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Podemos en peligro

El conflicto en Catalunya provoca fuertes contradicciones entre las diferentes corrientes internas en torno a la configuración territorial del Estado

Gorka Castillo Madrid , 8/11/2017

<p>Pablo Iglesias y Ada Colau, en mayo de 2015.</p>

Pablo Iglesias y Ada Colau, en mayo de 2015.

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Catalunya se ha convertido en uno de los episodios más amargos de la historia de Podemos. Lo peor no ha sido decidir qué hacer con Albano Dante Fachin por desobedecer la disciplina del partido al apoyar la independencia. Ni tampoco la tunda de una de sus fundadoras como Carolina Bescansa que acusó a la dirección de indefinición en su mensaje sobre el proyecto político territorial. La coalición morada transita entre dos frentes irreconciliables como el soberanismo catalán y la unión española. Un campo de minas entre la ruptura con el Estado y la reforma constitucional.

“Pablo (Iglesias) vive un momento embarazoso porque defender un acuerdo para Catalunya sobre la base de un referéndum y no ser independentista resulta complicado de encajar en un clima donde todo está tan polarizado”, reconoce una fuente próxima al secretario general. Sin embargo, otro compañero de filas, voz autorizada del sector anticapitalista del partido, resalta que “sus cambios de opinión sobre Catalunya, sus decisiones contradictorias y, en ocasiones, también oportunistas” pueden resultar letales a medio plazo. Un destacado referente de la formación morada que bascula entre Iñigo Errejón y Carolina Bescansa censura con cierta amargura que “la obsesión suya por los matices” en medio de una refriega bestial como la catalana le está empujando a "cometer errores de estrategia que pueden llegar a poner en riesgo la estructura misma del partido”.

La esperanza para Pablo Iglesias es que las previsiones de los sociólogos que le rodean se cumplan y que el tema catalán pierda buena parte de su inflamada carga emocional

Los tres representan las sensibilidades que hoy cohabitan y discuten la posición de Podemos en este delicado asunto. Y, los tres, al igual que otros consultados para elaborar esta información, exigen por separado mantener sus identidades en el anonimato. ¿Miedo?, ¿Prudencia? “No es miedo”, vienen a coincidir los consultados, pero es evidente que la coalición progresista atraviesa un momento muy delicado en su corta historia y prefieren actuar con cautela para no ahondar más sus diferencias. “El marco de debate no está en los medios de comunicación sino en los diferentes foros del partido”, añaden desde la dirección.

Las críticas al secretario general no empañan el reconocimiento compartido a su “mérito” por ser el primer político español en poner sobre la mesa un asunto tabú como la refundación territorial y el derecho a decidir. Sin embargo, tampoco ocultan que la crisis de Catalunya le mantiene enredado en un barullo del que nadie sabe cómo saldrá, “si inmune a todo lo que sucede a su alrededor o desfigurado por su ambivalencia”, resaltan los anticapitalistas, una parte de los cuáles a nivel nacional reconoció la declaración de independencia en Catalunya. En una carta enviada la semana pasada a parte de la militancia, uno de los referentes indiscutibles de este sector como Jaime Pastor afirmaba que el choque de su grupo con Pablo Iglesias no se ha producido por acatar o no acatar a la República catalana. “El lío es reconocer o no reconocer la legitimidad, la soberanía y la capacidad constituyente del Parlament. Por eso Iglesias se ha pegado a los Comunes, sostiene a Ada Colau e interviene Podem”, señala en su escrito.

Pero sólo hace falta echar un vistazo a los estatutos del partido para ratificar que Podemos no nació para romper “el régimen del 78” ni en Catalunya ni en ninguna otra región de España sino que, como fuerza política interclasista, surgió para confrontar “el sistema en su globalidad”, incide una fuente oficial de la formación, un principio que para la corriente próxima a Errejón y Bescansa, se está mostrando hoy como un problema interno de una consistencia mineral. La realidad española empieza a mostrar a Podemos que la ambivalencia entre la reforma y la ruptura no mezclan bien.

Un miembro del gabinete en la sombra, una especie de junta ministerial de eruditos pensadores, que la formación morada creó hace un tiempo para analizar la actualidad política recalca que “la organización no vino a este mundo para pactar sino para transformar la sociedad”. ¿Cómo hacerlo? Ahí comienzan las disputas. Este dirigente que tampoco quiere desvelar su identidad para no emponzoñar más la situación interna, afirma que la gran paradoja que han descubierto es la extrema dificultad para centrar el mensaje del partido en un escenario político polarizado como el que hoy se vive en España. La esperanza para Pablo Iglesias es que las previsiones de los sociólogos que le rodean se cumplan y que el tema catalán pierda buena parte de su inflamada carga emocional. “Sería necesario para poder discutirlo sin tanta agitación”, explican desde un círculo cercano a Iglesias, “porque cuanto más se alargue, el riesgo de rupturas y desafectos aumentará de forma exponencial”. En su relato destaca que, hasta ahora, las medidas adoptadas para apagar los innumerables incendios que están produciendo en la sala de máquinas de Podemos han sido las “precisas” para evitar un daño devastador. Se ha expulsado a Albano-Dante Fachin, se ha desautorizado a Bescansa y se ha mostrado los dientes a los Anticapitalistas que reconocieron la nueva república catalana.

En el tenso encuentro semanal del gabinete en la sombra, el eurodiputado anticapi Miguel Urbán se mostró incómodo. No especialmente por la reprimenda de Iglesias a sus compañeros en Catalunya sino por la zozobra en la que se ha sumergido el partido. “Es que ni siquiera se trató de una decisión monolítica de su corriente porque ahí están Teresa Rodríguez y Kichi que se desmarcaron”, sentencia un miembro de la formación presente en la reunión. 

¿Por qué, entonces, no se les advirtió a los anticapitalistas más proclives a la ruptura en Catalunya de que su inclinación independentista ponía en riesgo la posición de la secretaría general? Pensemos en lo ocurrido en el Parlament el día de la proclamación de la DUI fake. En medio del desconcierto general, comenzaron a desmontarse poco a poco, pieza por pieza, todos los engranajes legales vigentes como un puzle barrido con la escoba, hasta acabar convirtiendo la DUI en una nadería con los votos de Dante Fachin y Ángels Martínez. Para un Pablo Iglesias hipertensado desde las dos orillas de su partido, ver aquella escenificación fue para abandonarlo todo y convertirse en Hare Krishna. Sin embargo, “se decidió no tomarlo como algo extraño porque el problema nunca ha sido las diferencias políticas o estratégicas que puedan existir sino imponer un referéndum para que las bases decidan”, explican en la dirección. Los señalados discrepan y apuntan a “la imposibilidad de expresar internamente las divergencias de manera democrática”. 

Una opinión que va ganando peso entre los sectores críticos al secretario general es que “desde Vistalegre II mandan Pablo Iglesias e Irene Montero y que al resto sólo les ha quedado acomodarse al cóctel de decisiones”. En esa línea se entiende la desautorización, y hasta degradación, de Carolina Bescansa cuando censuró la imagen proyectada por la formación nacional a esa ciudadanía que se siente estafada por el “régimen del 78” y que no piensa en clave catalana. El marco polarizado actual no favorece una explicación centrada sobre esta cuestión pero, “a diferencia de los partidos tradicionales, una de las características que definen el espíritu de Podemos ha sido siempre la de trascender las ideologías. Y, nada de esto está sucediendo”, añade una fuente próxima a la exsecretaria de Análisis Político de Podemos.

Una opinión que va ganando peso entre los sectores críticos al secretario general es que “desde Vistalegre II mandan Pablo Iglesias e Irene Montero y que al resto sólo les ha quedado acomodarse al cóctel de decisiones”

Según los medios consultados, de proseguir las luchas intestinas y las infidelidades que se han desatado, la coalición morada “puede acabar olvidando lo que fue y no encuentre ya la manera de volver a serlo”. En círculos próximos a Iglesias se recuerda que Fachin desobedeció la resolución del partido sobre la DUI “atraído por el folclore revolucionario”. Sin embargo, también recalcan que “Carolina hizo una intervención muy dura y entendemos su enfado por salir de la comisión constitucional de la que inicialmente formaba parte, pero había que hacer un sitio a Irene Montero. Creo que ambos casos se ha actuado con total coherencia”.

Quizá por su condición de minoría o por su papel periférico, los Anticapis han gozado hasta ahora de una relativa “autonomía” dentro la organización lo que les permitía decir cosas aún a costa de hurgar en las pequeñas heridas del partido. Pese a seguir inspirando respeto, ya no influyen tanto. La percepción en este sector es bien diferente: “Nunca hemos pasado de ser una especie de sonido exterior, como el hilo musical en la consulta del dentista”, dice un destacado responsable. Aunque a tenor del apoyo que tienen en Catalunya y Andalucía, son un sonido a mucho volumen. Pero el acto de Fachin, considerado como una desobediencia grave en el partido, ha cambiado sus relaciones de confianza. Desde la secretaría general se pide que encuentren un acomodo entre su posición “suicida” en Catalunya y el meditado “oportunismo” que han mostrado en Madrid apoyando en la secretaría regional a Ramón Espinar pese a sus emocionantes apelaciones a la unidad de España. La mayor sorpresa para los anticapitalistas ha sido el desmarque independentista de una de sus referentes nacionales como es la secretaría andaluza Teresa Rodríguez. En la misiva enviada la semana pasada por uno de los referentes intelectuales del grupo como Jaime Pastor a sus círculos de opinión destaca el error de Rodríguez porque, en su opinión, negar la nación catalana es “por extensión, negar también la soberanía de Andalucía. Incluso a través de su Parlamento”. . .

Demasiados mensajes contradictorios que incrementan el malestar de un número creciente de militantes que ven que los cimientos transversales sobre las que se edificó Podemos son cada vez más endebles. Para la dirección de la coalición, sin embargo, son contrastes de difícil venta al público en su aspiración de  acercarse cuanto antes al Palacio de la Moncloa. Aunque observado desde otra perspectiva, también tiene una cierta lógica. Norman Mailer dijo que los tipos duros no bailan. No era del todo exacto. Lo que no pueden permitirse es el lujo de dudar en una batalla que exige posiciones políticas tajantes, casi temerarias. Y para un antiguo dirigente que hoy bascula entre Bescansa y Errejón, la polarización actual ha empujado a Pablo Iglesias a desempolvar algunos de los estandartes de la vieja izquierda, “la denuncia de la represión y la solidaridad con el extranjero, a costa de metabolizar solidariamente las contradicciones que provocan las reclamaciones territoriales”. En defensa del secretario general habría que añadir que lo está haciendo con toda la buena intención del mundo, convencido de que ante una cuestión tan intrincada como la catalana es necesario un punto de apoyo, como la defensa numantina del referéndum, para volver a la carga y romper el frentismo. 

El diagnóstico de la situación no tiene por qué ser coincidente en Podemos, aseguran desde las diferentes corrientes que cohabitan en esa espesura morada. En realidad, nunca ha llegado a serlo del todo. Sin embargo, parece evidente que el conflicto catalán les está sirviendo para visualizar al menos cómo dos procesos paralelos, el que surge en el centro y el de la periferia de España, se anulan mutuamente. Sólo hay una diferencia entre ambos: “El régimen del 78 ha comenzado la recomposición de su trinchera con un simple y concienzudo trabajo, el de devolver al PSOE al redil”, aseguran dirigentes de Podemos próximos a Iñigo Errejón.

Desde su perspectiva pragmática, el éxito de esa operación sería una tragedia para las aspiraciones de su partido. Un drama que podría alcanzar a la médula misma de la organización, “a la que no le quedaría otra opción de subsistencia que replegarse hacia propuestas políticas cavernarias, al menos ante los ojos del electorado”, insiste. Tampoco es que en Catalunya lo tengan mejor. Toda aproximación entre las CUP y los comunes quedó severamente dañada con la posición de Ada Colau en los días previos al referéndum del 1-O. De manera que a Podemos sólo le quedarían los municipios como el único punto de intersección con otras fuerzas progresistas. Un camino aún sin explorar lo suficiente “pero listo para su transformación”, indican. La dirección del partido se defiende y pide comprensión. No se trata de que estén asolados por las dudas sino de que esta tesitura crítica debe servirles para aclarar definitivamente su posición territorial. Y, en esta idea coinciden todas las corrientes.

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