Un domingo con Martínez
Sobre las mayorías
Cuando se está en superioridad, es preciso recordar que, para según qué tramos, nunca se es suficiente. No sé cual es el porcentaje necesario. Y sí, es un drama. Pero tal vez es el drama menos dramático de entre todos los dramas posibles
Guillem Martínez 8/10/2017
Fachada de la cementera Vallcarca, colectivizada por la CNT-AIT.
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Después de frenar el Golpe de Estado del 18 de julio de 1936 en Barcelona, los anarquistas, los verdaderos vencedores de aquel día, se reunieron en la casa Cambó, recientemente ocupada. Cambó, y todo lo que representaba, se había ido por piernas. Los ocupantes de esa casa, por cierto, lo primero que vieron fue un Botticelli. Venían de combatir por las calles durante varios días, por lo que aquella reunión debía de oler a tigre. Las actas de la reunión han desaparecido. Quedan vestigios de ella en trazos de las memorias de García Oliver, Federica Montseny o Abad de Santillán. Supongo que las actas desaparecieron porque, en algún momento, por fuerza, se tuvo que hablar de matar. De matar de forma planificada. A lo bestia. Si bien, en esa reunión se decidió todo lo contrario. He empezado a escribir estas líneas para hablar, precisamente, de todo lo contrario.
Cuando alguien opta por discutir con los demás una decisión, opta por crear mecanismos de ayuda para todos y entre todos, está recurriendo, gracias a aquella decisión de 1936, a una tradición limpia de toneladas y toneladas de sangre
La asamblea tenía un orden del día. ¿Qué hacer? Era importante. Mientras la reunión se celebraba, en la Generalitat se hacía otra con el mismo tema, si bien con otra agenda. Y, en las calles, a pesar de que estaba vigente una huelga general, todo el mundo empezaba a acudir al trabajo. De manera espontánea, las empresas eran colectivizadas, incluso por personas que nunca habían sido de la CNT. Era el desborde. La empresa, el punto de trabajo, pasaba a ser el centro de la democracia. La fábrica, el despacho, de pronto, eran de todos, no del Estado, o de cualquier otro propietario particular. El lugar de trabajo, gracias a la ayuda de todos los que allí trabajaban, proveía ahora de sanidad, de educación, de baja por enfermedad o maternidad, de jubilación. Era el centro de reunión, el lugar en el que se tomaban decisiones. De pronto, en horas, se producía la primera revolución anarquista en el occidente de Europa. El anarquismo en Barcelona era, de manera inesperada, la opción mayoritaria de la sociedad. Era importante discutir, por tanto, qué hacer.
Hubo varias propuestas. Pero que, al parecer, se ordenaban en dos. Una era mantener la Generalitat --el Estado--, y mediante ella, vía decreto, sellar la revolución que se estaban produciendo. Hacerla legal. La otra, más radical, más pura, consistía en --en palabras de García Oliver-- “ir a por todas”. Realizar la anarquía, de golpe y sin marcha atrás. Asegurar su hegemonía por generaciones. Era difícil. Era presumible que, en algún momento, sería derrotada. Pero quedaría, para siempre, la imagen de haber sido llevada a cabo. Finalmente, tras horas de discusión, se optó por la primera opción. Se decidió que no toda la sociedad era anarquista, y que imponer el anarquismo hubiera supuesto una violencia atroz y continuada. Hubiera supuesto una dictadura anarquista --se llegó a utilizar, al parecer, esa alocución--. Hubiera supuesto, necesariamente, matar.
Podrían haberlo hecho. La mayor parte de la sociedad --mucho, muchísimo más del 40% en aquel momento acababa de descubrir las posibilidades de la igualdad y la libertad, de ser el dueño de tu fábrica, de tu oficina; había descubierto la felicidad y las posibilidades de la ayuda mutua-- lo hubiera asumido. Sólo hubieran tenido que mirar hacia ese lado para no ver el resto. Hubiera resultado, además, fácil practicar todas esas matanzas. Hubiera habido una banda sonora épica que hubiera perfumado los crímenes. Pero --es importante, es importante, es importante-- se decidió no hacerlo. Hubieran vencido, pero no se hizo.
Gracias a esa decisión, millones de personas podemos mirar hacia atrás. Y hacia adelante. Y ver a millones de personas que saben que cuando alguien, pudiendo ejercer la autoridad, no lo hace, cuando alguien pudiendo imponer algo no lo hace, cuando alguien --sin ser anarquista, sin saberlo, sin planteárselo-- opta por discutir con los demás una decisión, opta por crear mecanismos de ayuda para todos y entre todos, está recurriendo, gracias a aquella decisión, a una tradición limpia de toneladas y toneladas de sangre. Una tradición que podría haber matado de manera estudiada. Y que no lo hizo. Creó, a cambio de eso, unos meses de igualdad inusitados. Y la posibilidad de recordarlos, sonriendo.
Es difícil ser la mayoría. Cuando eres mayoría, por fuerza te planteas qué haces con el resto. Cuando se es mayoría, supongo, es preciso recordar que, para según qué tramos, nunca se es mayoría. El 40%, en fin, no puede decidir nunca la vida del resto. No sé cual es el porcentaje necesario. Y sí, es un drama. Pero tal vez es el drama menos dramático de entre todos los dramas posibles.
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Guillem Martínez
Es autor de 'CT o la cultura de la Transición. Crítica a 35 años de cultura española' (Debolsillo), de '57 días en Piolín' de la colección Contextos (CTXT/Lengua de Trapo), de 'Caja de brujas', de la misma colección y de 'Los Domingos', una selección de sus artículos dominicales (Anagrama). Su último libro es 'Como los griegos' (Escritos contextatarios).
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3 comentario(s)
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pepa
Tengo serias dudas de que unos señores tan serios y ordenados quieran seguir el ejemplo anarquista. Hay que recordar que fueron los de AIT/CNT, los mas activos (y ordenados) a la hora de ayudar y socorrer cuando empezaron a llover bombas en Barcelona.
Hace 6 años 11 meses
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Joan Guillem
Magnífica lección de ética y de hostoria. Nuestros antepasados si estuvieron a la altura. Me temo que los actuales no lo estarán.
Hace 6 años 11 meses
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Olga
Creó, a cambio de eso, unos meses de igualdad inusitados. Y la posibilidad de recordarlos, sonriendo. Y también con tristeza, porque hay otra mayoría, o minoría mayoritaría o mayoría silenciosa que parece que opta siempre por la otra opción
Hace 6 años 11 meses
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