Procesando el Procés (XIV)
Special edition
El Govern llegará hasta el final, es decir, hasta donde pueda, sabiendo que no habrá votación popular. Y su periplo hasta los juzgados irá acompañado de una movilización ciudadana con público ‘tieta’ (sic)
Guillem Martínez Barcelona , 17/07/2017
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1- Esta semana ha habido una crisis gubernamental como la copa de un pino. El Presi se ha pelado tres Consellers y el Secre de Govern. Una vez ocupadas sus plazas por otros cuatro mortales, se ha emitido la lectura oficial de que, con esta renovación, se ha alcanzado, por fin, un Govern capaz de convocar un referéndum.
2- Es decir, que hasta la fecha, y desde 2015, no había ningún Govern capaz de asumir la unilateralidad anunciada non-stop. Lo que tiene guasa. E indica, a 70 días de la fecha del referéndum, las posibilidades reales de que se celebre.
3- Hay datos que invitan a suponer que, como mínimo hasta esta semana, el Govern tenía claro que, en efecto, no convocaría un referéndum. El Conseller Baiget, dimitido hace unas semanas, viajó a Londres alrededor de un mes antes de su desaparición. Allí se entrevistó con un medio financiero. El mensaje que les dio fue claro. “Tranquilos, no habrá independencia”. Como explicación, me dicen, dijo, riendo: “Madrid no nos deja”.
4- Madrid, como su nombre indica, sigue sin dejarlo. ¿Hay ahora, a 70 días de la fecha del referéndum, la firme convicción de llegar hasta el final? ¿Ese es el sentido de la crisis de Govern? Puede serlo, si bien cabe explicar que esta crisis ha sido raruna. Mucho. Sólo han desaparecido consellers PDeCAT. La tradición catalana al respecto, pujolista, era que, en caso de crisis, y pegara o no pegara, se echaban tantos consellers de CDC como de UDC. En esta ocasión no se ha volatilizado ninguno de ERC. Es, lo dicho, raro. Tanto que no se puede descartar que la decisión no obedezca, por ejemplo, a la incompetencia, o la improvisación, o a la toma colegiada de decisiones. Es preciso no olvidar, en ese sentido, que un camello, por ejemplo, suele ser un caballo dibujado a través de la toma colegiada de decisiones.
5- Una posible interpretación es que esta crisis ha consistido en darle a Junqueras todo lo que pedía --para firmar, Junqueras pedía consellers que firmaran con él; pedía no comerse sólo el marrón; o, tal vez, pedía no comérselo, es decir, una crisis gubernamental inasumible--. Ahora Junqueras no tiene excusa para no firmar, para no dar los pasos necesarios hacia el referéndum. Vamos, que puede ser una crisis con el único objeto de estresar a Junqueras, y visualizarlo como responsable de un referéndum que --todo apunta a ello, esta mañana a primera hora-- se convocará pero no se celebrará.
6- Otra posible interpretación es que ha sido una crisis para aumentar el peso en el relato processista del PDeCAT. Se me escapa cómo. Pero PDeCAT, en todo caso, domina el relato al dedillo. Igual que a 70 días del referéndum puede decir que no había gobierno para hacerlo, sin ser corrido a boinazos, puede tener su proyecto narrativo sorprendente para comerse los beneficios de un referéndum que no se hará. La crisis, en todo caso --y esto ha sido importante-- ha sido negociada por los tres sectores del PDeCAT: el Presi, el pack Mas y el partido/Marta Pascal. Parece ser que el sector que ha comido más sapos ha sido el partido. Sea lo que sea el relato posterior, al perder el partido ha perdido la opción de que PDeCAT se presente sin ERC en las elecciones. Y la opción no llegar al referéndum y pararlo todo. No ha perdido la opción pack Mas --también llamada el Sanedrín--: un grupo de personas sin cargo, ni exposición a condenas, que lo está decidiendo todo por encima del Govern, y que, parece ser, apuesta por la reedición de Junts pel Sí.
7- La pregunta sigue siendo, no obstante: ¿Se hará el referéndum? El nuevo Govern ha emitido datos que avalan esa decisión. Pero también datos que la niegan. Datos que la niegan: Junqueras ha anunciado que en octubre la Gene cobrará los impuestos. Es decir, los impuestos del Estado, no de la República. Se ha valorado positivamente, en algunos sectores PDeCAT, la salida del Govern de Neus Munté, en tanto sería una buena candidata para las elecciones municipales. Convocadas por el Estado. En su valoración de la crisis, Marta Pascal dijo que PDeCAT salía reforzado en todas las Cámaras --es decir, también en el Congreso, cámara anecdótica si te piras en octubre--, y de cara a las municipales. Son lapsus lingüísticos, sin duda. Pero muchos por centímetro cuadrado.
8- Datos que avalan la decisión de ir a fondo con el referéndum. Si bien parece que sigue habiendo temor a perder el patrimonio, parece que ha desaparecido el temor a ir a la cárcel. O no. Un medio concertado ha informado de que, para sustituir o no a los consellers, el Presi se reunió con ellos y “les miró fijamente a los ojos” para ver si llegarían hasta el final. Quizás ese método científico sólo puede certificar que el miedo ha desaparecido, por la cara. O en la cara. Es decir, que se ha armonizado cierta política comunicativa. Este martes, en ese sentido, el Govern cruzará el Rubicón. Vamos, que comprará las urnas.
9- Es posible, me dicen, que las urnas ya estén compradas. Las urnas son el objeto más fácil de adquirir en un referéndum. Queda aún por saber cuál será la forma oficial de obtenerlas. Y quién se expone por ello a la trena. Queda por saber, y esto es más importante --e, incluso, más trena--, cómo lo harán para conseguir las cosas importantes. Cosas importantes: sistema informático de recuento, censo, colegios. Y votantes. Es decir, votantes del no, que consideren que esto es, en efecto, un referéndum vinculante, y no algo que, a 70 días, no existe.
10- Gastar un duro en el referéndum supone la exposición a la cárcel. El artículo 433 del Código Penal establece una suspensión en el cargo de 6 a 12 meses. El artículo 432, glups, penas de cárcel de 3 a 6 años, o de 4 a 8, según se devuelva la pasta gastada en los 10 días posteriores a la incoación. Hablamos de unos 13 millones. Si el Govern decide asumir lo anunciado desde la campaña electoral de 2015 --desde la campaña de 2012, de hecho--, se expone a esas penas. Preciosismo español: no es necesario realizar gasto para ser encausado, como es el caso de la única Consellera encausada esta mañana a primera hora. Por la organización de un concurso para adquirir las urnas que, finalmente, fue declarado desierto.
11- El Govern, al parecer, puede, por fin, apostar por la desobediencia. Tarde. Quizás demasiado tarde. En 2014, cuando se rajó de hacer un referéndum, la respuesta del Estado hubiera sido torpe y, posiblemente, infructuosa. No es el caso en este momento. El Estado ha acotado todos los tramos del referéndum. Visualización de la presión continuada y selectiva del Estado, exemplum(s): A) sólo un sindicato de funcionarios, minoritario, apoya el referéndum, si bien, en el trance de hacerlo, pedirá las órdenes por escrito. B) El Colegio de secretarios e interventores ya ha dicho que pasa. Hay quien no lo hará. Se exponen al delito de cohecho y desobediencia, y a la expulsión de la plaza. C) La Agencia Estatal de Protección de Datos ha fijado la multa al funcionario o cargo que ceda datos censales en 600.000 euros por dato cedido. Un funcionario se mete a funcionario, por lo general, para no tener problemas en la vida, no para creárselos. Vamos, aun con firme apuesta política --inexistente antes de esta semana, según ilustra la crisis de Govern; ya veremos si existe en el futuro--, es difícil que el referéndum se celebre. Bajo la forma de referéndum. Puede ser una consulta. Aun así, el Estado caerá sobre ella como un ninja. El Estado favorito de la Divina Providencia es así.
12- Es difícil, por eso mismo, por el hecho de que el Estado haya tabulado todos los tramos de un referéndum, que la misma Llei del Referèndum se tramite. O, incluso, que se llegue a publicar. La gran apuesta es, no obstante, tramitarla y votarla. Visualizar, dramatizar ese esfuerzo. Tal vez infructuoso.
13- ¿Se hará el referéndum? Diría que no. Pero diría que el Govern, no obstante, puede exponerse conscientemente a ir a la trena. El Govern llegará hasta el final. Es decir, hasta donde pueda. Sabiendo que no habrá votación popular. Todo su periplo hasta los juzgados irá acompañado de campañas ciudadanas de movilización. Se ha hablado, en ese sentido, de que en octubre se iniciará una movilización continua, con ocupaciones de espacios. En un primer momento se habló de ocupar dependencias del Estado --no tenemos muchas; supongo que aeropuerto, Hacienda, Delegación y alguna peña rociera con la Virgen condecorada por Interior--. Ahora, la ANC, vertebradora de la cosa, parece ser que se ha decidido por ocupaciones realizadas por público tieta (sic) --la tieta es la hermana soltera de tu padre, madre o abuelos; por definición son personas mayores y limpias y que votan orden y, últimamente, Procés--. Lo que implicaría ocupaciones menos I+D, velas, flores, cánticos, misas cívicas y banderitas. Y, por ejemplo, elidiría otros objetos propios de las ocupaciones más juveniles, como sexo, seguro o no, oral o no, y reivindicación de agendas no tuteladas por gobiernos. Esto sería la génesis de lo que el Govern, o el Sanedrín, denomina Revolució Cívica.
14- La Revolución Cívica, de una manera u otra, parece ser que se iniciará con los primeros movimientos de la cosa, que parece ser más septiembre que agosto. Adoptará la forma de defensa ciudadana y democrática de un referéndum que no tolera el Gobierno, y no la de defensa ciudadana y democrática de un referéndum que no ha planificado, a 70 días de su realización, el Govern. Vamos, que seguirá siendo una defensa gubernamental. Es decir, sería la campaña electoral de las siguientes autonómicas, en la que se ampliará el marco Procés, y en la que ganaría una lista --o dos-- con diversos imputados o condenados sin sentencia firme.
15- Viene un otoño caliente Y, tal vez, un invierno ídem. Una confrontación entre un Govern que quiere negociar --el último contacto fue en mayo; el Gobierno lo asumió todo, salvo el referéndum-- y un Gobierno sin una gestión sexy de nada, que confía en la gestión del tema Cat como su gran valor electoral. Vamos, un juego de patriotas. Que va para largo. ¿Diez? ¿Veinte años?
16- El factor imprevisto, lo que puede hacerlo todo aún más caliente e incalculable y predecible, sigue siendo el silencio y la ausencia de actividad, salvo policial o fiscal, del Gobierno Rajoy.
17- Brrrrr. Tengo que hablarles de marco Procés y de cómo se le va a dar para el pelo con él a los Comuns. A ver la próxima.
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Autor >
Guillem Martínez
Es autor de 'CT o la cultura de la Transición. Crítica a 35 años de cultura española' (Debolsillo), de '57 días en Piolín' de la colección Contextos (CTXT/Lengua de Trapo), de 'Caja de brujas', de la misma colección y de 'Los Domingos', una selección de sus artículos dominicales (Anagrama). Su último libro es 'Como los griegos' (Escritos contextatarios).
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