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A Brasil, la delegación española acude con el objetivo de superar los 17 metales --tres de ellos, oro-- conseguidos en Londres. Sus estimaciones hablan de que no solo es posible, sino probable, conseguir más. Estas no atienden, sin embargo, a que cuatro años después, el núcleo exitoso sigue siendo el mismo, más envejecido, o que por el camino hayan caído buenas bazas --el balonmano, no clasificado, por ejemplo, o el triatleta Gómez Noya, lesionado justo antes de la cita olímpica--. No abundan los deportistas que en los últimos años se hayan postulado como opciones serias de podio. Rayderley Miguel Zapata Santana (Santo Domingo, República Dominicana, 1993) es una de ellas.
Desde hace poco más de un año el gimnasta es una de las pocas notas saludables que el deporte español ha ofrecido en el ciclo olímpico que acaba este verano en Río de Janeiro. Su oro en junio de 2015 en los Juegos Europeos de Bakú primero, y su bronce en los Mundiales de Glasgow unos pocos meses después, le catapultaron directamente a los puestos de salida en la carrera por una medalla olímpica en gimnasia, disciplina en la que España no conoce metal después de la retirada de Gervasio Deferr (dos oros y una plata en tres Juegos).
Sabe que está ante su primer gran reto y que este le llega, quizá, demasiado pronto. Que aún no ha conseguido domar por completo sus arrancadas, explosivas, violentas incluso, que le impulsan por el tapiz. Que aún le queda para asegurar las clavadas que distinguen en una final a los campeones. Y que su margen de mejora es inmenso.
Cuando atendió la llamada de CTXT, a primera hora de uno de los días previos antes de viajar a Brasil, Zapata estaba, según sus palabras “dejándose el lomo”. Y fallando. “Antes de una competición previa fallo un montón. Luego no sé qué hay en mi cabeza que a la hora de competir, en competiciones importantes, suele salir bien”. No importa todo lo que falle antes o lo que le quede por llegar al gimnasta que puede ser. En Río tendrá que clasificar entre los ocho primeros y allí, en la final olímpica, serán esas clavadas las únicas que importen.
Imagino que desde que empezó a tomarse en serio la gimnasta tendría fijado Río de Janeiro en su cabeza. ¿Cuándo se dio cuenta de que no solo podía llegar a los Juegos, sino que además podría tener una opción muy seria de ser medallista olímpico?
En Glasgow. Mi objetivo principal allí era clasificar al equipo para los Juegos porque estábamos luchando por ello y conseguimos el pase para el preolímpico. Pero bueno, entré en la final de suelo y conseguí el tercer puesto. Luego ya fuimos al preolímpico y aunque el equipo no clasificó, pensé 'estoy clasificado ya, soy tercero del mundo'. Y en las previsiones de medalla estoy en tercer lugar. Te das cuenta realmente de que no solo iba a ir a unos Juegos, sino que tenía opciones de estar en el podio. Aun así, la gimnasia es impredecible y hay que llegar allí y hacerlo. Entrar en la final y una vez allí, luchar la medalla. Todo el mundo puede fallar.
Hasta su medalla solo tres gimnastas españoles hubieran conseguido subirse al podio en un Mundial. ¿Le hace sentirse un referente de la gimnasia nacional? ¿Siente una presión especial por ello?
Está claro, sí. Me siento especial por lo que dices, solo tres españoles habían conseguido medalla. Y sí, me siento un referente para los más pequeños. Eso te hace motivarte para haber llegado hasta donde han llegado los demás.
El anterior medallista era, precisamente, Gervasio Deferr, que le llevó a entrenar con él a Sant Cugat. ¿Se siente incómodo cuando le comparan con él?
No, realmente no. Es un privilegio que te comparen con un triple medallista olímpico. No a todo el mundo le comparan con un triple medallista olímpico. Ahora tengo el encargo de sustituirle y eso es muy difícil porque Gervi era una estrella. Tenía un don, un don especial para hacer gimnasia. Siempre que salía arrasaba con todo. Ojalá consiga al menos la mitad de lo que he conseguido él.
Precisamente, los ejercicios en los que destaca son los mismos en los que él logró sus éxitos: el salto y el suelo. Al aficionado que este verano le vea por televisión inevitablemente le vendrá a la cabeza el recuerdo de Deferr. ¿Qué diferencias va a encontrarse?
Bueno, yo, al igual que Gervi, tengo una serie que era la última que hacía: el doble mortal en plancha y quedar de lado. Pero claro, Gervi siempre, siempre clavaba el doble en plancha. Yo no logro clavarlo siempre, ni soy tan constante como él a la hora de clavar. No solo en los ensayos, sino en todo un ejercicio Gervasio clavaba todo. No daba ni un paso, no dejaba escapar ni una décima. A mí sí se me escapan bastantes décimas y no soy tan correcto como él, pero intento trabajar bastante para tener un poco más de dificultad y solventarlo a base de luchar, de arriesgar.
¿Se ve en unos años clavándolo como él?
Ojalá. Él intentó ayudarme a controlar mi ejercicio, sobre todo a clavar, porque yo era como una canica, que cuando la tiras, rebota, rebota y rebota... Ahora más o menos ya voy controlando a la hora de clavar, pero aún no tengo el control que tenía Gervi.
¿Cuáles son las claves de su ejercicio? ¿Dónde se va a jugar las posibilidades de medalla?
La clave está en las dos primeras series, que son las más complicadas. Un mínimo gesto me puede tirar al suelo y una vez me caiga no puedo luchar por la medalla. Son las más importantes de todas. En el resto del ejercicio hay que prestar mucha atención. Intentar no salirse de la pista y limpiar lo máximo para ganar las máximas décimas a la hora de ejecutarlo. Son fáciles pero hay que prestar atención para no liarla. Y una vez que haga la última serie, que es doble en plancha, si clavo el doble en plancha... Le da un punto extra al ejercicio, un punto de calidad.
¿Cree que si clava todos los movimientos, los hace perfectos, conseguiría el oro o por el nivel de los competidores hay que esperar al fallo de los rivales?
Si clavo todas las series, lo más seguro es que sea medalla. Habría que esperar porque hay más gimnastas y hay muchísimo nivel. Pero bueno, si yo hago todo limpio y consigo todas las series clavadas creo que el oro me lo traería yo. Porque lo que cuenta en la gimnasia es clavar y si no clavas, por mucha dificultad que tengas, lo más vistoso, lo más limpio... es clavar. Yo creo que el oro sería mío.
Viendo sus ejercicios se oyen muchos gritos de ánimo de sus compañeros y amigos. ¿Llega a escucharlos o está tan concentrado que está completamente abstraído y no los escucha?
Hay un punto al empezar en el que no escuchas nada. No se escucha nada. Ya puede estar todo el pabellón viniéndose abajo y gritando como loco, que la única persona que se escucha es el entrenador. Creo que es un nivel de concentración que acabas en el cual te evades de todo y solo escuchas lo que tienes que escuchar. Pero sí que es verdad que cuando ya solo me quedan las dos últimas series estoy un poco más relajado, porque son las dos series más fáciles, sí que empiezo a escuchar a mis compañeros animándome, 'vamos vamos, que ya queda poco', y 'dale caña' y demás. Ahí sí que se escucha un poco más. Pero en las cuatro series que hago antes no se escucha absolutamente nada. Solamente al entrenador, dándote pautas para que no se te vaya la cabeza y no se escucha nada más.
Los Juegos Olímpicos concentran mucha atención y hay un ambiente muy especial. ¿Ha trabajado de manera especial cómo intentar evitar cualquier tipo de ansiedad los días previos a la competición o suele llevarlo bien?
Desde que me suba al avión voy a estar nervioso, pero siempre intento evadirme. Mi música, viendo alguna peli, entrenando con tranquilidad... No piensas en la competición. En la competición se piensa cuando estás ahí ya y te dices 'yo estoy aquí, tengo que hacer lo mejor y demostrar todo lo que has entrenado'. Y pensar en ti, realmente. Porque si piensas en lo demás no estás pensando en ti, se te puede ir la cabeza y no es lo correcto. Es pensar y hacer lo que has entrenado. Y demostrar no solo a la gente, sino a ti mismo, de lo que eres capaz y lo que puedes llegar a conseguir.
Ni el equipo masculino ni el femenino se clasificó para la cita olímpica. Imagino que habrá sido un golpe duro tanto para los que se quedan en casa como para los que van, que no estarán tan arropados. ¿Qué cree que ha podido fallar? ¿No está viviendo la gimnasia española un buen momento?
Lo que pasa con el equipo de ahora es que somos muy novatos, somos muy jóvenes. Anteriormente, el equipo que luchaba por entrar a unos Juegos llevaba mucho tiempo y muchas competiciones encima. Y ya eran mayores: la media de edad eran 23 años. Ahora, el mayor que tenemos tiene 25. Son gente que lleva en el CAR de Madrid un año y medio, dos. El equipo anterior era muy bueno y nosotros no tenemos la experiencia de controlar los nervios y saber competir que tenían ellos. Creo que la preparación fue muy buena, de las mejores que se han hecho en Madrid, pero las cosas no salieron como tendrían que haber salido y nos quedamos fuera. Para Tokio ya no seremos novatos, tendremos gimnastas con más experiencia, y ya sabremos luchar y enfrentarnos a la competición.
A Brasil, la delegación española acude con el objetivo de superar los 17 metales --tres de ellos, oro-- conseguidos en Londres. Sus estimaciones hablan de que no solo es posible, sino probable, conseguir más. Estas no atienden, sin embargo, a que cuatro años después, el núcleo exitoso sigue siendo el...
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