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La izquierda divertida

Gerardo Tecé 30/10/2017

<p>Portada de disco de Manolo Escobar.</p>

Portada de disco de Manolo Escobar.

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Es tradición en algunos pueblos que el Domingo de Resurrección, en la plaza del pueblo, se revolee una bandera gigante de cada cofradía para celebrar que Jesucristo –en ese momento ya Dios o paloma, no lo sé, me pierdo– ha resucitado. Cada revoleador se pone en el centro de la plaza, agarra el pesado mástil y el pueblo mira y aplaude sus habilidades. Conozco a uno de izquierdas, aficionado al tema, más por lo local que por lo divino, que decidió probar suerte un año y a los dos revoleos –creo que es el nombre técnico– se hizo una contractura que sonó en las aldeas cercanas.

Qué mal le sienta a la izquierda una bandera. Da igual la que sea. La última vez que en España la izquierda levantó una bandera y no le hizo daño, ni siquiera era bandera, sino camiseta: “educación pública, de todos, para todos”. Con un diseño tan feo y tan poco excitante como necesaria la camiseta. Y tampoco era la izquierda en sí, sino profesores vestidos de verde. La última prueba de esta incompatibilidad política de la izquierda con las banderas es que antes de romperse España se ha partido en dos la marca Podemos en Catalunya, intervenida por Pablo Iglesias. Un 155 morado tras el coqueteo del líder catalán de Podem, Albano Dante Fachin, con la estelada. Si alguien escribiera un libro de autoayuda titulado Ser de izquierdas sin cagarla en el intento, el primer capítulo debería estar dedicado exclusivamente a enseñar cómo escapar de la tentación de los símbolos, algo que no siempre es fácil. Esos trapitos de tela –inventos de señores para que los campesinos no sólo entregasen la cosecha, sino que lo hiciesen encantados de la vida– se convierten a veces para la izquierda en eso que los ingleses llaman guilty pleasure. En castellano un placer culpable, como que se te vayan más los pies con Manolo Escobar que con The Cure. Está mal pero pasa.

Eso de bailar por Manolo Escobar o agitar banderas, deportes naturales de la derecha, se convierte a veces en tentación zurda por lo romántico del asunto. Quién se resiste a agitar colores de un pueblo que reclama su espacio. ¿Quién, con alma combativa, no se apuntaría a una fiesta así? Los símbolos de tela son tan románticos y adictivos que en pleno I+D del 15M tuvo que pedirse contención: que nadie traiga la republicana, que nos conocemos y aquí estamos investigando una vía que por una puñetera vez funcione. A algunos casi les da un patatús. No, como el fumar, no es sencillo quitarse ese vicio que le hace a uno sentirse como El Che en Sierra Maestra de vez en cuando agitando una patria. La bandera tiene un no sé qué, que qué sé yo, eso es indiscutible. Esa sensación de unión, de pueblo, de colectividad, de lucha, un caramelito tan dulce como inapropiado para la dieta de izquierdas. Que le pregunten a Francisco Frutos, secretario general del PCE durante una década, poniendo en su sitio al nacionalismo en la manifestación por la unidad de España. Su discurso fue de pelos de punta. Cuando acabó de darle caña al nacionalismo catalán, las banderas nacionalistas españolas se agitaron tanto que incluso hubo nazis a los que les faltaban manos para agitar, hacer el saludo y aplaudir al mismo tiempo. Un problema logístico como otro cualquiera.

“Mantenerse a una distancia prudente de los trapitos y nunca usar en caso de emergencia”, debería explicar el capítulo uno de ese libro sobre cómo ser de izquierdas y desarrollar el por qué: los símbolos y conceptos sexis, como las banderas, los escudos, Manolo Escobar, la unidad de España o la independencia de Cataluña, son –o deberían ser– propiedad exclusiva de la derecha. Es su fiesta, no la de una izquierda empeñada en hacer el ridículo jugando a un juego tan divertido como vacío de realidad. La fiesta de la izquierda, cuando un buen día madure, debería ser siempre una fiesta un poco aburrida, nada sexi. El juego de la izquierda no debe ser nunca agitar trapos excitantes, sino seducir con temas aburridísimos, sin colores reconocibles. El entretenimiento de la izquierda debe ser, incluso en los momentos en los que no estén de moda o no quepan estos temas en el telediario, la educación, la sanidad, los derechos civiles, los laborales, la transparencia, la igualdad, el reparto de riqueza, el desfavorecido de dentro, el de fuera y el de al lado. La bandera de la izquierda debe ser siempre aburrida, aburridísima, un trapo que no entren ganas de agitar en la vida, pero que entendamos que no hay más remedio que defender con uñas y dientes. Mientras nos decidimos y no a ser aburridos, sigamos revoleando.

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Autor >

Gerardo Tecé

Soy Gerardo Tecé. Modelo y actriz. Escribo cosas en sitios desde que tengo uso de Internet. Ahora en CTXT, observando eso que llaman actualidad e intentando dibujarle un contexto. Es autor de 'España, óleo sobre lienzo'(Escritos Contextatarios).

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20 comentario(s)

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  1. fernando

    Arnau, estoy contigo, la has clavado...

    Hace 7 años

  2. RMN

    El problema es que millones se enervan por defender una bandera mas que si se tratara de su propia madre y todavía no se han dado cuenta, ni se darán, que la besan con fervor y pasión justo después de que cuatro sinvergüenzas sin escrúpulos ni bandera, ya que solo la usan para tapar sus fechorías, se hayan limpiado el culo después de soltar una de sus habituales plastas. Esto sirve para una y para la otra de las que tanto y con tanto empacho se habla en estos tiempos. El día que todos nos volvamos daltónicos y nos fiemos mas del olfato quizá diferenciemos mejor y sigamos a "lavandera", que no se si existe aún o todavía.

    Hace 7 años

  3. Francisco

    evidentemente el que escribe es un gilipollas, Que a frutos le aplauda un racista, un enano, una mujer, un torero o un ingles no desmerece su discurso. Al contrario puede que su discurso sea universal.

    Hace 7 años

  4. Mentalmente

    Una reflexión más. Como venía diciendo no existe un consenso sobre lo que es ser de izquierdas. Así como tampoco lo que es ser "español". Pero tenemos claro que el que es español nació en España o tiene raíces de gente que nació en España. Eso es algo innegable. Por tanto, la nación gana al izquierdismo en objetivización. Pero sigue siendo algo difuso para hacer política. Ya que muchos asocian nación con "identidad colectiva". Necesariamente el territorio soberano (o no soberano), tenga que ser una identidad colectiva es aventurarse en el terreno del nacionalismo político propiamente dicho. Creo que despreciar eso, a pesar de que es algo difuso, es un error. Porque en un sistema donde de alguna forma la gente tiene alguna clase de "control" por así decirlo, colectivamente, en cierto modo hay una libertad colectiva, y entonces hay sujeto, aunque sea aparatoso, confuso, mecanico, secuestrado por otros poderes. Pero la gente quiere y necesita creer que tiene poder para decidir en estos sistemas políticos. Por tanto la nación es acorde a ese sentido de identidad colectiva. Hay identidad colectiva al respecto de un territorio soberano que puede decidir colectivamente, y si fuera una monarquía absoluta, también. Porque también la gente decide ser fiel al monarca, y el monarca fiel a su pueblo, el monarca es la cabeza de la nación, aunque sea por imposición y coacción. Esa idea de nación ahí también es necesaria. Si no se pueden entender como sujeto colectivo, sobretodo si la libertad política está concentrada en un monarca, no pueden vivir con cierta sensación de ser parte de algo más grande, que es necesaria. En cierto modo la nación sirve de complemento a la religión y viceversa. La religión pretende crear esa idea de ser parte de un todo mayor, y la nación también, solo que más local, específico y objetivo. ¿Por qué el "izquierdismo", que acordamos que no es algo claro, bien definido, es tan... complicado en sí mismo? En cierto modo suele, en el discurso oficial sobretodo, aunque menos en la práctica, negar tanto la nación como la religión, pero no deja el hueco sin más, piensa en totalitarismos "de destino", en un Dios "al que se alcanza", en una "nación"(sociedad) ideal "que se persigue". Y en ese sentido el izquierdismo tiene ese defecto, de que en cierto modo vende una idea constante negativa sobre el presente, y de deseo de una positiva en el futuro, que la sustituya. El tercerposicionismo, nacionalsocialista, intenta utilizarlo todo, ampararse en la nación presente, hablar del orgullo nacional, razones para que la gente se sienta feliz ya, sin haber logrado nada, y pretende usar esa felicidad, pero también las energías negativas como el odio, el rencor, para dar energía a todo el movimiento de construir socialmente un futuro, utópico también, pero amparado en lo pragmático, el pragmatismo y fuerza que los naz1s verían en el imperio romano al que querrían emular. ¿Por qué algo que contiene "aparentemente todo" fallaría garrafalmente? La prepotencia. El tercerposicionismo que nos precede es todavía más prepotente, que el comunismo de la misma época, y por tanto, contrario a la libertad, y esta una parte fundamental de la "felicidad y orgullo nacional". La libertad, la mayor perjudicada, es la que saldría finalmente a flote con el triunfo del capitalismo. El capitalismo, interpretado como dominio del capital, al defecto de fracaso en el acuerdo de la sociedad humana, nos dejó a todos los seres humanos claro, que la libertad no se puede quitar de la ecuación del cambio político. Y no solo eso. Sino que es la clave de ese cambio político. El capitalismo no es un orden establecido intencionadamente por el ser humano, sino como defecto de los errores humanos políticos. Un caos del desacuerdo, que salvaguarda por accidente el factor "libertad" frente a muchas otras cosas fundamentales. Por eso yo quiero hacer incapié a que la libertad es la clave del cambio. Y esa libertad convertida en política es la democracia. Y más concretamente es la democracia ciudadana. El ciudadano en los estados soberanos, donde ya se le reconocen derechos, y ser soberano, en tanto tenga efectivamente esa libertad política con justicia e igualdad. Dara pié al cambio de sociedad. Pero no solo la democracia ciudadana importa. La transversalidad como dije antes, es un concepto más amplio todavía que ese. La transversalidad pretende lograr que la energía política que en la partitocracia se desperdicia, en la competitividad destructuva, no se desperdicie, el sistema logra forzar la competitividad positiva en mecanismos democráticos pero también en otros. Mecanismos de selección de representantes que sean neutrales, que usen el factor azar combinado con otros sistemas, todo respaldado por la ciudadanía, asegurarían que el protagonismo quede oficialmente en un conjunto, y no en un individuo, contra toda posibilidad de efectos de indeterminación, que los sujetos que pueden elegirse alteren la voluntad de los ciudadanos electores (contra al demagogia y populismo).

    Hace 7 años

  5. Rouvroy

    La incapacidad de la denominada izquierda española no es nada divertida pues gracias a esa incapacidad vivimos en un país atrasado económica, social y culturalmente y hemos padecido una dictadura fascista de 40 años. La izquierda vive acomplejada entre la bandera y la nación que sin embargo son dos conceptos básicos en cualquier Proyecto político que pretenda gobernar que es a lo que debe aspirar cualquier partido político. El PCE, para viabilizar su legalización tuvo que aceptar la bandera rojigualda, la monarquía y la unidad de España. Atrás quedaba la tricolor, la república y el derecho a la autodeterminación de los pueblos de España. Mereció la pena la supuesta bajada de pantalones, SI, porque los avances se hacen desde los amplios consensos y no desde las conversaciones de café de las vanguardias. Y el régimen del 78 con todas sus limitaciones e imperfecciones es infinitamente mejor que el tardofranquismo, aunque le pese a los más “revolucionarios”. Esas vanguardias se erigen en las únicas y celosas guardianas del mantenimiento del vocablo izquierda y la expedición de carnés de autenticidad para intentar explicar algo que en el siglo XXI ya no se entiende. Lenin decía que el izquierdismo es la enfermedad infantil del socialismo, Cohn Bendit apuntaba que el comunismo es la enfermedad senil del socialismo y ahora la social democracia, que también se reivindica de izquierdas, es la biblia analógica que pretende resolver los problemas digitales. Solo desde la superación de la izquierda podemos entender que los ciudadanos de un país se emocionan por su bandera y su himno que ya no son para una inmensa mayoría los de un ejército opresor sino los de una selección campeona del mundo en Sudáfrica, podían haber aprovechado el viaje para entender a Mandela. También los ciudadanos saben que sus identidades y sus derechos como pueblos diversos tienen que ser respetados y puestos por encima de una falsa unidad que no se ha producido de forma voluntaria nunca en nuestro país. Nuestro escudo muestra, al menos, 5 naciones: castillo, león, cadenas, barras y granada. Y León fue la sede en 1188 de las primeras cortes cuyas prerrogativas también fueron laminadas por las mismas leyes que en 1716 acabaron con las instituciones catalanas. Somos sin duda una nación de los pueblos de España, pueblos que de forma libre tienen que afirmar su deseo de vivir juntos sin que nadie se lo imponga, y en una nación en la que merezca la pena vivir. Es obvio que muchos españoles, aburridos de llevar siglos intentando luchar por un cambio real en nuestro país, por echar a las élites dominantes que nos llevan gobernando desde tiempos inmemoriales y que son las únicas responsables de los graves problemas de todo tipo que nos afectan, puedan pensar que es más fácil solucionar los graves problemas de subdesarrollo andaluz con una Andalucía independiente donde un gobierno de progreso al servicio de los ciudadanos puede alcanzarse más fácilmente que en la totalidad del Estado. Esta tentación al atajo sirve para cualquier otro territorio. Pero esa tentación como se ha demostrado en Catalunya puede ser bienintencionada, pero es inalcanzable por la vía unilateral pacífica. Por eso hace falta un proyecto de país con un himno y una bandera y un territorio definido en donde se protejan unos derechos civiles, sociales y territoriales que merezca la pena defender. Esa debe ser la base del proyecto transversal al servicio del pueblo capaz de movilizar a la mayoría social en defensa de sus derechos y sus singularidades.

    Hace 7 años

  6. Ignoratum

    Es imposible separar el Estade de la sanidad, educación, derechos civiles y laborales... La izquierda no puede ser indiferente ante la forma de Estado.

    Hace 7 años

  7. Montagu

    La incapacidad de la denominada izquierda española no es nada divertida pues gracias a esa incapacidad vivimos en un país atrasado económica, social y culturalmente y hemos padecido una dictadura fascista de 40 años. La izquierda vive acomplejada entre la bandera y la nación que sin embargo son dos conceptos básicos en cualquier Proyecto político que pretenda gobernar que es a lo que debe aspirar cualquier partido político. El PCE, para viabilizar su legalización tuvo que aceptar la bandera rojigualda, la monarquía y la unidad de España. Atrás quedaba la tricolor, la república y el derecho a la autodeterminación de los pueblos de España. Mereció la pena la supuesta bajada de pantalones, SI, porque los avances se hacen desde los amplios consensos y no desde las conversaciones de café de las vanguardias. Y el régimen del 78 con todas sus limitaciones e imperfecciones es infinitamente mejor que el tardofranquismo, aunque le pese a los más “revolucionarios”. Esas vanguardias se erigen en las únicas y celosas guardianas del mantenimiento del vocablo izquierda y la expedición de carnés de autenticidad para intentar explicar algo que en el siglo XXI ya no se entiende. Lenin decía que el izquierdismo es la enfermedad infantil del socialismo, Cohn Bendit apuntaba que el comunismo es la enfermedad senil del socialismo y ahora la social democracia, que también se reivindica de izquierdas, es la biblia analógica que pretende resolver los problemas digitales. Solo desde la superación de la izquierda podemos entender que los ciudadanos de un país se emocionan por su bandera y su himno que ya no son para una inmensa mayoría los de un ejército opresor sino los de una selección campeona del mundo en Sudáfrica, podían haber aprovechado el viaje para entender a Mandela. También los ciudadanos saben que sus identidades y sus derechos como pueblos diversos tienen que ser respetados y puestos por encima de una falsa unidad que no se ha producido de forma voluntaria nunca en nuestro país. Nuestro escudo muestra, al menos, 5 naciones: castillo, león, cadenas, barras y granada. Y León fue la sede en 1188 de las primeras cortes cuyas prerrogativas también fueron laminadas por las mismas leyes que en 1716 acabaron con las instituciones catalanas. Somos sin duda una nación de los pueblos de España, pueblos que de forma libre tienen que afirmar su deseo de vivir juntos sin que nadie se lo imponga, y en una nación en la que merezca la pena vivir. Es obvio que muchos españoles, aburridos de llevar siglos intentando luchar por un cambio real en nuestro país, por echar a las élites dominantes que nos llevan gobernando desde tiempos inmemoriales y que son las únicas responsables de los graves problemas de todo tipo que nos afectan, puedan pensar que es más fácil solucionar los graves problemas de subdesarrollo andaluz con una Andalucía independiente donde un gobierno de progreso al servicio de los ciudadanos puede alcanzarse más fácilmente que en la totalidad del Estado. Esta tentación al atajo sirve para cualquier otro territorio. Pero esa tentación como se ha demostrado en Catalunya puede ser bienintencionada, pero es inalcanzable por la vía unilateral pacífica. Por eso hace falta un proyecto de país con un himno y una bandera y un territorio definido en donde se protejan unos derechos civiles, sociales y territoriales que merezca la pena defender. Esa debe ser la base del proyecto transversal al servicio del pueblo capaz de movilizar a la mayoría social en defensa de sus derechos y sus singularidades.

    Hace 7 años

  8. arnau

    ok, Gerardo, entiendo que tu opinión es que la izquierda no puede ser independentista. Pero si en Catalunya hay una izquierda diversa, que acoge los refugiados, que impulsa leyes progressistas, que en las luchas sociales llena las calles... y que además quiere la independència (o como mínimo poder votarla)... que hace tu análisis con ella? No existe? Eso no es izquierda porque yo lo digo y punto? El problema que siempre tiene la izquierda es que cada familia se cree con la verdad. No es muchísimo mas productivo, generoso y solidario buscar puentes entre las distintas sensibilidades en vez de estar todo el día a palos unos con otros mientras el régimen del 78 se rie hasta la náusea?

    Hace 7 años

  9. casiopeo

    Yo creo que la izquierda con respecto a los sentimientos nacionales deberia hacer lo mismo que con respecto a los sentimientos religiosos: declararse AGNÓSTICA.

    Hace 7 años

  10. pedro lara

    A lo mejor ese es el problema: la plebe pide simbolos sexys: banderas, crucifijos, pasos de palio, lideres gritones, carismaticos. Un tweet, un instagram. mientras no se resuelva el dilema de como crear simbolos sin vulgarizar el mensaje, la derecha ganara la carrera darwiniana: no perdura el mas listo, ni el mas fuerte, ni el que lleva la razon, sino el que mejor se adapte a las circunstancias.

    Hace 7 años

  11. Carlos

    El término "nación" figura en el preámbulo de la constitución como sustituto de "pueblo". El pueblo español no tuvo la suerte de franceses o yanquis para proclamar su propia constitución y en el redactado final del 78 se dice que es la nación española.

    Hace 7 años

  12. Ivan Ferrer

    la guinda de este domingo hubiera sido que alguien del PP saliera a hablar y las masas lo abuchearan a grito pelao. Sería una foto histórica que miles y miles de españoles ondeando la rojigualda y coreando el himno abuchearan al PP por incapaces. De haber ocurrido, la derecha rancia habría perdido la propiedad-titularidad-monopolio de ambos símbolos.

    Hace 7 años

  13. Ecocharly

    Lo que dices de Paco Frutos es de miserables

    Hace 7 años

  14. Miguel

    Otro consejo para la izquierda: mantenerse alejado del término nación, sea plato único "España es una nación" como condimentado " España es un estado plurinacional". Por ejemplo Iglesias persiste en el error con el lema "España es plurinacional" . La nación es un concepto sentimental, cultural, pero no necesariamente politico. NI obligatorio. Repito, Podemos, olvidaos ya de una p-...vez del término nación. No sirve mas que para hundirnos.r

    Hace 7 años

  15. Nico

    Yo me apuntaría inmediatamente si alguien propusiera una buena quema pública de banderas. Pero, a lo que iba, si para el autor del artículo agitar banderas españolas te convierte en seguidor de Manolo Escobar y en facha, porque la izquierda no tiene banderas, deduzco que los que agitan banderas esteladas dejan de ser automáticamente de izquierdas y pasan igualmente a engrosar las filas del facherío. Es que, si no, no entiendo el artículo.

    Hace 7 años

  16. Luis González

    El problema es que la izquierda no ha sacado su bandera, y al no hacerlo se ha visto obligada a elegir entre las banderas de otros (estelada o rojigualda). Si la izquerda hubiera sacado sin tapujos la bandera tricolor de la república o la roja de las reivindicaciones sociales, no se habrá visto en esta situación

    Hace 7 años

  17. Xurxo Ventos

    Claro. El entretenimiento de la izquierda deben ser la educación, la sanidad, etc, y los derechos civiles SALVO el derecho a la soberanía, es decir, a que la sociedad civil tenga el poder de decidir sobre los asuntos que le afectan. Eso es nacionalismo, es bandera. Que un gobierno no elegido por la gente gobierne es pecata minuta y la izquierda no solo no debe tolerarlo, sino que debe esforzarse porque siga siendo así. Verdad, Tecé? La Historia os pasará por encima, a ti y a todos los periodistas de esa repugnante prensa y partidos "de izquierdas" que se ha puesto del lado de la derecha para apuntalar el Régimen del 78.

    Hace 7 años

  18. Carlos

    Si las banderas (los patriotismos) son "el último refugio de los canallas", deberían dejar de ser utilizadas fanáticamente por unos y otros. Es muy difícil que una buena parte de la ciudadanía respete la bandera constitucional de España, cuando son las propias Fuerzas Armadas quienes hacen un uso sectario al izarlas a media asta, en las dependencias militares y buques de la Armada, en señal de luto durante algunos días de la semana santa católica, con profundo desprecio a las creencias de la población y a la propia Carta Magna cuando indica que ninguna confesión religiosa tiene carácter estatal.

    Hace 7 años

  19. Mentalmente

    Me parece interesante la reflexión que hace. Yo tengo otro análisis. El mío gratis, no por eso será peor. La gratuidad y el anonimato del ciudadano c0mentarista de internet, si bien es garantía de que no se sabe nada de quien es el que habla para quien trabaja o que hace (los trolls de internet), también es garantía de que nadie le obliga ni le induce a pensar u opinar de ciertas maneras, ni siquiera a nivel subconsciente. Ya que no puede sacar ningún beneficio, ni económico, ni egoico o personal. Ya me estoy desviando del tema. La cuestión es que esta última reflexión que precede a mi análisis-reflexión-opinión tiene también algo que ver con el contenido. El problema va siendo que alguien es "de izquierdas", o "de derechas"... o "de centro". Eso es una bandera también, es una bandera lingüistica. Estamos haciendo bandera lingüistica de algo que además ni siquiera hay un convenio sobre lo que es o significa. Lo mismo que con las banderas. Incluso cuando "la izquierda" (entre comillas porque entiendo que es una bandera), se quita las banderas sigue teniendo la bandera implícita "de izquierdas". Y eso es casi peor que una bandera nacional. Lo nacional es una bandera que discrimina entre elementos objetivos, ser o no ser nacional es objetivable y a prueba del principio de indeterminación, que no se alteren que no cambien en presencia del acto mismo de la discriminación. No puedes cambiar el lugar en donde hayas nacido. Lo simbólico, lo lingüistico, lo ideológico. es una discriminación condenada a fracasar, discrimina entre subjetividad, no hay convenio, y el acto de discriminación contamina las muestras. Cuando se dice de alguien que es de izquierdas, o de derechas, etc. y se quiere hacer política con ese lenguaje, no se va a ninguna parte. Porque no hay manera de certificarlo. No hay carnets que certifiquen ideología y de haberlos sería contradictorio con la libertad. Esa clase de pensamiento político y discriminación no va a ninguna parte. Ahora bien discriminar entre ricos y pobres es más objetivo, aún mejor más fácil es discriminar entre quienes están necesitados de algo y quienes no, los que necesitan algo estarán tristes, rabiosos, infelices en general. Los que no, están felices. Es más objetivo hacer política basada en la felicidad que en la ideología, la nacionalidad o la riqueza. Quitarse las banderas empeora las cosas si debajo de la máscara de una bandera hay otra que es exactamente igual pero con otro nombre. A la gente no le gusta el "acto heroico" de Podemos, de quitarse una máscara, la máscara de "de izquierdas" para luego, resulta tener otra debajo, y que redunda en lo mismo, y que finalmente reconocen que son "de izquierdas". El símbolo o lenguaje es lo menos importante para la gente. Si se quiere hacer política social, hablemos de política -> social. Si se quiere hacer política transversal, hablemos de política -> transversal. Pero no las dos cosas en el mismo sitio. No den una cosa por otra que es peor. Lo que es transversal es social en consecuencia, pero lo social no necesariamente es transversal. La transversalidad es un concepto de amplio recorrido, que tiene que ver con dos cosas desde mi punto de vista, la primera, la más obvia, distribuir el protagonismo político en el conjunto social, en cierto modo, tratar de eliminar la figura del partido político o del político en general, como pastor del rebaño, como pastor de la gente en general, hacer que las ovejas sean el pastor. Como diría Rajoy, (inconscientemente claro), "Es el vecino el que elije al alcalde y es el alcalde el que quiere que sean los vecinos el alcalde". Necesitamos pastores que trabajen para eliminar el factor [pastor-pastores] del procedimiento de hacer política, para que el sistema sea mucho más estable, garantista en libertades y progrese la sociedad. Pastores no, representantes. Representar es la clave. Y en segundo lugar, la transversalidad, también es, bajo mi punto de vista, más ampliamente hacer política sin oposición, hacer política que vaya a funcionar porque solo encuentra apoyos, muchos o pocos, pero ninguna o muy escasa oposición. Esto lleva al punto de arriba, la transversalidad como idea de eliminar al pastor, pretende eliminar la oposición destructiva entre sí (en la partitocracia), y dejar solo oposición dialéctica, que es constructiva. También quiero ver que hay transversalidad en las ideas de hacer política que se basan en modificar la estructura del poder, como se hizo con la división de poderes de Montesquieu. Diría que Montesquieu fue un precursor de la transversalidad. Al proponer esa idea de dividir el poder. La democracia ciudadana, la representatividad, ya más concretamente, lo que estaba el 15-m, que luego Podemos cogería el testigo (para luego terminar corrompiendo el sentido de "transversalidad") , es transversalidad en los tres sentidos: - Eliminar el factor [pastor,pastores], que todos los cargos políticos en las listas electorales sean representantes en sentido etimológico y estricto del conjunto de la ciudadanía. Y no miembros de un partido político. - Eliminar la oposición política que se autoexcluye en el sistema, al colocar a la ciudadanía como protagonista, y representantes escogidos de forma justa, sin discriminación, se acaba con toda oposición destructiva interna. - Construir un precedente de nueva estructura del poder a través del método llevado a las elecciones, la superioridad del método de hacer política llevado a las urnas, probablemente haría que pasase a ser oficial y se copiara en otros países.

    Hace 7 años

  20. Ángel

    Uno de los mayores errores que se cometieron en el movimiento 15m fue redefinir el izquierdismo como un movimiento guay de gente guay, el izquierdismo es algo muy serio que trata de acabar con los problemas con los que las clases inferiores se han encontrado siempre, los abusos de poder de los poderosos, y en nuestra sociedad los poderosos son los burgueses, y el izquierdismo desde el 15m se ha convertido en un movimiento burgués. Los jóvenes burgueses se apuntan a todas las fiestas, cualquier cosa que implique postureo allí están, porque les encanta el postureo. Con todo esto se ha producido que quien hable sobre los verdaderos problemas del izquierdismo sea considerado un aburrido, una amenaza o incluso un facha. Cualquier cosa que no sea seguir la moda y decir lo que dice la mayoría está mal visto, está mal visto el espíritu crítico, incluso está mal visto que un izquierdista hable de luchar contra el capitalismo y contra el sistema burgués. Habráse visto tamaño despropósito! Cuando el izquierdismo surgió para acabar con el capitalismo y la burguesía, pero como no es guay, pues... eso es lo que está pasando.

    Hace 7 años

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