Ser feminazi hoy
1928 llamando a Pablo Motos
Anita Botwin 3/05/2017
Una imagen de El hormiguero.
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Año 1928. Una telefonista atiende la llamada que parpadea en el panel. Conecta los cables y pregunta: “Buenas tardes, ¿qué población desea?”. Al otro lado, un abonado llamado Pablo Motos pregunta en tono socarrón: “Perdone, antes de que me conecte con Madrid, tengo que comentar un tema porque si no reviento. Es una pregunta que todo el mundo se hace ahora mismo sobre las mujeres: ¿Baila usted charlestón?”
La mujer del cable responde titubeando ante la pregunta inesperada: “Todo el mundo debería bailarlo, es muy bueno para la salud. ¿En qué puedo atenderle, caballero? Si es con Madrid, le comento que hay una demora de una hora en estos momentos”. Pablo Motos insiste: “Entonces tengo tiempo para conversar con usted. ¿Lo baila entonces? Porque no sé si sabe que este es un baile para mujeres alocadas. ¿No es mejor bailarlo con un buen acompañante?”. La mujer traga saliva y respira profundamente: “Sí. Lo sé, señor. ¿Puedo ayudarle en algo más?”.
Un siglo después, esta vez actrices que interpretan el papel de telefonistas que intentan abrirse camino en un mundo de hombres van a un programa de televisión de máxima audiencia a recibir preguntas del mismo estilo. Y como van a promocionar su serie tienen que mantener el tipo y contar hasta cien.
Es una pregunta que todo el mundo se hace ahora mismo sobre las mujeres: ¿Baila usted charlestón?”
Volvamos a los años 20. La mujer sigue a la espera mientras mira abochornada un panel repleto de clavijas y luces. Detrás de ella hay una observadora –así se llamaban las encargadas-- que comprueba si se dirige correctamente al abonado. Pablo Motos de 1928 prosigue: “Me imagino su oreja en estos instantes, debe ser hermosa, como su voz”. En el plató de El hormiguero, la actriz Blanca Suárez contesta “te estaba contando muchas cosas, pero te estabas fijando en mi oreja realmente”. Anteriormente, el presentador del programa le había preguntado cuántos pendientes le cabían en la oreja, mientras ella trataba de explicar el argumento de la serie. Dicho sea de paso, hablamos de la primera serie de Netflix en nuestro país y que empezó a emitirse el pasado 28 de abril en 190 países. Pero a quién le importa.
El caballero de los años 20 espera respuesta al otro lado, pero sólo escucha una respiración acelerada. “Hola. ¿Hay alguien ahí?”. La telefonista se disculpa como puede: “Perdone, hace algo de calor aquí… dígame, ¿quiere que le conecte ya?”. Motos vuelve a la carga en el siglo XXI y pregunta a Las chicas del cable con qué actor de Hollywood querrían hacer una película si incluyese escenas de cama. Ellas responden, porque tienen que hacerlo, como las telefonistas a las que interpretan.
El Motos de los 20 está más interesado en sacar beneficio propio y pregunta a la mujer si tiene esposo. La telefonista, que recibe órdenes de ser extremadamente educada con los clientes, responde como puede: “No estoy autorizada para hablar de esos asuntos, pero puedo ayudarle en lo que necesite. Si lo desea, puedo conectarle ya”. En la época, dicho sea de paso, si la mujer telefonista se casaba, era despedida de inmediato. El Pablo del presente sigue a la carga: "La gente dice que las mujeres no pueden ser amigas". Maggie Civantos --una de las cuatro actrices- responde: "Eso es mentira, son clichés". Motos insiste, no conforme con la réplica: "Ya, ya... pero si hay una habitación y entra una chica muy guapa, ¿qué posibilidades hay de que la critiquen después? ¿De decir que tiene los tobillos gordos, por ejemplo?". Las chicas se miran entre ellas entre cortadas y alucinadas y Blanca Suárez sale del paso: "Yo lo que pienso es 'qué guapa, la jodía', mira qué bien...".
La telefonista se despide con la voz entrecortada: “Espero haberle ayudado, si necesita algo más puede ponerse en contacto con la compañía. Le conecto ahora mismo con Madrid. Buenas tardes, que tenga un buen día”. Blanca Suárez, Maggie Civantos, Nadia de Santiago y Ana Fernández bailan con Pablo Motos para finalizar el programa en el que apenas se ha hablado de su trabajo. Las redes arden denunciando el ya conocido machismo de Pablo Motos con sus invitadas. La telefonista de los veinte se retoca el tocado, y observa todas las luces parpadeantes que debe atender inmediatamente si no quiere ser despedida.
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Anita Botwin
Gracias a miles de años de machismo, sé hacer pucheros de Estrella Michelin. No me dan la Estrella porque los premios son cosa de hombres. Y yo soy mujer, de izquierdas y del Atleti. Abierta a nuevas minorías. Teclear como forma de vida.
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