El hacha
El legado
Cada minuto que Simeone permanece en el banquillo del Atlético es una bendición para sus aficionados y una pésima noticia para sus enemigos, que, por supuesto, los tiene
Rubén Uría 2/01/2017
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Cada minuto que Simeone permanece en el banquillo del Atlético es una bendición para sus aficionados y una pésima noticia para sus enemigos, que, por supuesto, los tiene. No ha habido día, mes y año que el futuro del Cholo no se haya convertido en un asunto de Estado para los atléticos. Al famoso 'tú con nosotros y nosotros contigo', después de Milán, le ha sobrevenido una duda trascendental sobre qué será del Atleti sin su prócer. Lógico teniendo en cuenta que antes del Cholo, en la era AC, el Atlético era un cadáver deportivo y que ahora, en el año V DC, es algo más que un equipo molesto, tanto en España como en Europa. El terror a la posible pérdida de Simeone es una consecuencia normal para los atléticos. Llevan tanto tiempo viendo cómo el cielo se desploma sobre sus cabezas que desean alargar, hasta el infinito y más allá, su romance con el tipo que les ha llevado a pensar que si se trabajaba y se creía, se podía. La exigencia y el liderazgo del Cholo son tan incuestionables, tan personales y tan potentes que nadie podría poner la mano en el fuego a la hora de vaticinar si el Atlético no acabará volviendo a los tiempos oscuros el día que el argentino diga basta. Lo que sí debe construir el club, los jugadores y la afición es la estructura sólida y competitiva para que, el día que el Cholo preste su último servicio, la persona se vaya y su legado se quede.
Hablemos de la persona: después de cinco intensos veranos en los que gran parte del periodismo ha especulado con la marcha de Simeone y del consiguiente disgusto de los consumidores a los que el Cholo aconsejó que no consuman, el entrenador del Atlético se ha pasado las últimas semanas repitiendo por activa, por pasiva y por perifrástica que no se irá del Atlético, al menos, hasta 2018, dejando abierta una puerta a su continuidad. Y ahora, de su legado, que es mucho más importante y del que se habla bastante menos. Su legado, sin duda, es su mentalidad. Ha dado la vuelta al club como un calcetín, ha huido del fatalismo y ha instalado al aficionado en la cultura más fuerte que existe en el deporte, la del esfuerzo.
Ha dado la vuelta al club como un calcetín, ha huido del fatalismo y ha instalado al aficionado en la cultura más fuerte que existe en el deporte, la del esfuerzo
Lo mejor de su legado se lo dijo hace unos días a Jorge Valdano en una entrevista en BeIN Sports: "A mí me cuentan lo del 'upa', la 'upa'... ¿Cómo es? ¡El 'pupas'!, eso. Yo nunca conviví con esa situación, tampoco como jugador. Mi primera temporada en el Atlético no fue buena porque el equipo venía de una temporada difícil, pero en la segunda campaña gané la Liga y después la Copa. Cuando volví, peleamos por la UEFA. Y cuando llegué como técnico, ganamos cinco títulos. Yo no vivo con ese derrotismo, no lo concibo". Ya lo dijo Luis: “Si el Atleti es el Pupas ¿otros qué son, El Costras?”. Simeone no tolera el conformismo, tiene un alma incorruptible, una ambición desmedida y desprende ardor guerrero. Apoyado en unos magníficos resultados, cierto. En una plantilla que ha matado y morirá por él, cierto. Pero cuando los resultados sean malos y el rendimiento del grupo no sea óptimo, incluso cuando el Cholo entienda que ha llegado el momento de dejarlo porque no puede darle más a la gente, quedarán su obra, su pensamiento y su actitud. Un legado inmortal que el aficionado del Atlético no debería olvidar jamás.
El Cholo es el jefe de la tribu porque lleva el mensaje adecuado de serie: retroceder nunca, rendirse jamás. Excusas cero, rendimiento mil. Ni pupas, ni conformismo, ni estética del perdedor, ni historias para no dormir. El Atlético ha sido, es y será muy grande. Pelea los títulos, se entrega en el campo, ha sido campeón de Liga, de Copa y de títulos europeos. Y persigue la Copa de Europa, esa con la que anteriores generaciones soñaban y veían a años luz. Hoy está al alcance de la mano, a golpe de camiseta y sudor, gracias al mensaje del Cholo. Ese es el mensaje de Simeone, un legado eterno. Sin duda, el mayor tesoro del que puede presumir cualquier atlético. Y por descontado, la mayor herencia que los padres atléticos podrán transmitir a sus hijos. Un día se irá Simeone, es ley de vida. Lo que no se puede perder es la potencia de su mensaje. No hay Champions más preciada que la que le ha devuelto el Cholo a la gente del Atlético: el orgullo de sentir esa pasión inexplicable en cada instante.
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Rubén Uría
Periodista. Articulista de CTXT y Eurosport, colaborador en BeIN Sports y contertulio en TVE, Teledeporte y Canal 24 Horas. Autor de los libros 'Hombres que pudieron reinar' y 'Atlético: de muerto a campeón'. Su perfil en Twitter alcanza los 100.000 seguidores.
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