Macron, el presidente Sol
Con una puesta en escena versallesca, sin el respaldo de una fuerza política sólida, el líder centrista se ha convertido en el mandatario más joven de la V República gracias a su habilidad para erigirse en alternativa al bipartidismo
Enric Bonet París , 8/05/2017
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Emmanuel Macron, en la Explanada del Louvre, tras su victoria en las presidenciales.
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Más de medio millón de desempleados más, 247 víctimas en atentados yihadistas y un incremento de la deuda pública de 230.000 millones de euros. Son algunos de los puntos más oscuros del decepcionante quinquenio de François Hollande. El político que prometió ser un presidente “normal”, el hombre que amaba “a la gente más que al dinero”, llegó al poder con la esperanza de imprimir un cambio en la Europa de la austeridad, y lo abandona como el presidente invisible y menos popular de la historia de la Quinta República. El gran logro de Hollande será, sin embargo, dar las llaves del Elíseo al centrista Emmanuel Macron, su chouchou (ojito derecho), su ministro preferido, al que consideraba como su sucesor para las elecciones presidenciales de 2022 o 2027. Macron celebró su elección con una puesta en escena faraónica, mucho menos sobria que la de su antecesor, digna de un presidente Sol.
¿Cómo ha conseguido ganar las elecciones el sucesor del presidente menos popular? ¿La patria de la Ilustración ha decidido renunciar a su inteligencia colectiva? La victoria del exministro de Economía de Hollande demuestra el carácter poco racional de la política. Una excelente campaña de marketing, un tratamiento mediático favorable y, sobre todo, el miedo, el temor, a que la ultraderecha se disputara el poder con una derecha republicana xenófoba y manchada por la corrupción explican el sorprendente triunfo de este político de 39 años, apenas conocido hace tres años en Francia. A las que habría que añadir su carisma personal, sus evidentes dotes como orador y el brillante análisis político hecho por este antiguo banquero de Rothschild.
Macron elegirá a su primer ministro este 15 de mayo; se especula que podría ser un antiguo dirigente del ala moderada del Partido Socialista
Macron ha cabalgado su ascenso meteórico sobre la debacle del bipartidismo francés. Mientras los socialistas y la derecha republicana consiguieron el 55% de los sufragios en la primera vuelta de las presidenciales de 2012, apenas reunieron el 25% en la primera vuelta del 23 de abril. Según los estudios de opinión de Cevipof, sólo el 12% de los franceses confía en los partidos políticos, y el 75% de ellos considera que las nociones de izquierda y derecha no quieren decir gran cosa. Ante este sentimiento de malestar hacia las fuerzas políticas tradicionales, la apuesta de Macron de dejar su puesto como ministro, traicionar a Hollande y presentarse sólo con el apoyo de su plataforma electoral En Marche! (En Marcha!) resultó un caballo ganador.
Formado en la elitista Escuela Nacional de Administración (ENA), banquero de inversiones y miembro del poderoso cuerpo de la Inspección General de Finanzas, el líder centrista es un producto del sistema. Pero ha sabido encarnar la renovación gracias a su juventud y a su voluntad de reunir “lo mejor de la derecha y la izquierda”. El 64% de sus votantes en la primera vuelta apostó por él porque "encarna el cambio”, según un sondeo de Ipsos. El lema gatopardiano de “cambiarlo todo para no cambiar nada” planea sobre la figura de Macron. Su elección parece ser el último cartucho del establishment ante el malestar y representa el final de la falsa alternativa entre la derecha republicana y el Partido Socialista francés.
“Un bombardeo mediático para vender la marca Macron”
Hombre culto y con una cintura política admirable, la imagen pública de Macron también se ha visto beneficiada por un tratamiento mediático (preocupantemente) favorable. Su proyecto presidencial tomó relevancia durante el año pasado gracias a “un bombardeo mediático para vender la marca Macron”, explica el analista político Thomas Guénolé en el semanario Marianne. Los periodistas de esta revista calcularon en febrero que la cadena de televisión BFMTV había retransmitido durante los últimos cuatro meses 426 minutos de los discursos del candidato de En Marche! durante sus mítines contra 404 minutos de los otros cuatro principales candidatos. Una muestra más del problema estructural de la independencia de los medios, el 90% de los cuales en Francia son propiedad de grandes fortunas. Y muchos de ellos mantienen estrechos vínculos con Macron.
Mientras el conservador François Fillon era denostado en público por sus escándalos de corrupción, las dudas que cuestionan la honorabilidad del líder de En Marche! tuvieron bastante menos eco mediático. Según revelaron los periodistas Marion L’Hour y Frédéric Says en el libro Dans l’enfer de Bercy, este utilizó el 80% del dinero presupuestado para los gastos anuales de representación del Ministerio de Economía para reunirse con politólogos o líderes religiosos y así preparar su campaña presidencial.
Aunque ganó 3,3 millones de euros brutos entre 2009 y 2014 trabajando en la banca Rothschild y como secretario en el Elíseo, disponía en 2014 de un patrimonio neto de sólo 200.000 euros. Macron se siente incómodo con su fama de vivir rodeado de millones, aunque esto no haya impedido su victoria en las presidenciales.
Con el 66,1% de los votos, el líder centrista se impuso con claridad a la ultranacionalista Marine Le Pen (33,9%) el domingo 7 de mayo. Con más de 20 millones de votos, el doble que su rival, el triunfo de Macron es indiscutible. Pero se vio lastrado por un elevado nivel de abstención, superior al 25%, el más alto en una segunda vuelta de las presidenciales desde 1969. Por segunda vez en los últimos cincuenta años, el número de abstencionistas creció entre las dos vueltas.
Su proyecto presidencial tomó relevancia gracias a “un bombardeo mediático para vender la marca Macron”, explica el analista político Thomas Guénolé en el semanario ‘Marianne’
La amenaza de la extrema derecha no movilizó a la sociedad francesa y el porcentaje de votos en blanco alcanzó el 8,49%. El histórico resultado conseguido por el partido de la abstención y los votos en blanco refleja el escaso consenso que genera la figura de Macron. Su triunfo en la primera vuelta (24%) ya se benefició del voto útil de la mitad de sus electores, que querían evitar una segunda vuelta entre la ultraderechista Le Pen y el conservador Fillon. El fantasma de 2002, cuando se enfrentaron Jacques Chirac y Jean-Marie Le Pen, ha estado presente durante toda la campaña.
Victoria de los europeístas contra la extrema derecha
“Quiero decir a quienes han votado hoy por Le Pen que los respeto, y que haré todo lo posible en los próximos cinco años para que no tengan motivos para volver a votar por los extremos”, afirmó Macron el domingo 7 por la noche en la Explanada del Museo del Louvre en París. Miles de personas se reunieron para celebrar su triunfo y, sobre todo, la derrota de Le Pen. Unas horas después de que se anunciara su victoria, el líder centrista hizo una majestuosa entrada en la Explanada del Louvre, marchando solemnemente con la música del Himno de Alegría de fondo, un claro guiño al optimismo que quiere transmitir a la sociedad francesa y a sus ideales europeístas.
“Esta noche son Europa y el mundo los que nos miran. (…) Ellos esperan que llevemos un mensaje de esperanza y un nuevo humanismo”, proclamó Macron en un discurso en el que reivindicó la apertura de su país al mundo en contraposición al proteccionismo reivindicado por el Frente Nacional. “2017 podría haber sido el año en el que la extrema derecha llegara al poder en Europa, pero esta ha sido derrotada hoy otra vez, como ya sucedió en las elecciones austriacas y holandesas. Francia vuelve a aportar otra vez luz al mundo”, asegura Patricia Martín, responsable de campañas de la plataforma de iniciativas ciudadanas Avaaz, que viajó este fin de semana de Roma hasta París para celebrar la derrota de Marine Le Pen.
Atractivo, joven, culto, el áurea de joven prodigio de Macron será utilizada para relanzar la decaída imagen de la Unión Europea. Único candidato claramente europeísta, Macron pretende reforzar la alianza franco-alemana e impulsar una reforma de los tratados, que “sometería a votación de los ciudadanos de los Estados miembros, como se hizo con la Constitución europea en 2005”, explica el periodista François-Xavier Bourmaud, autor de la biografía Macron, l’invité surprise.
El histórico resultado conseguido por el partido de la abstención y los votos en blanco refleja el escaso consenso que genera la figura de Macron
Aunque en marzo, durante una visita en Berlín a la canciller Angela Merkel, reivindicó la necesidad de un Plan Marshall franco-alemán, cuesta imaginar qué alternativas planteará el líder centrista a las políticas de la oferta y la ortodoxia presupuestaria. Defensor acérrimo de las reformas thatcheristas que Francia no aplicó en el pasado, Macron promoverá la aprobación de una nueva reforma laboral por decretazo, la supresión de 120.000 puestos de funcionarios y la reducción en 60.000 millones del gasto público. Estas políticas de austeridad se verían compensadas por un plan de inversiones de 50.000 millones, destinado a mejorar la formación de los desempleados y la transición energética.
¿Bombero o pirómano?
Las políticas socioliberales de Macron amenazan con incendiar a la dividida sociedad francesa. Los sindicatos se muestran inquietos ante la anunciada flexibilización de las condiciones laborales, y ya al día siguiente de su elección varios centenares de personas se manifestaron al mediodía en la Plaza de la República de París, en una concentración organizada por algunas secciones de los sindicatos CGT, SUD y el sindicato de estudiantes Unef.
Para calmar el malestar de la sociedad francesa, reflejado en los más de 10 millones de votos que consiguió el ultraderechista Frente Nacional, el candidato de En Marche! confía en incrementar el poder adquisitivo de la mayoría de los franceses. Su medida más emblemática, en este sentido, consiste en la supresión de la tasa de alojamiento para el 80% de los hogares. Una propuesta a la que se oponen la mayoría de los gobiernos municipales.
No obstante, si estas reformas neoliberales no dan resultado y la economía francesa sigue inmersa en su letargo, ¿Macron tendrá la cintura política suficiente para optar por políticas distintas? La mayoría de los biógrafos del exministro destacan su espíritu dialogante, pero también reconocen su convicción obstinada por las reformas, lo que es sinónimo de neoliberalismo.
En realidad, Macron no teme el bloqueo social que supondría la oposición de los sindicatos a sus medidas, ya que su proyecto político consiste en erigirse en el líder de un frente progresista que se confronte con los conservadurismos de la sociedad francesa. Por un lado, el conservadurismo económico de la vieja izquierda y los sindicatos contestatarios, como la CGT o Force Ouvrière, que rechazan la globalización en su forma actual y no desean reformar el generoso modelo social francés. Por el otro, el conservadurismo social del Frente Nacional y una parte de la derecha republicana, que se oponen a las minorías conformadas por los inmigrantes y el colectivo LGBTI.
Para calmar el malestar de la sociedad francesa, reflejado en los más de 10 millones de votos del FN, el candidato de En Marche! confía en incrementar el poder adquisitivo de la mayoría
Las legislativas: la verdadera segunda vuelta
“Nuestra tarea es inmensa y requerirá que desde mañana mismo construyamos una verdadera y sólida mayoría”, reconoció Macron ante sus seguidores, consciente de que la aplicación de su programa dependerá de que consiga una mayoría parlamentaria en las elecciones legislativas de junio. Para esta contienda, “Macron espera transformar su movimiento político En Marche! en un nuevo partido”, asegura Bourmaud, que se llamará a partir de ahora La République en Marche (La República en Marcha).
La mitad de los diputados de su movimiento provendrán de la sociedad civil. Pero también “quiere atraer a parlamentarios del PS y Los Republicanos (derecha)”, revela el autor de Macron, l’invité surprise. El ex primer ministro socialista Manuel Valls y algunos de sus lugartenientes ya han anunciado que quieren unirse a la mayoría parlamentaria del líder centrista. Macron elegirá a su primer ministro este 15 de mayo; se especula que podría ser un antiguo dirigente del ala moderada del PS, como el alcalde de Lyon, Gérard Collomb, o el actual ministro de Defensa, Jean-Yves Le Drian.
El dirigente centrista espera, de hecho, dar la estocada final al socialismo francés después de que su mentor Hollande haya hundido electoralmente a la centenaria formación.
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