El peor Tour reciente hace mirar hacia otro lado
En Francia continúa la carrera con Froome asentado en los primeros puestos, pese a que ha perdido el liderato. Aún quedan las etapas de Los Pirineos y los Alpes. Mientras, en la Vuelta a Austria se habla de una nueva sustancia dopante desconocida
Sergio Palomonte 14/07/2017
Varios corredores en la Vuelta a Austria, edición 2017.
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Mientras se disputa el Tour no hay ninguna otra carrera ciclista que pueda rivalizar. Solo en los últimos años ha surgido la Vuelta a Austria, donde acaban algunos rebotados a última hora de la gran cita francesa, y corredores que vivieron mejores épocas o que aspiran a protagonizarlas. Casi nunca es noticia, y mucho menos eclipsa al Rey Sol del ciclismo, que incluso en etapas llanas en las que no pasa absolutamente nada recibe más atención que la minúscula prueba centroeuropea.
Es importante ver lo que pasa en este tipo de carreras, porque muchas veces son un espejo convexo del ciclismo de grandes luces y presupuesto, y porque son una realidad paralela al ciclismo que no están contando. Este año, y coincidiendo con la primera semana del Tour, se conoció que un corredor que disputaba la prueba austriaca era excluido de la misma tras conocerse que había dado positivo por una nueva y desconocida sustancia dopante.
Croata y militando en un equipo local de no muchas aspiraciones, Matija Kvasina no sería conocido ni por el más irredento seguidor del ciclismo en razón de su edad –unos avanzados 35 años– ni por su palmarés en pruebas muy menores, pero se ha ganado un pequeño lugar en la historia de este deporte al haberse demostrado que había consumido Molidustat en mayo de este año, mientras disputaba la Flèche du Sud, prueba que no por casualidad ganó.
el croata y el entorno que le facilitó la droga tuvieron que recurrir a canales no convencionales para conseguirla, y eso implica al laboratorio que la fabrica
La nueva sustancia es tan, tan nueva que ni siquiera está comercializada, esto es: el croata y el entorno que le facilitó la droga tuvieron que recurrir a canales no convencionales para conseguirla, y eso implica al laboratorio que la fabrica y que seguramente estaba usando en fase de ensayos clínicos con pacientes. Seguramente se les perdió un caja de comprimidos y fue a caer directamente en la boca de Kvasina, un corredor de serie Z.
¿Qué efectos tiene el Molidustat? Reproduce en el organismo los efectos de la hipoxia (la escasez de oxígeno, lo que buscan los deportistas cuando se concentran en altura), al mismo tiempo que estimula la producción de EPO endógena. Una auténtica bomba para deporte de resistencia, como todos los medicamentos surgidos de la lucha farmacológica contra las enfermedades renales crónicas. Debe ser tan buena que ya circulaba entre deportistas incluso sin conocerse los resultados de su farmacocinética, un aspecto fundamental puesto que es donde se mide el tiempo que el medicamento es detectable en el organismo.
A raíz del escándalo de 2008 con la CERA y en pleno Tour de Francia –que acabó con la expulsión del protagonista de la carrera, el italiano Riccó– se supo que importantes laboratorios farmacéuticos colaboraban con las autoridades antidopaje para colocar marcadores en sus nuevos productos, con el ánimo de facilitar su detección si eran usados de forma fraudulenta. Ha pasado casi una década y poco más se ha sabido de este interesante caso de colaboración público-privada, hasta el caso de Kvasina.
Por enésima vez nos venden que el ciclismo es un deporte que ha cambiado, y que ya no hay dopaje. Que hay una nueva generación de ciclistas que rechazan el dopaje, y que aunque un gregario de Contador haya dado positivo por EPO una semana antes del inicio del Tour, no hay nada que sospechar, ni siquiera ahora que se ha visto el rendimiento regulero del siete veces campeón de grandes vueltas. Es la rueda del molino con la que tienen que comulgar los que viven por dentro ese deporte, y también los aficionados no descreídos.
este deporte limpio y redivivo vuelve a mostrar síntomas de lo de siempre cuando un corredor del montón da positivo por una sustancia imposible de encontrar en el mercado
Ahora, de manera nada sorprendente, se descubre que este deporte limpio y redivivo vuelve a mostrar síntomas de lo de siempre cuando un corredor del montón da positivo por una sustancia imposible de encontrar en el mercado, y únicamente accesible a través de las farmacias hospitalarias o directamente del fabricante, un importantísimo laboratorio alemán. Exactamente igual que en los tiempos heroicos –si se permite la expresión– del inicio de la EPO, cuando solo había dosis para los capos, y directamente escamoteadas a los enfermos renales.
La propia lógica del comportamiento humano, y más en un contexto como este (el último paper científico sobre la nueva sustancia es de 2014, y sus resultados están basados en experimentos con ratas y monos), indica que el croata caído en desgracia ha sido usado de cobaya, una cobaya sacrificada en el altar del antidopaje y del ruido de fondo habitual de "sabemos lo que estáis haciendo".
Sin embargo, de 2014 al positivo de Kvasina hay tres años que son una eternidad. Tres años en el que la media de las grandes carreras no solo no ha decrecido, sino que ha aumentado –el último Giro de Italia ha tenido la tercera media más elevada de la Historia, por encima de las ediciones disputadas durante la época de la barra libre de EPO– y donde cada año se ven exhibiciones metahumanas que van desde atacar en el Ventoux sentado hasta ganar un Tour de Flandes en solitario y escapado a 55 km. de meta, por no hablar de Récord de la Hora concluidos sin jadear, sin derrumbarse en la pista.
La explicación oficial, en el ciclismo y otros deportes, es que una serie de fruslerías que bien podrían denominarse ganancias marginales están en la base de este rendimiento espectacular de finales europeas de fútbol consecutivas, carreras tenísticas prolongadas con éxito más allá de la treintena, triatletas de IronMan cuarentones y velocistas de tres Olimpíadas o más. Que meterse en bañeras con hielo, llevar rodamientos cerámicos, darse la indulgencia de comer comida de fast-food tras un gran esfuerzo o descubrir una alergia al gluten provocan este efecto masivo y generalizado en todos los deportes, un efecto de más alto, más fuerte, más lejos, más viejos.
La realidad es que si una droga como Molidustat llega a un estrato tan bajo como el representado por Kvasina es que hace mucho tiempo que está superada
La realidad es que si una droga como Molidustat llega a un estrato tan bajo como el representado por Kvasina es que hace mucho tiempo que está superada, casi tanto como desde que se empezaron a encapsular las primeras pastillas para la fase I de los ensayos clínicos, allá por el cambio de década. El viejo adagio anarquista de si algo es bueno, seguro que los ricos lo tienen para ellos solos cobra aquí especial relevancia.
Para ver hasta que punto de lo Kvasina es así, bastaría con reanalizar las muestras conservadas de los JJ.OO o Tours disputados en los últimos 10 años (el plazo máximo para conservar pruebas de sangre y orina), en busca de esta nueva sustancia, pero es algo que nunca pasará por las implicaciones que podría tener, mucho más graves que el Meldonium.
Mientras tanto, el Tour ha seguido su devenir, el marcado por el que marca la Historia de la Técnica y el propio deportivo. Un Tour que todavía no ha subido ni Pirineos ni Alpes, y donde Froome continua muy firme en los primeros puestos. No ha tenido especiales dificultades, porque el peor recorrido de la historia reciente del Tour ha hecho que Kittel haya ganado cuatro etapas a cada cual más parecida a la otra –por si lo de tener el mismo vencedor no fuese suficiente pista–, y que el fin de semana tuviese una montaña resuelta de una manera muy significativa.
El Jura, el quinto sistema montañoso francés tras los dos conocidos y los Vosgos y el Sistema Central –todos se tocan en esta edición, por primera vez en la historia de la carrera–, ofreció el único triunfo de escapada en la primera mitad del Tour, y a cargo de un prometedor joven francés que dio una exhibición de locura, rodando a una media de 41´6 km/h más propio de una etapa llana que de una de media montaña. Con final en alto, en una estación de esquí de fondo con ese ambiente familiar que tiene, Lilian Calmejane firmó la que sin duda es la victoria más bonita de todo lo disputado en el Tour, una victoria que le exige un refrendo más pronto que tarde.
Lilian Calmejane firmó la que sin duda es la victoria más bonita de todo lo disputado en el Tour, una victoria que le exige un refrendo más pronto que tarde
Peor aspecto tuvo la etapa reina, denominada así desde la presentación de la carrera, por muy paradójico que se pueda hablar de etapa reina en el noveno día de la carrera, y donde jamás se superaron los 1500 metros de altitud. Siete puertos, tres de ellos Fuera de Categoría, lograron que, combinados con su bajada y la lluvia, tres favoritos abandonasen la carrera: el segundo de la general G.Thomas (y líder durante los cinco primeros días), el quinto y catalogado como máximo rival de Froome, y el décimo y ganador de tres etapas de alta montaña en anteriores ediciones.
Un desastre sin paliativos para una carrera que ya había perdido en los primeros compases a gente con tanto peso en el pelotón como Valverde, Izagirre, Sagan o Cavendish, y que ahora busca nuevas alternativas en los que consiguieron llegar con Froome en la exigente etapa con final en Chambéry. El primero, el colombiano Uran, ganador de la etapa incluso con un problema mecánico y que ahora es cuarto de la general, seguido por el danés Fuglsang o Daniel Martin, todos corredores que jamás habían estado tan arriba en la clasificación general del Tour, y que ahora se encuentran en el arco de los 2´ perdidos con Froome y mediada la carrera.
Es una impresión artificial, porque la realidad es que solo se ha disputado una crono de 14 km. y un único final en alto, y no parece que las fuerzas abunden mucho en el pelotón, quizás por las noticias proporcionadas por Cardoso o las que llegaron de Austria con la carrera ya comenzada. Bardet, el segundo del año pasado, lo intentó bajando y no fue muy lejos. Quintana y todo su equipo no parecen al nivel de otros años, por razones difíciles de explicar en un Tour donde, por primera vez, no ha perdido tiempo en el llano, un territorio virtualmente ninguneado por esos extraños pactos desde dentro del pelotón y que consisten en ir de descanso en días de competición. La sensación permanente en este deporte de que lo auténticamente relevante y que condiciona las carreras sucede entre bambalinas, muy lejos del alcance del espectador.
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Sergio Palomonte
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