TRIBUNA
Sin autocrítica no hay izquierda
La izquierda, por la decencia democrática que todos necesitamos, no debe apoyar un gobierno del Partido Popular. ¿Hay condiciones para desde el PSOE intentar otro pacto? Las actitudes políticas de un lado y otro lo ponen muy difícil
José Antonio Pérez Tapias 28/06/2016
En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí
Cuando el pasado domingo, 26 de junio, terminó el escrutinio de los votos para el Congreso de los Diputados, el freudiano principio de realidad se impuso con toda su fuerza. El resultado de las elecciones se nos ha quedado grabado a sangre y fuego: 137 escaños para el PP, 85 para el PSOE, 71 para Unidos Podemos, 32 para Ciudadanos… Apabullante la victoria en votos del Partido Popular. Sorpresa que no apareciera por ningún lado el tan anunciado sorpasso de Podemos. La confianza en la fiabilidad de los sondeos, muy coincidentes entre sí, fue a todas luces excesiva. Pero obviamente el problema no estaba en que la prospectiva demoscópica hubiera fallado. La cuestión es por qué ese mismo desfase respecto a lo que luego fue la realidad. No hay que olvidar que estamos ante comportamientos humanos, expuestos a muchas variables incontrolables que, de suyo, los hacen en rigor impredecibles. Es más, con frecuencia los humanos, o por exceso de confianza o por aguda prevención, actuamos para que no se verifique lo pronosticado. Y después de todo, los sondeos llevan consigo una especie de efecto incertidumbre, pues en política, o más exactamente con los votos de muchos ciudadanos, pasa como con las partículas según el principio de incertidumbre o relación de indeterminación de Heisenberg: el observador, con sus métodos, altera la "trayectoria" de la partícula observada. Algo de eso ha ocurrido, concretamente en lo que se refiere sobre todo al voto a Unidos Podemos –en verdad, al más de un millón de votos que no fue a esa coalición electoral, teniendo en cuenta los obtenidos por Podemos e Izquierda Unida por separado en la convocatoria electoral de hace unos meses--. Aquí no hay solamente un error estadístico, sino un problema político. Como también lo hay, sin error estadístico, en el descenso del PSOE hasta los 85 diputados, añadiendo cinco más a los que ya se perdieron en las elecciones de diciembre.
La verdad, a cualquier votante de izquierda le resulta más que sorprendente que partidos de izquierda, ante un mal resultado electoral, se dediquen a despejar goles sin entrar en el meollo del asunto. Puede estar en la conciencia de todos que sin autocrítica no hay izquierda, pues es la autocrítica la que evita eludir las cuestiones que acaban provocando deslizamientos hacia la derecha. Por ello, no se entiende bien que desde la dirección de Podemos se haya despachado un pronunciamiento político sobre lo que ha pasado diciendo que hay que hacer un estudio demoscópico del comportamiento de los votantes –de los que no lo fueron por haberse abstenido-- para que la opinión que se vierta al respecto tenga una apoyatura científica. No está mal recabar estudios de sociología política bien contrastados empíricamente, pero es una escapada de corte positivista, de exceso de tecnocratismo político, el sostener que una valoración de los resultados, por provisional que fuera sin ese respaldo estadístico, sería una mera opinión. Habrá que recordar –y no hace falta remitirse al Nietzsche que afirmaba que no hay hechos, sino interpretaciones-- que respecto a los procesos políticos, en el debate público, una opinión contrastada no deja de ser opinión, a la que habrá que apoyar con buenos argumentos en la plaza pública, pues ninguna verdad será aceptada como definitiva ni monopólica.
Ya que estamos en tiempos en los que, por buenas razones, se ha rescatado la figura del gran teórico del comunismo italiano, Antonio Gramsci, es pertinente traer a colación su advertencia en La política y el Estado moderno acerca de cómo en una lucha política llevada con seriedad “hay que prever el momento de la derrota”, y más si tal derrota se vive como tal porque no se cumplieron las expectativas incubadas. Es esa actitud la que precisamente sirve de vacuna contra el derrotismo. Y, en cualquier caso, un partido político que, como “intelectual orgánico (colectivo)”, ha de hacer balance de los resultados de su acción, no puede eludir, en un caso como el que nos ocupa, mirar de frente el trayecto recorrido, y en este caso, el recorrido en los últimos meses de sucesivas campañas electorales con el período intermedio de negociaciones para una posible investidura en su momento del candidato socialista como presidente del Gobierno. Hubo razones para un “no” que, a pesar de ello, no dejaba de ser polémico y ambiguo, pero el pacto cerrado entre PSOE y Ciudadanos dificultaba el “sí”. Cierto, pero esas mismas razones no se vieron bien defendidas con los excesos tanto verbales como gestuales de Pablo Iglesias como líder de Podemos. Ya se ha dicho, y si se menciona ahora es porque tales cosas no pueden dejar de aparecer entre las causas de la desafección de un buen número de posibles electores. Como tampoco se puede dejar de mencionar la desmesurada pretensión de hegemonía en la izquierda –y a su través en la política española-- dando pábulo a una versión del sorpasso poco consonante con la realidad de pluralidad de la izquierda española, y eso aun habiendo integrado a IU en una coalición que ha tenido su papel, aunque al precio de inevitables desgarros en la antigua formación izquierdista. Son cuestiones que ahí están para un balance crítico.
En el caso del PSOE casi se puede imaginar que en su sede de Ferraz han vuelto del revés los espejos que haya para no verse en ellos. No vale quedarse en el alivio que produce que no se haya dado el famoso sorpasso. Es cierto que el Partido Socialista queda como el más votado en la izquierda, pero bajando a esos 85 diputados que suponen, por sí mismo, un muy mal resultado electoral. No hay motivos para triunfalismo alguno. Es ridículo incluso mencionar que el PSOE conserva la hegemonía en la izquierda, pues los hechos no respaldan el interés de disputar a Podemos una palabra que, como comentamos, tampoco entra en el vocabulario de sus aciertos. Tampoco es de recibo seguir insistiendo en que va a gobernar Rajoy por culpa de la formación morada. Recurrir una y otra vez a la teoría de la “pinza” es, como a veces hemos apuntado, algo que más parece corresponder a una especie de pinzamiento neuronal, por lo que supone de pereza intelectual a la hora del análisis, que a una evaluación seria de causas de lo ocurrido que, en verdad, quedan encubiertas. En cualquier caso, la pérdida de 5 escaños más en relación con el 20D es responsabilidad que cae en exclusiva del lado socialista, incluyendo haber perdido frente al PP en la misma Andalucía, comunidad del más fuerte arraigo del PSOE. ¿Y qué va a pasar en el futuro inmediato? ¿Alguna posibilidad de pacto por la izquierda? ¿O también es un alivio el abultado resultado del PP, para evitar tener que entrar de nuevo en negociaciones más que difíciles? Es insoslayable para el balance que el infructuoso pacto con Ciudadanos en la efímera legislatura anterior ha supuesto para el PSOE un fuerte lastre, del que no se ha librado por su indefinición respecto hacia dónde se orienta su política de alianzas. Ahí queda ello como pregunta para las jornadas que vienen.
La autocrítica que debe ser congénita en la izquierda es, a la vez, lo que capacita para reforzar una crítica que no debe cejar en su empeño por esclarecer la realidad. Y para todo espíritu crítico es, cuando menos, difícil de digerir el apoyo obtenido por el PP. Mi respeto a los votantes que en su derecho han elegido esa opción. Pero respecto a la opción misma, la valoración no puede ser sino negativa dado que es una flagrante autocontradicción de la propia democracia que el partido ahogado en una corrupción sistémica termine recibiendo ese apoyo del electorado cual respaldo que viene a dar una especie de (falsa) legitimación que le redime de sus culpas. Por más que haya logrado 137 escaños, eso no resta nada a la corrupción que presuntamente le afecta. Es muy grave para el presente y para el futuro de la democracia en España. Por ello, la izquierda, por la decencia democrática que todos necesitamos, no debe apoyar un gobierno del Partido Popular. ¿Hay condiciones para desde el PSOE intentar otro pacto? Está muy difícil, y no tanto por la aritmética parlamentaria cuanto por las actitudes políticas que se han ido reforzando por un lado y otro y por los excesos sectarios que bloquean el necesario reconocimiento que debiera darse entre fuerzas políticas que, de suyo, debieran entenderse.
Cuando el pasado domingo, 26 de junio, terminó el escrutinio de los votos para el Congreso de los Diputados, el freudiano principio de realidad se impuso con toda su fuerza. El resultado de las elecciones se nos ha quedado grabado a sangre y fuego: 137 escaños para el PP, 85 para el PSOE, 71 para...
Autor >
José Antonio Pérez Tapias
Es catedrático en la Facultad de Filosofía de la Universidad de Granada. Es autor de 'Invitación al federalismo. España y las razones para un Estado plurinacional'(Madrid, Trotta, 2013).
Suscríbete a CTXT
Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias
Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí