que ha dicho en alto lo que piensa. Más allá de ofrecer una alternativa (Trump sigue sin desvelar al mundo cómo piensa llevar a cabo todas sus promesas) lo que hace el magnate es señalar a los culpables: Wall Street y los burócratas de Washington, por un lado; y nuevamente la inmigración, que en su concepción del mundo ha contribuido a la bajada de salarios de los trabajadores nacionales. 

He ahí la trampa: Trump siempre carga contra los inmigrantes y jamás contra un sistema que opta por el trabajo ilegal o fomenta que los puestos de trabajo se vayan hacia lugares con salarios mucho menores que los que se habrían de pagar en suelo estadounidense. 

Trump aquí sí sigue el credo republicano y prefiere no hablar cuando no negarse abiertamente a la subida del salario mínimo. De la misma manera no ha dicho nunca una sola palabra en favor de la igualdad de salarios entre hombres y mujeres o ayudas a la maternidad, lo que constituyó una parte central del discurso de su hija Ivanka, encargada de presentarlo el pasado jueves. 

Pero no se confundan. Puede que el discurso de Trump sea racista y tenga ecos de fascismo. Pero eso no significa que buena parte de su potencial masa de votantes lo sea. Y esto es también responsabilidad de los políticos tradicionales, independientemente del partido.   

Tercer Acto: 

Mientras el Partido Demócrata celebra esta semana su convención nacional en Filadelfia, en la que intentará cerrar unas heridas que no son tan graves como aparentan (el 90% de los seguidores de Sanders votarán por Clinton, según el Pew Research Center), Trump saca ventaja a la ex secretaria de Estado en las proyecciones de voto.  

Es cierto que todavía es pronto. Mucho. Tradicionalmente, todos los candidatos mejoran en los sondeos tras sus respectivas conferencias. Nadie se debe tomar en serio las encuestas al menos hasta septiembre. Pero ello no implica que haya señales de alarma habida cuenta de que las elecciones estadounidenses se juegan en una doble variable: los votos de los ciudadanos (voto popular) y el llamado voto electoral (538 electores estatales que, a la postre, acaban por decidir elecciones como la que llevó a George W. Bush a la presidencia en el año 2000 frente a Al Gore y que acabaría adjudicando el Tribunal Supremo).  

El principal problema de Trump, y por extensión del Partido Republicano, es que ha decidido fiarlo todo a una carta que (a priori) parece equivocada: el menguante voto blanco. Su constante ataque a las minorías del país parece un suicidio en la medida en que entre un 25 y un 30% del electorado estadounidense pertenece a una minoría. De momento, Trump ya ha conseguido algo histórico: es el primer candidato a la Casa Blanca en cosechar un 0% (sí, cero) de apoyos entre los afroamericanos, según sendos sondeos realizados en Pensilvania y Ohio. 

Por último, está la conspiración: esa que habla de Trump como una suerte de Manchurian candidate a sueldo de Moscú. Es cierto que el magnate no ha escatimado elogios hacia el presidente ruso Vladímir Putin. También que existen vínculos evidentes este y el multimillonario y su propio círculo, comenzando por su siniestro jefe de campaña Paul Manafort, que no desentonaría en un capítulo de Los Soprano. Por si fuera poco, la puntilla la puso el lunes The New York Times al asegurar que detrás del ataque informático sufrido por el Partido Demócrata y que sacó a la luz unos 20.000 e-mails internos que evidenciaban cierto favoritismo del aparato hacia la candidatura de Hillary, hay, nada más y nada menos, que hackers rusos

Lo que nadie podrá negar es que de aquí a noviembre nos esperan emociones fuertes. 

Primer acto:

Los americanos tienen un dicho: si parece un pato, nada como un pato y canta como un pato, entonces es…

No creo que el ya oficialmente coronado candidato del Partido Republicano a la presidencia de EEUU sea un fascista. Sí que...

Este artículo es exclusivo para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí

Autor >

Diego E. Barros

Estudió Periodismo y Filología Hispánica. En su currículum pone que tiene un doctorado en Literatura Comparada. Es profesor de Literatura Comparada en Saint Xavier University, Chicago.

Suscríbete a CTXT

Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias

Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí

Artículos relacionados >

Deja un comentario


Los comentarios solo están habilitados para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí