Libros
Gramsci y su circunstancia
‘La historia de una familia revolucionaria’, escrita por un nieto del intelectual, se zambulle en las entrañas del entorno doméstico de su abuelo
Andreu Navarra 22/11/2017
Portada de La historia de una familia revolucionaria.
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Aparece, publicado por la editorial Hoja de Lata y traducido por Mara Meroni, esta biografía coral escrita por Antonio Gramsci Jr., nieto del gran Antonio Gramsci, uno de los pensadores políticos más importantes del siglo XX. La historia de una familia revolucionaria es mucho más que un estudio del peculiar entorno familiar que rodeó al líder comunista italiano: es una excelente herramienta para conocer, de la mano de los Schucht, mil y un detalles sobre el desarrollo de la conciencia revolucionaria rusa entre 1860 y 1890, así como también una fuente inagotable de detalles sobre la historia del marxismo italiano.
La primera parte del libro se centra en la figura patriarcal de la familia, el viejo bolchevique Apollon Alexandrovich Schucht, amigo personal de Lenin y prototipo de virtudes soviéticas: hombre culto y sufrido, progresista sincero. De su matrimonio nacieron cinco hermanas: Nadine, Tatiana, Eugenia, Asya y Giulia. Esta última fue la que se casó con Antonio Gramsci. Pero la cuestión no fue nada sencilla: todo apunta a que Antonio mantuvo una relación amorosa antes con Eugenia Schucht, personaje histórico que realmente cruza la obra y se perfila como el enigma central de la vida de Gramsci. Al parecer, a través de la documentación familiar exhumada por el autor, Giulia era un espíritu artístico que Antonio Gramsci no siempre supo apreciar. Esto no significa que la admiración mutua en el matrimonio no fuera fuerte. Giulia vivió con pésima salud el proceso carcelario de su marido, desde Rusia. Eugenia era muy diferente de su hermana Giulia: parece que podría representar mucho mejor el papel de revolucionaria estalinista tipo. Eran dos caracteres muy distintos, ambos con debilidad por la personalidad de Antonio Gramsci. Sin embargo, Eugenia evolucionó de manera extraordinariamente peculiar: tomó para sí con exclusividad la crianza del hijo mayor de Gramsci, Delio, mientras abandonaba manifiestamente al otro hijo, de carácter más apocado e inclinado a la música. Eugenia hizo cuanto le fue posible para alejar a Giulia de Antonio, seguramente por despecho. Y al viejo Apollon, en un primer momento, aunque declaró que su obligación era respetar el criterio de su hija, no vio con buenos ojos el enlace.
Como fuera, en los pocos años que la familia pudo estar unida, la convivencia fue más bien difícil. Militar de profesión, Apollon solicitó pasar a reserva en 1884 para crear, al año siguiente, en San Petersburgo, una sociedad de estudios de obras revolucionarias ilegales. Allí se leía a Marx y se hacía propaganda entre los estudiantes. La policía no tardó en descubrirles, y la familia se instaló en Moscú. El 28 de febrero de 1887, Apollon fue detenido junto a Alexander Ulianov, el hermano de Lenin. Pero en lugar de ser ahorcado, fue enviado a la ciudad siberiana de Tomsk, donde no lo pasó nada mal. Se hizo traer un piano de cola, y nació allí, en 1889, su hija Eugenia. Poco después, en Samara, los Schutch entablaron amistad con el joven Lenin. En 1893, Lenin salió de Samara y se instaló en San Petersburgo. Había sido expulsado de la universidad de Kazán por participar en una manifestación. Junto a Ulianov, viajaron los Schutch. En esa época, Lenin publicó el folleto Quiénes son los “amigos del pueblo” y cómo luchan contra los socialdemócratas (1894). Lenin fue el padrino de Asya, una de las hijas de Apollon.
Por razones que no se han llegado a aclarar, hacia 1895, Apollon se trasladó a Suiza. Allí vivió en Ginebra y Zúrich, y formó parte del grupo de Plejánov. En sus viajes suizos, Lenin mantuvo una actitud risueña y jovial que contrasta con su imagen tradicional de hombre duro y unidireccional. Como fuera, cuando este proclamó sus Tesis de abril, en 1917, Apollon ingresó inmediatamente en el Partido Bolchevique. Tras la revolución de Octubre, trabajó ayudando a nacionalizar la banca. A partir del 12 de marzo de 1918, Moscú volvía a ser la capital del Estado.
por una carta enviada a Krúpskaya, sabemos que la familia Schutch, en 1920, no tenía zapatos, y se los tenía que fabricar con harapos
El libro aporta innumerables detalles sobre la vida cotidiana en el joven estado soviético. Por ejemplo, por una carta enviada a Krúpskaya, sabemos que la familia Schutch, en 1920, no tenía zapatos, y se los tenía que fabricar con harapos. Parece ser que los funcionarios que habían torturado y asesinado durante los brutales años treinta, envejecieron entre pesadillas y locura. Ni siquiera la propia esposa de Lenin (luego asediada por la GPU estalinista) podía echarse un terrón de azúcar en el té. El viejo Apollon, pese a ser un funcionario modelo del sistema, pasó un hambre inenarrable hasta que no fue superada la destrucción de la guerra civil. En octubre de 1924, Apollon escribía al Partido para suplicar que se le proporcionara botas, ropa interior y abrigos. Si un amigo personal de Lenin vivía así, ¿cómo viviría el resto de población? Las condiciones eran terribles. Sin embargo, las privaciones no hacían más que exaltar la fe de la familia en los logros del socialismo. Su entusiasmo no decayó nunca, más bien se acrecentó, aunque es muy posible que los orígenes nobles de Schutch le impidieran hacer carrera en el nuevo sistema. A su vez, su discreción y su insignificancia para el poder preservaron a la familia de las maquinaciones de Stalin.
Apollon y Antonio se conocieron en Rusia en 1922. Por orden directa de Lenin, Gramsci viajó a Viena en 1923 con el encargo de prepararse para sustituir a Bordiga a la cabeza de los comunistas italianos. Lo cual no quiere decir que Gramsci no admirara hasta el límite a Bordiga. Delio, el primer hijo de Gramsci, nació también en 1923. Gramsci jugaba mucho con su hijo, el poco tiempo que pudo pasar con él antes de que Mussolini lo encerrara, el 8 de noviembre de 1926. También gustaba de cantar arias y operetas. Sin embargo, fue incapaz de valorar el talento musical de su esposa, que era una gran violinista. Parece que Gramsci no tenía un gusto artístico muy desarrollado. Sin embargo, los artículos de análisis internacional que cierran el volumen solo pueden ser producto de un genio: son chorros de profecías. Por ejemplo, fue el primero que se dio cuenta de que no se podía desligar el proceso revolucionario de Octubre de las consecuencias insoportables de continuar en la Guerra Europea. Lo vio en el mismo 1917, cuando cien años después esta idea aún es novedad: “Uno tiene la impresión de que los maximalistas han sido, en este momento, la expresión espontánea, biológicamente necesaria, por la que la humanidad rusa no ha acabado en la ruina total, por la que la humanidad rusa, absorbida por completo por su enorme trabajo, autónomo, de su propia regeneración, ha podido detener los ataques del lobo hambriento y por la que Rusia no se ha convertido en una jauría enorme donde las fieras se devoran entre sí”.
Mientras Gramsci se iba apagando en la cárcel, donde únicamente Tatiana Schutch se ocupaba de él, el Partido Comunista Italiano sufragó algunos de sus tratamientos más costosos
Giulia volvió a Moscú en junio de 1926, y pronto enfermó de gripe y epilepsia. En agosto de ese mismo año, nació Giuliano, padre del autor del libro, un hijo que no pudo llegar a conocer nunca a su padre. Mientras Gramsci se iba apagando en la cárcel, donde únicamente Tatiana Schutch se ocupaba de él, el Partido Comunista Italiano sufragó algunos de sus tratamientos más costosos. Esto contraviene la teoría tradicional de que Togliatti quería deshacerse rápidamente de Gramsci. Si quiso hacerlo, no se dio prisa. Durante décadas, el partido también se apropió de las obras y cuadernos y manuscritos del pensador. Por esta razón, las hermanas Eugenia y Giulia Schutch escribieron nada menos que a Stalin para exigir la devolución de los escritos de Gramsci. Este fue siempre un hombre incómodo para los ortodoxos de los años veinte. Aun así, el biógrafo sostiene que el Komintern ni lo condenó ni lo abandonó durante los compases finales de su vida. Aun así, cuando Sraffa pudo reunirse con Grasmci en 1936 y le relató lo que estaba ocurriendo en Moscú con los presuntos “trotskistas” y “traidores”, Antonio no hizo más que callar, herido e indignado.
Giulia solo pudo vivir su matrimonio por correspondencia, sobre todo a partir de 1931. Era Tatiana, que vivía en Roma, quien más contacto pudo mantener con el preso. Los niños también escribían a su padre: le pedían su opinión sobre los clásicos rusos, sobre Gorki y Tolstói, o sobre las características del auténtico bolchevique. Giuliano lo aprobaba todo, incluso con notables y sobresalientes. Y de paso nos informaba de cuáles eran sus asignaturas en 1937: aritmética, escritura, lectura, ciencias naturales y educación física.
La obra, por lo tanto, se zambulle en las entrañas de una familia destrozada y presa de un destino fatal. Difícilmente la música y la cultura, siempre patrocinadas con entusiasmo por el viejo Apollon, hicieron de bálsamo a tanta desgracia. Los Schutch eran una familia que, careciendo de zapatos, se hacía importar violines de París. Este es el retrato de una familia italorrusa que sobrevivió gracias a la música y su fe en el mundo que se iba a borrar en 1990.
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La historia de una familia revolucionaria. Antonio Gramsci Jr. Editorial Hoja de lata.
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Andreu Navarra
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