50 años del Calderón
Yo me voy al Manzanares... Pasión y muerte de La Caldera
Aficionadas, peñistas y ex jugadores recuerdan sus mejores y peores momentos en el estadio que durante medio siglo fue el hogar del Atleti
Ricardo Uribarri Madrid , 1/10/2016
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Será un aniversario importante porque alcanzar los 50 años de vida es una efeméride significativa. Pero al mismo tiempo tendrá un punto de tristeza porque, si la cuestión de la movilidad y los accesos no dice lo contrario, este será el último año que celebre siendo la casa del Atleti debido al próximo traslado del equipo al Estadio de La Peineta. El 2 de octubre cumple el Vicente Calderón sus Bodas de Oro sabiendo que pronto le tocará dar el relevo, igual que hubo un día que él lo cogió de otro recinto mítico, el Metropolitano.
Bautizado como Estadio del Manzanares hasta que en 1971 le pusieron su actual denominación en homenaje al que fuera presidente del club durante 21 años, ha sido el recinto en el que más tiempo ha pasado el club rojiblanco a lo largo de su historia y en el que más títulos han conseguido, un total de 19. Muchos aficionados no han conocido otro campo, de ahí que se identifiquen con esa frase del himno del centenario de Sabina, que dice “el Calderón, que es mi casa”.
Nosotros éramos tan extraños en el campo como el Valencia ese día, puesto que ni lo habíamos tocado
Aquel 2 de octubre de 1966 se culminó un largo y dificultoso camino que se inició en 1958, cuando el entonces presidente, Javier Barroso, realizó una emisión de valores en forma de obligaciones hipotecarias por valor de 100 millones de pesetas a un interés anual de 6,75% que fueron suscritas, en un gran número, por los propios socios, con el fin de conseguir financiación para llevar a cabo el proyecto, cuya construcción arrancó en 1961. Sin embargo, la difícil situación económica del club provocó que las obras se pararan durante tres años. Problemas burocráticos amenazaban también el proyecto pero la llegada de Calderón a la presidencia, tras la dimisión de Barroso en enero de 1964, reactivó la operación, y después de largas negociaciones se consiguió retomar la construcción en mayo de 1965.
Aún pasó año y medio hasta que se pudo disputar el primer partido y sin que el estadio estuviera terminado del todo. Proyectado para 70.000 espectadores y con las mismas medidas en el terreno de juego que el Metropolitano, presentaba la gran novedad de que era el primer campo de Europa con todas las localidades de asiento. Sin embargo, el día del estreno apenas se pudieron abrir 40.000 asientos porque no estaban acabadas ni la tribuna superior ni el segundo anfiteatro del fondo norte. Todavía hubo que solventar un nuevo contratiempo meses después.
En enero de 1967, el Ayuntamiento presidido por Arias Salgado ordenó la demolición de la grada de tribuna y de las pasarelas que se estaban construyendo sobre el río para facilitar el acceso desde la Avenida del Manzanares. Mes y medio después, se llegó a un acuerdo por el cual el club renunciaba a construir las pasarelas a cambio de que la tribuna no se derribara.
Lo cierto es que hasta dos días antes de aquel partido inaugural ante el Valencia correspondiente a la cuarta jornada de Liga, no se supo si se podría jugar porque el Ayuntamiento no otorgó el permiso necesario. De hecho, el Atleti había tenido que aplazar el partido de la segunda jornada con el Barcelona, que se disputó en noviembre. Tal vez por la incertidumbre sobre su celebración hasta 48 horas antes, por lo inusual de la hora en que se disputó, las 12:45, que fuera televisado, por el día lluvioso que hubo y por la reticencia de la gente a acudir a un recinto que seguía en obras, apenas acudieron 20.000 personas a presenciarlo en directo.
De aquel día ha quedado una imagen famosa de unos aficionados portando una pancarta en la que se podía leer “ya estamos en nuestra casa y nadie nos ha humillado. Mientras ellos van de pie, nosotros todos sentados”.
El once inicial
Este fue el equipo que presentó el Atleti en aquel histórico partido: Rodri, Iglesias, Rivilla, Griffa, Colo, Adelardo, Luis Aragonés, Glaría, Collar, Mendonça y Cardona. Ya es conocido que el gran Luis fue el autor del primer gol que se marcó en el estadio, con un remate de cabeza en el minuto 19. Una lesión de Adelardo dejó al equipo con 10 toda la segunda parte (entonces no se podían hacer cambios), lo que ayudó a que el Valencia igualara en la reanudación con un tanto de Paquito.
Uno de los protagonistas de aquel encuentro, el cancerbero Rodri, recuerda: “Nosotros éramos tan extraños en el campo como el Valencia ese día, puesto que el campo ni lo habíamos tocado, no habíamos entrenado nunca allí. El césped estaba muy reciente y no estaba aún muy consolidado. Fuimos con la ilusión de disfrutar de un campo nuevo, de unos vestuarios más modernos, todo más grande, pero un poco a la aventura y todavía con carencias. Yo personalmente no tuve en ese momento la sensación de estar viviendo un momento importante y que podía pasar a la historia. No comentamos nada del tipo mira qué suerte que nos ha tocado estrenar el campo, no fuimos conscientes de eso. Sí pensábamos que con el paso del tiempo íbamos a tener más comodidades y que era un cambio que el club necesitaba”.
No comentamos nada del tipo mira que suerte que nos ha tocado estrenar el campo, no fuimos conscientes de eso
Otro de los que saltaron por primera vez al campo aquella mañana fue Adelardo, una de las grandes leyendas en la historia del club, el jugador que más partidos ha disputado con la camiseta rojiblanca. El centrocampista cuenta: “Íbamos a una casa nueva, a una casa que no estaba terminada aunque ya se veía que el campo iba a tener muy buena pinta. Fue un día importante a pesar de que parecía que íbamos como de prestado, no sabíamos qué nos íbamos a encontrar, estaba todo a medio hacer y hasta el último momento no nos dieron el permiso para poder jugar. Lo estrenamos, como dice Rodri, sin haber entrenado. Entonces lo hacíamos en la Casa de Campo o en el Parque Sindical”.
El extremeño recuerda la circunstancia de que no pudo acabar aquel encuentro a causa de un desgarro muscular que le dejó sin poder jugar la segunda parte. “Me pusieron a un secante encima de mí todo el rato, un interior que corría mucho y se llamaba Poli, y quizá por eso y que el campo estaba un poco pesado, tuve que forzar más de lo debido y me lesioné”.
El que fuera capitán durante muchos años reconoce que les quedó un sabor amargo al ver que las gradas no estuvieron aquel día tan llenas como se podía esperar. “Siempre que hay un evento de este tipo te gusta que la gente llene el recinto pero quizá por las circunstancias que rodearon al encuentro el público estuvo un poco remiso a ir. No es que nos perjudicara en el juego, pero ver las gradas algo vacías no nos sentó bien”.
Se inauguró
Todavía durarían varios años más las obras hasta que el estadio quedó terminado por completo teniendo que realizar Calderón algún sacrificio, en forma de venta de jugadores --Mendonça al Barcelona o Glaría al Espanyol-- para sacar los 12 millones de pesetas que necesitaba para acabar la tribuna principal. Por fin, el 23 de mayo de 1972, casi seis años después de aquel primer encuentro, se hizo la inauguración oficial con el partido internacional de selecciones entre España y Uruguay. Por cierto, que el equipo nacional ha jugado once partidos en el feudo colchonero y no ha perdido ninguno.
A Rodri le cuesta quedarse con un recuerdo de todas las experiencias vividas en el estadio. “Han sido muchos años y muchas vivencias. Haber eliminado al Cagliari en un partido en el que ellos tenían a media selección italiana, los duelos con el Madrid y el Barcelona… De todas maneras, el mejor momento para mí fue cuando firmé con 15 años por el Atlético de Madrid, que era mi gran ilusión”.
Adelardo explica: “Yo jugué seis años en el Metropolitano y once en el Calderón y voy a sentir más esta mudanza que la anterior. Ha sido mucho más tiempo y he vivido más en este campo. Cuando dejé el fútbol y me puse a trabajar, cogía el coche y sin darme cuenta me iba al Calderón y no era allí donde tenía que ir. Decía ‘que hago yo aquí’. El coche mismo casi me llevaba por inercia. Recuerdos tengo muchos y muy buenos. Por decir uno, mencionaría la semifinal de la Copa de Europa ante el Celtic que ganamos por 2-0 y en la que yo metí un gol. La afición llenó el campo y con todo lo que había alrededor de aquel encuentro tras lo ocurrido en la ida tuvo un comportamiento perfecto”.
Iremos a un sitio con mayor aforo y que dará mayor potencial al club. Creo que los aficionados deben estar ilusionados
Sobre La Peineta, Rodri señala que “es inevitable que a todos nos invada la nostalgia cuando llegue el momento pero los tiempos avanzan y hay que reconocer que el nuevo campo tendrá unas condiciones muy superiores a las que tiene el Calderón. Hay que pensar que iremos a un sitio con mayor aforo y que dará mayor potencial al club. Creo que los aficionados deben estar ilusionados con ir a un campo nuevo porque será beneficioso”.
A lo largo de toda su trayectoria y después de haber sufrido varias reformas y superado una aluminosis en 1992 al haberse utilizado en su construcción cemento aluminoso, que hacía más vulnerable al edificio en determinadas condiciones de humedad y tráfico que se daban por su situación (junto al río y el tráfico de la M-30), el Calderón ha sido testigo de días de gloria y de otros menos alegres.
En todos ellos han estado presentes aficionadas como Isabel Esteban, presidenta de la Peña Atlética de San Sebastián de los Reyes, cuya vida se puede decir que ha transcurrido de forma paralela al Calderón. “La primera vez que fui al estadio –explica- fue precisamente el día de la inauguración ante el Valencia. Apenas tenía cuatro meses de vida y me llevó mi padre en el carrito. Así que yo cumplo los mismos años que el campo. Para mí, el ‘templo’ es mi casa, mis hijos han crecido ahí, a uno le llevaba el potito y a otro el biberón. Hubo un día que recuerdo que diluvió y mis hijos se estaban empapando. Yo dudaba qué hacer pero les veía con tal cara de satisfacción que al final nos quedamos”.
Puestos a recordar días inolvidables, Isabel se queda “con el último partido del año del Doblete, el del Albacete. Lo recuerdo con éxtasis, fue algo mágico, maravilloso”. Más que goles señalados prefiere quedarse con jugadores como “Gárate, Ayala, Rubio, Simeone y Torres. Esos han sido mis referentes”. La presidenta de la peña sansera reconoce que “está siendo un año difícil por el hecho de ser el último del estadio y de hecho cuando recibí en mi casa el abono se me escaparon algunas lágrimas. Pero soy una persona positiva y creo que hay que ir a mejor y La Peineta va a suponer un avance”.
Descenso, huevos volando y derbys
Otra mujer que está al frente de una peña rojiblanca, en este caso la más antigua del club como es la de Chamberí, es María Isabel Soria. Al igual que en el caso de Isabel, uno de sus recuerdos preferidos es “el del partido con el Albacete, en el que ganamos la Liga del 96, ese día fue increíble. Y hay uno que tengo muy grabado a pesar de que sólo tenía nueve años y es el de la final de la Copa Intercontinental ante Independiente. También tengo otros malos, como el del famoso día del Sevilla, cuando se confirmó el descenso y volaron huevos desde la grada…”
María Isabel no recuerda el primer día que fue al Calderón: “Mis padres me llegaron a llevar en mantilla al Metropolitano. Sí me acuerdo de jugadores como Luis Aragonés siendo bien pequeña”. Y tiene muy claro con qué gol se queda de todos los que ha visto. “El que marcó Vieri desde la línea de fondo. Justo disparó desde la zona donde nos situamos en el campo”. A la presidenta de la Peña Chamberí le hace “ilusión ir al nuevo campo. Yo lo he visitado y es muy hermoso. Creo que ganamos en instalaciones aunque por otro lado me da pena abandonar el Calderón. Diría que me da tanta pena irme como ilusión tengo por estrenar el otro”.
César Colmenarejo es el presidente de la Peña Atlética Remedios, de Colmenar Viejo, la más numerosa del club. Empezó a trabajar con 14 años en un banco, en el que más tarde tendría de compañero a Salcedo, el jugador del Atleti, y con su primer sueldo se hizo socio del Atleti; su primer partido en el Calderón fue un Atleti-Austria de Viena de Copa de Europa en 1970. Para él los recuerdos más gratos “son los que están asociados a los títulos de Liga y, en especial, el de la Intercontinental del 74. También recuerdo de forma especial el del triunfo por 3-0 al Cagliari con los tres goles de Luis y los dos veces que le ganamos 4-0 al Madrid, la última la de hace dos años. Y recuerdos malos como el del partido en el 81 ante el Zaragoza con el arbitraje de Álvarez Marhüenda, que nos privó de una Liga, o la final de Copa del 75 ante los blancos en el que nos anularon dos goles legales”.
Me daba tiempo a llevarme un libro y antes de que empezara el partido me aprendía un par de temas
De todos los jugadores que ha visto pasar por el campo rojiblanco, Cesar confiesa que hay dos que son sus favoritos: “Yo me hice socio por José Eulogio Gárate, le tenía como un ídolo cuando era joven. Pero el otro que me impactó muchísimo fue Luis Aragonés, al que tengo un enorme cariño, y que ha sido el máximo goleador de la historia del Atleti jugando muchos partidos de interior. Y luego tuvo una gran personalidad como entrenador”. Reconoce que aún no ha digerido el adiós al Calderón. "Tendré que dejar de ir para asimilarlo pero me preocupa especialmente el tema de los accesos a La Peineta. Yo estuve allí en la Supercopa del 96 ante el Barcelona, fuimos 25.000 y ya fue una ratonera. Como no hagan salidas suficientes aquello puede ser un problema importante”.
Una de las peñas más antiguas del Atleti es la de Pozuelo de Alarcón, que fue fundada en 1960. Su presidente, Vicente Fernández, explica que para él y para los socios de la agrupación, “el Calderón es nuestra segunda casa y cada vez que entramos el corazón nos da un salto en el pecho. Lo miramos con orgullo y no se nos saltan las lágrimas de la emoción porque nos da un poco de vergüenza. Para mí, todos los partidos que hemos jugado allí son importantes, incluso los de los años de Segunda. Vamos a sentir marcharnos a La Peineta, no porque las instalaciones sean malas, esté más alejada, etcétera, sino por el cariño acumulado que le tenemos al Calderón por los bellos momentos vividos allí”.
Amalia Blanco es una de las componentes de la Asociación Los 50, grupo creado hace tres años a imagen y semejanza del que existió en los años 30 y cuyo objetivo es “recuperar y reivindicar la historia del Atlético de Madrid”. “Mi padre nos hizo socios a mi hermano y a mí en 1975, tras la final de Bruselas, y el primer partido que fui al Calderón fue en el debut de Pereira y Leivinha ante el Salamanca en el que el delantero metió tres goles. Nosotros éramos de los que íbamos tres horas antes al campo para poder aparcar en la explanada que había y para tomar algo en alguno de los bares que hay alrededor. Ya de más mayor puedo decir que mi carrera universitaria prácticamente la estudié en el campo, porque me daba tiempo a llevarme un libro y antes de que empezara el partido me aprendía un par de temas”.
Gárate y Pradito
Puestos a recordar partidos que le dejaran huella, Amalia se queda “con aquella remontada al Barcelona de Romario que terminó ganando el Atleti por 4-3. Y en cuanto a goles a mí también me impresionó el que marcó Vieri al Paok, fue espectacular”. Cuando Amalia empezó a ir al Calderón todavía le dio tiempo a ver jugar al que ha sido su ídolo por excelencia “que no es otro que Gárate. Mi carpeta la tenía llena de fotos de él. Una vez le escribí para que me mandara una foto dedicada. También me encantaba ir a ver al Madrileño los domingos por la mañana y ver a Prado, que era buenísimo”.
También me encantaba ir a ver al Madrileño los domingos por la mañana y ver a Prado, que era buenísimo.
A la hora de pensar en el adiós al estadio, Amalia dice: “Me da pena pero no tanto por cambiar, que si es para mejor pues fenomenal (aunque tengo dudas de que vaya a ser tan cálido como el Calderón), como por los bares que hay alrededor. Me da pena perder la bajada por el Paseo de los Melancólicos, por ejemplo. ¡Es tan bonito ver el ambiente! Yo vivo al lado del Bernabéu y comparo. Y no me entero de que hay fútbol salvo porque no puedo aparcar. Sentiría que se perdiera lo que se vive alrededor del Calderón”.
Son recuerdos, vivencias de atléticos que han crecido viendo a su Atleti en el Calderón. Que han disfrutado, reído y llorado en sus gradas. Hace 50 años muchos pasaron por lo mismo en el adiós al Metropolitano, pero se fueron con el sabor dulce de haber ganado una Liga esa última temporada. Nada sería mejor para el Atleti que volver a repetir esa circunstancia para, como dice Fernando Torres, “conseguir que sea una temporada inolvidable”, y no sólo por abandonar la Ribera del Manzanares.
Será un aniversario importante porque alcanzar los 50 años de vida es una efeméride significativa. Pero al mismo tiempo tendrá un punto de tristeza porque, si la cuestión de la movilidad y los accesos no dice lo contrario, este será el último año que celebre siendo la casa del Atleti debido al...
Autor >
Ricardo Uribarri
Periodista. Empezó a cubrir la información del Atleti hace más de 20 años y ha pasado por medios como Claro, Radio 16, Época, Vía Digital, Marca y Bez. Actualmente colabora con XL Semanal y se quita el mono de micrófono en Onda Madrid.
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