La economía verde contra Trump
La decisión de Trump de abandonar el Acuerdo de París significa dar la espalda a la consolidación de la transición energética y a la economía medioambiental
José Luis Marín 9/06/2017
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Estados Unidos abandonará el Acuerdo de París sobre el clima. El anuncio, llevado a cabo por el presidente Trump en la casa Blanca a principios de junio, supondrá que la primera potencia mundial dejará de lado la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático celebrada en la capital francesa en 2015. El acuerdo fue firmado por 195 países; solo quedaron fuera Siria y Nicaragua. Ahora, EEUU pasa a formar parte de esta exigua lista.
Con esta decisión, Trump no solo rompe definitivamente con la principal herramienta de los Estados en la lucha contra el cambio climático. Abandonar el acuerdo también significa dar la espalda a la consolidación de la transición energética y a la economía verde en su conjunto. De esta forma, Estados Unidos cesará inmediatamente de contribuir al Fondo Verde del Clima, un compromiso de los países desarrollados para que otras regiones avancen en la transición energética. Este sector cuenta con casi 10 millones de empleos en el mundo, según datos de Agencia Internacional de Energías Renovables (Irena). En la Unión Europea, más de 4 millones de personas trabajan directamente en el mercado de la economía medioambiental, un 50% más que en el año 2000.
Trump ya había comunicado, a golpe de tuit, sus intenciones en las redes sociales días antes; la tvrealitización del destino del mundo, como comentaba en la misma plataforma un periodista estadounidense. A las pocas horas del anuncio, el presidente recibió numerosas respuestas de distintos gobiernos, incluido el viralizado mensaje contrapropagandístico –‘Make the world Great Again’– del liberal Emmanuel Macron, nuevo presidente de la República francesa. Varias multinacionales estadounidenses también levantaron la voz contra las intenciones del mandatario norteamericano el pasado mes de mayo. En un comunicado conjunto, compañías como Apple, Facebook o Schneider Electric pidieron que el país respetase el Acuerdo del clima, fundamental –sostenían– para mejorar la competitividad, evitar riesgos económicos y generar crecimiento y empleo.
Solo en el Estado de California, por ejemplo, más de 100.000 personas trabajan directamente en el negocio de la energía solar, con un crecimiento del 25% respecto del año anterior. Si bien la mayor parte de este empleo está concentrado –40%– exclusivamente en esta región de Estados Unidos, los puestos en la industria solar aumentaron 17 veces más rápido que en la economía general del conjunto del país.
La preocupación de las transnacionales –la gran mayoría tecnológicas, energéticas o compañías de seguros– en términos de competitividad y negocio está fundamentada. Según los datos de Irena, el 60% del trabajo en renovables ya está concentrado en Asia, especialmente en rivales directos de Estados Unidos como China o India. Se trata, precisamente, de los tres principales emisores de gases de efecto invernadero en términos absolutos.
En la Unión Europea el número de empleos en la economía medioambiental –esto es, en la economía verde en general– pasó de 2,8 a 4,2 millones entre el año 2000 y el 2014 en los 28 países de la región según datos de Eurostat. Esto supone un crecimiento de casi un 50% en apenas 15 años. La cifra sigue representado, en cualquier caso, una pequeña parte del nivel de ocupación de la Unión (2%). La creación de este tipo de empleo se concentró entre los años 2003 y 2011. A partir de ese momento, con el punto álgido de la crisis, se estabilizó con un crecimiento mínimo.
Los datos también muestran el peso de la transición energética en el mercado laboral de la economía verde de la UE: la generación de energías renovables y la producción de equipos e instalaciones para el ahorro de calor y energía generaron un millón de los 1,4 millones de empleos que la economía medioambiental creo en la región.
Además de en términos laborales, el crecimiento de la economía verde en los últimos años se ha visto reflejado también en una presencia comercial cada vez más destacada y en el abastecimiento de una parte de la demanda energética. En 2014, la economía medioambiental generó 710.000 millones de euros en producción y 289.000 millones en valor añadido en la UE, un 33% y 32% más que 2006, respectivamente.
Por su parte, las renovables cubren el 16,7% de la producción de energía en la UE. Este porcentaje, aún muy insuficiente para contrarrestar los efectos de la contaminación, está siendo negociado en Bruselas entre la Comisión Europea y un Europarlamento más exigente con los objetivos de lucha contra el cambio climático de los próximos años.
España, sin embargo, viene demostrando una tendencia completamente opuesta a la de la región con datos muy negativos en los últimos años. Entre 2008 y 2015 se destruyeron la mitad de los empleos en energías renovables, pasando de 144.000 a 76.000, según cifras de Irena. Pese a contar con energías renovables capaces de cubrir cerca del 40% de la demanda eléctrica, los ratios de contaminación de los últimos años sitúan al país en el vagón de cola de la UE. Según la Agencia Europea de Medio Ambiente, España es el país de la región que más ha incrementado –cinco veces más que el segundo en la lista, Portugal– sus emisiones de C02 entre 1990 y 2015.
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Espacio de información realizado con la colaboración del Observatorio Social de “la Caixa”.