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El último pleno de la presente legislatura en el Congreso de los Diputados comenzó con Meritxell Batet, número 2 del PSOE, presentando armas como jefa de la oposición ante la ausencia del difunto Pedro Sánchez (el Guapo o el Breve, según qué crónicas), y con los portavoces aragoneses remontándose a Felipe V, cantando las glorias usurpadas a la Corona de Aragón. Todo para llegar a la cuestión de la vecindad civil, que consiste en “la pertenencia a una comunidad regional con derecho propio, especial o foral”; una figura independiente de la vecindad administrativa. Las Cortes aragonesas presentaban una proposición de ley para que no se pierda esa filiación al hacerse uno residente de otro sitio. Que si un vasco puede nacer donde le salga de los mismos, un aragonés debería seguir figurando como vecino de donde ídem. Se habló de “la aragonesidad para todos los que se sientan vinculados” a Aragón, o a cualquier otra comunidad, y se aprobó solemnemente. No sabemos qué hubiera pensado del tema José Antonio Labordeta, aragonés de recia estirpe que mandase a la mierda(otra comarca cercana) a tanta gente desde aquí. Ya que, si se trata de ser vecino de todo el mundo, con nacer debería ser suficiente. 

Nada es suficiente en esta santa casa. Todo es excesivo (menos los enchufes en la tribuna de prensa). Y los simpáticos ujieres velan por que se mantengan las formas allá do sea menester: no se pueden echar fotos si no está uno acreditado como tal profesional; no se puede permanecer de pie en las tribunas; no está permitido asomarse al tendido con el fin de echar un ojo a la bancada contraria, la de la oposición, de mucha mayor afluencia, por cierto, desde el comienzo de la tarde. La educación era el tema estrella de esta tarde, y mirando a sus señorías mirar el móvil, bostezar o cuchichear alegremente mientras se dirimían estas cuestiones, emergía la duda de si no eran más necesarios los ujieres aquí arriba o ahí abajo. 

No se puede permanecer de pie en las tribunas; no está permitido asomarse al tendido con el fin de echar un ojo a la bancada contraria

Manuel Cruz, portavoz de Educación del PSOE en el Congreso, filósofo, subió a defender la proposición de ley impulsada por su grupo parlamentario que pretendía suspender el calendario de implantación de la Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa (LOMCE); paso previo a su presumible aniquilación. “Si algo puso en evidencia la LOMCE fue su desprecio al diálogo con los agentes del ámbito educativo”. Una cosa ésta, dialogar antes de legislar con quienes saben de educación, pues se dedican a ella, que sí hizo el PSOE de manera inveterada estando en el gobierno, como todo el mundo sabe. Cruz recordó el rechazo unánime de la comunidad educativa a la (centésima) reforma a través de “manifestaciones, encierros, protestas, huelgas”. “Pero no se confundan”, advirtió a los treinta diputados del PP que le escuchaban, atentísimos: “No han obtenido tanto rechazo por razones formales o de procedimiento; se trata de una ley profundamente ideológica, regresiva, elitista, excluyente, segregadora, recentralizadora y confesional. El mayor retroceso de nuestra historia democrática” en la materia. “Plasma la idea que el Partido Popular tiene de la educación y de la sociedad misma”.   

Y, dirigiéndose al nuevo ministro del ramo, Íñigo Méndez de Vigo, con tono casi compasivo, le explicó que esta ley no era sino el “marrón” que el anterior hombre en el puesto, José Ignacio Wert, le dejaba en herencia. “Estamos dispuestos a ayudarle a salir de tan engorrosa situación”, concedió Cruz, “pero no de cualquier manera”. “Por eso reclamamos la paralización del calendario como paso previo para reconstruir un acuerdo común entre toda la comunidad educativa, los interlocutores sociales y los agentes políticos. Un pacto educativo con todos”. “No pretenda”, concluyó, “que se coman el marrón los estudiantes”. (Wert, desde París, también saludaba al tendido). 

 “No pretenda”, concluyó, “que se coman el marrón los estudiantes”. (Wert, desde París, también saludaba al tendido) 

La portavoz de Educación del PP, Sandra Moneo, recordó asimismo a los estudiantes y a sus familias para advertir con solemnidad bíblica que toda esta inestabilidad, todo este mueve-mueve, estaría poniendo a todo el mundo muy nervioso: “Hay que dar tranquilidad al sistema, a las familias. ¿Qué hacemos; paralizamos y derogamos? ¿Qué hacemos con los alumnos? ¿Qué título les damos? ¿En qué limbo jurídico dejamos a los alumnos de 2º de Bachillerato?” (Dios mío, Dios mío, le faltó añadir, arrodillándose: desde el hemiciclo también podían oírse claramente los alaridos de los alumnos ante tal incertidumbre). Y terminó Moneo su intervención con una sentencia, o lapsus inspirado, que conmocionó a todo el mundo y provocó otro rumor de niños aterrados en las tribunas: “Ustedes saben que perderíamos unas ayudas [de la UE, se entendía] de más de seiscientos mil millones de euros” [Sic]. Seiscientos mil millones: cada vez nos colocan antes la navidad y sus anuncios, y pasa lo que pasa.

Pero fue el ministro, Méndez de Vigo, quien vino a zanjar el asunto, en su intervención, con un guante blanco que algo remendaba los jirones del invento. Ya anunciada la marcha atrás respecto a las reválidas educativas por el presidente Rajoy, y vista para sentencia la propuesta del PSOE, apoyada por la práctica totalidad de la oposición, el ministro –que, efectivamente, no puede entender como suya la derrota; en todo caso de su antecesor– manifestó su “voluntad de llegar a un pacto nacional por la educación” en la subcomisión parlamentaria de la materia. Algo que jamás se ha conseguido en la historia de la democracia: “Es muy difícil, pero si en el 78 fuimos capaces de llegar a un consenso” con la Constitución, “por qué no” con esto. Prometió convocar una conferencia sectorial para llegar a un gran acuerdo que se traduciría en decreto-ley. “Miguel de Cervantes decía que se puede ser camino o ser posada; este Gobierno va a ser camino”.

No fue el único en tirar de lírica: ya un parlamentario vasco había mentado (recitar es excesivo) un par de versos del romance lorquiano de la Guardia Civil

No fue el único en tirar de lírica: ya un parlamentario vasco había mentado (recitar es excesivo) un par de versos del romance lorquiano de la Guardia Civil, y la portavoz de Educación de Ciudadanos, Marta Martín, justificó el apoyo de su grupo a la proposición de ley del PSOE aduciendo que “recoge en el fondo el acuerdo” al que ya llegaron hace meses, cuando los acercamientos entre los dos partidos para una posible formación gubernamental. Citó a Benedetti, al Benedetti que leíamos en el instituto, para ilustrar la mano tendida de los suyos a construir un nuevo-gran acuerdo multilateral respecto a la educación: Usted sabe que puede contar conmigo. 

Para Convergencia Democrática de Cataluña, la LOMCE es una ley “en contra de Cataluña, en contra de la lengua catalana”, en contra de todos los vecinos civiles catalanes. Y Sánchez Serra, de Podemos, dijo que para su grupo la medida del PSOE está bien pero será insuficiente si la LOMCE no acaba derogándose, citando (mal) el mantra lampedusiano de que “cambie todo para que nada cambie”. (Se rumorea que a Lampedusa también le encantaría, donde quiera que esté, que los políticos españoles cambien de lugar común un día de éstos).

El PSOE pretende, en teoría, que la Religión deje de ser evaluable, suprimir las subvenciones a la educación diferenciada por sexos y propiciar que los alumnos de FP básica accedan al título de ESO. Se trataría de sustituir paulatinamente la ley ya en curso, a través de ese cacareado gran pacto. Con todo ello, las reválidas vigentes en el calendario, que afectan a los últimos cursos de ESO y de Bachillerato, se celebrarían pero quedarían sin efectos, con la selectividad tal y como está. Pero hasta que la reforma de la reforma se apruebe definitivamente todavía seguirán vigentes el resto de normas que la LOMCE implantó. 

Se trataría de sustituir paulatinamente la ley ya en curso, a través de ese cacareado gran pacto

“Si quieres, te lo paso”

El hemiciclo sí votó de manera unánime el impulso de un gran pacto estatal con el objetivo de “mejorar y actualizar la ley orgánica contra la violencia de género”, implicando a todas las administraciones públicas, con el objetivo, entre otros, de ampliar el término de la violencia ejercida contra las mujeres más allá del ámbito natural de la pareja, y que otros tipos de acoso también sean violencia de género. Se trata de la fusión de dos proposiciones no de ley de PP y PSOE que han recibido enmiendas de otros grupos y que incide en la protección judicial de las víctimas y los menores implicados, así como en, por ejemplo, “adoptar el compromiso político de no conceder ningún indulto en cualquier delito vinculado a la violencia de género”. Se ha acordado crear una subcomisión dentro de la Comisión de Igualdad para impulsar el pacto. 

Hubo momentos previos en que el patio (del recreo) volvió a enzarzarse porque los de la clase de al lado hacían trampa

Es decir, que el último pleno de la XI legislatura ha acabado con aplauso cerrado y palmaditas en la espalda por el consenso, si bien hubo momentos previos en que el patio (del recreo) volvió a enzarzarse porque los de la clase de al lado hacían trampa: los miembros de Unidos Podemos, Esquerra y EH Bildu blandieron carteles pidiendo la libertad de Andrés Bódalo, el edil de Jaén en Común condenado por agredir a otro concejal del PSOE. El resto de la sala (del colegio) les miraba con cara de al salir, me esperas. 

Poco antes, el enfant terrible y charnego de Esquerra Republicana de Cataluña, Gabriel Rufián, había arremetido contra los gastos “indecentes” del Congreso, como las comidas, el canal parlamentario por satélite o la próxima apertura de las Cortes, el jueves 17 de noviembre, con la presencia de los Reyes. En éstas le respondió Miguel Ángel Heredia, del PSOE, diciendo que cómo hablaba si él mismo, Rufián, utiliza coche oficial para ir del Congreso a la estación de Atocha, y que tenía un vídeo en el móvil que lo probaba. “Si quieres te lo paso” dijo Heredia a Rufián, que bajó después a comprobarlo in situ ante la retranca general, sin que el resto nos enterásemos de si el vídeo era un fake o no. Ana Pastor, presidenta de la cámara, preguntó a Heredia si retiraba o no la alusión a Rufián, y Heredia respondió: “No, pero si quiere se lo paso”.