Estamos produciendo una serie de entrevistas en vídeo sobre la era Trump en EE.UU. Si quieres ayudarnos a financiarla, puedes ver el tráiler en este enlace y donar aquí.

Como parte de la herencia franquista del PP, ajena a los usos y lenguaje democráticos, el sr. Rajoy, con otra de sus desafortunadas frases para la galería, que inevitablemente se le escapan, con espontaneidad flagrante y delatora, ha dicho, a propósito de la lucha contra el terrorismo, que tantos otros errores de gestión oculta y que se ha convertido en la coartada ideal de la cruzada contra el independentismo catalán y otras tentaciones democráticas, que obsesionan al sr. Rajoy, ha dicho textualmente, con impudor suicida, que “aparcar las diferencias nos hace grandes”. ¿A quién nos hace grandes?, ¿qué es eso de hacer grandes?, ¿se refiere a la talla? Complejo de inferioridad. Sueño de pigmeos. Error de perspectiva. Y no es la primera vez que lo hace. ¡Qué pío! ¡Qué manía! ¡Qué ganas de dar gato por liebre! Desde la lógica y desde su particular punto de vista, “aparcar nuestras diferencias, nos hace” más fuertes, más eficaces, más unidos, más respetados, si quieres. Pero no más grandes. Tenemos la talla que tenemos, la comprobable estatura de nuestra realidad histórica, de nuestros recursos económicos e incluso de nuestras reservas sociales y de nuestra coherencia moral. Pero nunca, porque olvidemos nuestras peloteras internas y nos hagamos una piña, a merced de la globalización, vamos a ser más grandes. Eso de la grandeza suena a las consignas fascistas del viejo tiempo, de la “España, Una, Grande y Libre”, que no era ni una, ni grande ni, por supuesto, libre, seguidora de los presupuestos políticos hitleriano- mussolinianos, primero y después del liberalismo económico europeo.