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Parlament de Catalunya. Cuestión de confianza al Presi Pugidemont. Una cuestión de confianza es todo lo contrario a una moción de censura. A saber: la convoca el Ejecutivo. Es, por tanto, un cacharro gubernamental. Lo de hoy es, así, un festival gubernamental con el que se intentarán paliar dos problemones. Uno es que en junio la CUP tumbó los presupuestos. Por esa razón, de hecho, se convocó este fiestorro. Otro es la cosa Procés, sin movimiento efectivo desde 2012, cuando el Govern recogió la petición ciudadana de un referéndum. Pero también, y por lo mismo, desde hace exactamente un año, cuando JxS ganó las elecciones. Y aquí, abro flash-back.
Flash-back. Hace un año se celebraban las elecciones del 27S. Bajo el slogan El vot de la teva vida, JxS las ganaba, asumiendo el Full de Ruta -Hoja de Ruta- de la ANC. Se lo recuerdo, que no reiremos. La cosa consistía en crear un Govern de Concentració, que prepararía las Estructures d'Estat en previsión de una indepe rapidita -nada nuevo; el anterior Govern de Mas también se consagró a construir estructuras de Estado como un poseso; Catalunya, esta mañana a primera hora, debería ser un paisaje tan repleto de estructuras de Estado como, al menos, el Valle de los Reyes-. Ese Govern, cuando hubiera estructuradestatizadotodas las esquinas, proclamaría la independencia. Posteriormente, se convocarían elecciones constituyentes. Todo ello --importante-- en 18 meses, en los que, además y por el mismo precio, se produciría un Debat Ciutadà y un Procés Constituent. Después de las elecciones constituyentes, se redactaría una Constitució Catalana, que sería, o no, sancionada en Referéndum. Si salía que sí, pues República --catalana--. Si salía que no, pues Monarquía --española--. Tras las accidentadas negociaciones para establecer Govern, el pacto con la CUP supuso la modificación de la Hoja de Ruta en un punto nuevo. Un rescate social. Fin del flash-back.
El lector que me haya seguido hasta aquí, podrá discernir que de la Hoja de Ruta --modalidad sin rescate social, o modalidad XL, o con rescate social--, sólo se ha producido el primer punto. Un Govern. Un Govern que, por otra parte, ha invertido el grueso de su existencia en, ni más ni menos, su existencia. Es decir, en nacer, en tener un presi, en elaborar y colar unos presupuestos. Dando con ello pistas de que el Govern no nació para establecer ningún Procés a la indepe, sino para existir, que es, por cierto, el primer, y en ocasiones el último, anhelo y función de todo gobierno. En el primer Procés --2012-15--, el Govern no hizo el referéndum que prometió, pues eso le abocaba a la desobediencia. El intríngulis de este segundo Procés era saber cómo el mismo grupo humano que no realizó aquella desobediencia menor, llevaría a cabo esa desobediencia mayor. Es decir, como se escaquearía de ella. De hecho, ese es el punto de interés de la sesión de hoy en la que, cabe suponer, Puigdemont propondrá una modificación de esa Hoja de Ruta. Lo que equivale a su desactivación. A buscar una "pista de aterrizaje" --la clase política catalana utiliza esa alocución en petit comité-- mona, en la que abandonar el avión de la indepe de una vez por todas, transformar la indepe en un neoautonomismo, una actividad que pudiera ocupar otros 40 años y suponer una cierta estabilidad política cotidiana, así como un nuevo tipo de profesional de la política, no muy distinto del viejo. En privado, por cierto, ningún político se toma en serio la Hoja de Ruta. Ni, de hecho, el Govern. ERC, en septiembre del año pasado, valoraba en la intimidad que el Govern duraría hasta las Generales, y luego daría paso a alguna suerte de tripartit, y el consiguiente fin de la cosa JxS. Todo ello confiere valor dramático al espectáculo de hoy, en el que un Presi se cargará el invento e intentará --una cena a que lo consigue--salir airoso. Una herramienta formidable que posibilitará ese happy endes la cultura peninsular, que dispensa un trato preferente y honorable a los Gobiernos, el periodismo de declaraciones, una opción que permite al político declarante declarar lo que quiera, sin verificación o ponderación. Y, glups, la ANC, que cumple el rol del intelectual que, como diría Laclau --o, en este caso, me temo, Evita--, vincula sentimentalmente al pueblo con las instituciones. El sector núcleo-irradiador de Podemos daría un huevo por una ANC.
Bueno. Empieza la declaración.
Puigdemont parte de la épica. Se presenta como un Presi amenazado con la votación de mañana (29 de septiembre) --no lo está; ganará; la CUP le votará--. Perder la votación supondría, dice, el fin del Procés. El Procés, se vuelve a presentar así, depende de la existencia de un Presi, y solo uno, determinado. Describe el Procés. Une Procés a aprobación de presupuestos, y presupuestos a esta cuestión de confianza. Vamos, CUP, que votar la confianza, pero no los presupuestos, es traicionar el Procés. Llegados a este punto, explica el Procés. Es como un divorciado / no se parece a como era hace un año. Acabará en junio --los 18 meses aquellos--, pero no en indepe, sino "a las puertas del Estado", un concepto lírico, sin traducción política internacional, que Puigemont y sus mariachis han ido trabajando desde enero. Hasta entonces, lo dicho, fabricará estructuras de Estado à gogó. Las enumera. Bueno, sólo enumera las dos que se conocen --la ley de Hacienda y la de Seguridad Social; suponen, por otra parte, la asunción de competencias autonómicas; es decir, nada que haga prever que no son estructuras autonómicas--. Pero como sucede en los sistemas propagandísticos, que siempre disponen de armas secretas que harán cambiar el rumbo de la guerra, hay la tira, "que se darán a conocer en el momento de ir a las urnas". Porque esta es la novedad. Habrá urnas / todo esto acabará en Referéndum. Un referéndum pactado con el Estado, además. Para la celebración del cual tira la caña al PSOE --que justo en ese momento, como quien dice, ha dejado de existir, con la dimisión de 17 all-stars--. Es más, se ofrece a "colaborar con el gobierno español" --se supone que del PSOE; colaborar es algo más que votar; es lo que hacía CiU-- "a cambio de un referéndum. Ofrece a ese hipotético Gobierno la posibilidad de negociar "la pregunta del referéndum" --vamos, la posibilidad de que no aparezca el palabro indepe o Estado--, "la fecha, el quórum" y, glups, "la gestión del resultado". Estos ofrecimientos, son los mismos que Mas ofreció al Gobierno pactar para una consulta.
Para hacer hincapié en esta novedad de la Hoja de Ruta --novedad: volvemos a la pantalla de 2012, queda implícitamente abandonado el anterior plan de indepe en 18 meses--, Puigdemont mete cara de senador romano y dice: "O referèndum, o referèndum!". Justo en en ese momento, la ANC, sincronizada, emite por twitter un logo con la frase. Vamos, que conocía el discurso y velará por la difusión propagandística de él. Es decir, para que nadie vea en ello una "pista de aterrizaje", supongo.
Puigdemont concluye con cierta genialidad. Es decir, dejando un regalo envenenado a ERC. En el caso de que el Gobierno del Estado no acepte negociar el referéndum --algo muy probable en el caso de un Gobierno PSOE, a pesar del chollo de referéndum propuesto; algo matemático en el caso de un Gobierno del PP, ese partido que ni siquiera negociará con fiscalía--, se declarará la indepe y se realizará un referéndum unilateral sobre el caso de la cosa en septiembre de 2017. Ese referéndum que no dispondrá de reconocimiento, de tabulación, de votantes partidarios del no, de un recuento oficial, es decir, esa consulta, la organizará --tachán, tachán-- Junqueras. Es decir, que ERC se comerá el marrón de organizar lo ya organizado en 2014. Y de enfrentarse al problema de desobedecer y de, en ese trance --los cuerpos caen hacia el lado al que se inclinan--, volver a no hacerlo. CDC --en lo que es una orientación de que CDC y el Processisme carecen de inteligencia política más allá de la propagandística, aún no tiene nombre nuevo, pues ha facilitado al registro dos nombres ya registrados--, parece que se asegura con ello que una ERC, que a esas alturas será la fea del baile, concurrirá con ella a las futuras elecciones, sean plebiscitarias, constituyentes, o El Vot de la teva vida II, el retonno.
Bueno, parece ser que esa bicoca denominada gestión-gubernamental-del-Procés, se adentra en una tercera etapa. Calcada a la primera y, se supone, con el mismo final, en ausencia de otro material humano que lo gestione.
El conflicto catalán, que podría tener la utilidad de informar sobre cómo enfrentarse institucionalmente a un Estado en depresión de fin de Régimen y sin diálogo, para conseguir cambios en un marco legal que, desde hace 40 años, no sólo no los contempla sino que, se diría, su esencia es no contemplarlos, sigue sin tener esa utilidad. Es decir, sigue siendo un objeto propagandístico, sigue sin emitir políticamente al respecto. Y sigue, snif, emitiendo, por cierto, una mentalidad democrática similar a ese Estado. Ayer, la Presi del Parlament declaró que "la funció d'un Parlament és tenir un Govern per poder legislar". Llega a ser del Comité Federal del PSOE y también dimite. Por la democracia y todo eso.
Mañana toman la palabra los grupos parlamentarios. Les digo.
Parlament de Catalunya. Cuestión de confianza al Presi Pugidemont. Una cuestión de confianza es todo lo contrario a una moción de censura. A saber: la convoca el Ejecutivo. Es, por tanto, un cacharro gubernamental. Lo de hoy es, así, un festival gubernamental con el que se intentarán paliar dos...
Autor >
Guillem Martínez
Es autor de 'CT o la cultura de la Transición. Crítica a 35 años de cultura española' (Debolsillo), de '57 días en Piolín' de la colección Contextos (CTXT/Lengua de Trapo), de 'Caja de brujas', de la misma colección y de 'Los Domingos', una selección de sus artículos dominicales (Anagrama). Su último libro es 'Como los griegos' (Escritos contextatarios).
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