Charlie Hebdo contra Mediapart: la pugna identitaria de la izquierda francesa
El caso del intelectual musulmán Tariq Ramadan, acusado de violación, desemboca en una guerra mediática entre la revista satírica y el diario digital
Enric Bonet París , 25/11/2017
Portada de Charlie Hebdo contra el director de Mediapart, Edwy Plenel.
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El papel simbólico que juegan los independentistas en España es muy similar al que representan los “islamo-gauchistes” (islamo-izquierdistas) en Francia, el de una supuesta amenaza a los valores del Estado. En un caso, el de la unidad. En el otro, la laicidad.
La derecha gala suele utilizar el término peyorativo islamo-gauchiste para caricaturizar a los militantes de la izquierda alternativa que denuncian la islamofobia presente en la sociedad francesa. Estos representan, no solo para los conservadores, sino también para antiguos socialistas como Manuel Valls, un “peligro” para la República. Para el ex primer ministro existen además “dos izquierdas irreconciliables”: una liberal en lo económico, pero intransigente en la defensa de la laicidad y otra más proteccionista y defensora de los derechos de las minorías.
Son estas “dos izquierdas irreconciliables” las que se han enfrentado en la esperpéntica polémica entre la revista satírica Charlie Hebdo y el diario digital Mediapart, que está haciendo correr ríos de tinta en Francia desde principios de noviembre. Después del estallido del affaire Weinstein, el intelectual musulmán Tariq Ramadan --un personaje muy mediático en el país vecino-- fue acusado de violación por dos mujeres a finales de octubre. Este caso de abusos sexuales, revelado durante la ola de denuncias en las redes sociales a través de los hashtags #Metoo y #Balancetonporc (Delata a tu cerdo), se convirtió rápidamente en un debate sobre el islam.
La derecha gala suele utilizar el término peyorativo islamo-gauchiste para caricaturizar a los militantes de la izquierda alternativa que denuncian la islamofobia presente en la sociedad francesa
La portada de Charlie Hebdo del 1 de noviembre, en la que aparecía Ramadan con una erección gigante y el titular “Soy el sexto pilar del islam”, no hizo más que avivar el fuego. Después de la publicación de esta caricatura, la revista satírica, cuya redacción fue víctima de un atentado yihadista en enero de 2015, en el que murieron doce personas, recibió una oleada de amenazas de muerte en las redes sociales. Lo que propició que la fiscalía abriera una investigación por “apología de un acto de terrorismo”.
Mientras que el conjunto de la prensa francesa se solidarizaba con Charlie Hebdo, surgía otra polémica respecto a los supuestos “cómplices” de Tariq Ramadan, así los calificó el semanario de izquierdas Marianne. Aquellas personas que habían mantenido vínculos con Ramadan eran acusadas de haber callado ante sus abusos sexuales. Entre ellas, se señalaba al director de Mediapart, Edwy Plenel, que participó conjuntamente con Ramadan en tres conferencias. Además, su prestigioso diario había publicado en 2016 una extensa investigación periodística sobre el intelectual, en la que no se hablaba de sus agresiones sexuales.
Aunque las presuntas violaciones de Ramadan no eran conocidas entonces, esto no impidió a los responsables de Charlie Hebdo señalar directamente a Plenel. En una portada de dudoso gusto, la revista satírica publicó el 8 de noviembre cuatro caricaturas de Plenel en las que aparecía tapándose la boca, los ojos y las orejas. Su titular era: “Escándalo Ramadan, Mediapart revela: no lo sabíamos”.
Ante este ataque, el director de Mediapart respondió ese mismo día con unas polémicas declaraciones en la emisora de radio France Info: “La portada de Charlie Hebdo forma parte de una campaña más general, a la que la dirección del semanario se ha adherido. El señor Valls y otros que le siguen, una izquierda desorientada, que no sabe dónde está, y que se alía con la derecha e incluso con la extrema derecha identitaria, encuentran cualquier pretexto o calumnia para volver a su obsesión: la guerra a los musulmanes, la demonización de todo lo que está relacionado con el islam”. Una semana después, Riss, el director de Charlie Hebdo, echó más gasolina a esta polémica publicando un editorial en el que aseguraba que: “La frase [de Plenel] ‘la portada de Charlie Hebdo forma parte de una campaña general de guerra a los musulmanes’ no se la perdonaremos jamás. Al pronunciarla, Plenel condena a muerte por segunda vez a Charlie Hebdo”.
La ofensiva laicista de Valls
Al mismo tiempo que tenía lugar esta pugna entre Charlie Hebdo y Mediapart, Manuel Valls multiplicaba sus intervenciones mediáticas sobre el caso Ramadan y la cuestión del islam. Durante una entrevista radiofónica, Valls denunció el 7 de noviembre la existencia de “una deriva islamo-izquierdista”. En ella, incluía al movimiento de la Francia Insumisa de Jean-Luc Mélenchon y algunos medios progresistas, como Mediapart o la revista Les Inrockuptibles. Unas críticas que el ex primer ministro socialista subrayó la semana siguiente en el plató de la cadena de televisión BFMTV, donde declaró: “Quiero que [Edwy Plenel] y su gente sean apartados del debate público. Quiero que pierdan su combate y su batalla de ideas”. Y se vanaglorió de que “en momentos como el actual, mi frase sobre las dos izquierdas irreconciliables resulta premonitoria”.
“Manuel Valls y una serie de personalidades utilizan la laicidad para restablecer las cuestiones identitarias en el centro del debate público”, critica Ellen Salvi en un artículo publicado en Mediapart. Para esta periodista política, el ex primer ministro socialista pretende movilizar la corriente laicista conformada, según Valls, por la voz de Charlie Hebdo, la de la tertuliana Caroline Fourest o la del intelectual Alain Finkielkraut. Es decir, según Salvi, quiere volver a situar en el centro de la esfera mediáticas las ideas de aquellas personas presuntamente de izquierdas que defienden una concepción estrecha de la laicidad, en la que se asocia la homogeneidad cultural con la igualdad y en la que se combate costumbres religiosas y culturales, como el uso del velo.
“Existe una galaxia identitaria militante que pretende situar la cuestión del islam en el centro del debate público”, reconoce en declaraciones a CTXT el politólogo Thomas Guénolé. Para el autor del libro Islamo-psychose, “Valls dispone actualmente de una exposición mediática inhabitual y superior a la que le correspondería por su cargo actual, el de de diputado ligado a La República en Marcha [el partido del presidente francés Emmanuel Macron]”.
A diferencia de Valls, Macron defiende una postura más bien prudente sobre las cuestiones identitarias y se remite a la ley de 1905, que garantiza la separación y la neutralidad del Estado respecto al culto religioso
Después de ser derrotado en las primarias del Partido Socialista en enero, Valls tuvo prácticamente que suplicar a los responsables de La República en Marcha que le aceptaran como candidato para las legislativas de junio, en las que resultó elegido por los pelos. Para reponerse de su declive político, Valls multiplica ahora sus intervenciones en los platós de radio y televisión en los que opina sobre cuestiones variopintas, como el independentismo catalán —por el que le preguntan por su condición de barcelonés de nacimiento—, el terrorismo o el laicismo. Su objetivo es imponer en el seno del macronismo su visión estrecha de la laicidad y su voluntad de combatir el islamismo.
La demonización de la Francia Insumisa
A diferencia de Valls, Macron defiende una postura más bien prudente sobre las cuestiones identitarias y se remite a la ley de 1905, que garantiza la separación y la neutralidad del Estado respecto al culto religioso. Los representantes del partido de Macron tampoco tienen una línea clara sobre la cuestión identitaria, aunque a menudo utilizan las cuestiones ligadas al islam y al comunitarismo para atacar a la Francia Insumisa.
Al mismo tiempo que estallaba el escándalo por el caso Ramadan, la diputada insumisa Danièle Obono se vio involucrada a principios de noviembre en una polémica absurda por haber considerado “como una camarada” a Houria Bouteldja, la portavoz del Partido de los Indígenas de la República (PIR), un movimiento antirracista y anticolonial. Las declaraciones de esta militante antirracista negra le valieron acusaciones de comunitarista, antisemita y antirrepublicana. “Ella ha sido clara: [los miembros de la France Insoumise] son los amigos de los Indígenas de la República. Comparten sus tesis y sus odios”, declaró entonces Aurore Bergé, una de las portavoces parlamentarias del partido de Macron.
No es la primera controversia de este tipo en la que se ve inmersa Obono, una histórica militante antirracista y negra, y una de las dianas preferidas de la fachoesfera. Poco después de ser elegida como diputada en junio, se le reprochó haber firmado en 2012 una petición a favor del rapero Saïdou, imputado por haber compuesto una canción titulada Nique la France (Jode a Francia). Por este motivo, en los platós de radio y televisión algunos periodistas y tertulianos exigieron a Obono que gritara “Viva Francia”.
“La gran mayoría de los tertulianos y algunos intelectuales intentan demonizar a la Francia Insumisa. Intentan crear amalgamas que no existen. Por ejemplo, entre Mélenchon y el islamismo”, critica Guénolé. Para este politólogo, que milita en la izquierda mélenchonista, la izquierda alternativa debería evitar entrar en la espiral identitaria “hablando de los verdaderos problemas sociales, como el paro, la pobreza o el incremento de las desigualdades”.
“No resulta sorprendente que sea Valls quien lidere el debate sobre la identidad. Prefiere no hablar de las políticas económicas neoliberales de Macron, como la reforma laboral, que apoya”, asegura el sociólogo Éric Fassin. Este profesor de la Universidad París VIII es una de las 130 personalidades que han firmado un manifiesto en apoyo a Mediapart. “No lo he hecho sólo por solidarizarme, sino como rechazo a un modelo de debate público donde no se debate sobre las ideas, sino que predominan las descalificaciones”, afirma Fassin.
Según Fassin, existe “la voluntad explícita de marginalizarlos [a la izquierda alternativa] del debate público”. Para Fassin, el uso recurrente de la expresión “islamo-gauchiste” remite a las situaciones de sospecha y persecución que se viven en Turquía, “donde este miércoles 22 de noviembre se juzgaba a once militantes defensores de los derechos humanos [y opositores del gobierno de Erdogan], a los que se acusa de terrorismo”. “La ideología neoliberal se está convirtiendo en un modelo neoliberal iliberal”, añade Fassin. Todo parece apuntar a que en Francia, en Turquía o en España, las cuestiones identitarias se utilizan para restringir el debate democrático e impedir la emergencia de alternativas.
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