1. Número 1 · Enero 2015

  2. Número 2 · Enero 2015

  3. Número 3 · Enero 2015

  4. Número 4 · Febrero 2015

  5. Número 5 · Febrero 2015

  6. Número 6 · Febrero 2015

  7. Número 7 · Febrero 2015

  8. Número 8 · Marzo 2015

  9. Número 9 · Marzo 2015

  10. Número 10 · Marzo 2015

  11. Número 11 · Marzo 2015

  12. Número 12 · Abril 2015

  13. Número 13 · Abril 2015

  14. Número 14 · Abril 2015

  15. Número 15 · Abril 2015

  16. Número 16 · Mayo 2015

  17. Número 17 · Mayo 2015

  18. Número 18 · Mayo 2015

  19. Número 19 · Mayo 2015

  20. Número 20 · Junio 2015

  21. Número 21 · Junio 2015

  22. Número 22 · Junio 2015

  23. Número 23 · Junio 2015

  24. Número 24 · Julio 2015

  25. Número 25 · Julio 2015

  26. Número 26 · Julio 2015

  27. Número 27 · Julio 2015

  28. Número 28 · Septiembre 2015

  29. Número 29 · Septiembre 2015

  30. Número 30 · Septiembre 2015

  31. Número 31 · Septiembre 2015

  32. Número 32 · Septiembre 2015

  33. Número 33 · Octubre 2015

  34. Número 34 · Octubre 2015

  35. Número 35 · Octubre 2015

  36. Número 36 · Octubre 2015

  37. Número 37 · Noviembre 2015

  38. Número 38 · Noviembre 2015

  39. Número 39 · Noviembre 2015

  40. Número 40 · Noviembre 2015

  41. Número 41 · Diciembre 2015

  42. Número 42 · Diciembre 2015

  43. Número 43 · Diciembre 2015

  44. Número 44 · Diciembre 2015

  45. Número 45 · Diciembre 2015

  46. Número 46 · Enero 2016

  47. Número 47 · Enero 2016

  48. Número 48 · Enero 2016

  49. Número 49 · Enero 2016

  50. Número 50 · Febrero 2016

  51. Número 51 · Febrero 2016

  52. Número 52 · Febrero 2016

  53. Número 53 · Febrero 2016

  54. Número 54 · Marzo 2016

  55. Número 55 · Marzo 2016

  56. Número 56 · Marzo 2016

  57. Número 57 · Marzo 2016

  58. Número 58 · Marzo 2016

  59. Número 59 · Abril 2016

  60. Número 60 · Abril 2016

  61. Número 61 · Abril 2016

  62. Número 62 · Abril 2016

  63. Número 63 · Mayo 2016

  64. Número 64 · Mayo 2016

  65. Número 65 · Mayo 2016

  66. Número 66 · Mayo 2016

  67. Número 67 · Junio 2016

  68. Número 68 · Junio 2016

  69. Número 69 · Junio 2016

  70. Número 70 · Junio 2016

  71. Número 71 · Junio 2016

  72. Número 72 · Julio 2016

  73. Número 73 · Julio 2016

  74. Número 74 · Julio 2016

  75. Número 75 · Julio 2016

  76. Número 76 · Agosto 2016

  77. Número 77 · Agosto 2016

  78. Número 78 · Agosto 2016

  79. Número 79 · Agosto 2016

  80. Número 80 · Agosto 2016

  81. Número 81 · Septiembre 2016

  82. Número 82 · Septiembre 2016

  83. Número 83 · Septiembre 2016

  84. Número 84 · Septiembre 2016

  85. Número 85 · Octubre 2016

  86. Número 86 · Octubre 2016

  87. Número 87 · Octubre 2016

  88. Número 88 · Octubre 2016

  89. Número 89 · Noviembre 2016

  90. Número 90 · Noviembre 2016

  91. Número 91 · Noviembre 2016

  92. Número 92 · Noviembre 2016

  93. Número 93 · Noviembre 2016

  94. Número 94 · Diciembre 2016

  95. Número 95 · Diciembre 2016

  96. Número 96 · Diciembre 2016

  97. Número 97 · Diciembre 2016

  98. Número 98 · Enero 2017

  99. Número 99 · Enero 2017

  100. Número 100 · Enero 2017

  101. Número 101 · Enero 2017

  102. Número 102 · Febrero 2017

  103. Número 103 · Febrero 2017

  104. Número 104 · Febrero 2017

  105. Número 105 · Febrero 2017

  106. Número 106 · Marzo 2017

  107. Número 107 · Marzo 2017

  108. Número 108 · Marzo 2017

  109. Número 109 · Marzo 2017

  110. Número 110 · Marzo 2017

  111. Número 111 · Abril 2017

  112. Número 112 · Abril 2017

  113. Número 113 · Abril 2017

  114. Número 114 · Abril 2017

  115. Número 115 · Mayo 2017

  116. Número 116 · Mayo 2017

  117. Número 117 · Mayo 2017

  118. Número 118 · Mayo 2017

  119. Número 119 · Mayo 2017

  120. Número 120 · Junio 2017

  121. Número 121 · Junio 2017

  122. Número 122 · Junio 2017

  123. Número 123 · Junio 2017

  124. Número 124 · Julio 2017

  125. Número 125 · Julio 2017

  126. Número 126 · Julio 2017

  127. Número 127 · Julio 2017

  128. Número 128 · Agosto 2017

  129. Número 129 · Agosto 2017

  130. Número 130 · Agosto 2017

  131. Número 131 · Agosto 2017

  132. Número 132 · Agosto 2017

  133. Número 133 · Septiembre 2017

  134. Número 134 · Septiembre 2017

  135. Número 135 · Septiembre 2017

  136. Número 136 · Septiembre 2017

  137. Número 137 · Octubre 2017

  138. Número 138 · Octubre 2017

  139. Número 139 · Octubre 2017

  140. Número 140 · Octubre 2017

  141. Número 141 · Noviembre 2017

  142. Número 142 · Noviembre 2017

  143. Número 143 · Noviembre 2017

  144. Número 144 · Noviembre 2017

  145. Número 145 · Noviembre 2017

  146. Número 146 · Diciembre 2017

  147. Número 147 · Diciembre 2017

  148. Número 148 · Diciembre 2017

  149. Número 149 · Diciembre 2017

  150. Número 150 · Enero 2018

  151. Número 151 · Enero 2018

  152. Número 152 · Enero 2018

  153. Número 153 · Enero 2018

  154. Número 154 · Enero 2018

  155. Número 155 · Febrero 2018

  156. Número 156 · Febrero 2018

  157. Número 157 · Febrero 2018

  158. Número 158 · Febrero 2018

  159. Número 159 · Marzo 2018

  160. Número 160 · Marzo 2018

  161. Número 161 · Marzo 2018

  162. Número 162 · Marzo 2018

  163. Número 163 · Abril 2018

  164. Número 164 · Abril 2018

  165. Número 165 · Abril 2018

  166. Número 166 · Abril 2018

  167. Número 167 · Mayo 2018

  168. Número 168 · Mayo 2018

  169. Número 169 · Mayo 2018

  170. Número 170 · Mayo 2018

  171. Número 171 · Mayo 2018

  172. Número 172 · Junio 2018

  173. Número 173 · Junio 2018

  174. Número 174 · Junio 2018

  175. Número 175 · Junio 2018

  176. Número 176 · Julio 2018

  177. Número 177 · Julio 2018

  178. Número 178 · Julio 2018

  179. Número 179 · Julio 2018

  180. Número 180 · Agosto 2018

  181. Número 181 · Agosto 2018

  182. Número 182 · Agosto 2018

  183. Número 183 · Agosto 2018

  184. Número 184 · Agosto 2018

  185. Número 185 · Septiembre 2018

  186. Número 186 · Septiembre 2018

  187. Número 187 · Septiembre 2018

  188. Número 188 · Septiembre 2018

  189. Número 189 · Octubre 2018

  190. Número 190 · Octubre 2018

  191. Número 191 · Octubre 2018

  192. Número 192 · Octubre 2018

  193. Número 193 · Octubre 2018

  194. Número 194 · Noviembre 2018

  195. Número 195 · Noviembre 2018

  196. Número 196 · Noviembre 2018

  197. Número 197 · Noviembre 2018

  198. Número 198 · Diciembre 2018

  199. Número 199 · Diciembre 2018

  200. Número 200 · Diciembre 2018

  201. Número 201 · Diciembre 2018

  202. Número 202 · Enero 2019

  203. Número 203 · Enero 2019

  204. Número 204 · Enero 2019

  205. Número 205 · Enero 2019

  206. Número 206 · Enero 2019

  207. Número 207 · Febrero 2019

  208. Número 208 · Febrero 2019

  209. Número 209 · Febrero 2019

  210. Número 210 · Febrero 2019

  211. Número 211 · Marzo 2019

  212. Número 212 · Marzo 2019

  213. Número 213 · Marzo 2019

  214. Número 214 · Marzo 2019

  215. Número 215 · Abril 2019

  216. Número 216 · Abril 2019

  217. Número 217 · Abril 2019

  218. Número 218 · Abril 2019

  219. Número 219 · Mayo 2019

  220. Número 220 · Mayo 2019

  221. Número 221 · Mayo 2019

  222. Número 222 · Mayo 2019

  223. Número 223 · Mayo 2019

  224. Número 224 · Junio 2019

  225. Número 225 · Junio 2019

  226. Número 226 · Junio 2019

  227. Número 227 · Junio 2019

  228. Número 228 · Julio 2019

  229. Número 229 · Julio 2019

  230. Número 230 · Julio 2019

  231. Número 231 · Julio 2019

  232. Número 232 · Julio 2019

  233. Número 233 · Agosto 2019

  234. Número 234 · Agosto 2019

  235. Número 235 · Agosto 2019

  236. Número 236 · Agosto 2019

  237. Número 237 · Septiembre 2019

  238. Número 238 · Septiembre 2019

  239. Número 239 · Septiembre 2019

  240. Número 240 · Septiembre 2019

  241. Número 241 · Octubre 2019

  242. Número 242 · Octubre 2019

  243. Número 243 · Octubre 2019

  244. Número 244 · Octubre 2019

  245. Número 245 · Octubre 2019

  246. Número 246 · Noviembre 2019

  247. Número 247 · Noviembre 2019

  248. Número 248 · Noviembre 2019

  249. Número 249 · Noviembre 2019

  250. Número 250 · Diciembre 2019

  251. Número 251 · Diciembre 2019

  252. Número 252 · Diciembre 2019

  253. Número 253 · Diciembre 2019

  254. Número 254 · Enero 2020

  255. Número 255 · Enero 2020

  256. Número 256 · Enero 2020

  257. Número 257 · Febrero 2020

  258. Número 258 · Marzo 2020

  259. Número 259 · Abril 2020

  260. Número 260 · Mayo 2020

  261. Número 261 · Junio 2020

  262. Número 262 · Julio 2020

  263. Número 263 · Agosto 2020

  264. Número 264 · Septiembre 2020

  265. Número 265 · Octubre 2020

  266. Número 266 · Noviembre 2020

  267. Número 267 · Diciembre 2020

  268. Número 268 · Enero 2021

  269. Número 269 · Febrero 2021

  270. Número 270 · Marzo 2021

  271. Número 271 · Abril 2021

  272. Número 272 · Mayo 2021

  273. Número 273 · Junio 2021

  274. Número 274 · Julio 2021

  275. Número 275 · Agosto 2021

  276. Número 276 · Septiembre 2021

  277. Número 277 · Octubre 2021

  278. Número 278 · Noviembre 2021

  279. Número 279 · Diciembre 2021

  280. Número 280 · Enero 2022

  281. Número 281 · Febrero 2022

  282. Número 282 · Marzo 2022

  283. Número 283 · Abril 2022

  284. Número 284 · Mayo 2022

  285. Número 285 · Junio 2022

  286. Número 286 · Julio 2022

  287. Número 287 · Agosto 2022

  288. Número 288 · Septiembre 2022

  289. Número 289 · Octubre 2022

  290. Número 290 · Noviembre 2022

  291. Número 291 · Diciembre 2022

  292. Número 292 · Enero 2023

  293. Número 293 · Febrero 2023

  294. Número 294 · Marzo 2023

  295. Número 295 · Abril 2023

  296. Número 296 · Mayo 2023

  297. Número 297 · Junio 2023

  298. Número 298 · Julio 2023

  299. Número 299 · Agosto 2023

  300. Número 300 · Septiembre 2023

  301. Número 301 · Octubre 2023

  302. Número 302 · Noviembre 2023

  303. Número 303 · Diciembre 2023

  304. Número 304 · Enero 2024

  305. Número 305 · Febrero 2024

  306. Número 306 · Marzo 2024

CTXT necesita 15.000 socias/os para seguir creciendo. Suscríbete a CTXT

TRIBUNA

No lean, señorías, parlamenten

La libertad de las asambleas ciudadanas tiene mucho que enseñar al Parlamento. Lo que escuchamos de Rajoy en el Congreso no es política, es otra cosa. Precaución por tanto con imitarle siquiera en la lectura

Víctor Alonso Rocafort 5/09/2016

<p>Rajoy, durante la tercera sesión del debate de investidura.</p>

Rajoy, durante la tercera sesión del debate de investidura.

Congreso

En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí

El debate de investidura de la semana pasada ha generado ciertos consensos en la prensa. El primero es que Mariano Rajoy no le puso mucho entusiasmo. Su intervención central, aquella con la que abrió el debate el martes exponiendo su candidatura, fue un ejercicio burocrático de lo que podemos llamar barbarie tecnocrática, no política. Barbarie en el sentido en que la entendían desde el humanismo ilustrado del Mediterráneo: alejamiento de los suelos de lo real, con lo que ello implica de desconexión de la vida cotidiana de las personas, algo siempre peligroso. Fríos números acicalados para la ocasión, certezas solo sobre el papel, repletas de sombras, mentiras y deliberadas ausencias, eludiendo los problemas ligados al día a día de millones de ciudadanos. Sus chanzas y respuestas más o menos ingeniosas de días posteriores no lograron hacernos olvidar cómo fue la presentación de su programa. 

Mediante la lectura de un discurso que actuaba a modo de rodillo soporífero, Rajoy parecía estar tratando que prendiera el aburrimiento, una de las angustias principales que ya identificara Niccolò Machiavelli en los seres humanos, y que pensadores posteriores asociaron de modo más amplio con la depresión. Un país desencantado, aburrido, hastiado, cuya única opción sea este señor que nos duerme mientras lee: este parecía ser el objetivo del candidato. Hasta ese socio fiel y sumiso de Ciudadanos, capaz de plegarse incluso a las sonrojantes definiciones de corrupción que le propusieron, se revolvió y protestó. 

Cuando le llegó el turno al resto de líderes parlamentarios, las crónicas y opiniones vertidas en las redes sociales coincidieron en valorar especialmente a quienes no leyeron sus discursos. También destacaron como los mejores momentos de aquellos que sí leyeron cuando estos, finalmente, se desprendieron de sus papeles. Esto se dio principalmente en las réplicas. Allí, no es nuevo, se suceden los instantes más vivos e interesantes de los debates. 

Cuando se lee un discurso se hace un flaco favor al parlamentarismo y a la política en general

Pocos son los parlamentarios que a día de hoy hacen sus intervenciones mirando a quienes se dirigen, sin leer. Resulta hasta cierto punto comprensible, pues con la expectación mediática de estos actos pocos se arriesgan a que les traicionen los nervios. Sin embargo con ellos quedan también narcotizadas el resto de las pasiones que suelen dotar a un discurso de veracidad. Hay que reconocer, eso sí, que hablar desde esa tribuna debe ser todo menos fácil.

Y sin embargo, cuando se lee un discurso se hace un flaco favor al parlamentarismo y a la política en general. A las funciones legislativa, de control y presupuestaria del Parlamento se le añade la propiamente representativa de la ciudadanía, de sus debates e inquietudes, de sus demandas. La pluralidad de las Cámaras, su naturaleza deliberativa y discrepante, ha de reflejarse en que los representantes se escuchen atentamente, debatan de verdad en el pleno y no traigan sus escritos desde casa, dispuestos a que lo que les diga el adversario les entre por un oído y les salga por otro. El Parlamento no ha de ser el teatro que tanto venimos denunciando, tampoco la representación escénica de negociados cerrados fuera de la institución. Ha de ser una institución viva, política. 

La pluralidad de las Cámaras ha de reflejarse en que los representantes se escuchen, debatan de verdad 

Pues la política es contingencia. La protagonizan seres humanos imprevisibles, cuyas mutuas reacciones y relaciones provocan una incertidumbre aún mayor, siempre difícil de reprimir. La burocracia, como némesis de la política, es un ejercicio de control y previsión hasta cierto punto necesario para algunos aspectos de las organizaciones, pero que resulta fatal cuando coloniza todos los espacios organizativos e incluso se aventura más allá. A la democracia se la teme en las organizaciones verticales, es un hecho, pues horroriza que el pensamiento libre, el debate y las decisiones de las bases se muevan en direcciones no previstas por las cúpulas. 

Esto mismo ocurre con el espacio público dispuesto a la discusión: las ansias de control sobre lo que va a suceder burocratizan el discurso, lo congelan. Conforman otra arista de lo que arriba denominé barbarie tecnocrática. Y sin embargo, allá donde hay palabra puede surgir lo imprevisto. Incluso en un debate tan previsible como el del viernes, donde ya estaba todo decidido, la mera sugerencia que deslizó Albert Rivera sobre la poca viabilidad del candidato Rajoy en el futuro desató la furibunda reacción del portavoz del PP, Rafael Hernando, lo que a punto estuvo de provocar la abstención de los naranjas. No hubo finalmente cambio de voto, pero se volvieron a demostrar las dificultades de la burocracia allá donde la palabra se sale del guión.  

Algo que consideraríamos ilegítimo y antidemocrático en un juzgado –solo en las dictaduras un juicio se abre sabiendo cómo va a terminar-- lo permitimos en ciertos Parlamentos como el nuestro, donde la prensa suele recibir los discursos de los líderes por escrito poco antes de sus intervenciones y cambiar de voto tras un discurso se tiene poco menos que por un escándalo. 

Como apunta Fernando Santaolalla, en cierto modo “la democracia parlamentaria es la transposición de la idea de proceso judicial al proceso político de la legislación”. La ciudadanía se erige como juez al que dirigirse, sabiendo que persuadir al adversario en el debate es otra historia. Los ámbitos judicial y legislativo precisan por tanto de la libertad de palabra y de la contingencia de la política para resultar democráticos.

Estas cuestiones no han sido ajenas al desarrollo de la filosofía política cuando ha vuelto su mirada sobre el surgimiento de la democracia en la antigua Atenas, como también ha estado muy presente en el desarrollo del derecho parlamentario contemporáneo. 

En la época dorada de la democracia ateniense florecieron las escuelas de retórica, algo que proseguirían también Roma y Bizancio, así como marcaría una importante influencia en la tradición judía. Si vamos a resolver a partir de ahora los conflictos desde la palabra, se dijeron entonces, hemos de conocer a fondo el arte del bien decir. Improvisar se consideraba parte fundamental de este arte, no entendido como lanzarse a la piscina sin preparación sino confiando en que el fondo, la formación y la disposición ayudaran a lidiar del mejor modo con lo que la contingencia de la vida política trajera. La escucha atenta era fundamental, y así en el debate se veía la auténtica valía de las propuestas y sus proponentes. 

Si vamos a resolver los conflictos desde la palabra, se dijeron entonces, hemos de conocer a fondo el arte del bien decir

Decía Marco Fabio Quintiliano que el buen orador habría de aspirar a ser un “vir bonus dicendi peritus”, frase donde el de Calahorra situaba lo relevante al principio, el hombre bueno, siendo la habilidad en el decir secundaria pero al mismo tiempo imprescindible. Quien dice bien es una persona buena, pues el alma se muestra tal como es y gusta, sin causar rechazo, y por tanto facilita el que se abran los oídos de la audiencia. Las palabras de un buen orador, en contrapartida, no se usan para el daño y la destrucción, gozando además de una disposición ordenada, de un cuidado que las hace agradables al que cede su tiempo, silencio y atención. 

La ética enlazaba así retórica y política en la formación del ciudadano: el carácter (ethos) del orador, la nobleza de su mundo interno, era clave a la hora de lidiar con los imprevistos del debate y la política. Este carácter de buena persona, que no ingenua ni pusilánime, era lo que propiciaba que las pasiones (pathos) que recorrían el discurso de arriba abajo fueran auténticas, constructivas y pacíficas. 

Un proverbio de la Torah que conforma uno de los pilares de la retórica judía dice así: “Manzanas de oro recubiertas de figuras de plata es la palabra dicha como conviene”. Contenidos valiosos, contundentes, transformadores, acompañados del cuidado exquisito de las formas, del mimo vivo a las pasiones expuestas al decir, de una ética robusta, son las claves para un buen discurso. 

El parlamentarismo contemporáneo ha recuperado de alguna manera estas discusiones milenarias. A lo dicho anteriormente, Santaolalla expone cómo el debate parlamentario posee también una función de formación política ciudadana, pues muestra cómo es posible resolver los conflictos mediante la palabra y la escucha del otro. Si estos debates son acartonados, o se demuestra que no sirven para nada, todos perdemos. En este sentido la libertad de las asambleas ciudadanas, cuando gozan además de cierta disposición que las hace operativas, tiene mucho que enseñar al Parlamento. 

 Si estos debates son acartonados, o se demuestra que no sirven para nada, todos perdemos

La Cámara señera en Europa, la de los Comunes británica, impide la lectura en las comparecencias del gobierno, un elemento clave en el control del gobierno. Y en el Bundestag alemán su Reglamento (artículo 33) admite tan solo la lectura de notas auxiliares en todos los discursos. 

En España el artículo 70.2 del Reglamento del Congreso es el que regula esta cuestión. Y dice expresamente: "Los discursos se pronunciarán personalmente y de viva voz. El orador podrá hacer uso de la palabra desde la tribuna o desde el escaño". Autores como Santaolalla o Luis M. Cazorla, entre otros, indican que con este artículo se está en realidad prohibiendo la lectura directa de los discursos. 

El artículo 84 del Reglamento del Senado lo deja aún más claro, sirviendo de apoyo a la interpretación anterior. Explícitamente, dice: "Todo Senador podrá intervenir una vez que haya pedido y obtenido la palabra. Los discursos se pronunciarán sin interrupción, se dirigirán únicamente a la Cámara y no podrán, en ningún caso, ser leídos, aunque será admisible la utilización de notas auxiliares. Si un Senador, al ser llamado por el Presidente, no se encuentra presente, se entenderá que ha renunciado a hacer uso de la palabra".

Verdaderamente sorprende la rigidez con la que se aplican unos artículos y la tranquilidad con la que en la práctica se incumplen otros. 

Las notas auxiliares, como resalta Santaolalla, se tornan imprescindibles para el buen discurso al favorecer su ordenación (dispositio) y auxiliar a la memoria, justamente dos de las partes fundamentales del bien decir para la retórica clásica. De ahí su inclusión en este artículo del Reglamento. La prohibición de la lectura de textos se interpreta que no afecta tampoco a informes concretos, citas puntuales o enmiendas y proposiciones de ley o mociones a debatir. 

Lo que escuchamos como exposición del candidato a presidente del Gobierno la semana pasada no es política, es otra cosa. Burocracia, barbarie tecnocrática, incitación a la resignación, enajenamiento de la realidad, rodillo depresivo, sumisión al poder financiero, protección silente de la corrupción. Otra cosa, pero no es política. Precaución por tanto con imitar a Mariano Rajoy siquiera en la lectura. 

Tras el fracaso de su investidura es hora de hacer política de verdad, de dialogar sobre cómo poner en marcha lo mejor de este país, cómo encontrarnos en la defensa de lo público, en la resistencia frente al austericidio de la troika, del Ibex y de quienes nos quieren tristes. Y de retratar a los que huyen del decir honesto, franco y veraz, del decir valiente. La ciudadanía no puede seguir de espectadora de un espectáculo tan poco edificante. Hacer política y organizarse significa sacar de nuevo lo mejor de nosotros mismos para alzar la voz, las protestas y las propuestas, las alianzas, las asambleas, los comités ciudadanos que impulsen, por qué no, un gobierno de resistencia. 

Dejemos de leer el discurso con el que nos decimos unos a otros que no hay alternativa. Parlamentemos y sorprendámosles una vez más.

El debate de investidura de la semana pasada ha generado ciertos consensos en la prensa. El primero es que Mariano Rajoy no le puso mucho entusiasmo. Su intervención central, aquella con la que abrió el debate el martes exponiendo su candidatura, fue un ejercicio burocrático de lo que podemos llamar...

Este artículo es exclusivo para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí

Autor >

Víctor Alonso Rocafort

Profesor de Teoría Política en la Universidad Complutense de Madrid. Entre sus publicaciones destaca el libro Retórica, democracia y crisis. Un estudio de teoría política (CEPC, Madrid, 2010).

Suscríbete a CTXT

Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias

Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí

Artículos relacionados >

1 comentario(s)

¿Quieres decir algo? + Déjanos un comentario

  1. JM

    Si a Rajoy le quitan los papeles, hacen que se el gran HAZMERREIR de todo el mundo. Se imaginan a un ANALFABETO explicando lo inexplicable, Simplemente INMENSURABLE!!!!

    Hace 7 años 6 meses

Deja un comentario


Los comentarios solo están habilitados para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí