España y la izquierda necesitan hoy más que nunca al @PSOE. #SomosLaIzquierda de gobierno frente al PP. La alternativa está en marcha ✊️🌹 pic.twitter.com/8caLIy7Uc1
— Pedro Sánchez (@sanchezcastejon) 13 de junio de 2017
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Recuerdo aquel tiempo como creo recordar un lejano sopar popular en el Parc de la Guineueta del distrito de Nou Barris, Barcelona. El distrito de Nou Barris, escuela de periodismo y de todo lo demás. Un día alguien me dijo Pero tú de dónde vienes y, a cambio de encogerme de hombros, recibí un retrato de mi ignorancia. En el Parc de la Guineueta las asociaciones repartían platos de plástico y las gentes pagaban veinte duros por una butifarra y un bo d’ajut, para cuya traducción baste decir que es el mismo boleto que ahora se paga como apoyo a la Independència. La butifarra era gratis y ese bo d’ajut pagaba el envío de lápices a Cuba o a la escuela de adultos de algún lugar de El Salvador, ese tipo de cosas. Y sí, quizás todo lo que ha sucedido está encerrado en un bo d’ajut. Llegó antes la liquidación que el cinismo. Aquel tiempo. En los últimos años he pasado muchos ratos, seguramente breves pero constantes, buscando el momento exacto en el que todo se dio la vuelta. Cuando quisimos darnos cuenta ya todo había desaparecido: los discos, las asociaciones, los pósteres, los currantes de fábrica, los heavies, los chiringuitos de la Barceloneta, los rulos en las peluquerías, los cigarrillos de las redacciones y las cintas de casete. Tiene que haber un momento exacto, una muesca bajo la mesa de algún taller de impresión o en la carta del primer restaurante que ofreció ensalada de arroz, aguacate con gambas. A veces creo que algo tiene que ver en todo esto, por ejemplo, Fernando Savater o gente como Garci. Hemos sido adiestrados para los momentos exactos, la caída del Muro, el dúo de la Caballé con Freddy Mercury, la teta de Susana Estrada, el zapato de aquel hombrecillo de Valladolid sobre una mesa en algún lugar de las Azores, en el improbable caso de que las Azores existieran. Un momento, y al día siguiente nos despertamos con los directivos de publicidad a rayas sobre el cartapacio de un joven urbanista. Desde entonces, nadie que yo conozca se atreve a recordar ahora su bo d’ajut para El Salvador, o que los escritores, músicos, pintores, cineastas, actores –y todo lo que nos gustaba– eran comunistas, o la grima ante el primer gimnasio. El momento exacto en el que lo normal se convirtió en silencio. ¿Hasta cuándo fue normal lo normal? ¿Hasta que el 21 de abril del 92 el AVE llegó por primera vez a Sevilla? ¿O antes, normal hasta aquel 5 de octubre del 89 en el que Arrabal salió taja en RTVE? ¿O antes, normal hasta que en el 78 un grupo llamado Kaka de Luxe grabó su primer disco? Una de las primeras veces que actué de tertuliana, acababa de morir Hugo Chávez, qué sabía yo de tertulias cuando confesé mi duelo. A mi lado, un periodista un año menor que yo, de los considerados cultos y corresponsales, me preguntó si, llegado el momento, me quedaría con su casa. Imagino a los anticastristas llorando a la puerta de un club todo blanquito sobre el retrato de Maduro. Un bo d’ajut para el bueno de Carromero.
Y ANTES
Antes, mucho antes de la ensalada de arroz, las gentes plantaban en los barrios simulacros de bocas de metro de recorta y pega, cavaban agujeritos hacia las humedades soñando alcantarillas. Un día un señor llamado Vital secuestró el autobús que conducía y lo subió hasta arriba de su barrio para demostrar que se podía, cuando todo lo que tenía era el salario de aquel bus urbano. Es preciso nombrarlos porque son los que más perdieron, los que quedaron enterrados en cinismo, callados con abono de bonsái. Nadie se ha acordado de ellos, los del bo d’ajut para Guatemala, ay Nicaragua, Nicaragüita, nadie, porque ellos nos recuerdan que somos España, marrones, descosidos, olivas aliñadas, sembrando de papel grasiento el suelo de las tascas. Una vez fui a un acto de Podemos, uno de esos en los que acaban cantando, y no me cupo la menor duda de que son los hijos de las gentes que organizaban sopars populars con bo d’ajut por Nicaragua en el Parque de la Guineueta. Proceden de antes de nuestro momento exacto, del lugar donde sus padres quedaron sepultados en un tiempo que todos, cada día, olvidamos minuciosamente. De ahí sus referentes, su falta de gastronomía, su atuendo, su obsesión por los himnos.
Cuando oí a Pedro Sánchez decir la palabra “izquierda” el otro día me pregunté de qué momento viene.
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