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Hace ya casi dos meses que se inició el nuevo curso de escolar, el de la implantación de la LOMCE. Muchos alumnos de segundo de Bachillerato, en la Comunidad de Madrid, llevamos desde entonces preguntándonos, y preguntando, continuamente: ¿Qué va a pasar? ¿Cómo nos van a examinar? ¿Va a haber reválidas o continuará la PAU?

Sin respuesta o con una respuesta que no resuelve nuestras dudas. La frase que más hemos escuchado de nuestros profesores y jefes de estudios cada vez que realizamos estas preguntas es: “No lo sabemos todavía”.  

Una incertidumbre que nos obliga a no dejar de preguntarnos qué será de nuestros estudios y cuál será nuestro futuro a final de curso.

Además, hemos tenido muchos problemas en nuestros institutos a la hora de elegir las materias que vamos a cursar,  ya que todavía no se sabe qué asignaturas contarán para acceder a una carrera o a otra, o cuáles nos benefician más. El cacao es tal que cuando nos matriculamos en junio, después de darle muchas vueltas para elegir las asignaturas y sin tenerlo del todo claro, en secretaría nos decían “no os preocupéis demasiado ahora. Igual en octubre tenéis que cambiarlas”.

En este inicio de curso hemos descubierto que los alumnos de Bachillerato de Ciencias no pueden elegir la asignatura de Historia de la Filosofía, pero aun así tienen que examinarse, al igual que los alumnos de las otras opciones de Bachillerato, de Filosofía de Primero. ¿Por qué, si quieren estudiar las leyes de Newton, no pueden conocer a Platón? ¿Por qué la Química Orgánica del Carbono es incompatible con Nietzsche? ¿Acaso Aristóteles no aportó muchísimo conocimiento a la Ciencia actual? Y esto no es todo, también hemos visto que si un alumno quiere escoger la asignatura de Física o Historia de la Filosofía (dependiendo del Bachillerato en que estés), no puede cursar Ampliación de Inglés. Nos parece absurdo. 

Todo esto no solo afecta a los alumnos, los docentes también se sienten confusos. Nos encontramos ya en el segundo mes del curso y aún no saben si seguir con la programación de los años anteriores, o si surgirán nuevos temas y preguntas. 

Otro tema que nos afecta es el tener que comprar libros nuevos, sin poder reutilizar los libros de años anteriores que podemos encontrar a mejor precio o como préstamos de otros compañeros. No entendemos el porqué de gastarse tanto dinero en libros nuevos cuando prácticamente tienen el mismo contenido que los de la edición anterior. 

Estamos cansados de seguir en esta situación de incógnita y de frustración por no ser escuchados, por no tener en cuenta la opinión de todas las personas que se ven afectadas por  esto, y por no buscar una solución que beneficie a la educación de este país, en vez de empeorarla. 

Somos y posiblemente seremos la única generación de afectados por esta nueva regulación, pues esta ley no tiene futuro, posiblemente se derogue en escasos meses, pero para entonces será tarde pues durante el resto de este curso, nosotros ya tenemos un temario y unos exámenes que superar, de los cuales no conocemos ni su contenido.

En nuestro instituto nos cuentan que el 30 de noviembre, se supone, va a haber una reunión sobre la PAU, en la cual se les dirá a los profesores qué va a ocurrir con esta prueba, qué contenidos entrarán. Hasta entonces seguiremos dando palos de ciego.

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Lucía Sánchez, Laura Faba y Mario Gutiérrez-Gamero son estudiantes de segundo de Bachillerato.