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En 2007, Ramón Espinar, un joven de 21 años, dio la entrada, gracias a un préstamo familiar, para la compra de un piso público en construcción en Alcobendas. Tres años más tarde le tocaba entrar a vivir y comenzar a pagar mensualmente y el sueldo en la universidad no daba para hipotecas. Decidió entonces vender el piso, sacando un beneficio, marcado por la Comunidad de Madrid, de 20.000 euros en el proceso de compra-venta. Nueve años después, el portavoz de Podemos en el Senado explicaba esta historia, la suya, en una rueda de prensa precipitada y llena de periodistas cuyas preguntas se extendieron durante una hora. Explicado el asunto por el protagonista, el caso Espinar deja una duda: ¿accedió a la opción de compra por vínculos familiares? De ser así, ¿era el plan especular con ese piso que no estaba sometido a las leyes del mercado, sino a una regulación pública? En el país del pelotazo, Espinar dejaría mucho que desear como especulador si así hubiera sido.
Al senador de Podemos le acompaña una sombra injusta, la de su padre, portavoz socialista del Gobierno de la Comunidad de Madrid, presidente de la Asamblea entre 1983 y 1987, e imputado por el caso de las tarjetas black. Y haber obtenido ganancia con una compra-venta de piso público a los 23 años con dinero familiar no ayuda a deshacerse de sombras de apellido, ni apuntala la imagen de “gente”. Tampoco ayuda el caso a sostener el discurso, una de las patas de Podemos, de que la vivienda es un derecho con el que no se debe especular. Es legal, nadie lo ha puesto en duda a pesar de la expectación levantada. Y será ético, si como Espinar explica, renunció al piso por la imposibilidad de pagar la hipoteca y si realmente no fue una concesión a dedo, pero no deja de ser un problema para un partido observado con una lupa que vigila el antes de su existencia.
El piso de Espinar se une a la larga lista de “escándalos” que han copado portadas de prensa y apertura de telediarios en los últimos tiempos. La beca de Errejón, el asistente de Echenique, los titiriteros de Carmena, la protesta de Rita Maestre, los tuits de Zapata… Cuando el poder saca la lupa, la nueva política tiembla y, descartada la idea de una política sin híperliderazgos, se resiente.
Es imposible disociar el caso Espinar y el revuelo que ha generado de la situación de un país que ha vivido y paga las consecuencias de la especulación inmobiliaria sin que esto haya supuesto en ningún caso un escándalo ni una expectación del tamaño de la de hoy, sino más bien un mérito. Bajo la tesis recogida por aquel editorial de El País, Bienvenidos al poder, los medios poderosos se han autoimpuesto la tarea de vigilar de forma especial a las caras de la nueva política que, no teniendo cargo público en el pasado, cayeron en contradicción con respecto al presente. Si usted exige honestidad en la vida pública, dé por vigilado su pasado doméstico. Una tesis de lucha contra la incoherencia que sería válida si no fuera porque es sólo aplicable al movimiento político que ha incomodado al poder. Que el PP presuma de valores de democracia no hace que la gran prensa lleve a portada el pasado poco democrático de algunos de sus miembros, ni los nombramientos a dedo dentro del partido se convierten en escándalos por su falta de democracia interna.
El tablero es este y Podemos decidió hace tiempo jugar contra una maquinaria muy poderosa al juego de los liderazgos personificados. Nadie se imagina a un miembro del Partido Popular explicando durante una hora un asunto como el de hoy, porque según la tesis de vigilancia del poder, no tendría por qué hacerlo. Podemos sí debe dar esas explicaciones que se le piden, y aprendiendo del caso Monedero, la respuesta de Espinar ha sido inmediata y sometida a un largo interrogatorio. Mientras los analistas de Podemos siguen estudiando si tendrá sus frutos en algún momento esta apuesta por dar la cara, quizá tendrían que empezar a plantearse la posibilidad de exigirles un anexo a la declaración de bienes a sus cargos públicos para evitar sobresaltos: una declaración de posibles incoherencias cometidas cuando no lo eran.
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Autor >
Gerardo Tecé
Soy Gerardo Tecé. Modelo y actriz. Escribo cosas en sitios desde que tengo uso de Internet. Ahora en CTXT, observando eso que llaman actualidad e intentando dibujarle un contexto. Es autor de 'España, óleo sobre lienzo'(Escritos Contextatarios).
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