La campaña más difícil del Partido Laborista
A dos semanas de las legislativas, los laboristas se sitúan 12 puntos por debajo de los ‘tories’ en las encuestas. Tras el lanzamiento de su programa electoral, la distancia entre Corbyn y May se ha reducido
Pablo Castaño Tierno Londres , 24/05/2017
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La diputada Rosena Allin-Khan se dirige al público desde el escenario de un bar hipster de Tooting, un barrio popular del sur de Londres. Sin micrófono, la política laborista lanza una arenga llena de entusiasmo a un grupo de setenta jóvenes militantes reunidos para participar en la campaña de la doctora. Allin-Khan aspira a ser reelegida representante de su barriada natal en el Parlamento en las elecciones generales del próximo 8 de junio.
En su discurso, Allin-Khan subraya su cercanía con la audiencia: “Mi única diferencia con vosotros es que he pasado diez meses sentada en esos bancos verdes [los del Parlamento] escuchando la retórica tory”. El perfil de esta parlamentaria es poco frecuente en Westminster. Nacida en 1977, de origen polaco-pakistaní y familia de clase trabajadora, tuvo que encadenar trabajos a tiempo parcial para pagar sus estudios de Medicina.
Tras la intervención de la doctora Rosena, los asistentes se separan en pequeños grupos para discutir los temas prioritarios del programa electoral laborista: educación, alojamiento, política social y desigualdad, evasión fiscal, y --cómo no-- Brexit. Durante media hora, los militantes discuten, resuelven dudas y repasan el argumentario con el objetivo de prepararse para el puerta a puerta, la actividad central de las campañas electorales británicas. Las visitas a domicilio son especialmente importantes para el formación de Jeremy Corbyn, que tiene a muchos de los grandes medios de comunicación en contra y cuenta con muchos menos financiadores millonarios que los conservadores de la primera ministra, Theresa May.
En la discusión preparatoria nadie se refiere a las políticas económicas neoliberales practicadas por los gobiernos de Tony Blair y Gordon Brown entre 1997 y 2010
Los militantes tienen claro el principal argumento de campaña: después de siete años de gobiernos conservadores, Reino Unido sufre una situación de emergencia social que solo puede solucionar un gobierno laborista. En la discusión preparatoria nadie se refiere, sin embargo, a las políticas económicas neoliberales practicadas por los gobiernos de Tony Blair y Gordon Brown entre 1997 y 2010, pero sí se citan muchos ejemplos del efecto de los recortes sociales aplicados por los conservadores.
Rosena Allin-Khan recuerda, por ejemplo, que el uso de bancos de alimentos se ha incrementado un 25% en la zona. Entre las personas que tienen que acudir a estos servicios se encuentran enfermeras, añade un asistente a la reunión, una muestra del dramático declive de la clase media provocado por la crisis económica y las políticas de austeridad.
Otro participante subraya que el Gobierno ha limitado las ayudas para el cuidado de hijos a dos por madre. Algunas, asegura, han llegado a declarar que los siguientes fueron fruto de una violación para seguir percibiendo la prestación. Esta política tiene dos objetivos: reducir el gasto social y estigmatizar a las madres de familias numerosas, tachadas de irresponsables por la propaganda conservadora desde hace décadas, como explica el periodista Owen Jones en su libro Chavs. la demonización de la clase obrera (2012). El programa austeritario de los tories no es neutro al género: las mujeres sufren el 86% de los recortes, señala otra asistente a la reunión.
Frente a esto, los militantes laboristas exponen con entusiasmo las propuestas de su formación: incrementar el gasto social, prohibir las prácticas profesionales no remuneradas, reducir las desigualdades salariales imponiendo una desproporción máxima de 1 a 21 entre el sueldo más alto y el más bajo de cada empresa, incrementar de forma masiva la inversión en educación pública --como ya hizo el Partido Laborista en los setenta-- o eliminar la legislación antisindical aprobada “durante los últimos 30 años”.
El argumentario laborista se tambalea, sin embargo, cuando llega la hora de hablar del Brexit, el tema central de la vida política británica desde hace más de un año. Algunos de los militantes más experimentados proponen dos líneas argumentales distintas para los electores que votaron a favor del Brexit y los que se opusieron, la gran mayoría en la circunscripción de Tooting. Para convencer a los primeros hay que insistir en que un gobierno laborista pondría en marcha un “Brexit para la clase trabajadora”, mientras que a los que votaron remain (quedarse) lo mejor es decirles que un gobierno laborista suavizaría las condiciones de la inevitable salida de Reino Unido de la Unión Europea, frente al “Brexit duro” que está impulsando la primera ministra May.
Un militante propone decir a los electores que el Brexit laborista permitiría a los británicos disfrutar de “lo mejor de los dos mundos”, mientras otros critican la dureza que May está mostrando en las negociaciones con Bruselas. Sin embargo, esa imagen de firmeza es alabada a diario por televisiones y tabloides, y parece explicar en buena medida las brillantes expectativas electorales de los tories: el Partido Conservador está 12 puntos por delante de los laboristas en las encuestas.
el partido ha perdido escaños en todas las elecciones desde 1997, cuando Tony Blair lanzó su famosa tercera vía, caracterizada por políticas económicas neoliberales
Los asistentes a la reunión de campaña de la diputada Rosena Allin-Khan se muestran pesimistas sobre el resultado de las elecciones. Poppy, de 25 años, resume la opinión general: el Partido Laborista no puede ganar pero no tiene casi nada que perder. Jeremy Corbyn heredó en 2015 un partido con la menor representación parlamentaria desde 1983, después del batacazo sufrido por Ed Miliband en las elecciones generales de 2015. Aunque los medios británicos y los comentaristas políticos suelen acusar a Corbyn de las desastrosas expectativas electorales de los laboristas, lo cierto es que el partido ha perdido escaños en todas las elecciones desde 1997, cuando Tony Blair lanzó su famosa tercera vía, caracterizada por políticas económicas neoliberales.
A pesar de las malas expectativas, Kerem (23 años) se muestra optimista y subraya el talento de Corbyn para las campañas electorales, una habilidad demostrada al ganar dos veces seguidas las primarias del Partido Laborista pese a tener en contra a todo el aparato y a los medios de comunicación. El electorado británico no parece, sin embargo, compartir esa visión: solo el 18% tiene una opinión positiva de su papel como líder laborista, mientras que el 49% aprueba la labor de la primera ministra, según una encuesta de The Guardian. La campaña mediática contra Corbyn ha funcionado y a Theresa May le está saliendo bien la jugada de presentarse como la gran defensora del Brexit, aunque, al igual que Corbyn, hiciera campaña en su contra antes del referéndum. La estrategia de presentarse como partidarios del Brexit más duro está permitiendo a los conservadores distraer la atención de los impopulares recortes sociales de su gobierno y devorar al electorado del partido ultranacionalista UKIP, que se ha hundido en las encuestas y corre el riesgo de morir de éxito tras haber logrado la salida del Reino Unido de la Unión Europea.
La publicación del programa electoral laborista el pasado día 16 de mayo, una semana después de su filtración (involuntaria o no), ha cambiado la dinámica de la campaña, desplazando la atención del Brexit y la impopular figura de Corbyn a las políticas propuestas por el Partido Laborista. Algunos de los elementos clave del programa son una subida de impuestos al 5% más rico, una tasa sobre las transacciones financieras, el incremento de la inversión en educación y sanidad (el Sistema Nacional de Salud está en un estado de “emergencia humanitaria”, según la Cruz Roja) y más gasto social. Una de las medidas estrella es la creación de un servicio de cobertura universal para el cuidado de hijos de corta edad.
Después de dicha filtración, el Partido Laborista superó por primera vez en las encuestas de intención de voto el 32% obtenido por Miliband en 2015 y desde entonces no ha parado de subir. El día antes del atentado de Manchester --cuyo impacto electoral aún es incierto--, los laboristas tenían una intención de voto del 34%, frente al 46% de los conservadores, según la media de las encuestas publicada por The Telegraph. Los estudios demoscópicos también muestran que el electorado británico “ama las políticas propuestas” por el partido de Corbyn, como tituló el siempre sensacionalista Daily Mirror. Algunas de las medidas más populares son la renacionalización del ferrocarril y de Correos, la subida de impuestos a los más ricos y la prohibición de los contratos de cero horas.
La distancia que separa a los laboristas de los conservadores sigue siendo enorme y la reciente victoria de los tories en las elecciones municipales del 5 de mayo no augura nada bueno para la izquierda británica. Sin embargo, los jóvenes militantes de Tooting y miles de grupos similares en todo el país parecen motivados para darles la vuelta a las encuestas explicando el proyecto laborista puerta a puerta.
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Pablo Castaño Tierno
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