En España, uno de cada tres empleos (32,5%) se desarrollan en actividades que hacen un uso intensivo del conocimiento. Es decir, que están relacionados con la innovación y el I+D. El porcentaje aún se encuentra lejos de la media de la Unión Europea, donde el 36,1% de los trabajos está concentrado en este ámbito. Pese a ello, España ha conseguido recortar distancia con la media regional en los últimos años: en 2008, el porcentaje de trabajos centrados en usos intensivos del conocimiento era del 28,6%, frente al 34,2% de la UE. Ocho años después, la diferencia es de 3,5 puntos, con un crecimiento mayor en España que en el común de la región. 

El rendimiento en innovación de un país depende de varios elementos asociados a su capacidad para trasladar la investigación y el desarrollo a los mercados y para generar impacto social en su aplicación práctica. Estos indicadores permiten establecer comparativas en torno al peso que otorgan los Estados a los distintos sectores de alta tecnología. En definitiva, permiten valorar el potencial de los modelos productivos en términos de especialización e innovación sectorial. En el caso del mercado laboral, los empleos asociados al uso intensivo del conocimiento reflejan el nivel de inserción del I+D en la fuerza laboral. 

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Este artículo ha sido elaborado a partir de lo expuesto en el infodato ¿Cuánto invierten los países en I+D?, publicado en el Observatorio Social de “la Caixa”.