La carrera hacia la Casa Blanca
Crónica de un debate presidencial (I)
El primer cara a cara entre Hillary Clinton y Donald Trump se celebrará el 26 de septiembre en la Universidad de Hofstra, en las afueras de Nueva York. Se prevé la mayor audiencia televisiva en la historia de EEUU
Simon R. Doubleday Nueva York , 20/09/2016
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A mediados del mes de julio, Melissa Connolly—directora de Relaciones Públicas de la Universidad de Hofstra, en las afueras de la ciudad de Nueva York—, se encontraba en Roma, con un grupo de estudiantes del programa de verano, cuando le llegó un mensaje de texto. En sólo dos meses, Hofstra sería la sede del primer debate entre los dos principales candidatos a la presidencia de Estados Unidos, Hillary Clinton y Donald Trump. En las redes sociales, Connolly comentó lacónicamente que regresaba a Nueva York antes de lo previsto: “Se me terminó la pasta de dientes, y me dicen en el despacho que nos ha llegado un poco de trabajo”.
Según las expectativas, el debate de Hofstra el 26 de septiembre alcanzará la mayor audiencia televisiva en la historia de los Estados Unidos. La universidad organizó dos debates presidenciales anteriormente, durante las campañas electorales de 2008 y 2012, que enfrentaron a Barack Obama contra John McCain y Mitt Romney, respectivamente. La universidad celebra con cierto orgullo este three-peat [triplete] sin precedentes. El nivel de atención de los medios en 2016 tampoco tiene precedentes. Los canales nacionales de televisión—entre ellos, CNN, Bloomberg, y Telemundo—y los internacionales, como France Presse y NHK (de Japón), tendrán equipos estacionados en el campus. Algunos periodistas de radio y televisión transmitirán en directo a lo largo de la noche, para programas matinales en Europa o Asia, desde edificios desiertos en el campus. Muchos llegarán en avión para el evento; otros, ya instalados en Manhattan, harán el viaje de cuarenta y cinco minutos en tren o en coche en dirección este hacia Long Island. En el acto de apertura del curso académico, el 6 de septiembre, el rector de la Universidad de Hofstra, Stuart Rabinowitz, pidió a los alumnos (en un gesto de humor) que se vistieran bien durante la semana del debate, por si les pillaban las cámaras por el campus en entrevistas improvisadas.
Sólo seis canales de televisión tendrán acceso al sancta sanctorum, lugar más (o menos) sagrado donde se celebrará el debate: el David S. Mack Sports and Exhibition Complex. Ningún profesor de Hofstra tendrá entrada, y las doscientas reservadas para los estudiantes serán distribuidas por sorteo. El tráfico será una pesadilla mediada por la Policía del Condado de Nassau. Aparcar el coche, siempre un problema en el campus de Hofstra, será casi imposible ese día. Los manifestantes serán contenidos lejos del edificio del debate, en un espacio reservado para asamblea pública al otro lado de la autovía de Hempstead, que según Melissa Connolly tiene cabida para aproximadamente doscientas personas.
Los canales nacionales de televisión—entre ellos, CNN, Bloomberg, y Telemundo—y los internacionales, como France Presse y NHK (de Japón), tendrán equipos estacionados en el campus.
Hay anticipación en el campus: como observa Meena Bose, directora del Centro Peter S. Kalikow para el Estudio de la Presidencia Estadounidense, ésta será la primera vez, en una elección altamente polarizada y personalizada, en la que Trump y Clinton se van a enfrentar cara a cara. Otros se preguntan si Lester Holt, el que va a ser moderador del debate, sujetará al Trump post-truth [posverdad] al escrutinio de los hechos que se ha echado en falta en otras entrevistas de televisión con el candidato este año, y cuál de los dos sobrevivirá a esta experiencia agotadora. "Será interesante ver cuál de los dos tiene más éxito en desestabilizar al otro", dice Aashish Kumar, codirector del Center for Civic Engagement [Centro para la Participación Cívica], "y cuál sale más indemne". Subrayando la ubicación suburbana de la universidad, añade: "Según vaya el voto en los suburbios, así irán las elecciones".
Sin embargo, para algunos estudiantes y profesores, el debate ya parece decepcionante: muchos han apoyado la agenda progresista abanderada por Bernie Sanders, y su optimismo primaveral ha dado paso, en estos principios de otoño, al cinismo y la apatía. "El miedo a Trump," dice Aashish Kumar, "puede ser el único factor energizante que queda en estas elecciones". El voto de los millennials que nacieron poco antes del año 2000 —esto es, un voto basado en principios, y a menudo idealista— puede ser de vital importancia a nivel nacional, pero el Estado de Nueva York ya está casi asegurado para el Partido Demócrata. A pesar de sus recientes problemas de salud, se espera que Hillary Clinton—candidata del establishment por excelencia—gane fácilmente el voto en este Estado.
Agraviando aún más a algunos defensores del cambio político, los candidatos de los partidos tercero y cuarto, Gary Johnson (Partido Libertario) y Jill Stein (Partido Verde), han sido formalmente excluidos del debate. Ninguno logró el 15% en las encuestas nacionales que requiere la Comisión de Debates Presidenciales (CPD), que ha organizado todos los debates desde que asumió estas responsabilidades de la Liga de Mujeres Votantes en 1988. Queda por ver si Stein intentará colarse en la fiesta como lo hizo en 2012, exigiendo el acceso al debate de Hofstra. "Estamos aquí para representar al pueblo estadounidense, que la Comisión ha excluido sistemáticamente del debate desde hace décadas", declaró poco antes de ser detenida por obstruir el tráfico, en un vídeo que posteriormente ha sido subido a YouTube: "Si verdaderamente prevaleciera la democracia, no habría tal comisión."
Los candidatos de los partidos tercero y cuarto, Gary Johnson (Partido Libertario) y Jill Stein (Partido Verde), han sido formalmente excluidos del debate.
El debate de Hofstra tendrá lugar dentro de un "espacio seguro" metafórico, en que no habrá oportunidad para las alternativas radicales. Según Aashish Kumar, las universidades estadounidenses carecen de la energía explosiva de instituciones equivalentes en algunas otras partes del mundo. En Sudáfrica, donde trabajó recientemente en el Centro Internacional de la No Violencia (en Durban), las emociones políticas entre muchos de los millennials —los llamados born-free, nacidos después del fin del apartheid en 1994— son más intensas. En el furor que acompañó el aumento de las tasas de matrícula universitaria en Sudáfrica, se quemaron muchos vehículos y edificios académicos.
Aun así, la seguridad también tiene sus virtudes, dice Kumar; el Centro para la Participación Cívica de Hofstra es uno de los entes universitarios que promueven el diálogo pacífico en el contexto de una campaña electoral que ya ha sido testigo de la violencia física. Mientras los agentes de los servicios secretos ocupan temporalmente los despachos de los profesores, la piscina universitaria se clausura de manera provisional y las plazas de aparcamiento se cierran de forma abrupta, muchos confían en que los únicos enfrentamientos durante el debate de Hofstra sean retóricos.
A mediados del mes de julio, Melissa Connolly—directora de Relaciones Públicas de la Universidad de Hofstra, en las afueras de la ciudad de Nueva York—, se encontraba en Roma, con...
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Simon R. Doubleday
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