1. Número 1 · Enero 2015

  2. Número 2 · Enero 2015

  3. Número 3 · Enero 2015

  4. Número 4 · Febrero 2015

  5. Número 5 · Febrero 2015

  6. Número 6 · Febrero 2015

  7. Número 7 · Febrero 2015

  8. Número 8 · Marzo 2015

  9. Número 9 · Marzo 2015

  10. Número 10 · Marzo 2015

  11. Número 11 · Marzo 2015

  12. Número 12 · Abril 2015

  13. Número 13 · Abril 2015

  14. Número 14 · Abril 2015

  15. Número 15 · Abril 2015

  16. Número 16 · Mayo 2015

  17. Número 17 · Mayo 2015

  18. Número 18 · Mayo 2015

  19. Número 19 · Mayo 2015

  20. Número 20 · Junio 2015

  21. Número 21 · Junio 2015

  22. Número 22 · Junio 2015

  23. Número 23 · Junio 2015

  24. Número 24 · Julio 2015

  25. Número 25 · Julio 2015

  26. Número 26 · Julio 2015

  27. Número 27 · Julio 2015

  28. Número 28 · Septiembre 2015

  29. Número 29 · Septiembre 2015

  30. Número 30 · Septiembre 2015

  31. Número 31 · Septiembre 2015

  32. Número 32 · Septiembre 2015

  33. Número 33 · Octubre 2015

  34. Número 34 · Octubre 2015

  35. Número 35 · Octubre 2015

  36. Número 36 · Octubre 2015

  37. Número 37 · Noviembre 2015

  38. Número 38 · Noviembre 2015

  39. Número 39 · Noviembre 2015

  40. Número 40 · Noviembre 2015

  41. Número 41 · Diciembre 2015

  42. Número 42 · Diciembre 2015

  43. Número 43 · Diciembre 2015

  44. Número 44 · Diciembre 2015

  45. Número 45 · Diciembre 2015

  46. Número 46 · Enero 2016

  47. Número 47 · Enero 2016

  48. Número 48 · Enero 2016

  49. Número 49 · Enero 2016

  50. Número 50 · Febrero 2016

  51. Número 51 · Febrero 2016

  52. Número 52 · Febrero 2016

  53. Número 53 · Febrero 2016

  54. Número 54 · Marzo 2016

  55. Número 55 · Marzo 2016

  56. Número 56 · Marzo 2016

  57. Número 57 · Marzo 2016

  58. Número 58 · Marzo 2016

  59. Número 59 · Abril 2016

  60. Número 60 · Abril 2016

  61. Número 61 · Abril 2016

  62. Número 62 · Abril 2016

  63. Número 63 · Mayo 2016

  64. Número 64 · Mayo 2016

  65. Número 65 · Mayo 2016

  66. Número 66 · Mayo 2016

  67. Número 67 · Junio 2016

  68. Número 68 · Junio 2016

  69. Número 69 · Junio 2016

  70. Número 70 · Junio 2016

  71. Número 71 · Junio 2016

  72. Número 72 · Julio 2016

  73. Número 73 · Julio 2016

  74. Número 74 · Julio 2016

  75. Número 75 · Julio 2016

  76. Número 76 · Agosto 2016

  77. Número 77 · Agosto 2016

  78. Número 78 · Agosto 2016

  79. Número 79 · Agosto 2016

  80. Número 80 · Agosto 2016

  81. Número 81 · Septiembre 2016

  82. Número 82 · Septiembre 2016

  83. Número 83 · Septiembre 2016

  84. Número 84 · Septiembre 2016

  85. Número 85 · Octubre 2016

  86. Número 86 · Octubre 2016

  87. Número 87 · Octubre 2016

  88. Número 88 · Octubre 2016

  89. Número 89 · Noviembre 2016

  90. Número 90 · Noviembre 2016

  91. Número 91 · Noviembre 2016

  92. Número 92 · Noviembre 2016

  93. Número 93 · Noviembre 2016

  94. Número 94 · Diciembre 2016

  95. Número 95 · Diciembre 2016

  96. Número 96 · Diciembre 2016

  97. Número 97 · Diciembre 2016

  98. Número 98 · Enero 2017

  99. Número 99 · Enero 2017

  100. Número 100 · Enero 2017

  101. Número 101 · Enero 2017

  102. Número 102 · Febrero 2017

  103. Número 103 · Febrero 2017

  104. Número 104 · Febrero 2017

  105. Número 105 · Febrero 2017

  106. Número 106 · Marzo 2017

  107. Número 107 · Marzo 2017

  108. Número 108 · Marzo 2017

  109. Número 109 · Marzo 2017

  110. Número 110 · Marzo 2017

  111. Número 111 · Abril 2017

  112. Número 112 · Abril 2017

  113. Número 113 · Abril 2017

  114. Número 114 · Abril 2017

  115. Número 115 · Mayo 2017

  116. Número 116 · Mayo 2017

  117. Número 117 · Mayo 2017

  118. Número 118 · Mayo 2017

  119. Número 119 · Mayo 2017

  120. Número 120 · Junio 2017

  121. Número 121 · Junio 2017

  122. Número 122 · Junio 2017

  123. Número 123 · Junio 2017

  124. Número 124 · Julio 2017

  125. Número 125 · Julio 2017

  126. Número 126 · Julio 2017

  127. Número 127 · Julio 2017

  128. Número 128 · Agosto 2017

  129. Número 129 · Agosto 2017

  130. Número 130 · Agosto 2017

  131. Número 131 · Agosto 2017

  132. Número 132 · Agosto 2017

  133. Número 133 · Septiembre 2017

  134. Número 134 · Septiembre 2017

  135. Número 135 · Septiembre 2017

  136. Número 136 · Septiembre 2017

  137. Número 137 · Octubre 2017

  138. Número 138 · Octubre 2017

  139. Número 139 · Octubre 2017

  140. Número 140 · Octubre 2017

  141. Número 141 · Noviembre 2017

  142. Número 142 · Noviembre 2017

  143. Número 143 · Noviembre 2017

  144. Número 144 · Noviembre 2017

  145. Número 145 · Noviembre 2017

  146. Número 146 · Diciembre 2017

  147. Número 147 · Diciembre 2017

  148. Número 148 · Diciembre 2017

  149. Número 149 · Diciembre 2017

  150. Número 150 · Enero 2018

  151. Número 151 · Enero 2018

  152. Número 152 · Enero 2018

  153. Número 153 · Enero 2018

  154. Número 154 · Enero 2018

  155. Número 155 · Febrero 2018

  156. Número 156 · Febrero 2018

  157. Número 157 · Febrero 2018

  158. Número 158 · Febrero 2018

  159. Número 159 · Marzo 2018

  160. Número 160 · Marzo 2018

  161. Número 161 · Marzo 2018

  162. Número 162 · Marzo 2018

  163. Número 163 · Abril 2018

  164. Número 164 · Abril 2018

  165. Número 165 · Abril 2018

  166. Número 166 · Abril 2018

  167. Número 167 · Mayo 2018

  168. Número 168 · Mayo 2018

  169. Número 169 · Mayo 2018

  170. Número 170 · Mayo 2018

  171. Número 171 · Mayo 2018

  172. Número 172 · Junio 2018

  173. Número 173 · Junio 2018

  174. Número 174 · Junio 2018

  175. Número 175 · Junio 2018

  176. Número 176 · Julio 2018

  177. Número 177 · Julio 2018

  178. Número 178 · Julio 2018

  179. Número 179 · Julio 2018

  180. Número 180 · Agosto 2018

  181. Número 181 · Agosto 2018

  182. Número 182 · Agosto 2018

  183. Número 183 · Agosto 2018

  184. Número 184 · Agosto 2018

  185. Número 185 · Septiembre 2018

  186. Número 186 · Septiembre 2018

  187. Número 187 · Septiembre 2018

  188. Número 188 · Septiembre 2018

  189. Número 189 · Octubre 2018

  190. Número 190 · Octubre 2018

  191. Número 191 · Octubre 2018

  192. Número 192 · Octubre 2018

  193. Número 193 · Octubre 2018

  194. Número 194 · Noviembre 2018

  195. Número 195 · Noviembre 2018

  196. Número 196 · Noviembre 2018

  197. Número 197 · Noviembre 2018

  198. Número 198 · Diciembre 2018

  199. Número 199 · Diciembre 2018

  200. Número 200 · Diciembre 2018

  201. Número 201 · Diciembre 2018

  202. Número 202 · Enero 2019

  203. Número 203 · Enero 2019

  204. Número 204 · Enero 2019

  205. Número 205 · Enero 2019

  206. Número 206 · Enero 2019

  207. Número 207 · Febrero 2019

  208. Número 208 · Febrero 2019

  209. Número 209 · Febrero 2019

  210. Número 210 · Febrero 2019

  211. Número 211 · Marzo 2019

  212. Número 212 · Marzo 2019

  213. Número 213 · Marzo 2019

  214. Número 214 · Marzo 2019

  215. Número 215 · Abril 2019

  216. Número 216 · Abril 2019

  217. Número 217 · Abril 2019

  218. Número 218 · Abril 2019

  219. Número 219 · Mayo 2019

  220. Número 220 · Mayo 2019

  221. Número 221 · Mayo 2019

  222. Número 222 · Mayo 2019

  223. Número 223 · Mayo 2019

  224. Número 224 · Junio 2019

  225. Número 225 · Junio 2019

  226. Número 226 · Junio 2019

  227. Número 227 · Junio 2019

  228. Número 228 · Julio 2019

  229. Número 229 · Julio 2019

  230. Número 230 · Julio 2019

  231. Número 231 · Julio 2019

  232. Número 232 · Julio 2019

  233. Número 233 · Agosto 2019

  234. Número 234 · Agosto 2019

  235. Número 235 · Agosto 2019

  236. Número 236 · Agosto 2019

  237. Número 237 · Septiembre 2019

  238. Número 238 · Septiembre 2019

  239. Número 239 · Septiembre 2019

  240. Número 240 · Septiembre 2019

  241. Número 241 · Octubre 2019

  242. Número 242 · Octubre 2019

  243. Número 243 · Octubre 2019

  244. Número 244 · Octubre 2019

  245. Número 245 · Octubre 2019

  246. Número 246 · Noviembre 2019

  247. Número 247 · Noviembre 2019

  248. Número 248 · Noviembre 2019

  249. Número 249 · Noviembre 2019

  250. Número 250 · Diciembre 2019

  251. Número 251 · Diciembre 2019

  252. Número 252 · Diciembre 2019

  253. Número 253 · Diciembre 2019

  254. Número 254 · Enero 2020

  255. Número 255 · Enero 2020

  256. Número 256 · Enero 2020

  257. Número 257 · Febrero 2020

  258. Número 258 · Marzo 2020

  259. Número 259 · Abril 2020

  260. Número 260 · Mayo 2020

  261. Número 261 · Junio 2020

  262. Número 262 · Julio 2020

  263. Número 263 · Agosto 2020

  264. Número 264 · Septiembre 2020

  265. Número 265 · Octubre 2020

  266. Número 266 · Noviembre 2020

  267. Número 267 · Diciembre 2020

  268. Número 268 · Enero 2021

  269. Número 269 · Febrero 2021

  270. Número 270 · Marzo 2021

  271. Número 271 · Abril 2021

  272. Número 272 · Mayo 2021

  273. Número 273 · Junio 2021

  274. Número 274 · Julio 2021

  275. Número 275 · Agosto 2021

  276. Número 276 · Septiembre 2021

  277. Número 277 · Octubre 2021

  278. Número 278 · Noviembre 2021

  279. Número 279 · Diciembre 2021

  280. Número 280 · Enero 2022

  281. Número 281 · Febrero 2022

  282. Número 282 · Marzo 2022

  283. Número 283 · Abril 2022

  284. Número 284 · Mayo 2022

  285. Número 285 · Junio 2022

  286. Número 286 · Julio 2022

  287. Número 287 · Agosto 2022

  288. Número 288 · Septiembre 2022

  289. Número 289 · Octubre 2022

  290. Número 290 · Noviembre 2022

  291. Número 291 · Diciembre 2022

  292. Número 292 · Enero 2023

  293. Número 293 · Febrero 2023

  294. Número 294 · Marzo 2023

  295. Número 295 · Abril 2023

  296. Número 296 · Mayo 2023

  297. Número 297 · Junio 2023

  298. Número 298 · Julio 2023

  299. Número 299 · Agosto 2023

  300. Número 300 · Septiembre 2023

  301. Número 301 · Octubre 2023

  302. Número 302 · Noviembre 2023

  303. Número 303 · Diciembre 2023

  304. Número 304 · Enero 2024

  305. Número 305 · Febrero 2024

  306. Número 306 · Marzo 2024

  307. Número 307 · Abril 2024

CTXT necesita 15.000 socias/os para seguir creciendo. Suscríbete a CTXT

Tribuna

El fin del trabajo

La innovación tecnológica no determina una mayor desigualdad social. Los políticos son los responsables de que el empleo tenga cada vez menos derechos, como ha pasado en España, Francia e Italia

Bruno Estrada 18/01/2017

<p>Fotograma de la película ‘Tiempos modernos’ (1936). / <strong>Charles Chaplin</strong></p>

Fotograma de la película ‘Tiempos modernos’ (1936). / Charles Chaplin

En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí

---------------------------------
En enero CTXT deja el saloncito. Necesitamos ayuda para convertir un local o una notaría en una redacción. Si nos echas una mano grabamos tu nombre en la primera piedra. Del vídeo se encarga Esperanza.

Donación libre:

---------------------------------

Un primer error cuando se analiza la evolución del trabajo en el mundo son las equivocadas perspectivas que, con mucha habitualidad, eligen los analistas. A menudo se hacen consideraciones globales en base a lo que ven en su entorno inmediato, como mucho a lo que ocurre en su país.

Desde la crisis de 2008 hasta 2014 se han creado doscientos doce millones de puestos de trabajo netos en el mundo, según datos de la OIT, pero en el conjunto de los países desarrollados tan solo cien mil, y en la Europa de los 28 se han perdido tres millones setecientos mil.

Resulta evidente que si cada año se crean cerca de cuarenta millones de empleos en el conjunto del planeta, si hay ochocientos veintitrés millones de trabajadores más que hace veinte años, si hoy hay un total de 3.190 millones de trabajadores en el mundo no estamos en un proceso irreversible de fin del trabajo.

Si hay 823 millones de trabajadores más que hace veinte años, si hoy hay un total de 3.190 millones de trabajadores en el mundo no estamos en un proceso irreversible de fin del trabajo

Comenta J. Livingston que “los economistas de Oxford que estudian las tendencias laborales nos dicen que casi la mitad de los trabajos existentes (...) están en peligro de muerte como consecuencia de la informatización”. Livingston, supongo, se refiere al trabajo de Frey y Osborne El futuro del empleo, un trabajo que ha sido tan cuestionado por los especialistas del ramo como difundido por los medios de comunicación generalistas.

Un reciente estudio de la OCDE de tres economistas alemanes (Arntz, Gregory y Zierahn), El riesgo de la automatización del trabajo en los países de la OCDE, un análisis comparativo, que no ha tenido el mismo eco mediático que el estudio británico, cuestiona la metodología de los británicos. Tan solo estudiaron con detalle el riesgo de automatización de setenta ocupaciones, y luego de forma mimética imputaron los ratios obtenidos a otras seiscientas treinta ocupaciones, sin analizarlas en profundidad.

Es más, un análisis más pormenorizado del trabajo de Frey y Osborne nos lleva a la conclusión de que el riesgo de automatización es mayor en los países emergentes. Una conclusión evidente ya que han sido a estos países donde se han deslocalizado la mayor parte de los procesos productivos fordistas de las cadenas de valor global y los trabajos rutinarios y mecánicos “robotizables”, debido al menor coste de su mano de obra por la inexistencia de sindicatos libres.

No podemos olvidar que China, el país que actualmente es la fábrica del mundo, no permite la existencia de sindicatos libres. Los más de doscientos millones de trabajadores que están afiliados a los sindicatos chinos no tienen derecho a una negociación colectiva libre. Ahí tenemos el gran agujero negro de la globalización en términos de derechos laborales.

¿Tienen los países desarrollados un problema de creación de empleo, y sobre todo de creación de empleo de calidad según los estándares laborales a los que estamos acostumbrados? Sí. Pero ese ya es otro problema, ya no es problema global, sino local, propio de países desarrollados, y de las políticas que en ellos se han tomado. Ahí deberemos enfocar el problema.

En primer lugar hay que partir del hecho, que a menudo se olvida, de que la fuerte destrucción de empleo generada en los países desarrollados de ambas orillas del Atlántico norte a raíz de la crisis financiera de 2007-2008 surgió en EE.UU. y se expandió rápidamente a Europa debido a la excesiva desregulación financiera de sus economías. Los informes del Fondo Monetario Internacional  (FMI) a partir del año 2012 suponen un cambio importante de la posición mantenida hasta ese momento por el propio FMI en relación con la liberalización de los movimientos de capital.

Los problemas de creación de empleo, y de empleo de calidad, en la eurozona vienen determinados fundamentalmente por las políticas de austeridad fiscal y devaluación salarial 

En el Informe de 2012 del FMI se puede leer: “La liberalización de los flujos de capital tiene riesgos, que son mayores cuando los países aún no han logrado un nivel de desarrollo financiero e institucional suficiente (…) En este contexto no se puede presumir que la plena liberalización (de los flujos de capital) sea un objetivo apropiado para todos los países en todo momento (…) Como mostró la reciente crisis financiera mundial, flujos de capital grandes y volátiles pueden ocasionar riesgos incluso a países que han estado abiertos y obtenido beneficios de tales flujos durante mucho tiempo y que tienen mercados financieros muy desarrollados”.

En segundo lugar, hay que tener en cuenta que los problemas de creación de empleo, y de empleo de calidad, en la eurozona vienen determinados fundamentalmente por las políticas de austeridad fiscal y devaluación salarial que impusieron Alemania y otros países del norte de Europa, priorizando de forma errónea el control de la inflación sobre la creación de empleo, al contrario de lo que hizo el gobierno estadounidense de Obama. Ahí tenemos un problema en la eurozona, y particularmente en los países como España, Grecia y Portugal a los cuales se nos han impuesto importantes límites al crecimiento del endeudamiento público, que es el mejor mecanismo de incentivar la economía cuando el sector privado se retira debido a las incertidumbres generadas por el deficiente funcionamiento del sistema financiero.

Finalmente Livingstone parece referirse a EE.UU. cuando dice que un trabajo ya no permite pagar las facturas, al mencionar que un 25% de los adultos estadounidenses tiene salarios tan bajos que no les permiten superar el umbral de pobreza.

En aquellos lugares y épocas donde el poder de negociación de los trabajadores ha sido mayor la riqueza se ha distribuido de forma más equitativa 

Entonces tal vez a lo que nos estemos refiriendo sea más bien a un problema más general sobre la distribución de la riqueza generada en EE.UU. que a un problema específico sobre el problema de creación de empleo, aunque ambas cuestiones están interrelacionadas: una distribución más desigual de la riqueza termina creando empleos de menor calidad.

Esta es la conclusión a la que llega Jordan Brennan, economista de Unifor, el principal sindicato canadiense del sector privado, y miembro del Canadian Centre for Policy Alternatives, que ha realizado una profunda investigación sobre la relación entre la desaceleración del crecimiento económico y el crecimiento de las desigualdades en Canadá y EEUU: Incremento de la concentración empresarial, debilitamiento del poder sindical y aumento de las desigualdades: la prosperidad americana en una perspectiva histórica. La conclusión que obtiene es que en aquellos lugares y épocas donde el poder de negociación de los trabajadores ha sido mayor la riqueza se ha distribuido de forma más equitativa y los salarios han tenido un mayor peso en la economía, como consecuencia de ello se ha registrado un mayor crecimiento económico, se ha incrementado en mayor medida la inversión productiva y se ha creado más empleo y de más calidad.

A partir de los años ochenta en EE.UU., cuando se asienta la hegemonía cultural neoliberal y el poder de negociación de los sindicatos se debilita, el incremento del PIB se ralentiza. La creciente desigualdad en el reparto de la riqueza hace que una parte creciente de los beneficios empresariales se haya dedicado a actividades improductivas que solo aumentan el poder de mercado de las grandes empresas. Entre 1895 y 1990 por cada dólar gastado en inversión en activos fijos las empresas de EE.UU. gastaron 18 céntimos en procesos de fusiones y absorciones. A partir de 1990 esta relación se incrementó exponencialmente hasta llegar a los 68 céntimos destinados a procesos de reestructuración y concentración empresarial por cada dólar invertido en impulsar la economía productiva. Como consecuencia de ello en los últimos veinticinco años la cuota de mercado de las 100 mayores multinacionales del mundo ha pasado de representar el 9% del total mundial en 1990 al 21% en la actualidad.

Oficina de Estadísticas Laborales de EE.UU.

Oficina de Estadísticas Laborales de EE.UU.

 

Este gráfico de la Oficina de Estadísticas Laborales (BLS) de EE.UU. apoya las tesis de Brennan. Es a partir de mediados de los años 70 cuando se produce una brecha creciente entre los índices de productividad y los salarios reales en EE.UU., esto es, los trabajadores estadounidenses cada vez se llevan a su casa una porción menor de la riqueza que generan.

Es a partir de esos años cuando se empiezan a producir cambios muy importantes en la gestión empresarial. El 13 de septiembre de 1970 Milton Friedman escribió un famoso artículo, La responsabilidad social de la empresa es crear beneficios, que esparce dos perniciosas ideas en el campo de la gestión empresarial: 1) el principal objetivo de los directivos empresariales es maximizar el valor de la acción a corto plazo, por tanto la empresa ya no es un lugar donde hay que llegar a consensos internos entre los trabajadores y los accionistas, como consecuencia de ello se incrementó la financiarización de actividad productiva; 2) las grandes empresas deben externalizar gran parte de la actividad productiva, concentrando su actividad en la parte del proceso productivo que tiene más poder de mercado garantizado. De esta forma la creación de valor en la parte del proceso productivo que permanece en la empresa en gran medida se logra desvalorizando la parte externalizada, normalmente de procesos productivos estandarizados y homogéneos.

La tecnología digital está teniendo menos impacto en el mercado de trabajo que otras tecnologías introducidas en el pasado, como la electricidad, el automóvil, el avión, etcétera

Los gestores de grandes empresas multinacionales han conseguido que los riesgos e incertidumbres que las fluctuaciones de la demanda generan en toda actividad económica se trasladen del capital (mayores o menores beneficios) a los trabajadores (mayor o menor desempleo). El empleo y los salarios se han convertido en la principal variable de ajuste en situaciones de crisis, como resultado de ello en EE.UU. los sindicatos han perdido más de tres millones de afiliados en los últimos treinta años.

El empleo que se crea en EE.UU. en los segmentos de menor cualificación es de muy baja calidad porque los trabajadores tienen mermada la capacidad de defender su salario y condiciones de trabajo. Dani Rodrik, de la Universidad de Harvard, ha llegado a la conclusión de que la tecnología digital está teniendo menos impacto en el mercado de trabajo que otras tecnologías introducidas en el pasado, como la electricidad, el automóvil, el avión, etc.

Dean Baker, codirector del Center for Economic and Policy Research (CEPR), de Washington D.C., confirma que la excesiva atención que se presta a la digitalización como causa de la pérdida de puestos de trabajo tiene como objetivo evitar que se analicen las causas reales del deterioro de las condiciones de vida de millones de trabajadores que no son tecnológicas, sino políticas, derivadas de las medidas tomadas desde los años ochenta para debilitar a los sindicatos.

No es la revolución digital, sino la contrarrevolución neoliberal según Baker, la causante de la creciente precariedad y de los altos índices de desempleo actuales en algunos países.

La innovación tecnológica no determina una mayor desigualdad social, de la misma forma que los procesos de descentralización y la externalización productiva que se observan en el mundo empresarial desde hace décadas no vienen determinados por una lógica empresarial inapelable, sino por una determinada visión política sobre quién se debe beneficiar del esfuerzo de los trabajadores: los accionistas y los altos directivos.

Algunos trabajos desaparecerán, como ha sucedido en el pasado, pero no el trabajo. Puede que el ritmo y el número de disrupciones tecnológicas sea mayor, pero en las complejas, desarrolladas y democráticas sociedades del siglo XXI la conclusión no puede ser que el cambio tecnológico debe ser dirigido solo desde un punto de vista microempresarial, como sucedió en el siglo XIX, con los enormes costes y conflictos sociales que ello originó.

El elemento clave de la relación entre el grado de disrupción de las nuevas tecnologías y sus efectos en el empleo no son las tecnologías en sí mismas, sino cómo se aplican. Parece evidente que se dispone de tecnología suficiente para que los trabajadores de cajeros automáticos sean sustituidos por máquinas autoservicio y autopago, pero incluso en EE.UU. todavía hay tres millones de personas trabajando como cajeros. Es indudable que para realizar compras habituales en comercios cercanos los consumidores valoran otros intangibles humanos antes que aceptar relacionarse solo con máquinas.

Por eso es necesario reconstruir los debilitados consensos internos en la empresa, fortaleciendo la capacidad de interlocución de los sindicatos. Y, a la vez, establecer nuevas estructuras e instituciones que permitan alcanzar nuevos consensos en perímetros productivos-laborales más amplios, incluyendo las cadenas transnacionales de producción de valor que involucran a más de cuatrocientos millones de trabajadores en todo el mundo.

La responsabilidad de un empleo cada vez con menos derechos hay que buscarla en los políticos que impulsan unas legislaciones laborales que cada vez protegen menos a los trabajadores, como ha pasado en España, Francia e Italia. No busquemos a los culpables entre los robots o los chips, de forma que las responsabilidades sociales y políticas se diluyan.

---------------------------------
En enero CTXT deja el saloncito. Necesitamos ayuda para convertir un local o una notaría en una redacción. Si nos echas una mano grabamos tu nombre en la primera piedra. Del vídeo se encarga Esperanza.

Este artículo es exclusivo para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí

Autor >

Bruno Estrada

Suscríbete a CTXT

Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias

Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí

Artículos relacionados >

2 comentario(s)

¿Quieres decir algo? + Déjanos un comentario

  1. juan

    Jeremy Rifkin tiene razón y el hecho de que haya paro en europa no solo se debe a politicas de austeridad sino a politicas de deslocalización de las empresas(esas que se van a china para no pagar por nada y solo ganar dinero).Las consecuencias en el mundo entero son paro,destrucción del medio ambiente por no cumplir estandares medioambientales,etc.La austeridad es un mecanismo de defensa ante la falta de trabajo y por tanto rentas para hacer circular la economía.No voy a decir mas nada; usted piense lo que quiera.

    Hace 7 años

  2. Sociólogo

    No se puede negar que el aumento de la productividad (en sus múltiples formas)es una tendecia que va reducir el número de trabajadores necesarios para mantener la economía (composición e hiper-acumulación del capital). Ello provoca un desempleo estructural cada vez mayor debido a que cada vez hay más trabajadores y menos puestos de trabajo disponible. ¿Quién es el colgado que confía en el mercado para reajustar un desequilibrio que es cada vez más evidente? Quienes apelen a la Ley de Say para justificar que siempre se pude producir y consumir más no pueden ser más que fanáticos de la ortodoxia teórica neoclásica y derivadas. La historia reciente da la razón a Jeremy Rifkin cuando en los 90 ya preveía El Fin del Trabajo.

    Hace 7 años 2 meses

Deja un comentario


Los comentarios solo están habilitados para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí