Wikileaks flirtea con la ultraderecha
El rastro de justicia social abanderado por la organización de Julian Assange se disipa entre decisiones que buscan influir en política. El último caso: su implicación en la difusión del ‘hackeo’ masivo de ‘emails’ de Emmanuel Macron
Manuel Gare 10/05/2017
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La contribución de Wikileaks y Julian Assange debería ser innegable: en 2010, la organización filtró cientos de miles de documentos que permitieron visibilizar algunas de las locuras que el Gobierno de Estados Unidos había cometido durantes las ocupaciones militares de Irak y Afganistán. Asesinatos, abusos y torturas a cargo de tropas estadounidenses que habían sido ocultados por Washington. A finales de ese mismo año, el Cablegate supuso la mayor filtración de documentos confidenciales de la historia; secretos diplomáticos que mostraron al mundo el modus operandi de EE.UU. en política internacional.
Assange fue detenido en diciembre de 2010 por su supuesta implicación en un delito de agresión sexual en Suecia aún sin esclarecer. Este verano cumplirá cinco años encerrado en la Embajada londinense de Ecuador, país que le concedió asilo político —alegando una eventual extradición a Estados Unidos que le llevaría a ser juzgado por espionaje y traición— tras su detención en suelo británico. Desde entonces, Wikileaks ha seguido dando a conocer al mundo información relevante: desde el famoso caso de espionaje de la NSA a Angela Merkel, a documentos comprometedores sobre el TPP o revelaciones sobre el software de hackeo utilizado por la CIA para acceder a dispositivos móviles y televisores inteligentes.
Algunos de los últimos movimientos de Wikileaks están más dirigidos a interferir en política que a servir de filtro de calidad y autenticidad para la difusión de documentos comprometidos
Dicho esto, es también innegable que algunos de los últimos movimientos de Wikileaks están más dirigidos a interferir en política que a servir de filtro de calidad y autenticidad para la difusión de documentos comprometidos. Assange ha pasado de ser una suerte de Robin Hood del ciberactivismo a sobrepasar los límites de su excentricidad. El ejemplo más representativo ocurrió el año pasado, durante la campaña de las elecciones estadounidenses que dieron la victoria a Donald Trump. La filtración de emails privados de Hillary Clinton desveló los estrechos lazos de la candidata demócrata con el establishment americano, al mismo tiempo que Assange empezó a culparla de ser la responsable de armar al Estado Islámico durante la guerra de Libia. Si bien los emails filtrados no demostraron las acusaciones, la posibilidad se convirtió en un mantra para los detractores de Clinton durante la campaña.
A pesar de que Assange aseguró que como organización no podían publicar “lo que no tenemos” —en relación al bombardeo de información sobre uno solo de los candidatos— y que su objetivo era defender “el derecho del público a ser informado”, muchas de las comunicaciones realizadas por Wikileaks previas a las elecciones venían condicionadas por una clara repulsa hacia Hillary Clinton, convirtiéndose en el perfecto aliado de Trump. Assange abrazó la contradicción, transformando el derecho legítimo de la población a ser informada —y la excepcionalidad y lo necesario de filtraciones como las de Wikileaks o las realizadas por Edward Snowden, Chelsea Manning o Hervé Falciani en sus respectivos contextos— en una herramienta de manipulación.
Según Nicholas Weaver, investigador del International Computer Science Institute (ICSI) de la Universidad de Berkeley, que ha seguido de cerca la trayectoria de Wikileaks en los últimos tiempos, a estas alturas la organización debería contar “con una pésima reputación” dado su “largo historial de manipulación con información engañosa” que incorpora a sus publicaciones. ¿Se ha ido disipando el propósito original de Wikileaks hacia un movimiento de influencia política? “Sí”, responde Weaver. “Assange ha perdido el norte durante los años en los se ha estado escondiendo de la investigación sueca, si bien parece que siempre ha sufrido de cierto complejo de persecución”, añade.
Elecciones francesas y la ultraderecha que triunfa en internet
En las últimas semanas, plataformas como 4chan, Reddit o Twitter se han convertido en herramientas de la ultraderecha no solo para mostrar su apoyo a Le Pen en redes sociales, sino para difundir bulos sobre Emmanuel Macron, en una estrategia que ya vimos durante las elecciones en Estados Unidos. Desde que Macron y Le Pen pasaran a la segunda vuelta en las elecciones francesas, la ultraderecha se ha alineado para dar rienda suelta a todo tipo de rumores sobre Macron. Simpatizantes de la candidata del Frente Nacional, seguidores de Trump y afines a la corriente ultraderechista Alt Right —que el investigador Marcos Reguera desgranó aquí— juntos en busca de la enajenación colectiva.
Y, de hecho, lo consiguieron. Días antes de la segunda vuelta, un supuesto documento difundido a través de 4chan que vinculaba a Macron con una cuenta offshore en las Bahamas aparecería en los principales medios de comunicación franceses. Le Pen hacía referencia a la supuesta cuenta en el debate televisivo entre ambos candidatos. Estaba hecho. Daba igual que se demostrara flagrantemente falso; habían conseguido protagonizar la actualidad francesa con un simple mensaje en un foro de internet y un montaje hecho con Photoshop.
Lo que no habría pasado de unos cuantos montajes y la enésima banalización de la política a través del meme terminó por explotar con el hackeo masivo de los emails de la campaña de Macron. El viernes 5 de mayo por la noche, horas antes del bloqueo informativo previo a las elecciones en Francia, un usuario anónimo difundía, de nuevo a través de 4chan, enlaces a la filtración de emails. El hackeo se había producido e incluía, efectivamente, información relativa a la campaña del candidato centrista. Incluía, también, documentos claramente alterados, tal y como se vislumbra a través del rastro de metadatos de la colección.
Weaver apunta hacia un movimiento de última hora con la idea de hacer algo de ruido contra Macron. “Muchas de las estructuras fueron manipuladas a conciencia”, dice. Weaver incide en que los ficheros difundidos no contienen información comprometedora, y explica cómo los responsables utilizaron nombres de directorios muy concretos que daban “la falsa impresión de que había cosas que realmente no estaban ahí”.
Wikileaks entra en escena: difundiendo #MacronLeaks
Más allá de su buen funcionamiento en círculos de extrema derecha, Wikileaks fue clave en la difusión a gran escala del hackeo a la campaña de Macron. Bajo la etiqueta de #MacronLeaks, la organización promovió la filtración y anunció más de doce horas después que, hasta ese momento, no habían encontrado falsificaciones entre los documentos, añadiendo al respecto que se mostraban “muy escépticos de que la campaña Macron sea más rápida que nosotros”.
Wikileaks fue clave en la difusión a gran escala del hackeo a la campaña de Macron
Wikileaks tuiteó en más de quince ocasiones sobre #MacronLeaks y sus tuits se compartieron decenas de miles de veces. Mientras, Juan Branco, abogado de Wikileaks en Francia, decía en su cuenta que la filtración le producía “asco”. “¿A qué estamos jugando?”, se preguntaba. Pero, ¿cuál era su contenido? En total, 9GB de archivos. Un volumen excesivo que habría estado destinado “a crear algo de la nada”, tal y como explica el experto en seguridad ‘the grugq’, que describe la filtración como una estrategia “para jugar con las expectativas del público” publicando una cantidad de información “demasiado grande como para ser analizada” antes del apagón informativo en Francia.
¿Resultado? El pretendido, probablemente. Cientos de titulares con los que la prensa hizo efecto rebote: información irrelevante que se encabezaba con “filtración de documentos”. Un viaje hacia el engaño con el que el lector poco propenso a la lectura en profundidad y el análisis pudiera asociar rápidamente una connotación negativa hacia el tipo de información que la filtración pudiera contener.
Si bien el electorado francés se ha mostrado indemne ante el intento frustrado de influir en el resultado de las elecciones, cabe replantearse el papel y la responsabilidad de los medios ante informaciones de este tipo. “Es imperativo que los medios evalúen e investiguen las filtraciones antes de publicarlas. La prensa francesa parece que ha hecho un buen trabajo en ese sentido, ayudada por el apagón informativo que los responsables del ataque pensaban manipular”, comenta Weaver.
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Autor >
Manuel Gare
Escribano veinteañero.
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