Crónicas Hiperbóreas
Todos somos manada
Einstein, que además de una mente despierta para la Física, vivió en una época intensa en infamias, advertía que el mundo no está en peligro por las malas personas, sino por aquellas que permiten la maldad
Xosé Manuel Pereiro 15/12/2017
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Hay una adaptación periodística de aquel pensamiento de Hegel matizado por Marx de que los grandes hechos y personajes de la historia se repiten, pero la segunda en forma de farsa. Es la de que las noticias relevantes se reproducen al menos dos o tres veces, pero normalmente en versión cutre. No tanto porque se produzca un efecto llamada o secuela –que tampoco hay que descartar–, y no solo porque en las redacciones todavía está caliente el molde de la información original, sino porque el ser humano no es demasiado imaginativo como especie. Sobre todo en lo que se refiere a formas de ejercer la maldad.
Todavía no se ha pronunciado la sentencia de la violación –presunta, perdón– de una joven en los Sanfermines por los cinco tipos que se autodenominaban La manada y ya tenemos otro caso similar. Tres jóvenes jugadores de fútbol de la Arandina de Tercera División abusaron de una joven, en este caso una menor de 15 o 16 años (aquí ni gasto un “presuntamente”, porque las relaciones sexuales con menores, que ellos en principio han admitido, son abuso en sí mismas). El molde actúa: primero las noticias, más bien escuetas, que informan de los datos esenciales, trufados con alguna conjetura (la adolescente sufrió los abusos en el piso que el club había puesto a disposición de los futbolistas, al que al parecer acudió voluntariamente, después de conocerlo en las redes sociales). Más tarde, apenas aumentan los datos, pero se incrementan las conjeturas, en sintonía con el molde Manada (hay una grabación en un móvil, o no, y lo que hay son unas conversaciones en whatsapp) y entra en escena el llamado “color” o “interés humano”. De los futbolistas nada se dice o se sabe, salvo que tuvieron un comportamiento normal después de los hechos, y saludaban en los entrenamientos. Si bien no hay reparo en difundir sus caretos, tampoco existe la más mínima curiosidad por si, en Aranda de Duero o en sus anteriores destinos, se comportaban como machos alfa también fuera del césped. Y menos mal que los peloteros no jugaban en Primera y no eran ídolos de masas. En ese supuesto, además de que presumiblemente nunca hubiesen sido apartados del club, como aquí ha pasado, sus defensores habrían sido legión.
Sin embargo, la víctima es diseccionada, o más bien, viviseccionada. Iba al psicólogo (hum!), estaba “clasificada” como en situación de riesgo y estaba obsesionada con los jugadores de fútbol (con los de las distintas categorías de la Arandina, no con esos tres en concreto). El siguiente paso es sugerir que ya sabía dónde se metía y que iba a lo que iba. En las redes y en los comentarios a las informaciones ya se dice, y no tardará en ser voceado en tertulias y tribunas. A partir de ahora, las recomendaciones a las jóvenes no son ya que tengan cuidado en lugares mal iluminados a altas horas de la noche, sino que todo lo que no sea el concierto de la banda municipal en el kiosco los domingos por la mañana es una situación de posible riesgo. Asimismo, deben asumir que los hombres pueden caerles encima de uno en uno, de tres en tres o de cinco en cinco, según lo sociables que sean los violadores. Ah, y que deben procurar llevar siempre el móvil, y con carga suficiente, por si los señores tienen a bien llevárselo de recuerdo y tirarlo, o usarlo para grabar la hazaña. Obviamente, para ser víctima-víctima es necesario tener una conducta intachable, demostrable con certificado del párroco o acreditando la pertenencia a la Adoración Nocturna. De las casquivanas se puede abusar sin reparo.
Sobre la aplicabilidad del Código Penal a los cinco de los Sanfermines y los tres de Aranda de Duero se pronunciarán los jueces. Es una desgracia que haya gente así. También que se establezcan juicios paralelos o previos sobre gente así. Pero la escala Ritcher de la alarma social no se dispara con ellos. Criminales, presuntos, condenados o impunes, los ha habido siempre. Lo aterrador es la postura de los integrantes del grupo de whatsapp de La Manada que celebraban y jaleaban las hazañas de sus amigos. Los que ahora difunden las imágenes de aquello. Los que inevitablemente acabarán difundiendo las imágenes o las capturas de whatsapp de Aranda. Los que, en caso de que unos y otros sean culpables, aun así seguirán diciendo que ellas se lo buscaron. Los que difunden o permiten con su silencio infamias como los cotidianos acosos a escolares, por exceso de peso o de inteligencia o porque sí, y que acaban, en ocasiones, con el suicidio de la víctima. Einstein, que además de una mente despierta para la Física, vivió en una época intensa en infamias, advertía que el mundo no está en peligro por las malas personas, sino por aquellas que permiten la maldad.
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Xosé Manuel Pereiro
Es periodista y codirector de 'Luzes'. Tiene una banda de rock y ha publicado los libros 'Si, home si', 'Prestige. Tal como fuimos' y 'Diario de un repugnante'. Favores por los que se anticipan gracias
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