Las banderas ardientes de Kris Kristofferson
El cantante, que actuó en el festival Jardines de Pedralbes el pasado mes de junio, abandonó la carrera militar como capitán en 1965 para comenzar en Nashville una exitosa trayectoria en la música country
Alberto Manzano 5/07/2017
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Kris Kristofferson nació el 22 de junio de 1936 en Brownsville (Texas). ¿Brownsville? ¿Conoces la canción “Brownsville Girl” de Bob Dylan, coescrita junto al escritor/actor Sam Shepard para el disco “Knocked Out Loaded”, sin duda una de las obras discográficas del libertador judío más despreciada por la crítica musical? No quisiera equivocarme, pero creo que tras “Sad-Eyed Lady Of The Lowlands” -tema incluido en el magistral álbum “Blonde On Blonde” (1966)-, “Brownsville Girl” es la crónica literaria hecha canción más larga grabada nunca por Bobby: “Una vez vi una película / Sobre un tipo que cabalgaba por el desierto / Protagonizada por Gregory Peck / Se lo cargaba un chico / Con hambre por hacerse un nombre //… // Es curioso cómo las personas que sufren juntas tienen una relación más fuerte / Que aquellas que viven felices / Yo no me arrepiento de nada / Pueden decir lo que quieran de mí cuando me haya ido / Tú siempre decías que la gente no practica lo que cree / Hacen lo que les conviene y luego se arrepienten… //… // Había una película que vi una vez / Creo que la vi dos veces / No recuerdo quién era yo / Ni adónde iba / Solo recuerdo que estaba protagonizada por Gregory Peck / Llevaba una pistola y le disparaban por la espalda / Parece todo tan lejano / Mucho antes de que arrancaran las estrellas del cielo.”
No puedo resistir la influencia de la invisible buena estrella esta noche. He de coger aquel viejo disco de Kris, “A Moment Of Forever” (1996), pinchar la canción “New Mister Me” y escuchar: “De pronto el silencio de la gélida sala saltó por los aires / Cuando un chaval le disparó antes de gritar su nombre ... / Miró a su asesino desde el suelo y le dijo: / ‘Mira lo que me has hecho / Hijo, creo que la has cagado / Pero espero que te aproveche / Ahora ya puedes ser el Nuevo Señor Yo / ¿No es eso lo que quisiste siempre?’ //.... // Yo estaba allí el día en que dicen que Bobby Dylan murió / Pero tú y yo sabemos que escapó / Está por ahí robando caballos / Bueno, en realidad, está aprendiendo a montar / Y él es la razón de que yo sea libre.”
La emoción me embarga. No puedo salir de “Knocked Out Loaded”. He de hablaros de la magistral versión que Bobby hizo del tema “They Killed Him”, escrito por ‘Kristo-fferson’: “Había un hombre llamado Mahatma Gandhi / Un hombre llamado Martin Luther King / El hijo único de Dios Todopoderoso / El hombre santo llamado Jesucristo //…// En el camino a la gloria / Donde nunca acaba la historia / Dios mío, lo mataron”. Kris mencionó esta versión en el concierto que dio en el festival Jardines de Pedralbes (Barcelona) el pasado lunes 26 de junio, a pelo, sin banda que lo arropara, desaliñado, un viejo raído arrastrando su flaco cuerpo y sus pesadas botas vaqueras, le pesaba la guitarra, los dedos flácidamente torpes en los trastes, la voz gutural, cavernosa, monocorde, pidiendo misericordia: “¡Dios Todopoderoso, ayúdame!” exclamó levantando la vista hacia el cielo nocturno.
Una leyenda viva
Antes de ser leyenda, Kris alternó canción y cine: “Cisco Pike” (Norton, 1972), “Pat Garret And Billy The Kid” -con banda sonora de Dylan (“Knockin’ On Heaven’s Door”) y un pequeño papel para ‘Elias-Bobby-tendero-lanzador de cuchillos’ que cuelga su delantal para seguir a Billy el Niño- (Peckinpah, 1973), “Alice Doesn’t Live Here Anymore” (Scorsese, 1975), “A Star Is Born” (Pierson, 1976) -junto a Barbra Streisand (Kris ganó un Globo de Oro)-, “Convoy” (Peckinpah, 1978), “Heaven’s Gate” (Cimino, 1980), “Songwriter” (Rudolph, 1984), “Trouble In Mind” (Rudolph, 1985) -para cuyo soundtrack Kris escribió la maravillosa canción “The Hawk”: «Has de hacer tus propias reglas / Has de romper tus propias cadenas / Los sueños que te poseen / Pueden florecer y bendecirte / O volverte loco //…// El momento es tuyo / Para darlo todo / El pasado no importa / El futuro da igual / No te merezco / Solo soy un ser humano / Pero te juro que te amaré / Tanto como pueda /.../ Tormenta en la montaña / Estrellas en el cielo / Buscando la gloria / Libertad para volar / ¿Recordarás en el camino / Que alguien te ama más de lo que crees?
Hijo de un comandante del ejército norteamericano, Kris abandonó la carrera militar con el grado de capitán en 1965 -coincidiendo con la plenitud de poderes que obtuvo el presidente Lyndon B. Johnson para recrudecer la intervención norteamericana en la guerra en Vietnam-. Kris había estudiado Literatura en Oxford -como becario de la prestigiosa Rhodes Scholarship (organización fundada por el magnate y político sudafricano Cecil John Rhodes en 1902- y pilotado helicópteros en Alemania, pero acabó como catedrático de Literatura Inglesa en la Academia Militar de West Point -donde Dylan quiso ingresar y no pudo permitírselo-.
Todo eso fue abandonado por Nashville y el country a finales de los años 60. Dicen que Hank Williams tuvo la culpa. En 1969 Kris trabajaba como portero nocturno en el edificio de Columbia Records en Nashville -Dylan acababa de sacar su disco country “Nashville Skyline”, haciendo un magnífico dúo con su admirado Johnny Cash en la canción “Girl From The North Country”, repescada del álbum “The Freewheelin’” (1963), y Leonard Cohen estaba ultimando su disco “Songs From A Room”, donde incluía el tema “Bird On The Wire”. Kris se colaba en los estudios de grabación a deshoras para ver lo que se cocía: “Kris Kristofferson me informó que había robado parte de la melodía a otro compositor de Nashville” -recuerda Cohen-. “También me dijo que iba a poner las dos primeras líneas de la canción en su lápida: ‘Como un pájaro en un cable, he intentado a mi manera ser libre’, y me dolerá si no lo hace”.
Un día, Kris aterrizó su helicóptero particular en el jardín de la mansión de Johnny Cash para darle una maqueta de la canción “Sunday Morning Coming Down”, que el tosco cantante bajo-barítono de Arkansas grabó inmediatamente y convirtió en ‘la canción country’ de 1970: “Me desperté un domingo por la mañana / Sin saber cómo levantar la cabeza sin que me doliera / Y la cerveza que me tomé como desayuno no estaba mal / Así que me tomé otra como postre / Después hurgué en el armario buscando algo de ropa / Y me puse la camisa sucia más limpia que encontré / Me lavé la cara, me peiné / Y bajé por la escalera tropezando para enfrentarme al día // Un domingo por la mañana en la calle / Deseando, Señor, estar borracho / Porque hay algo en un domingo / Que hace que un tipo se sienta solo / Y no hay nada más próximo a la muerte / Que sea la mitad de solitario que el sonido / De la adormecida calle de la ciudad / Un domingo por la mañana hundiéndome”.
Janis Joplin
Kris canta en la legendaria sala Troubadour de Los Ángeles -donde James Taylor, Jackson Browne, Randy Newman, Tim Buckley y Gordon Lightoot cimentarían sus carreras-, participa en el festival de Newport y la portentosa Janis Joplin se despide de este mundo con el álbum “Pearl” (1970), donde incluye la celebérrima versión de “Me And Bobby McGhee”, escrita por Kris. Ambos, Janis y el cantante tejano, estaban alojados en el Chelsea Hotel neoyorquino para ser amantes. Una noche, Leonard Cohen se encuentra con Janis en el ascensor del hotel: “Me encontré con Janis a las tres de la madrugada en el ascensor, por pura casualidad. No había nadie más despierto. Ella no me buscaba a mí, sino a Kris Kristofferson. ‘Reposa tu cabeza sobre mi almohada’, le canturreé -verso de la canción “Help Me Make It Through The Night” de Kris-. ‘Yo soy Kris Kristofferson’. En realidad, yo estaba buscando a Brigitte Bardot. El ascensor estaba buscando a Omar Sharif. El hotel estaba buscando a Aristóteles Onassis. Las habitaciones buscaban a otra persona. De cualquier manera, caímos uno en brazos del otro a través de un proceso de eliminación, que es el proceso en que la mayoría de cosas ocurren… Pero lo que yo más admiraba de Janis era su actitud hacia el público, hacia su trabajo, su música. No había ninguna ambigüedad sobre cómo se sentía cantando. Pero los cantantes de hoy tienen una actitud muy curiosa hacia su público. Si lees los textos de sus canciones, verás que están llenos de lamentaciones sobre lo duro que es ser una estrella pop, lo difícil que es encontrar criados, la ordalía que representa salir a comprar joyas, y la carga que significa ser amado por todo el mundo, todas las penosas cargas de la fama y la gloria. Estos son los serios problemas que ocupan las mentes de nuestros cerebros más creativos. Pero en esta mujer no había ninguna ambigüedad, amaba a su público, y en su vida y su trabajo se entregó completamente, y cuando se fue, se fue de verdad, se fue para siempre… La última vez que la vi fue en la Calle 23, me dijo: ‘¿Qué hay, tío? ¿Has venido a la ciudad para leer poesía a las viejas?’. Tenía una visión muy exacta de mi raída carrera. Pero la recuerdo perfectamente en el backstage de una sala de conciertos en San Francisco, tocando para los ‘Ángeles del Infierno’ con una botella de Southern Comfort en los brazos. Y después de que se fuera, después de que muriera, escribí esta canción para ella, para Janis”: Sus amigos íntimos se reunieron / Señor, ¿no es una pena? / Doliéndose juntos / Compartiendo la culpa / Pero cuando se estaba muriendo / Señor, le fallamos / De nada sirve llorar / Ya no podemos ayudarla / La fiesta se ha acabado / Termina tu copa y vete a casa / Es demasiado tarde para amarla / Y dejarla sola / Puedes decir que fue alguien / Señor, tan lejos de casa / Cuya vida era tan solitaria / Que murió sola / Que soñó hermosos sueños / Que jamás se hicieron realidad / Señor, ¿por qué nació / Tan azul y negra?
La Isla de Wight
En agosto de 1970, Kris participa en el Festival de la Isla de Wight, pero es abucheado y debe salir del escenario bajo una lluvia de botellas. A continuación, sale Jimi Hendrix y un objeto incendiario cae sobre el escenario. Las 700.000 personas allí reunidas -que se dice pronto- llevaban cinco días hundidas en un barrizal bajo la lluvia, los promotores habían decidido levantar una valla para impedir que la gente se colara, y la irritación reinante estaba a punto de sabotear el festival cuando Leonard Cohen aparece en escena a las cuatro de la madrugada: “Lo único que le preocupaba a Leonard era que no hubiera un piano y un órgano disponible para Bob Johnston,” recuerda Kris -que era uno de los organizadores del evento-. Así que dijo: ‘Estaré durmiendo por ahí, junto al fuego. Venid a buscarme cuando hayáis encontrado un piano y un órgano’. Eran las dos de la madrugada cuando fueron a despertar a Leonard para decirle que ya estaba todo a punto. Salió en pijama al escenario para hacer la prueba de sonido, impertérrito, ante un público ávido por escuchar ‘el mayor concierto de rock del mundo’. Tranquilamente, se tomó su tiempo, y luego regresó a su caravana para cambiarse de ropa. Se puso una especie de traje de safari de color caqui y tomó el escenario. Eran las cuatro de la mañana. Mucha gente llevaba varios días sin dormir. Entonces empezó ‘Like…. a…. bird….’, tan lentamente que todo el mundo se contagió de su parsimonia, cayó embelesado. Fue la cosa más asombrosa que he visto nunca. Eso fue lo que salvó el concierto, y lo que salvó el festival. Leonard hizo lo inimaginable: encantó a la bestia. Una afligida voz solitaria consiguió lo que algunos de los mejores rockeros del mundo habían estado intentando hacer durante cinco días sin éxito”.
La honradez de los márgenes
En las postrimerías de los años de las flores, junto a Willie Nelson, Waylon Jennings, Johnny Cash y Bob Dylan, Kris trató de que las flores conocieran sus raíces y que las raíces se enamorasen de sus flores. Los límites eran borrosos, los trasvases imperceptibles, la fusión gloriosa: country-rock, folk-rock, blues-rock, era un paraíso musical donde las canciones fluían libremente y lavaban las almas. “Help Me Make It Through The Night”, “For The Good Times”, “Why Me”, “The Taker” y “The Pilgrim” consiguieron que Kris fuera elegido el mejor autor de country en 1970.
Cuatro décadas después, yo sigo escuchando eternamente sus canciones: “Jody And The Kid”, “Jesus Was A Capricorn”, “Silver Tongued Devil And I” fueron canciones que Kris avivó en los corazones de los peregrinos que nos habíamos congregado la noche del 26 de junio en los Jardines de Pedralbes. Se equivocaba, pedía disculpas, volvía a empezar, terminaba las canciones antes de que hubieran acabado, y nos contó anécdotas. Aquella en que estando tocando “Silver Tongued Devil And I” para su hijo de cinco años, éste le dijo: “Papá, ¿por qué haces a otro responsable de tus pecados?”
En 1985, Kris se reunió con Cash, Nelson y Jennings para grabar el álbum “Highwayman”, y en 1987 compuso una de las mejores obras de country de todos los tiempos, “Repossesed”. En 1992 John Trudell le dio las gracias por “dar sin preguntar” en “AKA Graffity Man” -‘el mejor disco del año’, fue considerado por Bob Dylan-. Trudell, indio santee dakota, que había sido portavoz de las Tribus Indias Americanas en la toma de la prisión de Alcatraz en 1969 y durante toda la década de los 70 su presidente, tenía el mayor expediente en los archivos del FBI. En 1979, tras quemar una bandera norteamericana frente al Capitolio, su casa fue arrasada por un ‘accidental incendio’, falleciendo sus tres hijos, esposa y suegra. Kris lo explicó así en su canción “Johnny Lobo”: “(Esta es una historia real) / En una polvorienta reserva / En algún lugar del territorio de Toro Sentado / Johnny Lobo jugaba con fuego y soñaba con espacios abiertos / Encerrado en un cielo convertido en infierno / Los sueños se habían perdido pero no olvidado / Asesinados como el búfalo sagrado / Pero Johnny Lobo conocía las leyes y se hizo guerrero / Para luchar por su pueblo y su alma // Cargado de lecciones que trajo a casa / De Vietnam a Wounded Knee / Johnny Lobo quemó una bandera que había sido deshonrada / Y pagó el precio por pensar que era libre / Alguien pegó fuego a su casa, quemada hasta los cimientos / Con su mujer y sus hijos dentro / Más tarde, cuando las lágrimas caían sobre las cenizas / Algo bueno murió en Johnny Lobo // En un oscuro rincón de una taberna / Quemando sus viejos recuerdos / Johnny Lobo observa el humo y las nubes ensoñadoras / Que corren como caballos salvajes al viento / El Sagrado Fénix resurge de las cenizas / Hacia el círculo del sol / Las brasas bruñeron el corazón guerrero de Johnny Lobo / Y la batalla no ha hecho más que empezar.”
Trudell fue rodeado por corpóreos amigos: Jackson Browne le produjo el disco “Blue Indians” en 1999, la actriz Angelina Jolie -cuya madre, Marcheline Bertrand, fue compañera de Trudell en sus últimos años de vida- produjo “Bone Days” en 2001, y Trudell siguió escribiendo poemarios: “Stickman”, “Lines From A Mined Mind”. Trudell giró por España en el año 2000 –Huesca, Gijón, Madrid, Badalona y Santiago de Compostela (donde el ex consejero de cultura socialista del ayuntamiento de esta ciudad, Chicho Losa -Auriol Producciones-, dejó a deberle un millón de pesetas después de haberse fotografiado con él y colgado sus medallas).
Un momento de eternidad
En 1993 Kris participó en el concierto que celebraba el 30 aniversario del inicio de la carrera meteórica de Bob Dylan. Interpretó magistralmente «I’ll Be Your Baby Tonight» y rescató a Sinéad O’Connor de las garras de la locura por haber roto una foto del Papa ante el público. En 1996, volvió a regalarnos una obra magistral, “A Moment Of Forever”, donde sensibilidad e inteligencia se funden en un abrazo musical y poético que detiene el tiempo. Fue de la mano de Don Was -productor también de su siguiente disco, “This Old Road” (2006), y del menospreciado y exquisito “Under The Red Sky” de Dylan, y colíder de la banda Was (Not Was)-. Don dijo: “Efímeramente, Kris parece estar en paz con el mundo y, de alguna manera, algo resignado a mantener una actitud más dulce. Sin embargo, bajo la superficie de sus letras sabias y cultas, hay capas de ironía, dobles significados y un espíritu rebelde y fiero… Poéticamente, Kris ha encontrado un camino para que ambas perspectivas coexistan”: “Luchas como un demonio / Para mantener la cabeza a flote / Encadenado a todo lo que tienes / Y no quieres tirar / Y bajas como una bala / Por el camino de la vida / En un remolino que te succiona / Más profundamente cada día // Así que acudes a tu fiel pareja / Para compartir tus sentimientos / Y te quedas de piedra / Al ver que tu fiel compañera se ha ido (Hasta luego) / Y la verdad asoma lentamente / Estás perdido y solo en alta mar / Y ni siquiera sabes / Cuánto tiempo te queda // Como una vieja Biblia a la que te has agarrado / Durante tantas estaciones / Con las reglas de la supervivencia en palabras / Que aún puedes entender / De pronto te vuelves loco / Cuando te demuestran que aquello en lo que creías / Está mal / Y estás a punto de abandonar la partida // Cantando, Santo Toledo, ya no veo la luz / Todos los horizontes que antes me guiaban han desaparecido / Y la oscuridad me aleja cada vez más de la orilla / Dame alguna rima para que siga adelante.”
Esta fue la canción, “Shipwrecked In The Eighties”, con la que Kris empezó su concierto en Barcelona. Fragilidad por los poros. Voz atonal. Incredulidad. Fe. Cuidado, Kris tiene un by-pass desde 1999, ocho hijos y tres matrimonios -Fran Beer (¡cuidado con el apellido!) fue su novia en el instituto, Rita Coolidge, una hermosa mujer-actriz-cantante cool con la que grabó maravillosos discos en los años 70, y Lisa Meyers, su actual esposa, ex peluquera de Hollywood. Pero en “The Best Of Possible Worlds” -‘el mejor de los mundos posibles’-, Kris se quedó en blanco: “Demasiados golpes cuando era joven”, argumentó. En “Casey’s Last Ride”, se entorpeció: “Creo que tendré que dejar de tocar la guitarra”, advirtió. Un Kris compungido, hace un amago de querer abandonar el escenario, pero, de pronto, la sangre vuelve a subir a la cabeza. El concierto se convierte en un ejercicio de autoafirmación. Estamos ante un hombre moralmente desnudo, espiritualmente armado con las cenizas de sus canciones como puños al aire. “Feeling Mortal”, “Why Me”, “The Pilgrim”. Respeto. Animosidad. Solidarios vítores. Kris se despide con “Please Don’t Tell Me How The Story Ends”: “Esta podría ser nuestra última gran noche juntos… Sólo déjame disfrutar de ella hasta que acabe, o para siempre.”
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Alberto Manzano
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